Hola… Soy Lolichan. En esta ocasión me tocó presentarles el primer capítulo de nuestro primer fic juntas… Estoy segura que esto de las presentaciones le sale mejor a KagLoveInu. Les prometo que el segundo capítulo se los presentará ella. Tiene mucho que estudiar y desde aquí le mando muchas porras… ¡Ánimo amiga!¡Échale ganas! Ya vienen las vacaciones de invierno y podremos dedicarnos a lo que más nos gusta.

Disclaimer: Inuyasha y todos sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.

El Hechizo del Cuervo

CAPITULO I

El Nacimiento de un ángel

Aquel castillo se alzaba tenebroso, entre los riscos. Su aspecto exterior intimidaba, pues en las noches de luna llena podría jurarse que de él salían los aterradores lamentos que inundaban el bosque cercano.

Nada fuera de la realidad. En su interior, el gran señor Hikawa, el guardián de la perla de Shikón, compartía con sus amigos y sirvientes la alegría de recibir a su primogénito, esa noche tan especial… la primera noche de invierno.

Pero un aterrador grito, proveniente de la habitación principal, hizo que la celebración se interrumpiera.

Al momento, el señor Hikawa y su mejor amigo, el monje Moushin, corrieron hacia ella. El resto de los invitados fueron retenidos por la guardia. Fuera cual fuese la situación… no debía haber indiscreciones.

Al entrar los dos hombres, la comadrona se arrojó a los pies del señor.

- Mi señor… ¡Ha sucedido una desgracia!

Hikawa, ignorando a la mujer, se acercó a donde descansaba su esposa. La mujer lucía muy débil. A su lado, un hermoso bebé dormía plácidamente.

- ¡Explícate mujer! – Exigió el monje, a razón de ser el hermano menor de la señora de la casa.

La mujer, sin alzar la vista, empezó a hablar:- Mi señor… la desgracia ha caído sobre estas tierras, sobre las alas de su descendencia…

Hikawa sólo acertó a abrazar a su mujer, en espera de su último aliento.

- Midori… mi amada esposa.- Le dijo mientras acariciaba sus cabellos.

- Mi señor… perdóname…- Dijo en un susurro la agonizante mujer:- … Por mis pecados, nuestra pequeña ha de pagar con su sangre…

- ¿Nuestra pequeña? ¿Mi primogénito es una niña?... mi amor, eso no es problema. Será una hermosa princesa… - Dijo él, comprensivo.

Moushin se acercó a su hermana:- Midori… ¿De qué pecados hablas?...

La mujer, sin ver a su hermano, sólo se limitó a cerrar los ojos, como si con eso consiguiera dejar de ver su realidad.

- Nunca puse atención a los rituales de purificación… Todas las flechas usadas en tu última incursión a la Gruta Tenebrosa… las preparé yo.- Dijo, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.

- ¿Q-Qué? ¿Qué quieres decir…? – Preguntó Moushin, mientras el esposo miraba inquisitivo a su mujer.

- Yo… ¡No lo hice bien! – Gritó al fin, desesperada al sentir que la vida se le escapaba, así como su sangre derramada al parir, incontenible.

Los dos hombres se miraron entre sí. Una mezcla de terror y enfado se cruzaron. Antes de poder decir algo, la mujer dejó de presionar la mano de su esposo.

- S-Sálvala… protege a nuestra… Kagome… - Dijo con su último aliento.

El hombre dejó a su esposa y volvió la mirada furiosa hacia la comadrona. La tomó de la mano y la llevó a rastras a una habitación privada, seguido muy de cerca por su cuñado.

- ¡Ahora mismo me dirás lo que pasó si no quieres que te corte la cabeza! – Le ordenó a la temerosa mujer.

- Mi señor… Ya estamos muertos…- Dijo, con el terror en sus ojos:- He visto el nacimiento del ángel de la Muerte. Todo aquel que ve sus ojos… ya está muerto.

Ante lo dicho, Moushin se regresó a la habitación de su hermana. Se acercó donde yacía la recién nacida, junto a su madre y la tomó en brazos. No había nada extraño en ella…

Entonces, lo sintió…

Con mucho cuidado para no despertarla, suavemente colocó al bebé sobre uno de sus brazos, boca abajo y le revisó la espalda. Justo a la altura de sus omóplatos se notaban dos protuberancias, simétricas, oscuras, cubiertas con una delgada y fina piel.

No era necesario ser monje para saber lo que era aquello.

Volvió a acomodar a la criatura junto a su madre. Si sus sospechas eran ciertas… el estar junto a ella no le haría ningún daño.

Volvió a la habitación donde estaba Hikawa y la comadrona. Al entrar, vió a la mujer, tirada en el piso con el rostro desencajado, muerta. El hombre observaba a través de la ventana el inmenso bosque, iluminado por la luna llena.

- Él lo sabía… ¿Verdad? – Preguntó sin voltear.

- Es probable… - Respondió el monje.:- Y… ¿Qué piensas hacer?

- Usaré la perla de Shikón… debo salvarla de su destino.- Dijo, muy serio.

- ¡No puedes hacerlo! – Reclamó Moushin.:- ¡No tienes derecho!

El hombre se volvió, furioso:- ¡Puedo hacerlo! ¡Soy el guardián! Y como su padre… Tengo todo el derecho para hacerlo.

Moushin empezó a respirar. Necesitaban tranquilizarse para pensar bien las cosas.

- Pero… la perla sólo le dará media vida… ¿Es eso lo que quieres para ella?

- Mejor la mitad… que nada.- Dijo el hombre, pensativo. De pronto se volvió hacia su cuñado:- ¿Sabes si hay alguna forma de…?

- Sí… - Empezó a decir Moushin.:- Pero el único que la puede salvar… no sabemos si existe. Las incursiones han exterminado por completo a los youkais de estas tierras. Tendríamos que buscar… En el Oeste, tal vez.

El hombre asintió. Su hija recién nacida ya tenía señalado su destino pero él se encargaría de hacerlo lo más llevadero posible, a costa de lo que fuera.

- Por otro lado… Recuerda que tus invitados esperan en el salón principal. ¿Qué vas a decirles? ¿Qué nació muerta?- Preguntó Moushin.

A Hikawa le brillaron los ojos por un momento:- No… pero recuerda que tu hermana sí murió. La celebración se cancela.

De inmediato ordenó a su asistente que informara a los invitados. Las condolencias no se dejaron esperar. De esa forma, evitaron que vieran de cerca a la niña.

- Lo primero será buscar una nodriza para ella.- Dijo Hikawa, luego de despedir al último doliente.

- Necesita una nana-sacerdotisa. No sabemos qué clase de poderes tenga…

- Kagome.- Completó Hikawa:- Se llama Kagome.

- Kagome.- Repitió Moushin y sonrió:- Creo que es la primera vez que el ángel de la muerte tiene un nombre tan hermoso.

- Es la primera vez que el ángel de la muerte encarna y nace en esta dimensión.- Le respondió el hombre, con cierto dejo de orgullo. A pesar de todo, no podía ser tan malo ser el padre de tan hermosa… y letal criatura.

CONTINUARÁ…