Capítulo 1

Se quedó sentado junto al cantero con esa planta horrible que sólo florecía dos veces por año. ¿A quién se le ocurriría usarla como decoración?.

A medida que transcurrían los minutos iba comprendiendo las terribles consecuencias que acarrearía ese acto impensado que acababa de realizar en la oficina del CEO de la empresa a la cual había dedicado quince años de su vida. Toda su carrera tirada a la basura en un dos por tres.

-"¡Maldita sea, Michael!"- exclamó sin poder evitar imitar ese tono de voz tan característico de la única mujer que todavía le rondaba en sueños. La única capaz de hacerle olvidar sus prejuicios y temores con esas tres palabras enunciadas enérgicamente, sólo para infundirle unos nuevos y más retorcidos. Maldita sea. Maldita Jan.

Levantó la mirada. El cielo estaba azul, sin que una sola nube lo manchase. Un día perfecto.

Se quitó la corbata con movimientos lentos y se revolvió el cabello. Por lo menos ya no tendría que perder tiempo arreglándose en la mañana.

Quería llorar, gritar, romper y volver a gritar. Pero no hizo nada de eso. Se quedó allí, con la corbata descansando en el suelo polvoriento, mirando sus zapatos con esa expresión que todos confundían con tristeza pero en realidad era algo más.

-"¿Qué demonios haremos ahora, Mike?"-dijo en voz baja levantando otra vez la mirada, esta vez no hacia el cielo azul sino hacia el sitio donde provenía ese sonido que ya antes había escuchado tarde en la madrugada.

Un escape roto de un convertible azul. Y entonces deseó con todas sus fuerzas que la silueta que descendía del coche fuera de ella.