Disclaimer: Death Note no me pertenece, ni tampoco ninguno de sus personajes, son todos propiedad de los fantásticos Tsugumi Ohba y Takeshi Obata.

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que todo les vaya genial. Bueno aquí vuelvo con mi segundo fic de esta increíble serie, Death Note, es nuevamente un L x Misa, adoro esta pareja jaja xD. Bueno contara de dos capítulos, venia pensado para ser un one-shot, pero me quedo muy largo, así que opte por dividirlo en dos partes, solo que la segunda aun me queda acabarla, y la subiré en unos días jeje, ténganme paciencia xDD. Antes que nada agradecer a aquellos que comentaron mi anterior y primer fic en este fandom, Las fresas siempre ayudan, muchas gracias a RukiaNeechan, lobalunallena, Kumikoson4, DarthAtomleeder, Ira, SaaraBlack y Syad. Solo espero que este nuevo fic les agrade y este a la altura de sus expectativas. Sin mas que decir, ¡muchas gracias por leer!


De preguntas y respuestas

Parte I: Ángel


Saborear ese pastel de fresas era lo mejor que le había pasado en todo el día…

Hoy tocaba una cita con Misa-san, y por mucho que disfrutara la compañía de la joven, aquella tarde nada había salido bien. Para empezar había discutido con ella, cosa que ya empezaba a ser frecuente entre ambos pues parecían los únicos que hablaban en aquellas citas supuestamente de tres; después Light lo había golpeado, aunque él también lo había hecho, y tuvo que ser Matsuda quien los interrumpiera con una tonta llamada. Pero lo peor fue que su preciado pastel, el que le había tomado prestado a la modelo instantes atrás, había acabado por el suelo esparcido y pisoteado.

¿Estaba desanimado? Si, por supuesto. Como había dicho aquella tarde, él quería que Light fuese Kira, lo deseaba, pero no encontraba las pruebas suficientes para inculparlo o hacerlo confesar, ni a él, ni a Misa. Y eso lo hacia estar mas desanimado todavía. ¡Él nunca se equivocaba en sus deducciones! Él era el gran detective L, después de todo. No solo era el mejor detective del mundo, sino también el segundo y tercero mejores. Siempre había sido el, desde el principio, nunca había fallado en ninguna de sus deducciones y resolvía los casos como si de un pasatiempo se tratara, ¿Por qué se le resistía entonces tanto el caso Kira? ¿A que se estaba enfrentando realmente?

Las ideas no paraban de ir y venir en su cabeza, necesitada de glucosa. Suspiró, por ahora lo único que podía hacer era vigilar a ambos. Volvió la vista hacia su mano derecha, donde usualmente estaban las esposas que lo unían a Light Yagami, pero no hoy. Al parecer el castaño se encontraba indispuesto y estaba resfriado, por eso estaba descansando en su habitación, eso si, con el extremo de las esposas que pertenecía a L, encadenado a una de las patas de la cama. Por mucho que tuviera fiebre, él no lo iba a descatalogar como sospechoso principal de ser Kira. Subió la mirada a la pantalla que daba a la habitación del chico, Light seguía durmiendo y aparentemente sin moverse, y a la vez Kira seguía matando. ¿Cómo lo hacia? ¿Quién poseía ahora los poderes del asesino?

¿Qué planeas Yagami?...

Dirigió ahora sus ojos de color ónice hacia la pantalla que mostraba a la rubia modelo, Misa estaba tumbada en el sofá leyendo una revista de moda, ¿Qué acaso no se aburría de hacer siempre lo mismo? Ryuuzaki se rio ante su propio pensamiento, el mismo la obligaba a hacerlo, porque la rubia tenia prohibido salir de aquella habitación a no ser que él lo consintiera. En aquel momento se sintió como un controlador obsesivo, le había arrebatado la libertad a Misa y a Light, a todo el equipo, aunque estos habían elegido libremente seguirlo desde un inicio. Pero los dos sospechosos de ser Kira y el segundo Kira, simplemente habían sido obligados y apresados por el, condenados a estar sometidos a una vigilancia extrema, solo porque él lo había ordenado. Como si fuera un cazador que le corta las alas a su presa, para que no pueda escapar… O a un ángel… Pensó observando todavía a la chica.

Misa era como un ángel cautivo, y el su carcelero, pero un carcelero enamorado después de todo. Lo malo era que la princesa no sentía lo mismo que el dragón.

Debía reconocer que era realmente hermosa y como todo ser humano de género masculino, era normal sentir cierta atracción física ante una mujer como ella. L fuese como fuese no era la excepción claro estaba (cosa que jamás se lo admitiría a la modelo, ya tenia suficiente con que lo catalogara de depravado), aunque el aparentemente fingiera indiferencia y manipulara a la joven a su antojo. Le resultaba divertido ver como ella respondía a todas sus provocaciones tal y como esperaba y preveía que iba a hacerlo, la chica era muy predecible o al menos, para una mente privilegiada como la de él, acostumbrada a predecir los pensamientos y acciones de la gente; Misa era un reto demasiado fácil. Fácil pero entretenido, jamás alguien le había inspirado de esa forma, ni le había hecho disfrutar tanto de una conversación. Aunque esta fuese algo tonta y en su vocabulario predominara la palabra: pervertido.

Misa Amane desconcertaba a L en todos los sentidos. Ella era una chica poseedora de una gran belleza, rubia y de preciosos ojos color miel, aunque a veces llevara lentillas azules para hacerlos destacar más. A él le gustaban mas al natural, viéndolos de ese color dorado, le hacían recordar el dulce de leche, cremoso y de textura amarronada, pero dulce y apetecible a la vez. Toda una maravilla. Como modelo que era, su constitución era fina y delgada, también era algo corta de estatura ya que el muy a pesar de ir encorvado era mas alto que ella. Tenia un carácter infantil y en ocasiones irritante, sobretodo cuando no dejaba de repetir el nombre de su novio, Light-kun… Ryuuzaki bufó molesto, y observó como cambiaba de posición, tumbándose sobre el sofá y dejando la revista olvidada en el suelo.

- ¡Quiero ver a mi Light-kun! – Gritó la rubia alzando los brazos en señal de protesta, L enarcó una ceja, estaba más que claro que ella se estaba dirigiendo expresamente a él. – Ryuuzaki pervertido, sé que me estas viendo, así que déjame salir para ver a mi Light.

Y ahí estaba de nuevo, ¿Qué había hecho el para que lo catalogara de esa forma? En condiciones normales si seria raro que un hombre tuviera a una chica como ella encerrada en una habitación y siendo vigilada por las cámaras las veinticuatro horas del día, pero se trataba de un caso muy serio, y Misa era una de las principales sospechosas.

- ¿Me oyes Ryuuzaki? ¡Déjame salir de aquí! – Siguió gritando y pataleando.

L solo suspiró resignado y pulsó el botón que le permitiría comunicarse con la rubia. – Sabes que eso es imposible Amane, estas bajo vigilancia y…

- ¡Pero yo quiero ver a mi Light! – Le reprochó señalando de pie sobre el sofá, al lugar donde sabia que estaba una de las tantas cámaras que vigilaban su habitación.

- Misa-san, ya te dije que no. – Insistió el desganado.

Ella hizo un puchero con los mofletes. – ¡Pe-pero Ryuuzaki! – Trató de seguir, saltando sobre el sofá.

Los gritos de la chica ya lo estaban empezando a molestar, era imposible concentrarse en la investigación si tenias de fondo una vocecilla con un tono excesivamente agudo, gritándote por ver a su novio. – Misa-san, si sigues así apagare el sonido de tu habitación.

La rubia se quedó callada e impávida, con la boca abierta. – ¿Me vas a ignorar? – Dijo con tono tristón, haciéndole pensar a Ryuuzaki si lo estaría interpretando como buena actriz que era o se sentía así de verdad.

Decidió que debía tratarse de la primera. – Si sigues gritándome es obvio que si. – Contestó calmado.

Se sentó de nuevo en su sofá color beige rebotando levemente, y se estiró por completo, resoplando de vez en cuando e insultando a L por lo bajo, aunque el lograra oír alguna que otra palabra. Después de tan solo cinco minutos, el detective pudo datar que Misa había adoptado casi sesenta poses distintas, sin dejar, claro esta, de farfullar y mascullar por lo bajo. Y a pesar de que no dijera nada, al menos no en voz alta, se estaba empezando a convertir en una verdadera molestia para el, otra vez.

- Misa-san estate quieta por favor. – Le sugirió por el micrófono.

Ella paró en seco y se lo quedó mirando. – Si no me miraras tanto, no te molestaría. – Y se cruzó de brazos sobre el sofá. – Pervertido. – Terminó por añadir, como no.

Ryuuzaki estaba ya desesperado, no sabia que hacer exactamente con esa chica, Misa podía ser muy irritante cuando quería, y lo estaba consiguiendo. - ¿Por qué no te vas a la cama, Misa-san? – Dijo el, notando que en el reloj eran mas de la una de la mañana.

La chica se quedó mirando de nuevo a la cámara, tumbada sobre el sofá. – Misa-Misa no tiene sueño, esta aburrida. Déjame salir.

Tratando de ignorar su ultimo comentario, L volvió a su trabajo, al parecer aquella noche solo estaban despiertos el y la modelo, y quizás Watari también. - ¿Sabias que Light-kun esta enfermo, Misa-san? – Preguntó, aunque era realmente estúpido pues ella ya lo sabia, aun así era un modo de recordarle por qué no podía ver al castaño por mucho que insistiera.

- Se lo dijiste esta tarde a Misa. – Y se tumbó boca abajo en el sofá.

- ¿Entonces porque insistes tanto en salir si sabes que no te voy a permitir verlo, Misa-san? – Le siguió la corriente, quizás lograría que se quedara dormida y lo dejara en paz.

La joven redirigió su mirada amarronada hacia la cámara, viéndolo directamente. – Porque quiero cuidar de mi Light. – Respondió llanamente.

L solo suspiró resignado. – Y yo ya te dije que no voy a permitir que estén ambos Kira solos en la misma habitación, Misa-san.

- ¡Que no soy Kira! ¡Ni tampoco Light lo es! – Le gritó indignada levantándose otra vez sobre el sofá y saltando.

El por su parte la ignoró de nuevo, omitiendo cada comentario, grito o insulto que la modelo estuviera profiriendo en su contra. Todo y que le resultara un gran reto hacerlo por la vocecilla aguda de Misa, que se intensificaba mas con cada grito.

- Misa-san, deberías ir a descansar. – Le insistió de nuevo, cansado ya de tanto reproche.

Ella solo negó con la cabeza de forma infantil. – Misa no tiene sueño y mañana puede dormir cuanto quiera. Déjame salir de aquí Ryuuzaki.

¿Para que si Light no estaba allí y él no le iba a permitir verlo? ¿Por qué insistía tanto en salir si sabia que él era el único con quien podría hablar?

- No te entiendo Amane. – le hizo saber, y por primera vez se sintió ligeramente desconcertado.

- ¿Qué es lo que no entiendes Ryuuzaki? Estoy aburrida, no tengo sueño ni nada que hacer… - Dijo cada vez más bajito, casi dándose por vencida.

Él se llevó el dedo pulgar a la boca, como siempre hacia para meditar sobre como actuar, Misa ciertamente era la única mujer capaz de descolocarlo de aquel modo. Pulso el botón de nuevo. – Si te dejo salir… sabes que no hay nadie más a excepción de yo mismo, Misa-san. – Trató de convencerla, de todas formas ella siempre había remarcado que lo aborrecía.

- No me importa. – Acotó ella, estirando todas sus articulaciones para tratar de despejarse, aun tumbada en el sofá de su sala de estar.

Se mordió la uña. ¿Como? ¿Qué no le importaba? ¿Y que había de lo de ir a ver a su Light-kun? ¿A que estaba jugando? – Solo te permitiré venir aquí.

- Lo se. – Le contestó la muchacha, dejándolo mas perplejo. – Solo quiero salir de la habitación.

Ahora si que no estaba seguro de que hacer, ¿debía dejarla salir o mandarla a la cama de nuevo? Pero fueron las últimas palabras de ella, las que terminaron por convencerlo. – Ryuuzaki, por favor…

- Esta bien… - Suspiró desganado y se levantó de la silla, solo el y Watari tenían la llave para abrir la habitación de la Amane.

La oyó gritar y saltar de alegría al otro lado del monitor, mientras él se alejaba escaleras arriba. Demonios, a veces no entendía a esa mujer. Se deslizó con el paso lento y pausado que lo caracterizaba, las manos metidas en los vaqueros holgados que solía portar, y con su desgarbada figura encorvada hacia adelante, como siempre hacia.

Sentir el frio tacto del metal de las escaleras en las plantas desnudas de sus pies, lo hacían sufrir algún que otro escalofrió, pues estaba mas acostumbrado a la suave tela acolchada de la silla. Pero eso paso rápido, ya que llegó al templado parqué, que cubría el suelo del pasillo que daba a la habitación de la chica, aunque fuera duro, era firme y agradable.

- ¿Ryuuzaki? – Se escuchó preguntar al otro lado de la plancha de metal, parecía como si ella estuviese pegada a la puerta, dispuesta a salir disparada en cuanto el la abriera.

No le contestó, y procedió a buscar la llave en el bolsillo de su pantalón vaquero, para después introducirla en la cerradura y dar dos pausadas pero agiles vueltas, que terminaron por abrir la puerta.

Lo primero que se encontró fue la cara de Misa, con una gran sonrisa aparentemente por sentirse libre, y a la vez demasiado cerca, pues había querido salir impulsada sin esperarse que el siguiera allí de frente. L no se había movido, y en consecuencia ella al querer salir tan deprisa, se había visto obligada a frenar en seco para no golpearse contra el, a quien tenia a escasos centímetros de distancia. La modelo estaba invadiendo su espacio personal, pero claro, él estaba mas que acostumbrado a hacer eso con ella, no por nada era llamado pervertido. Y haciendo gala de aquel calificativo… no se cuido de mirar descaradamente el atuendo provocativo de la rubia. Una escotada y corta bata de dormir negra, con matices rojos en algunas zonas con encaje, y unos calcetines altos que llegaban casi hasta sus muslos, a rayas de color negro y rojo apagado. Sencillamente sexi.

- A-al fin llegas. – Soltó tras unos segundos de silencio y contemplación, con un tono intentando sonar irritado. – Ya pensé que cumplirías tu amenaza de apagar el sonido e ignorarme.

El chico enarcó una ceja. - ¿Por qué iba a hacer eso, Misa-san? Te había dicho que vendría. – Soltó monótonamente rociándola con su suave aliento a fresas, disfrutaba de la cercanía.

La chica solo resopló y se dio la vuelta, en cierto modo Ryuuzaki podía ser inocente a veces, y eso quizás se debía al poco contacto con otros seres humanos. - ¿Te vas a quedar en la puerta toda la noche? – Le preguntó con cansancio, y apoyándose en esta.

El la miró sorprendido, ¿como? ¿Acaso Misa lo estaba invitando a entrar a su habitación? – Misa-san, no entiendo…

- Que si quieres pasar. – Lo cortó, haciendo parecer al detective estúpido, como si no hubiera entendido el anterior ofrecimiento de ella. Por supuesto que lo había entendido, lo que no acababa de comprender era porque.

Decidió dar voto a aquella confianza que parecía profesarle la rubia modelo y aparcar en algún lugar de su cerebro las dudas y desconfianzas hacia ella, los porque de su reacción. Así que sin más asintió, soltando un ligero "gracias" y pasó por el lado de la joven, deteniéndose justo después, con las manos aun enterradas en los bolsillos. Bien… ¿y ahora que?

Misa cerró la puerta e ingresó en la habitación. - ¿No te vas a sentar? – Y lo miró dubitativa, como si él se estuviera comportando raro, cuando la que tenía un comportamiento fuera de lo normal era ella.

No, aquello no encajaba con los parámetros que L se había establecido sobre Amane Misa.

- Claro… - Y terminó de ingresar del todo, desplazándose perezosamente hacia uno de los sofás sobre los que instantes atrás había vislumbrado a la modelo tumbada a través de la cámara.

Adoptando la posición que lo caracterizaba, subió primero la pierna derecha, para después flexionarla, coger equilibrio y subir la otra, igualando la acción de forma monótona y tranquila, encorvándose hacia adelante y dejando reposar ambas manos en sus rodillas, casi al borde del sofá, demostrando una habilidad y equilibrio innatos para con aquella postura.

Misa se sentó desganada a su lado, repantigándose y dejando la cabeza muy abajo, con los brazos cruzados. - ¿Y bien, no me vas a hablar? – Lo miró con el ceño fruncido.

L enarcó una ceja, ¿lo había traído allí solo para hablar? Definitivamente tenia mejores cosas que hacer que perder el tiempo con ella. - ¿Solo me has molestado porque querías hablar con alguien? – Preguntó con su tono pasivo de siempre y los ojos saltones escudriñando su expresión.

Ella no le contestó, enfurruñó más los ojos, y se dejó resbalar todo lo que le quedaba hasta que su cabeza tocó la base del cojín que servía de asiento. - ¿Misa-san? – La increpó el, inclinándose mas sobre ella, y espeluznantemente sin caerse, no entendiendo el actual comportamiento de la rubia.

- ¿Misa-Misa molesta a Ryuuzaki? – Le temblaba la voz, tenia el rostro escondido entre el pelo, y volteó para que el fuera incapaz de verla.

Desconcertado era un sinónimo demasiado leve para expresar su incredulidad en aquel momento, pero obviamente no la exteriorizo, quizás se había pasado al decir que ella lo molestaba. - ¿Misa-san? – Se atrevió a preguntarle de nuevo a la joven, aun algo sorprendido. Algo estaba mal ahí, ¿Qué pasaba con ella?

Se dio cuenta de que venia murmurando algo a escondidas. – Light no quiere a Misa… todos aquí piensan que Misa es tonta, Misa es un estorbo, Misa molesta a Ryuuzaki… - Pero debido a que se encontraba muy inclinado sobre ella, fue capaz de entender todas y cada una de sus palabras.

- Eso no es verdad. – Acotó convencido. La modelo levantó los ojos llorosos sorprendida por la seguridad en las palabras de Ryuuzaki, aunque ¿Qué era lo que no debía ser verdad de todo lo que había dicho? L seguía sin variar su expresión.

Al ver que la chica no contestaba y seguía implorando por una respuesta de su parte, decidió que debía ser su turno de hablar. Volvió a su posición inicial, y miró despreocupadamente al techo, con el dedo pulgar en la boca. – Misa-san, nadie aquí piensa que seas un estorbo.

Ella enarcó una ceja, pues parecía no creerle, no por nada había dicho que lo molestaba. – Solo me queréis aquí para el caso Kira, en realidad nadie soporta a Misa, se ve en vuestras caras… - Y giró la cabeza para dejar de mirarlo, el moreno mas extrañado no podía estar con el comportamiento de la modelo. Quizás estaba en uno de "esos" días, era una justificación más que evidente para aquellos cambios de humor tan repentinos, ¿no?

- El caso Kira es muy complicado, y nos obliga a estar mucho tiempo encerrados, a veces esa rutina resulta pesada. – Siguió hablando el chico de forma cansada, y mordiéndose el pulgar.

Misa lo vio de reojo hacer una pausa, ¡y que más daba el dichoso caso Kira! ¡El mismo la había llamado pesada! El, Ryuuzaki, el detective inanimado de paciencia ilimitada, le fastidiaba que la considerara así.

Pero el moreno no la dejo continuar. – Misa es todo lo contrario. – Paró otra vez como si se estuviera dando tiempo a pensar lo próximo que diría. – Misa-san nos alegra el día, y nos saca de esa rutina tan pesada, al menos a mí. Eres más importante aquí de lo que crees.

La rubia se había quedado perpleja, tenia los ojos por los que antes amenazaban con caer lagrimas, totalmente abiertos y fijos en el. Por primera vez, desde que empezó a hablar Ryuuzaki la miró, clavando su espeluznante mirada en ella y sonriendo de forma tímida. Un momento, ella nunca lo había visto sonreír, ¿Cómo era posible que alguien tan apático y desgreñado como el tuviera una sonrisa tan cálida y bonita?

- ¿Ryuuzaki… piensa así? – La boca semiabierta por la reciente declaración de él, quien no había parado de sonreírle, y por primera vez esos ónices ojerosos no la espantaron, sino que le demostraron toda la sinceridad de sus palabras.

- Por supuesto, solo que… preferiría hablar contigo bajo, así podría adelantar en el caso… - Y de nuevo la vista al techo, aquella luminosidad y vitalidad se perdieron con el también.

Misa bufó por lo bajo, el maldito caso siempre estaba delante, pero sonrió y se levantó a la vez que él lo hacia. – Está bien, bajare contigo Ryuuzaki. – Y fue cantarinamente hasta la puerta de salida.

¡Vaya si cambiaba esa mujer de humor rápido! Ya era mas que definitivo que Misa debía de atravesar uno de "esos" días, o quizás solo lo había manipulado como la buena actriz que era para escuchar de sus labios lo que quería oír… no, entonces él se habría dado cuenta, ¿verdad? ¿Qué demonios le estaba haciendo aquella mujer?

- Light no estará bajo. – La siguió metiendo ambas manos en los bolsillos, como modo de advertencia, él no la había engañado al decirle que el chico permanecía indispuesto, pero a lo mejor ella pensaba de otra forma.

Se dio la vuelta desde la puerta entre abierta para encararlo, ¡por supuesto que ella quería ver a su Light! Pero si su novio no estaba… ¿Qué acaso Ryuuzaki pensaba que solo lo quería cerca por Light? Bueno de todos modos ambos estaban esposados, así que la presencia de uno indicaba por ende la del otro, pero él era su amigo también, y aunque el castaño no pudiera hacer acto de presencia tampoco le importaba en demasía que solo estuvieran ellos dos.

Así que no le respondió, y bajo las escaleras de dos en dos, dando pequeños saltos, contenta de salir de su encierro casi presidiario, y poder hacer algo mas que releer aquella revista por quincuagésima o quizás sexagésima vez. L la seguía por detrás, sorprendido del cambio de humor tan repentino que había experimentado la chica, decidió no darle importancia y seguir con el caso, al menos Misa ahora no lo molestaría con sus gritos e insultos.

Caminó despacio hasta su habitual silla, y adoptó aquella extraña postura tan característica de él, empezando a releer alguno de los informes que había dejado olvidado por culpa de la interrupción de la modelo. Misa lo imitó a su lado, y se sentó en la más próxima al moreno.

Y sin saberlo, L iba a empezar una de las noches más raras, pesadas, extrañas, agradables, sin sentido e inesperadas que había tenido en toda su vida, y todo… por la muchachita rubia sentada a su lado.

Misa Amane podía admitir orgullosa en su fuero interno, que se había salido con la suya, después de tanto griterío y berrería infantil por su parte, él había cedido a tenerla consigo. El objetivo de salir de aquel confinamiento tedioso en su cuarto se había cumplido, y aunque no tenia a su Light, el detective tampoco era tan mala compañía.

Bueno, al menos este ultimo la ignoraba por el hecho de tener ante si la investigación, su novio lo hacia porque simplemente parecía no estar interesado en ella. Y eso a Misa le dolía, estaba hartamente auto convencida de que Light la amaba, tanto como ella a él, pero el chico era tan frio… a veces pensaba que solo fingía… ¡pero no! ¡Era solo que su adorado Light estaba muy cansado por culpa de esa asquerosa investigación como para prestarle atención! Eso era, ¡La culpa era toda del pervertido de Ryuuzaki! Que hacia trabajar tanto a su novio… ¡maldito Kira! ¡Maldito L y maldito Ryuuzaki!

Se cruzó de brazos pensativa, y observando de reojo al raro de Ryuuzaki, mientras devoraba con los ojos aquellos papeles de forma sobrehumana, pasando de uno a otro con una rapidez sorprendente. Y no es que los leyera rápido porque le resultara tedioso hacerlo debido al gran numero de ellos, no, Misa sabia a la perfección que leía y memorizaba cada dato escrito en el papel a una velocidad de vértigo. No por nada era un detective increíblemente famoso.

Y de pronto dejó los papeles sobre el escritorio y se levantó despacio, dejando perpleja a la modelo, pues no esperaba que él se moviera en toda la noche.

- ¿Qué haces? – No pudo evitarlo, la curiosidad la estaba matando.

El chico metió ambas manos en los bolsillos y la miró como acabando de reparar en que ella se encontraba allí, cuando hacia apenas unos minutos que él la había sacado de su cuarto. – El café se ha terminado. – Zanjó como única explicación.

Ella enarcó una ceja. - ¿No es Watari quien siempre te trae las cosas?

- Son las dos y dieciséis minutos de la mañana, Misa-san. – Apuntó señalándole relajadamente el reloj, que indicaba exactamente la hora que él había predicho. – Watari debe de estar durmiendo, no quiero molestarle.

¡Oh, que considerado! Pensó con burla la modelo, ¿desde cuando Ryuuzaki se comportaba tan amable? Bueno, ahora que lo pensaba, aquella era la primera vez que estaba fuera de su habitación a esas horas y con el, por ende no sabia que debía ocurrir en aquel intervalo de tiempo… Un momento, ¡estaba a solas con el pervertido de Ryuuzaki! ¿Y si le hacia algo raro?

Sacudió la cabeza por la línea indebida de sus pensamientos, y mas porque imaginar ese tipo de cosas con el ojeroso detective no era correcto, ni sano, él era el pervertido, no ella…

Pronto se dio cuenta de que se había quedado completamente sola en la sala, y que la había vuelto a ignorar de nuevo. Saltó de la silla asustada por la completa oscuridad que la envolvía, y se dedicó a perseguirlo rápidamente. - ¡Espérame, Ryuuzaki!

El moreno se detuvo a unos pasos de la puerta que daría al ascensor para ir a la cocina, con el dedo ya extendido dispuesto a pulsar el botón. - ¿Tienes miedo Misa-san? - Le preguntó divertido, adivinándolo por la expresión asustada de ella.

- ¡No es divertido idiota! – Apuntó llegando a su lado y golpeándolo levemente en el pecho con el puño.

Pero Ryuuzaki solo se rio, era mas que evidente que no le habría hecho ni cosquillas, hoy mismo le había demostrado a ella y a Light que poseía mucha mas fuerza de la que aparentaba. Y eso le hizo preguntarse a Misa, si habría músculos presentes debajo de aquella holgada camisa blanca que apenas dejaba entrever nada.

Se dio otro golpe mental. ¡Él es el pervertido, no ella! No debería de imaginar aquellas cosas del detective, menos cuando tenía un novio, ¡no debía tratar de imaginar que escondería la ropa de Ryuuzaki!

- ¿Vienes Misa-san? – Le preguntó desganadamente, con la puerta del ascensor todavía abierta, esperando porque ella decidiese ingresar.

La idea de meterse en el mismo recinto que el moreno, la asustaba mas de pronto que la oscuridad en la que se habría quedado, mas si el espacio era tan reducido, mas si ella empezaba a llenar su mente de cosas que no debería, mas porque él era un habilidoso reconocedor de lo que pasaba por la cabeza de las personas…

Suspiró resignada, quizás le afectaba la falta de sueño, pero tampoco quería volver a su habitación ahora que se le había dotado de cierta libertad condicional. – Voy. – Y entró con el, viendo como las puertas de acero se cerraban, así como su ultima oportunidad de escapar.

La rubia modelo rezaba a cualquiera que la escuchase porque el ascensor no sufriera un fallo eléctrico y se detuviese allí mismo, porque de ser así, no se sentía responsable de sus actos. Una curiosidad desconocida para ella sobre el ser a su lado la estaba desconcertando.

- ¿Te ocurre algo, Misa-san? – Preguntó con su voz monótona de siempre, y aquellos espeluznantes ojos fijos en ella.

Negó lentamente y tragó saliva. – No es nada, no terminan de agradarme los ascensores.

Mentira. Ella no tenia absolutamente nada en contra de aquellas maquinas, es mas le parecían una absoluta bendición tecnológica, y por supuesto no era de esas personas que les tenían cierto miedo o fobia, por si se detenían o tenían algún fallo. Solo que… estar con el de esa forma le resultada tan extraño… tan incomodo…

El ding que indicaba la llegada al piso de destino la sacó de sus cavilaciones internas, alegrándose muy dentro de si, y saliendo la primera sin dudarlo, de forma rápida y ajetreada. Pero se detuvo paralizada al ver que algo, más bien alguien la cogía del brazo.

Volteó rápidamente y asustada por tan repentina acción, para encontrarse con un Ryuuzaki con el dedo en los labios, indicándole silencio. – Este es el piso de Watari, no hagas nada que pueda despertarlo, por favor Misa-san. – Y la soltó.

El agarre había sido firme pero suave, no la había apretado ni nada por el estilo, más bien había sido un pequeño toque, uno que la había dejado paralizada, otra vez. – Esta bien, pero… no veo nada y no se donde se encuentra la cocina. – Susurró bajito al chico, la verdad es que aun no entendía porque había accedido a ir hacia allí.

Parecían más bien dos adolescentes en una fuga conjunta que sus padres ignoraban, como si estuvieran haciendo algo mal por andar los dos solos a aquellas horas en aquellos pasillos. Ella definitivamente nunca había visitado esas plantas del edificio, aunque suponía que él debía de hacer ese recorrido todas las noches en busca de sus tesoros azucarados nocturnos. L que ya había supuesto aquello, la cogió de nuevo, pero esta vez fue su mano lo que tomo.

Misa sorprendida, no tuvo mas remedio que entrelazar sus dedos con los del detective, a la espera de ser guiada por el. Sintió que aquella mano tan pálida no era fría ni gélida como había esperado, sino mas bien cálida y suave, gentil y amable. – Vamos, Misa-san. – Y le dio un pequeño tirón para indicarle que se ponía en movimiento.

La modelo se dejó llevar por un pasillo largo y extenso, todo a oscuras, apenas si podía ver la espalda de él, iluminada por la escasa luz de unos fósforos que había repartidos por el techo, a una distancia bastante grande uno de otro… Un momento, ¿desde cuando la espalda de Ryuuzaki había sido tan ancha y masculina? Podía sentir a través de sus dedos, la sangre palpitante del moreno, estaba nervioso y aun así parecía tan tranquilo… También la tensión de sus brazos, y los músculos prensados, ¡¿desde cuando ese bicho raro tenia músculos desarrollados en los brazos? Tenían que ser imaginaciones suyas, eso es, estaba pensando en Light, pero como estaba con Ryuuzaki… Claro, eso debía ser. Se tranquilizó un poco.

- Cuidado aquí, Misa-san, hay que subir diez escalones. – Le advirtió con tranquilidad, y los subió uno a uno, esperando porque ella hiciera lo mismo, sin prisa, ayudándola para que no tropezara con ninguno.

- Unos pasos mas y estaremos en la cocina. – Anunció con su habitual y monótona calma, ella asintió agradecida en parte, y a la vez ciertamente resentida, le estaba gustando el tacto de la mano de Ryuuzaki… ¡¿pero en que diablos estaba pensando?

Al poco de lo dicho él se detuvo, y dio la luz con su mano derecha, mientras que con la izquierda mantenía agarrada la de la modelo. Se quedó con los ojos prendados en sus manos entrelazadas, y Misa lo miró alternando entre el detective y sus manos. – Ya puedes soltarme, Misa-san. – Comentó ligeramente curioso.

¿Que? Ahora que se fijaba, ¡ella era la única que se mantenía agarrada! ¡Ryuuzaki había desprendido sus dedos, pero ella no lo había hecho! ¿Qué estaba mal con ella esa noche? – Perdón. – Y se soltó.

¿Perdón? ¿Cómo que perdón? ¿Por qué no había querido soltar la mano de ese desgreñado? Eso estaba mal, muy mal… El que debería de haber empezado pidiendo disculpas tendría que haber sido el por agarrarle la mano de esa forma, mas sabiendo que ella era de Light, Ryuuzaki era en verdad un pervertido…

- ¿Quieres algo en especial? – Le preguntó con la puerta de la nevera abierta de par en par. Claro, él había ido allí inicialmente por una cafetera, pero no pensaba irse sin llenarse las manos de alguno de sus pastelitos, y ahora le estaba ofreciendo a ella.

- Todo lo que comes tiene demasiadas calorías para Misa. – Sentenció cruzándose de brazos, y apoyando su cuerpo en el mármol de la encimera, solo esperando a que el terminara por decidirse.

El chico se encogió de hombros y sacó de la nevera una bandeja con un surtido variado de dulces, después dos platos con tarta de fresas, idéntica a la de la cita de esta mañana, y se llevó un pastelito que había en otra bandeja a la boca. Acto seguido se dispuso a preparar la cafetera, dejando todo lo que había sacado en un carrito.

- ¿Acaso tienes en tu nevera algo que no sea dulce Ryuuzaki? – Preguntó con una ceja enarcada, y escandalizada por encontrar un refrigerador repleto de tantos glúcidos.

El detective vertió el agua dentro y espero a que se calentara un poco, Misa tampoco esperaba que fuera capaz de prepararse su propio café. – Esta también la comida de Watari.

- ¿En serio no comes nada que no contenga azúcar? – Cuestionó de nuevo, aun perpleja.

- Mi cerebro necesita un gran aporte de energía para funcionar, y la glucosa es el medio más rápido de obtención de esta. – Se limitó a contestar como si fuese lo más obvio del mundo.

La rubia frunció el entrecejo. – A la larga te acabara haciendo daño. – Sentenció como si fuera una madre que regaña a su hijo por alguna trastada.

Pero lo que obtuvo no fue lo que esperaba, pretendía encontrarse con alguna de las respuestas mordaces de Ryuuzaki, que le desquitara con argumentos imposibles de derribar, pero… el azabache vario la expresión a una triste y resignada. Mirando el suelo muy quieto, con los ojos más apagados de lo que ella lo había visto jamás.

- No creo que eso importe… Desde que todo esto empezó siento que no me queda mucho de vida. – Dijo muy bajito, y sin variar el tono, pero lo suficientemente alto como para que ella lo escuchara.

Misa abrió los ojos desmesuradamente, y sin saber porque volvieron a amenazar con saltar lagrimas. - ¿Pero que estas diciendo Ryuuzaki? – Quizás había elevado su voz unos decibelios más de lo adecuado, pero ese último comentario la había enfadado.

Acortó con grandes zancadas los pocos metros que los separaban, se había acercado lo suficiente a el como para encararlo a tan pocos centímetros que podía aspirar el aroma a fresas dulzón que desprendía el moreno. El la miraba sorprendido por su reacción.

- No… no digas eso nunca… – Y lo golpeó una primera vez en el pecho cerrando los ojos. – Atraparas a Kira, ya lo veras… - Y le dio de nuevo, esta vez mas fuerte. – No lo vuelvas a repetir… - Pero ese nuevo golpe había sido detenido por la mano del detective. El silencio se hizo entre ambos por unos segundos.

- Gracias Misa-san. – Susurró a su oído, dándose cuenta ella entonces de la cercanía de sus cuerpos, y que sus ojos estaban a la altura del cuello del chico, a tan solo escasos milímetros.

No supo cuanto tiempo pasaron de ese modo, pero tampoco se atrevieron a moverse, ni uno ni el otro, respirando con dificultad por el ambiente tan tenso que se había creado entre los dos de un momento a otro. El pequeño pitido de la cafetera fue el encargado de sacarlos de su ensimismamiento, ella dio un respingo hacia atrás, y Ryuuzaki liberó la mano que le tenía agarrada para coger la cafetera.

- ¿Volvemos? – Le dijo cuando ya lo tuvo todo listo en el pequeño carrito que había sacado de una esquina de la habitación.

- ¿Cómo piensas que bajemos eso por las escaleras Ryuuzaki? – Lo cuestionó un poco mas despejada por la reciente confrontación corpórea que acababan de tener.

El chico solo movió el carrito hasta otra puerta, y al abrirla esta daba a un pequeño pasillo con más muebles que finalizaba en la puerta metálica del ascensor. Misa lo siguió agarrada al borde de su camisa blanca por la imperante oscuridad, debido a que él había vuelto a apagar las luces, pero indignada al ver el ascensor.

- ¿Aquí también hay una puerta del ascensor, Ryuuzaki? – En vez de una pregunta era mas bien una acusación, ¿Cómo es que la había llevado hasta el piso inferior, y la había hecho subir a oscuras las escaleras cuando allí mismo tenían otra de esas puertas?

- ¿Me equivoque al pulsar el número? – Se excusó sin mirarla a los ojos, aunque ella podía suponer que se estaría aguantando la risa.

Lo había hecho a propósito, de eso estaba segura. Las posibilidades de que Ryuuzaki se equivocara en algún dato o cuenta, y más algo tan sencillo como aquello, eran ínfimas, por no decir nulas.

- Pervertido. – Declaró, cruzándose de brazos bajo los pechos, y no volviendo a dirigirle la palabra hasta que nuevamente llegaron a la sala de los monitores.

El ignoró su ultimo comentario, y por el camino a la vez que arrastraba el carrito, se comió uno de los dulces, engulléndolo rápidamente. Posicionó todo a su izquierda, y se sentó de vuelta a la silla, con un ágil salto, vertiendo el ansiado café en su taza vacía y empezando a echar terrones de azúcar, uno a uno.

- ¿Por qué te sientas así? – Ella había tomado la misma silla que antes, una que se encontraba a la derecha del ojeroso detective.

Ryuuzaki la miró extrañado, como si le resultara curioso que ella pudiera albergar algún interés en el. – Mi capacidad deductiva se incrementa en un cuarenta por ciento si me siento de esta manera, lo cual propicia la resolución de los casos.

- ¿Es algo así como esa manía tuya de comer dulces? – Siguió, estaba dispuesta a saciar su hambruna necesidad de saber más sobre el, una que acababa de descubrir.

- Supongo que si, me habitúe a comer dulces y a sentarme así porque ayudaba a mi concentración y por ende a la resolución mas rápida de los casos. – Contestó secamente a la vez que leía un informe.

Ella se acercó un poco más. – Es decir, que si no fueras detective, ¿comerías y te sentarías como una persona normal?

El moreno giró veloz su vista hacia ella. - ¿Qué entiendes por una persona normal, Misa-san? – Con un pequeño tinte de dureza en la voz.

La chica movió las manos nerviosamente, como para que no tomara en cuenta su anterior comentario, al parecer había ofendido a Ryuuzaki, y lo que menos quería era que le practicara la famosa ley de hielo. – Quiero decir, que te sentarías correctamente y seguirías una dieta saludable.

L bufó, claro que había comprendido lo dicho por ella, pero le había irritado el tono de voz y las palabras escogidas para la pregunta. – Puede ser.

¡¿Porque era tan seco? Ryuuzaki parecía bipolar, unas veces le contestaba extensamente y otras como aquella se limitaba a decir una o dos palabras, como si le supiera mal malgastar saliva con ella.

Decidió continuar con su interrogatorio al azabache, esa noche parecía haber despertado su lado preguntón, y la victima resultaba ser el ojeroso detective. - ¿Por qué decidiste hacerte detective?

El dejó lo que estaba leyendo para despacio volver sus negros ónices hacia ella, escudriñándola detenidamente. - ¿A que viene este interrogatorio, Misa-san?

Lo miró ligeramente indignada. – Si tú no me hablas tendré que empezar algún tema de conversación. – Esperaba haberlo convencido para que le contestara.

El suspiró con algo de resignación. – Porque se me daba bien.

- ¿Ya esta? No me creo que esa haya sido tu única razón para sacrificar tanto. – Siguió un poco mas inclinada hacia él, insistiría hasta obtener la respuesta que quería.

- Cuando era pequeño Watari se dio cuenta que tenia actitudes diferentes a los demás niños. – Hizo una pausa y tomó un dulce recubierto de nata del carrito. – Después de resolver mi primer caso, decidió instruirme para ser detective, y yo elegí seguir este camino.

Ahora que caía, nadie mas a parte del propio Watari sabia esas cosas sobre el, pero no entendía porque Misa le daba una confianza casi ciega que jamás había tenido en nadie. Incluso se sentía complacido porque ella quisiese saber mas de alguien como el.

- ¿Eres… huérfano? – Pareció costarle soltar aquella pregunta, además de hacerlo con un tinte de lastima que no pasó desapercibido para el, quien posó sus ojos de vuelta a la expresión abatida de la modelo.

Cogió otro dulce del carrito, esta vez con chocolate y asintió. – Perdí a mis padres cuando era muy pequeño, apenas si los recuerdo.

- Eso es triste… - Tenia la vista gacha, sabia muy poco de Ryuuzaki, y suponía que si tenia familia debía de llevarse mal con ella o estar muy lejos, pero no se espero que el estuviera solo en el mundo, como ella lo estuvo…

- Watari esta conmigo. – Recalcó como si nada, acabando de comer el dulce de chocolate. A decir verdad, la muerte de sus padres no lo había afectado mucho, había crecido en un orfanato desde que tuvo memoria y apenas si recordaba cosas de ellos.

- Aun así, es triste que nunca los hayas conocido Ryuuzaki, Misa si pudo conocer a los suyos hasta que… - Se cortó a si misma, porque el recordar el asesinato de sus padres la había deprimido de nuevo, llevaba la vida que llevaba como actriz y modelo para olvidar aquel pasado tormentoso, para olvidar la soledad y los momentos a solas, porque entonces era cuando recordaba, y Misa odiaba recordar.

El azabache extendió una mano hacia ella, no se sorprendió al encontrar allí una pequeña porción de pastel con una fresa coronándolo. L siempre había sido malo en aquellas situaciones, mas porque nunca se había enfrentado a ninguna, así que lo que su ágil mente le propuso fue darle un dulce.

- Misa no come eso. – Espetó con algo de asco, lo que menos quería ahora era engordar, y lo alejó negando con la cabeza. - A saber las calorías que debe tener.

- Hoy apenas si has comido Misa-san, y tu cuerpo necesita un aporte diario de energía que tu misma no te proporcionas, este pastel no te hará daño. – Sentenció, poniéndolo otra vez a la altura de sus ojos, pero ella no parecía convencida ni dispuesta a comerlo. - Las fresas pueden ayudar a satisfacer el antojo por algo dulce, saben delicioso y su fibra soluble ayuda a prevenir la disminución de la euforia obtenida después de comer azúcar. Además hacen que te sientas bien.

Ella lo miró sorprendida tras sus últimas declaraciones, parecía un experto en el tema, algo que logró sacarle una débil sonrisa a la modelo. - ¿Algo mas sobre fresas, Ryuuzaki? – Contestó divertida.

El moreno determinó seguirle el juego, paseando otra vez el pastel por su cara. - Las fresas son un alimento con alto valor nutricional y energético que contienen vitaminas, fibras, potasio y otros componentes que pueden acelerar el sistema inmunológico. Otra ventaja es que las fresas son bajas en azúcar y tienen mucha vitamina C. Es bueno para ti, Misa-san.

La chica decidió tomar el platillo con algo de recelo, pues el a pesar de llevar tiempo ofreciéndoselo en alto, no parecía cansársele el brazo y Misa no estaba dispuesta a probar su resistencia.

Dio una pequeña probada, admitiendo que estaba delicioso, y vio como el hacia lo propio con otro de los pastelitos, este tenia crema por dentro. - ¿Por qué no jugamos a un juego, Ryuuzaki?

¿Y bien? Espero que os haya gustado esta primera parte. Como veis Misa se muestra algo confusa con lo que esta sintiendo, pero como dice ella debe ser todo por la falta de sueño xD. ¿Cuál será el juego que le propondrá al detective? ¿Aceptará L jugar? Todo en la segunda parte jeje, en fin ojala fuera bueno, y si no es molestia me gustaría mucho saber su opinión. Cualquier comentario, duda, elogio o crítica será bien recibido n.n ¡Muchas gracias por leer!

Nos vemos, bessos! Andy ;D