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by: AmyAlien.


DISCLAIMER: Ninguno de los personajes públicamente reconocidos son de mi pertenencia. Dichos personajes son propiedad del mangaka japonés Kishimoto Masashi (岸本斉史). Sin embargo, la historia es completa y exclusivamente mía —aclaro también, que al hacer esta historia, no pretendo lucrar con ella—.


CAPÍTULO I — Alguien en quien confiar.

«Tan sólo necesitaba a alguien en quien confiar»


Temblaba en su asiento, incapaz de soportar un segundo más allí adentro. Sus cortas y bien cuidadas uñas arañaban con fiereza el asiento vacío de su derecha. Podía sentir las penetrantes e insistentes miradas de las personas fijas en él, preguntándose, seguramente, ¿qué hacía un joven como él en un lugar como ese? Naruto se hundió en su asiento, capturando con sus afilados y blancos dientes su labio inferior, mordiéndolo con fuerza. Su corazón latía a una velocidad anormalmente rápida, su estómago se retorcía, producto de sus nervios. El joven de sedosa cabellera dorada tragó saliva sonoramente; la puerta del consultorio se abría, dejando ver a una joven mujer de túnica blanca. Leyendo la carpeta de cubierta azul que tenía en sus manos, levantó la mirada, y sonriente, dijo:

Uzumaki Naruto —todas las miradas se posaron en él, incluida la de la joven doctora. Ella le sonrió, indicándole que entrara al consultorio. Dando una fuerte exhalación, Naruto avanzó lentamente hacia la doctora, quien aguardaba por él. Al parecer, comprendía un poco su situación, tal vez eso explicaba su mirada cargada de empatía y ternura. Después de todo, tan sólo era un niño. Tímidamente, Naruto ingresó al consultorio, aspirando el agradable aroma de aquella pequeña habitación.

—Buenos días, Naruto–kun. ¿Cómo ha sido tu día hoy? Se te nota algo cansado —la suave voz de la joven mujer le tranquilizó levemente—. Toma asiento, por favor. Se nota que tu embarazo no es de más de algunos meses, pero es recomendable que no te mantengas de pie por mucho tiempo —le sonrió, e, inmediatamente, el cuerpo de Naruto se tensó notablemente. Ella lo notó, sin embargo, permaneció en silencio, sonriéndole de manera maternal. Su sonrisa logró estremecer a Naruto, jamás le habían sonreído de esa manera; ni su propia madre lo había hecho alguna vez.

—Buenos días —susurró escuetamente, tomando asiento frente a la doctora. Naruto alzó levemente su mirada y notó la pequeña placa que colgaba de su túnica: Katō Shizune. Le observó minuciosamente, Shizune era una mujer hermosa. De brillantes y cortos cabellos negros, alegres ojos oscuros y sonrisa amigable y cálida.

—¿Cuántos meses tiene el pequeño, Naruto–kun?

—U–Un mes —su voz tembló, y controló su ansiedad lo más que pudo. No quería esto, no quería a ese bebé que gestaba en su fértil vientre.

—¡Enhorabuena! Presiento que serás un excelente padre —le felicitó la joven doctora, sin embargo, notando la incomodidad de su acompañante, con suavidad dijo:—. Comprendo que te encuentres asustado, eres un niño tan sólo. Pero la llegada de un bebé es siempre un bendición, ¿sabes? No muchas mujeres u hombres pueden tener niños, al igual que yo —la respiración de Naruto se detuvo por unos breves segundos, y sus manos temblaron. ¿Acaso...? —. Por eso, Naruto–kun, debes luchar. Debes salir adelante con tu bebé; él no tiene la culpa de los errores de sus padres.

—Pero...—la voz de Naruto se quebró, copiosas lágrimas se deslizaron por sus pálidas y ahuecadas mejillas. Sollozó suavemente, encogiéndose en su asiento—. Yo no le quiero. No le quiero tener, no puedo tenerle. Apenas tengo dieciséis años, no puedo darle un futuro cuando ni yo mismo tengo el mío. Mi vida recién está comenzando y y–yo...—balbuceó, temblando sin control. Shizune le miraba, comprensiva, escuchándole; proporcionándole la atención que jamás había recibido en la vida—. No estoy listo para esto, no puedo tenerle —confesó, en un apenas audible susurro.

—Naruto–kun, es normal que te sientas de esa manera —ella le acarició el dorso de su suave y trémula mano, observándole con dulzura—. Muchas jóvenes y jovencitos como tú pasan por esta especie de etapa, ¿sabes? Es normal, y más aún a tu edad. Sé que cargar con un embarazo en este momento de tu vida no es fácil, pero debes responsabilizarte, cariño —Naruto sollozó, asintiendo con suavidad—. Conozco a un buen psicólogo que podría ayudarte, Naruto. Existen terapias especialmente hechas para jóvenes con embarazos no deseados, eso podría ayudarte mucho.

—Yo...n–no lo sé —Naruto titubeó, limpiando, con el dorso de su mano, los restos de lágrimas que humedecían sus tersas mejillas. Bajando su azulada mirada hacia su pequeño y fértil vientre, mordió su labio, inseguro. Sus manos, inconscientemente, rodearon la pequeña curva que allí se formaba, acariciándole con suavidad. Shizune contempló la escena en silencio, aguardando pacientemente por la respuesta de Naruto. Sin dejar de acariciar la superficie de su pequeño vientre, murmuró:—. Quiero intentarlo —liberó el aire que sus pulmones contenían con tanto recelo en una sola y profunda exhalación, sintiendo un extraño alivio inundarlo.

La doctora pareció encantada con su respuesta final, demostrando su emoción con una gran y brillante sonrisa. Impaciente, abrió la gaveta principal de su escritorio, rebuscando entre las tantas carpetas y papeles que allí había. Finalmente, le entregó una pequeña y elegante tarjeta que decía, con letras grandes y brillantes, "Psicólogo".

Naruto alzó su mirada de la pequeña tarjeta, abrumado. La doctora Shizune realmente parecía interesada en ayudarle. Tal vez, en ésta ocasión, debía de confiar en alguien más. No todos en el mundo estaban dispuestos a lastimarle, aunque muchas veces creyera que era así. Con algo más de confianza, le sonrió.

—M–Muchas gracias.

—No tienes porqué agradecer, cariño, sólo prométeme que le llamarás.

—...Lo prometo —le dijo, y, esta vez, Naruto sintió que esa no era una más de sus mentiras vacías. Esta vez...lo cumpliría. Shizune asintió, mientras le guiaba hacia la camilla, donde le hizo recostarse. Naruto cerró sus ojos y suspiró al sentir como Katō le subía su camiseta, dejando al descubierto su vientre. Una sustancia, fría y pegajosa, fue esparcida en él, causándole escalofríos.

Shizune rió ante su reacción, murmurando un pequeño: "Ya te acostumbrarás".

—Ahora veremos sí tu bebé se está desarrollando correctamente, ¿vale?

—V–Vale —susurró, nervioso. Su bebé. Le vería por primera vez. Observó la pantalla a su derecha con insistencia, viendo el interior de su vientre. Entrecerrando sus ojos, pudo divisar una pequeña "mancha" blanca entre tanta negrura. Su corazón latió, descontrolado. ¿Ese...?

—Ese es tu bebé, Naruto —confirmó la doctora, con una pequeña sonrisa en sus labios. Los ojos de Naruto se humedecieron. Sin apartar aún su mirada de la pantalla, deslizó su mano hasta su vientre, recorriéndole con la yema de sus dedos, sin importarle pringarse los dedos con aquella fría sustancia.

En ese preciso momento, Naruto comprendió que jamás podría deshacerse de su bebé, de su pequeño ángel. Olvidó sus miedos e inseguridades y se prometió a sí mismo que él y su bebé tendrían un futuro prospero y feliz. Tan sólo necesitaba alguien en quien confiar, alguien que le ayudara a superar definitivamente sus inseguridades. Ese alguien era su futuro psicólogo, su nueva esperanza: Uchiha Sasuke.


Notas de la autora:

¡Hola! ;3 Pues aquí os traigo otra historia SasuNaru. Antes que nada, os quiero comentar que soy nueva aquí y por eso no les resulto conocida por estos lugares(? ewe. ¡Pero, obviamente, ser nueva no impide que no seáis justas(os) conmigo! Así que, por favor, sí creéis que debo modificar algo, decidme, estaré muy agradecida *-*. Espero con todo mi kokoro(? que hayáis disfrutado de este primer capítulo, y, ya sabéis, sí os gustó —y si no os gustó—, agradecería mucho que me dejaseis un review, ya que me agradaría bastante leer sus opiniones :3.

En fin, ¡muchos abrazos! :'3.