Drabble.
Apagó la televisión y se levantó a cambiar su ropa por una más cómoda, luego de cepillarse fue hasta su habitación, sintiéndose un poco pesado al cruzar la puerta, como siempre. Más no le dio importancia y se recostó, resistiendo las ganas horribles que tenía de vomitar.
La ventana estaba cerrada pero hacía un frío tremendo, y de pronto todo se puso más oscuro de lo que debería estar. Encendió la lámpara y luego de unos segundos esta se apagó repentinamente emitiendo una especie de susurro.
Aquello lo alertó y trató de sentarse en la cama, pero algo se lo impedía, haciéndolo retroceder bruscamente azotando su cabeza contra la almohada. Se quedó quieto y sonrió para sí mismo, tal vez estaba soñando.
Notó un pequeño bulto debajo de las sábanas, más no se preocupó demasiado hasta que empezó a crecer y aproximarse hasta él. Tragó saliva, sintiendo que algo quemaba sus entrañas.
La pesadilla comenzó una vez más.
Sus piernas fueron sujetadas por una manos invisibles, esta vez a la altura de sus rodillas, se retorció en un vano intento por soltarse del agarre, sin embargo sabía que la más oscura de las dos presencias era la que solía vencerle, no obstante su resistencia fue diminuta, pues el dolor de las garras de su captor lo mantenían en un letargo misteriosamente atractivo…
Un placer indescriptible sintió al saberse profanado, su interior ardió unos instantes y luego se puso tenso.
Comenzó a moverse junto con el colchón de la cama, el rechinido vergonzoso, y el particularmente frío y delicioso sexo tomaba lugar cada vez más adentro; la segunda aparición se hizo presente, sujetando su cuello. Juraba que en cada uno de esos actos sentía la lengua de sus captores recorrer su cuerpo, en numerosas ocasiones su alma misma.
Las estocadas se acompañaban de una sensación de escalofrío aterradora, y aquellas caricias que ya acostumbraban a proporcionarle las disfrutaba con terror inhumano. Su cuello fue atacado esta vez por el más agresivo de ambos, y dejó una marca visible, aquella acción fue el detonante y se arqueó, no tenía el más mínimo pudor, ahora estaba en la segunda fase del proyecto.
Llegó una segunda intromisión, húmeda y fría como la contraria, pero más tranquila y siempre grácil en sus movimientos; frenetismo acompañaba a la muerte, ambas presencias se movían en su interior gimiendo guturalmente, disfrutando de su cuerpo mortal, de la carne.
Acariciaron su miembro con fuertes movimientos, lo que hizo que su cuerpo doliera y sus entrañas expulsaran algo de su espeso semen, llenando las sábanas, no pudo evitar ver la sangre correr hasta sus pies, casi al extremo de la cama, sin embargo no sintió miedo, o terror. Unos labios con fantasmal elixir besaron los suyos, y sonrió sintiendo cómo su alma se deprendía de ese inmundo cuerpo.
La otra presencia sujetó sus muñecas y penetraron más profundo acabando dentro de la carne inerte. Alejado de la sucia tierra con el beso de la muerte siendo su salvación.
