NdA: LLEGO AL LÍMITE A LA SEMANA DEL TODOBAKU. Pero LITERAL. Literal que aquí el evento se acaba dentro de media hora y yo estoy editando despreocupadamente. Bueno, aclaraciones: esto que vais a leer es la primera parte de un threeshot. Está terminado, así que si os gusta este trocito el segundo lo publicaré mañana y el tercero y último, el lunes. No pega con ninguno de los prompts del evento; es solo algo que llevaba un tiempo queriendo escribir.

Gracias a Layla Redfox por el beteo, y a MoonyStark por algunas de las referencias a sus fics y al canon compartido que tenemos. Procuraré ir indicándolas todas (L).

Disclaimer: BNHA no me pertenece.


Nueve cosas

por

Janet Cab


l.

A Katsuki le gusta su fuerza, y no tiene ningún inconveniente en admitirlo, aunque duda que alguien le haga jamás una pregunta tan concreta al respecto.

¿Te gusta lo fuerte que es Todoroki Shouto?

Pues sí. Sí, la verdad es que sí. Me trae de cabeza, el hijo de la gran puta.

Le importaría un bledo repetir "sí", "sí" y "sí" porque total, después de confesarlo no podría dejar testigos, así que qué menos que ser sincero con alguien a quien planeas mandar a la tumba.

En su momento pudo escupirle a Deku que al descubrir cómo se las gastaba Todoroki peleando temió no ser (aún) lo bastante bueno para derrotarlo, así que es lo suficientemente hombre para reconocer ante sí mismo que lo admira. Que es un rival más que decente. Con él le pasa como a los gatos con los árboles de Navidad. Su don le resulta brillante y disfruta en secreto contemplándolo, y siente la pulsión irrefrenable de aniquilarlo.

En una escala del uno al diez Kirishima opina que es un poco rarita, tío. Esa fijación que Katsuki ha ido desarrollando por Todoroki. Que incluso para él, no es muy sana esa ira que le sacude como una descarga eléctrica cuando el muy cabrón pasa de mi culo o no me hace ni puto caso, el muy gilipollas o qué cojones tiene Deku que no tenga yo, COÑO, ¿me lo quieres explicar? (todo palabras textuales del propio Katsuki).

Se mosquea tanto que acaba erizándose como un león en ayuno, dispuesto a tirarse a la yugular más cercana, y Kirishima se ve obligado a pedirle que se calme, pero nada. Es como pedirle peras al olmo. De la misma manera, tampoco sirve de nada tratar de quitarle hierro al asunto con un "bueno, pues pasa de él tú también" porque Katsuki es una mala bestia, y hay una pulsión interna que lo empuja irremediablemente hacia bestias similares. Para medirse con ellas. Para relacionarse con su especie. Lo que sea, pero vamos, que intentar que aparte su atención de Todoroki es imposible.

Katsuki está hecho de metal, y ese poder desmedido y brutal es el primero de los muchos imanes que Todoroki ejerce sobre él involuntariamente. Lo atrae como la gravedad amarra los imperios al suelo y hace caer de bruces a sus reyes. Le gustan todas y cada una de las facetas de su don; esa elegancia lánguida con la que se desliza patinando sobre el hielo y expulsa bocanadas gélidas que ondulan invernales y blanquecinas alrededor de su rostro. Le gusta esa fiereza en calma, esa perseverancia callada que no flaquea ni siquiera cuando el brazo empieza a temblarle de frío.

Le gusta cuando se desata. El fuego repta como una quimera a su espalda y se libera de su prisión de piel, dibujando un ala monstruosa a su costado, bailando junto a su flequillo en lenguas amarillas y rojas que se entrelazan, descomponiéndole la expresión tranquila y trastornándola, cambiándola por otra irreconocible, lunática y salvaje, llenándola de coraje y ansias de algo más complejo que la victoria; el anhelo inconsciente de poder sentirse orgulloso de algo que es suyo, y que semanas más tarde entiende que no le pertenece a nadie más que a él.

A veces sueña que se enfrentan. O sea. Lo sueña-sueña. No es que se distraiga cuando Aizawa está dando una clase especialmente soporífera y Katsuki mire por la ventana y se ponga a divagar sobre la marca del saco de dormir de ese hombre y de paso se monte un videoclip mental sobre Todoroki y él sacándose los higadillos, con cámara lenta en los golpes de efecto y Requiem for a Dream de fondo. No. Es que por las noches cierra los ojos en su cama, se queda dormido y pum, ahí están los dos, moviéndose detrás de sus párpados. Enfrentándose de verdad. A plena potencia. Aguantan horas y horas en pie, devastándolo todo, y terminan empujándose contra la pared del gimnasio o la hierba crecida del jardín, agotados y con los músculos agarrotados, llenos de hollín. Hundiéndole al otro los dedos en la barbilla y en el hombro para quitárselo de encima.

Siempre se despierta sudando.

Empieza a dormir con guantes cuando explota la lámpara de la mesilla de noche sin querer, al tratar de encenderla con la mano mojada.


ll.

Le gusta su nombre de héroe. A nadie parece molarle el de Katsuki, por alguna razón misteriosa. Después de muchas idas y venidas, acaba eligiendo uno asquerosamente sencillo para que lo dejen en paz. Y para poder hacer las prácticas con Jeanist. Se obliga a apechugar solo porque tiene claro que es provisional, y que ya se lo cambiará por uno que esté a su altura cuando se convierta en un héroe, y ninguna señora en mallas y esposas pueda mangonearlo solo porque es su profesora.

Iida deja de ser Tenya para convertirse en Ingenium.

La crítica general hacia el que escoge Todoroki persiste, no obstante. Radica en lo simple e insustancial que es. Shouto. Solo un nombre. Ni rastro de sus cualidades por ningún sitio. Incluso el tarado de Deku es capaz de sacarle partido a ese apodo que Katsuki le puso cuando eran críos, así que a todo el mundo la elección de Todoroki le parece un desperdicio, porque sus particularidades dan para formar combinaciones bastante chulas, la verdad. Algo como Fired Ice o Iced Fire. Pero no. una tontería más tonta.

Él no opina lo mismo, sin embargo. Entiende lo que implica. Nunca llega a defenderlo en voz alta, pero comprende que lo que Todoroki busca es que cuando alguien lo llame pidiendo ayuda y exclame muerto de alivio "¡eh, ahí viene Shouto!" no vea en él a un superhombre, sino a un amigo. Alguien en quien confiar. Alguien independizado de ese apellido maldito y egoísta que su madre lleva a la fuerza, y que la reduce a "Señora Todoroki". Shouto aspira a ser algo más grande y más humano que su apellido; algo más que un alias rimbombante que suene imponente en los titulares de las noticias.

Bueno. La verdad es que Katsuki no piensa en todo eso, porque son bastantes palabras, y la mayoría de ellas dan diabetes. Lo entiende y punto.

–Shouto –le dice con aspereza durante el entrenamiento del viernes.

–Dime.

Les hace falta mejorar sus técnicas de rescate sin supervisión, así que los han colocado en equipos de tres y los han soltado en uno de los tres bosques de Shizuoka propiedad de la U.A. Tienen que dirigirse hacia el otro por el nombre de héroe que haya escogido, para irse acostumbrando. Katsuki ha tratado por todos los medios de evadir la orden, porque se siente estúpido llamando a Todoroki por su nombre de pila, pero no le ha quedado más remedio que ceder cuando el tiquismiquis de Aizawa les ha penalizado con un punto menos y la pandilla de Deku se ha puesto a la cabeza.

Le gustaría adaptarse. A llamarlo así. Todoroki no parece tener ningún problema en llamarlo a él Explosive Hands, (muy modesto, pero EN FIN, ya se pondrá otro en cuanto salga de la academia) después de todo. Katsuki tendrá que hacerlo cuando se gradúen y coincidan en algún escenario del crimen, o tengan que cooperar codo con codo. Y cuando le pidan que haga declaraciones para la radio o la televisión. Y bueno. Katsuki sabe que a Todoroki le gusta que lo llamen por su nombre . Que le hace ilusión. O algo. No es que a él le importe en absoluto lo que a Todoroki pueda o no gustarle, pero supone que no le cuesta nada juntar dos sílabas. Sería más fácil si no le resultara terriblemente íntimo. Shouto. Ni siquiera acostumbra a abordar a Kirishima por su nombre de pila, y eso que tiene mucha más confianza con él de la que tiene con Todoroki.

Tendrás que esperar un poco más, bastardo.

–Voy a entrar en la cueva a ver qué pasa –comenta. De malas pulgas. Y puede que con una pizca, solo con una pizca de preocupación–. El imbécil de Red Riot está tardando mucho.

Ni siquiera haría falta llamarlo Shouto si el grupo de Kaminari no se hubiera unido a ellos, y Katsuki tuviera que especificar a quién se está dirigiendo.

–¿Vas tú solo? –inquiere Todoroki, volviéndose hacia él. Desviando la mirada de la abertura en la roca por la que Kirishima desapareció hace ya más de diez minutos.

–No podemos ir los dos. –Le recuerda Katsuki, cuadrando los hombros y preparándose para marcharse. El orgullo se le resiente cuando añade lo siguiente entre dientes–. Estate atento al walkie-talkie.

Nota cómo trasluce. Cómo quema. Cómo le pudre la boca. El significado implícito en esas palabras. Estate atento al walkie-talkie por si necesitamos ayuda.

Ayuda.

Ayuda.

AYUDA.

Le jode tanto pronunciarlo que se siente capaz de mandar al diablo de una explosión a esa familia de robles frondosos que rodean la entrada a la caverna. Con tal de no matar a nadie. Está aprendiendo a controlar sus impulsos. No puede eliminarlos ni hacerlos desaparecer, ni transformarse en un remanso de paz y buenos modales de la noche a la mañana, pero si quiere convertirse en un héroe debe tener la aptitud suficiente para no desgraciar a nadie. Y para colaborar con quien sea.

Aunque esa persona sea Todoroki-te-gasto-bromitas-que-no-tienen-ni-puta-gracia-Shouto. Qué te parece. Todoroki tiene sentido del humor. Un sentido del humor de mierda, pero lo tiene. Tócate las narices.

Lo peor es que a Kirishima le había molado. La ocurrencia de Todoroki aquella vez, cuando había insinuado que aquel niño que se creía un hombre le recordaba a él. El veredicto exacto de Kirishima había sido "QUÉ CAÑA DE TÍO; ya hay que tenerlos bien puestos para gastarte una broma a ti".

No soy ningún niñato, bastardo.

Ahora, sin embargo, lo cierto es que se les está dando bastante bien. Inesperadamente bien. Lo de soportarse. Al contrario que durante su primera experiencia práctica salvando gente.

–Vale –acepta Todoroki–. Ten cuidado. –Por un instante, Katsuki está seguro de que le está buscando las cosquillas con ese "ten cuidado", pero un instante después añade:–. No mates a nadie, Explosive Hands.

De verdad que Katsuki no quiere sonreírle. De verdad de la buena. Estoy harto de que todo el mundo me trate con delicadeza y no quiero sonreírte y darte las gracias por no hacerlo tú también.

Una vez que uno supera la pedantería de Todoroki y comprende que su indiferencia es meramente una carcasa externa, agradece ese tercer don suyo que pasa inadvertido entre el hielo y el fuego, pero que probablemente puede tal vez no salvar, pero sí arreglar muchas más vidas que los otros dos juntos.

–Lo intentaré.

Y es que se está volviendo alguien capaz de entender los puntos débiles de las personas.

Las flaquezas, los lugares donde más sangran y más duelen los golpes.

Alguien que ha escogido curar todas esas heridas en lugar de echarles sal.

Un amigo.


lll.

Durante su tercer y último curso en la U.A., le da lo que años después, Katsuki sigue considerando el mayor susto de su vida. Ni siquiera cuando lo secuestraron el pánico lo paralizó tanto como durante esa misión.

Se suponía que iba a ser pan comido. Ayudar a la evacuación y la demolición de un edificio en ruinas. Katsuki nunca subestima las misiones, pero esas habían sido las palabras de Aizawa. Hasta que se habían topado con un villano con un poder similar al de su profesor, pero mucho más siniestro: una habilidad capaz de anular las de otros, e infligir daños en el sistema nervioso, la musculatura y la estructura ósea cada vez que el usuario afectado intentaba utilizarla.

Katsuki no recuerda mucho; apenas sombras y luces entremezclándose unas con otras, y la boca llena de sangre, porque Deku había descifrado la particularidad de ese cabrón en menos de un minuto, pero había demasiados civiles desamparados en juego y necesitaban sus poderes para sacarlos a todos de allí. En aquel entonces, seguía siendo demasiado obstinado. Demasiado irreflexivo. Katsuki tiene un talento innato para las estrategias en el campo de batalla, pero nunca le habían arrebatado su particularidad habiendo gente en peligro que dependiese de ella para sobrevivir, así que se había llevado hasta el límite.

Se acuerda de hacer totalmente ciego un par de viajes de ida y vuelta evacuando a parejas y familias con niños. Con la pierna derecha crujiendo a cada paso y el cráneo lleno de latidos dolorosos.

Se había desplomado sobre el asfalto cuando había percibido suficientes voces de héroes conocidos a su alrededor, y justo cuando la consciencia había empezado a resbalársele entre los dedos cargados de arañazos y gravilla, había escuchado una explosión de las que hacen vibrar las carreteras, seguido de un griterío estruendoso.

–¡EL EDIFICIO! –había voceado alguien–. ¡Todo el mundo fuera!

Había atisbado algo gigante y rectangular cerniéndose sobre él, precedido de millones de chasquidos, como si la tierra se estuviera desgajando sobre sus ejes. Luego, un borrón rojo, blanco y azul. Y un alarido.

¡Bakugou!

Y después nada.


Se había despertado en una cama con la pierna en alto y los ojos somnolientos y el cuerpo vacío, lleno de quemaduras. Con tres litros de pomada por centímetro cúbico. Con más puntos de sutura que un peluche viejo.

Las paredes de la habitación estaban pintadas de verde claro, y olía a suavizante y a puré de zanahorias.

¿Estamos en el hospital?

–¿Y Recovery Girl? –había identificado la voz temblorosa de Kirishima–. No puede quedarse así. Tardará meses en recuperarse del todo.

–Kacchan no es el único herido –había tratado de razonar Deku. Katsuki no podía verle bien la cara, pero sonaba lloroso–. Hay personas que se encuentran en estado crítico, y todavía están buscando desaparecidos entre los escombros.

La puerta se había abierto con violencia, y varias siluetas habían entrado corriendo y con la respiración desbocada.

–¿Lo han encontrado? –había exclamado Deku de inmediato.

A quién han encontrado.

–Sí –Yaoyoruzu–. Estaba muy cerca de Bakugou. La policía cree que se las ingenió para catapultarlo fuera del área de peligro. Eso explicaría las fracturas en sus costillas y en la mandíbula –¿tengo las costillas rotas?–. Se ha encajado en el hueco de una ventana que estaba abierta, pero aun así le han caído varias vigas encima –la chica había tenido que interrumpirse en medio de un sollozo y tomar aire–. Ha perdido mucha sangre. Recovery Girl lo está atendiendo en persona.

Katsuki había querido hablar. Hacer preguntas. Algo útil, en lugar de permanecer tendido como un jodido muñeco de trapo, ocupando unas sábanas y un vendaje y una atención médica y un suero que debería estar utilizando otra persona.

La anestesia lo había mantenido en un semitrance hasta bien entrada la noche. Entonces, Katsuki había podido llevar a cabo su interrogatorio.

Se le había caído el alma a los pies cuando Deku y Kirishima le habían puesto al corriente de todo.


–En qué cojones estabas pensando.

Ha tenido que llegar hasta la Unidad de Cuidados Intensivos en silla de ruedas. No le han dejado entrar, claro. Solo familiares, repiten las enfermeras como loros. Se le han revuelto las tripas viendo entrar y salir a Endeavor por la puerta blanca. Su apariencia ya es fiera y poco amigable de por sí, pero ahora emana un aura salvaje y furibunda. Al principio, Katsuki piensa en acercarse a él y preguntarle cómo está su hijo, pero. No puede. No puede, porque sabe lo que ha hecho. Sabe que por su culpa Todoroki nunca ha podido ser un crío normal y ha crecido destrozado, y siente un asco tan profuso hacia ese hombre que es incapaz de dirigirle la palabra, aunque sea solo para conocer el estado de Todoroki.

Se dedica a observarlo todo desde un rincón. A memorizar los horarios de los guardias. Cuando no está haciendo eso, está rehabilitándose, hasta que por fin Recovery Girl lo atiende y aunque sigue hecho un guiñapo, por lo menos puede moverse por su propio pie.

–A tu amigo ya lo han trasladado a planta –le informa con afabilidad–. De todas formas, tendrás que esperar un poco para poder verlo. Endeavor ha prohibido las visitas hasta que le den el alta dentro de un par de días. Ya está fuera de peligro y le han soldado todos los huesos y sanado los desgarros en los tendones, pero necesita reposo.

Katsuki no sabe a ciencia cierta si ha recibido alguna otra visita aparte de la de su padre, porque siempre le obligan a retirarse de la sala de espera y volver a su habitación para que descanse, pero durante los cuartos de hora que ha podido pasar ahí sin que nadie venga a tocarle los cojones, no ha visto a nadie más que se identifique ante los guardias y anuncie que viene a ver a Todoroki, así que imagina que lleva unos dos días sin ver más caras conocidas que la suya, y que debe estar agotado y triste, pero eso no disipa su enfado ni un ápice.

–No deberías estar aquí –le dice con el ceño fruncido. Tiene ojeras y el rostro demacrado–. ¿Quién te ha dejado entrar?

Si ahora es la fragilidad hecha carne, Katsuki no quiere ni imaginarse cómo debía estar antes de que Recovery Girl lo curase.

–Me he colado.

Eso parece resultarle gracioso. El muy tonto del culo. Todoroki no llega a reírse, pero contrae la cara en una mueca que no es de aflicción, y eso a Katsuki le desarma.

–Te vas a meter en un lío, Bakugou.

–No tengas los santos huevos de hablarme de líos cuando casi te matas para salvarme el culo –sisea, cogiéndole de la pechera.

–Esa gente de ahí fuera te necesita vivo.

–También te necesitan a ti, subnormal –balbucea. La ira se ha evaporado y ha sido sustituida por otro sentimiento. Uno que Katsuki no logra identificar–. Bastardo mitad y mitad.

–Lo que tú digas –suspira Todoroki, cansado y satisfecho. Se hace a un lado, por si Katsuki quiere sentarse.

No vuelvas a hacerme esto.

Se queda con él hasta que lo descubre el enfermero que lleva un carrito con los desayunos a los pacientes.

¿Lo peor? Lo peor es muy retorcido, porque Katsuki siempre ha blasfemado sobre lo repulsivo que es ser una carga para otro. Su amistad con Deku se resquebrajó porque el muy idiota pensaba que era un blandengue que necesitaba que lo envolviesen en plástico de burbujas, y Bakugou no-lo-tolera.

Y sin embargo, cuando piensa Todoroki me ha salvado no puede estar mosqueado con él ni odiarlo. Cuando piensa que podría haber muerto por él, únicamente se odia a sí mismo. Pero no puede odiar a Todoroki, que opina que Bakugou es fuerte y que hay gente que lo necesita. Ha sido un héroe y Katsuki no. Así de simple.

No puede quedarse atrás. No cuando ese pirado ya ha dado la cara por él dos veces.

La próxima te rescataré yo a ti. Y no se hable más.

Lo peor es que cuando piensa en lo que Todoroki ha arriesgado por él nota que la sangre corre más rápida y más líquida por sus venas, y la gratitud se funde con algo tibio y dulce dentro del pecho.

Me gustas como héroe.