Hola, estoy de nuevo aquí con otro fanfic que se me ha ocurrido de la nada y lo he visto muy interesante para desarrollar, ya no recuerdo bien como se me ocurrió la idea principal pero sé que será de su agrado. El fic no será como el anterior, éste irá más por el drama aunque en un principio no se note, no habrá tantos capítulos (espero) y la historia será narrada a través de un sólo personaje, igualmente será una dimensión paralela.
*STEVEN UNIVERSE NO ME PERTENECE*
Sintió su espalda recostada en el mesón frío de hierro, pero extrañamente aquello no le hizo temblar, su boca sabía que estaba semiabierta y podía sentir olores a través de su nariz, pero no podía respirar, sus ojos todavía cerrados y no había movido ni el primer dedo, simplemente estaba allí, recostada, sin saber quien era y siendo consumida por un vacío eterno que le envolvía en el limbo, ese vacío parecía llenarse con angustia y dolor, pero no sabía por qué, no era capaz de recordarlo. Estaba triste, asustada, frustrada, pero encontraba razón y quizás lo peor era que cada segundo parecía desconectarse más de aquellos sentimientos, de sí misma, se iba perdiendo, pero todo fue hasta que el vacío se desapareció y ella quedó allí tendida, inmóvil.
Quizás lo que más le llamó la atención fue la sensación de sus manos y sus pies tocando la mesa, era aquello que la alarmó y le hizo abrir sus ojos de par en par para ver la luz fuerte que le cegó y le hizo volver a cerrar sus ojos, apretándolos, quejándose, moviendo sus manos a su rostro y alzando sus rodillas ligeramente.
—¡Ha despertado!
Escuchó. Ignoró todo, todo lo que sucedía, todas las voces y por segundos se concentró en sus dedos tocando su piel, no tenía huesos pero podía moverse y tenía la textura de una persona normal. Volvió a abrir sus ojos y retiró ligeramente las manos de su cara, observó sus dedos a contra luz, eran verdosos y finos, la palma de su mano y toda su piel era de ése color, su brazo también era fino, pero fijarse en esas cosas sería estúpido, ella estaba más concentrada en mover sus extremidades, cada dedo, su muñeca, su palma, como si nunca los hubiese tenido, como si los hubiese recuperado. Allí estaban.
—¡Hola!
Sus manos fueron empujadas al escuchar ese saludo, dos personas que saludaban al unísono se asomaron a ella y con sus rostros bien cerca le sonreían ampliamente. Uno era un niño de ojos oscuros y a su lado estaba una muchacha de piel morada y labios gruesos que sonreía jovial y feliz.
—¡Amatista! ¡Steven! ¡Déjenla! ¡Retírense! ¡La van a abrumar!
Esas dos personas fueron jaladas hacia atrás, otra vez la luz le cegó, pero esta vez una infinidad de sonidos llegó a sus oídos, como si se conectara a la realidad, como si tanta información golpeara su cuerpo. Se movió, apoyó sus brazos en la mesa y se sintió increíble, levantó su cuerpo y sus ojos fueron directamente a sus pies, quedó sorprendida al verlos, movió sus dedos y sonrió ligeramente, maravilloso.
Volvió su vista hacia un lado, allí estaban otras tres chicas y un niño más, la primera chica era aquella de piel morada, supuso que era "Amatista", una muchacha de tamaño bajo y un abundante y desordenado cabello. Tenía una gema incrustada en su pecho, podía notársele a través de la blusa oscura que llevaba puesta. A su lado estaba el chico, Steven, de piel clara y ojos oscuros resaltaba bastante en el grupo, principalmente por ser el único con un aspecto masculino y con la mirada más inocente y brillante de todas.
Detrás de ellos dos habían dos chicas más, eran altas, la primera era muy delgada y de aspecto elegante, con su piel extremadamente clara y ojos turquesa que resaltaban su cabello melocotón, era muy bella y fina, llevaba en su frente una gema perlada incrustada en su piel. A su lado estaba la que se veía mayor, más alta y de cabello oscuro en un afro rectangular y grande, con lentes que no dejaban ver sus ojos, piel tornado en un color rojo oscuro, parecido al marrón, parecido al morado, no supo bien su color.
—¿Estás bien?—Habló la chica de cabello melocotón:—Soy Perla. Ella es Garnet—Señaló a la muchacha del afro:—Y ellos son Amatista y Steven. Es un gusto conocerte, Peridot.
¿Peridot? ¿Ese era su nombre? Parecía que sí, podía identificarse y estaba casi segura que realmente era eso aunque nunca en su vida lo hubiese escuchado, no le pareció extraño y ni siquiera entendía bien la situación, de repente estaba allí en aquél extraño lugar y no tenía un pasado, como si acabase de ser concebida, recién creada.
—El gusto es mio, Perla.
Perla sonrió, grata y se acercó con cuidado, parecía apreciarla o buscar algo interesante, no supo qué era, no pudo hablar en el momento, en aquellos segundos, vio a Steven saltar a donde estaba ella y él se acercó con más cuidado y menos gracia, pudo sentir el contacto de la piel cálida de la mano del chico con su frente, pero no su piel, su piel no fue tocada, algo duro es lo que se tocó, frío, firme. Llevó la mano a su frente y lo sintió.
—Perla, Peridot tiene la gema justo donde tú la tienes.
—Oh, Steven ¡No toques la gema de los demás sin su consentimiento!
Regañó Perla, tomándolo en sus brazos y alzándolo.
—Es verdad Steven, es algo incómodo—Comentó Amatista.
Garnet no dijo nada al respecto, sólo se acercó a la mesa, seria, como si el rededor no existiera, apoyó sus manos justo en el borde y ante los asustadizos ojos de Peridot, dijo:
—Es un gusto conocerte, Peridot, nos alegra que te nos unas. Soy Garnet, la líder del equipo—Se presentó:—Sé que debes estar confundida sobre todo esto, sobre quién eres y quién somos nosotras, pero no te preocupes, te resolveremos las dudas y te mostraremos el lugar. Mientras tanto, levántate y camina un poco.
Indicó. Peridot hizo caso a ello, con cuidado se levantó sobre sus pies y fue sujeta por Garnet, pudo identificar dónde tenía la gema la líder del grupo, era allí, en la palma de cada mano, eran dos, del mismo color de la piel. Pudo levantarse gracias a su ayuda y no pudo reconocer la sensación de estar parada, era algo nuevo en su cuerpo esa sensación de presión en las plantas de sus pies, le costó agarrar equilibrio, pero al hacerlo, se soltó de Garnet y atrevidamente dio un paso, fue satisfactorio y dio otro, luego otro, se confió, sintió que podía dominar el mundo y cuando empezó a dar vueltas en la mesa y satisfacerse de su habilidad para caminar... se cayó. No supo como, simplemente perdió el equilibrio o se trastabilló consigo misma, después se dio cuenta que caía y cerró sus ojos para aguantar lo que creyó doloroso, en cambio, fue sostenida y escuchó una risa relajada. Abrió sus ojos, estaba en los brazos de Amatista.
—Oye, Peri, no te apures ¿Eh?
—...¿Peri?
Preguntó, casi con desagrado aunque realmente no lo sentía, estaba dudosa de aquello y había entrecerrado los ojos, pero su pregunta sólo hizo reír más a Amatista.
—Amatista, la vas a aturdir con tu risa.
Reclamó Steven. Peridot se levantó cuanto pudo y dio unos siguientes pasos por el lugar para practicar su caminata. Observó su alrededor, estaban en una extraña habitación de techo de piedra y un suelo extraño, color oscuro en el cual estaba clavada el mesón de acero, color gris. A su alrededor habían sólo cuatro paredes, todas de piedra, la primera, en donde se encontraba la puerta y la segunda, la que estaba frente a la primera, eran iguales, colores marrón rojizo y textura visualmente áspera, las otras dos paredes, si es que así se podía llamar eran igual de piedras, pero eran curvadas y dejaban un gran espacio en el cual había una gran cantidad de cristales brillantes cual era la única fuente de luz de la habitación, también, flotando, había otras gemas encapsuladas y opacas, la habitación era más larga que ancha y había varias sillas dispuestas en un óvalo, en el cual uno de sus extremos era la mesa, que estaba frente a la puerta.
—¿Y?
Se detuvo al ver a Steven frente a ella.
—¿Y... qué?—Preguntó Peridot.
—¿Te gusta el lugar?
—Exactamente... ¿Qué es éste lugar?
—Nuestra casa ¡Nuestro hogar!
—Todos ustedes... ¿Viven en esta habitación?
—Ajaja... ¡No! ¡Claro que no! Ésta sólo es una parte de nuestra casa—Exclamó el chico:—Detrás de aquella puerta podrás ver más, el lugar es increíble, te divertirás mucho.
—Oh, Steven—Interfirió Perla:—Ya amaneció, eso creo, deberías ir arriba y vigilar en la puerta que Jaspe y Lapislázuli lleguen, por favor, ve.
—Claro.
Steven aceptó rápido, para Peridot se le hizo muy obvio que sólo era una táctica de Perla para alejarlo. Steven se fue, sólo quedaron ellas cuatro allí, Perla la invitó rápido a sentarse en una silla, más bien la alzó por debajo de los brazos y la sentó en una silla, para luego sentarse en el frente, a lado de ella sentó Garnet y del otro lado se sentó Amatista, algo que le hizo presentir a la nueva que estaría frente algo importante.
—Puedes hacer todas las preguntas que quieras, Peridot—Dijo Garnet.
Aquella invitación fue atractiva, preguntar era atractivo, acaba de ser alguien pero parecía que ya había existido sin ser, desde antes, parecía que ya había estado viviendo y que había estado esperando bastante por despertar, por estar allí, por estar moviéndose. Pensó un poco pero pronto, quizás por instinto, preguntó.
—¿Quienes son ustedes?
—Somos las Crystal Gems, Peridot—Respondió Garnet:—Somos gemas, gemas que poseen una mente y un cuerpo para existir en este mundo como un ser vivo normal.
—¿Gemas? ¿Todas ustedes son gemas?
—Tú también lo eres, Peridot.
—¿Qué? ¿Yo?
—Sí ¿No lo sentiste? Steven tocó tu gema hace un rato ¿No?
—¿Qué es esta gema?—Volvió a preguntar, tocando su frente con cuidado.
—Es tu 'corazón' y 'mente'—Contestó Amatista, rápido.
—Lo que Amatista quiere decir—Interrumpió Perla:—Es que nuestra gema es el centro de nosotros, como si fuese un cerebro que comanda nuestra vida y proyecta nuestra forma física para poder existir en este mundo.
—Cerebro... comandar... existir...—Balbuceó Peridot, analizando cada palabra lentamente:—Hablas como si nosotras... no fuéramos reales.
—¡Sí que lo somos!—Se rió Amatista:—Pero nuestro cuerpo no es como el cuerpo de los demás seres vivos, podemos modificarlo a nuestro antojo porque sólo es una proyección de nuestra gema ¿Ves?
Peridot se exaltó cuando vio a Amatista brillar y transformarse en un animal emplumado, color morado, sólo la gema resaltaba como algo impropio del animal, pero aquella demostración le hizo comprender un poco mejor la situación que ellas explicaban. Volvió a hacer silencio, segundos después, preguntó:
—¿Qué es éste lugar?
—Es el templo—Habló Garnet:—Aquí residimos, separadas de los humanos, pues no debemos estar con ellos, es peligroso.
—¿Por qué es peligroso?
—Principalmente—Empezó Amatista, cruzándose de brazos:—es porque ellos son bien escandalosos, somos muy diferentes también aunque no lo parezca.
—¿Y eso de allí? ¿Qué es?—Peridot señaló entonces aquellas gemas brillantes y encapsuladas:—¿Qué es?
—Oh...eso es...—Decía Perla, llevándose una mano a su boca mientras intentaba buscar las palabras correctas.
—Son gemas normales de éste planeta—Dijo Garnet:—Brillan en nuestra presencia.
—¿Incluso las que están dentro de las burbujas?—Preguntó, viendo a las tres chicas callarse:—¿Ese silencio es porque esas burbujas tienen que ver con el hecho de que sacaran al steven de esta habitación?
—wooh...—Sonrió Amatista:—Es bastante astuta ¿No?
—Existen un tipo de...gemas, que no son buenas, son gemas malas y corrompidas—Explicó Garnet:—Suelen aparecer en la noche e intentan destruir todo lo que pueden, nosotras, las Crystal Gems, debemos detenerlas y encerrarlas, desaparecemos sus cuerpos físicos y las encapsulamos en estas burbujas, en las cuales no podrán salir más.
Volvió a silenciarse, no habló y miró su alrededor, todo lo escuchado comenzó a hacer eco en su cabeza mientras era procesado a profundidad. Había apoyado sus manos en la silla y sus pies, que colgaban se mecían de un lado a otro, estaba realmente interesada por aquello que le rodeaba, sus ojos verdes enfocaban todo a lo que estuviese alcanzable para su vista curiosa, fue después de unos minutos que unas palabras resonaron en su mente...
De éste planeta.
—¿Acaso nosotras somos de otro planeta?—Se atrevió a preguntar, notando la expresión sorprendida de las tres chicas frente a ella:—Es que acabas de decir, Garnet, que esas gemas son de "éste planeta".
—Woooh, sí que es muy astuta—Celebró Amatista, mirando a sus amigas.
—Bueno, Peridot, nuestro origen no es de éste planeta, pero aquí residimos y amamos este lugar.
Aquella respuesta fue corta y precisa, supo de inmediato que era más para que no preguntara sobre ese tema, así que decidió buscar otra cosa que preguntar, navegó por su mente un tanto de tiempo buscando formular cualquier cosa que no hiciera que ellas respondieran evadiendo y entonces se cuestionó sobre la honestidad de "pregunta lo que quieras", pues obviamente no podía hacerlo.
La puerta se abrió repentinamente y Steven entró de un salto, anunció la presencia de las otras dos chicas que faltaban y casi de inmediato entraron las otras dos, la primera era una mujer alta y musculosa que tenía su gema incrustada en donde debería ir su nariz, mientras que la otra tenía su piel azul y vestía de una manera muy playera, no vio la gema de esa chica hasta que ésta se volteó a Steven, que se había posicionado detrás. La gema en forma de gota estaba en su espalda. Por un momento intuyó quién era era Lapislázuli y quien era Jaspe.
—¡Oh! ¡Ya despertaste!—Lapislázuli caminó directo a Peridot y la tomó de las manos, sonriéndole:—Un gusto Peridot, soy Lapislázuli.
—Y yo Jaspe—Exclamó la otra, sentándose brusca en una de las sillas, arrimando un poco de su desordenada melena hacia atrás:—Y soy la más poderosa de aquí, así que cuida tus palabras, enana mocosa.
Peridot hizo una mueca, podía saber desde ya con quien no se llevaría en el templo, pero no comentó nada, pues Jaspe era inmensa y se veía realmente fuerte. Por otro lado sintió gran satisfacción de haber intuido bien quién era quien, esa satisfacción la demostró moviendo sus piernitas más rápido, mientras Lapislázuli se sentaba a un lado de Jaspe.
—Reunión familiar ¡Genial!
Steven saltó a una silla para incluirse también en la conversación, pero Perla se levantó rápido y lo tomó del brazo, caminando con él hacia la puerta.
—No, no, ya amaneció y tú no has dormido nada, así que Steven ve a tu cuarto y ponte a dormir ya.
—Pero Perla...
—Nada de eso. A tu habitación.
Regañó, empujándolo ligeramente afuera y cerrando la puerta con cuidado.
Hubo silencio y Peridot supo que esperaban, Perla se recostó a la puerta y no habló en ningún momento hasta pasado varios minutos en los que no escuchó a Steven, luego avanzó de nuevo a la silla.
—Me imagino que las chicas debieron de ponerte al tanto ¿No?—Habló Lapislázuli, colocando sus manos en sus rodillas e inclinándose ligeramente hacia adelante:—Te habrán hablado de esas gemas ¿No?
—Ehm, sí.
—Bueno, nosotras tenemos una misión—Prosiguió:—Y es capturar a esas gemas, por eso, en las noches salimos a luchar contra ellas, como lo hacíamos Jaspe y yo. Normalmente solo aparecen en la noche.
—No te pediremos que luches con tanta simpleza—Habló Perla, rápido:—Primero debemos saber cuáles son tus habilidades, Peridot, luego entrenarlas para que luches. Sé que suena difícil, pero una vez todo esto acabe serás libre de hacer lo que quieras cuántas veces quieras.
—¿'Cuando todo esto acabe'?
Repitió ella, entonándolo como pregunta y sin saber por qué, sintió agrado de ello, ser libre de hacer lo que quisiera no sonaba mal, más bien lo deseaba y no pudo evitar develar una sonrisa. Fue entonces que Garnet apoyó una mano en su hombro verde y con una sonrisa un tanto enigmática, contestó:
—Sí, cuando todo esto acabe—Tomó entonces distancia:—Perla, lleva a Peridot a su habitación, Jaspe, Lázuli, descansen. Amatista, vigila a que nadie se acerque a esta parte de la playa.
—¿A mi habitación?
—Claro—Perla se levantó y la tomó de la mano:—Todas tenemos una.
La jaló entonces y caminó con ella hacia la puerta, Peridot vio que todo parecía estar hecho de rocas, inclusive ese pasillo oscuro con escaleras de piedra que subían en la oscuridad. Había pocas luces que se guindaban débiles en el techo, cerca de las paredes, alumbraban muy poco pero lo necesario para no caerse. Las escaleras no se detenían y subían en espiral, pronto, Peridot notó que habían algunas puertas a los lados, más bien, muchas puertas ¿Acaso tantos vivían allí? No entendía aquello, pero continuó subiendo hasta que Perla le oprimió la mano para que se detuviera.
—El templo es nuestro hogar, Peridot, queremos que estés a gusto aquí ¿Sí?
—Entiendo.
Se limitó a contestar, llevando su mirada verdosa hacia abajo y observando las paredes y escaleras de piedra oscura perderse a la distancia y oscuridad que opacaba las suaves luces. Entre cerró los ojos dándose cuenta que había caminado mucho. Pensó un poco y bostezó, tapando su boca.
—¿Cómo te sientes, Peridot?—Preguntó Perla, en un tono curioso, aunque un tanto extraño.
—Cansada.
—Ya veo—Perla extendió una mano a una puerta y la abrió:—Esta es tu habitación, Peridot, está cerca de la habitación de Steven y de la mía. Ve a la cama y duerme un poco, eso de acabar de crearse es agotador.
—Gracias, Perla.
—Buenas noches.
Peridot avanzó a la habitación y la puerta fue cerrada tras de sí, volvió a bostezar y sintió su cuerpo pesado, caminó a la cama y de un salto se montó, estaba tranquila, sentía que podía confiar en ellas, las vio amables, excepto a Jaspe, pero ella era algo que podía ignorar fácilmente. Dio un rápido vistazo, la habitación era de piedra oscura también, había una luz tenue en un bombillo colgando delicado en el techo y en la pared una ventana que daba a un paisaje lleno de arena que realmente no estaba allí, comprobó que era una ilusión al intentar sacar la mano por allí, había un escritorio y un escaparate, más nada. Era una habitación pequeña pero ella también era pequeña, no había mayor problema, así que con cuidado se recostó al colchón y antes de darse cuenta, se había dormido.
¡Espero que les haya gustado el capítulo! Éste fanfic tendrá una temática un poco más oscura que el fanfic anterior, aún así he dejado aquí en este primer capítulo muchas cosas interesantes e importantes para el desarrollo de la historia, lean con cuidado y anoten cada cosa porque servirá luego (Eso creo).
¡Hasta luego!
