Típicamente: Harry Potter es de Jotaká y hago esto sin fines de lucro, escrito de diez minutos sin estructura aparente.


(Las) Mentiras de sociedad

—Odio estas malditas cosas —soltó George mientras Harry desviaba la mirada del que dirigía la misa para posarla en el pelirrojo.

—¿Qué cosa?

—Estos aniversarios —susurró.

—¿Por qué? Es una manera de honrar a los que murieron en guerra —intervino Ginny.

George rió secamente.

—No, hermanita —siguió—. Es una forma de honrar lo poco que ellos conocieron de los que murieron en guerra.

Ginny guardó silencio.

—Es una forma de hacerles saber, aún cuando no estén en el plano terrenal, que siempre estarán en nuestras memorias.

—Lo sé, Hermione —respondió el gemelo a la castaña que se había acercado, Harry sólo siguió mirando sin mencionar palabra alguna—. Pero es mentira, todo lo que se dice en estas cosas… ¿cómo mucha gente puede honrar a personas que no se dignaron a conocer?

—Conocíamos a los que murieron —replicó la castaña.

—No —rebatió nuevamente el hombre—. Eran superficialidades.

—A Fred le gustaba hacer bromas, le creó su fobia a Ron, era tu hermano y te duele más que a nadie porque era tu gemelo, una parte de ti lo consideraba la mitad de tu alma —siguió la chica—. Es normal que sientas resentimiento ante su muerte.

Fue en ese momento que Harry lo supo, pudo ver más allá de aquellos ojos, más allá de aquella máscara que por tanto tiempo George había erguido entorno a él; Potter vio la obscuridad en sus ojos y el dolor en sus facciones, diferenció la felicidad que mostraba ante los demás de aquella que un tiempo atrás siempre había estado presente.

—Resiento la muerte de todos, Hermione —la sedosa voz de George sólo hizo que la castaña sintiera un nudo en la garganta—, pero fuera de eso ¿quién puede realmente decirme su pasatiempo favorito? No sólo el de George, sino de Remus, de Tonks, de los demás. ¿Qué hacían?, ¿cuáles eran sus sueños?, ¿qué esperaban de esta guerra? —tragó saliva—. ¿Saben siquiera lo que ellos esperaban de esta guerra?

—La libertad de…

—No, Mione —replicó el gemelo—. Todos esperábamos eso, ¿pero qué esperaban ellos individualmente?

Aquella noche no sólo Fred Weasley había muerto, una parte de George —una que aún no sabía explicar bien qué tan grande— se había ido con su gemelo. Y hasta ese momento a Harry se le había hecho más presente la idea, porque George reía y seguía haciendo bromas, seguía dando felicidad a quien la quisiera, a sacar sonrisas de amargados y ver por su familia, pero también había madurado. El dolor en su mirada lo volvía reflexivo, lo hacía pensar más antes de actuar y ver por el bien de quien tuviera cerca.

—El frío de la muerte llegará por el más inesperado —la voz del guía en aquél entierro llegó hasta ellos, haciendo que Potter regresara del mundo espiritual al terrenal—, dejando su rastro en los rostros tristes de quienes la sintieron cerca.

Los ojos verdes del mago se llenaron de tristeza.

Miró a todos lados, a todos los reunidos, a las familias de los caídos hace un año, a los maestros, a los aurores, al ministerio; tanto personas que conocía como aquellas que no.

—Y es por eso que hoy hemos venido a dar gracias, porque hoy, hace un año, nosotros vivíamos del miedo, del suspenso de saber lo que pasaría. Con el terror en las entrañas al imaginar que alguien hablara sobre un amigo nuestro muerto, asesinado… hace un año, estas personas entregaron su vida para proteger no sólo a sí mismos, sino, a toda una sociedad mágica que hasta el momento les estará eternamente agradecida ya que muchos de ellos fueron lo que mucha gente quizás no volverá a ver: valientes, decididos, solidarios pero, sobre todo, guerreros. Guerreros verdaderos.

Porque George tenía razón…

...la sociedad sólo recuerda lo que conviene, no lo que debe realmente ser.