Demasiado Tarde Para Decir No...
Me miraba en el espejo y no me convencía de lo que estaba haciendo, ¿Era esto realmente lo correcto?... Esas palabras pasaban por mi mente atormentándome de una manera inimaginable. Ese sentimiento de inseguridad mezclada con los nervios de no saber que te depara en el futuro con la elección que hiciste… Aunque en mi caso, además de este asqueroso sentimiento, tenía uno de remordimiento por la última semana que viví ¿Realmente todo fue verdad?... Sentía que se me partía la cabeza de tanto pensar.
Decidí sentarme en la silla que se encontraba hermosamente adornada detrás de mío. ¡Se suponía que hoy sería el día más feliz de mi vida! Pero… ¡Arg! Siempre tú, imbécil, siempre tú apareces cuando todo está en completo orden. Levanté mi mirada hacia el espejo y ahí me veía, una joven de unos 26 años, ojos verdes, cabello castaño claro recogido en un tomate dejando uno que otro rebelde mechón fuera de éste, y una flor de color rosa pálido que hacia una perfecta combinación con mi vestido blanco. Después de tantos años de ser conocida por toda la primaria, secundaria como una marimacho y después de la prepa volverse toda una señorita. Además, ¿estudiar gastronomía para ser una buena ama de casa? Creo que nadie ni yo misma se podía, en esos tiempos, imaginar que mi vida estaría como está ahora. No hay duda que estoy feliz de querer compartir el resto de mi vida junto a uno de los amigos que he tenido desde el pre-escolar y hasta mis días de preparatoria, que nos separáramos de cierta manera en la universidad al escoger la carrera de leyes y yo irme por el área de la gastronomía, aunque, por cierto, nos lleváramos por 2 años de diferencia, siempre fuimos muy cercanos al ser vecinos.
Suspiré al recordar todo lo ocurrido en estos últimos días, esta última semana que me mantuve alejada de mi prometido. Él tenía que entregar su tesis y yo me fui a mi departamento de soltera por unos días para terminar los últimos detalles del matrimonio… Pero, ¿¡por qué tenía que aparecer él justo esa semana!.
