Entrecortadas de aire vinieron de la boca de Hakuba Saguru mientras trataba de llegar a y atrapar a la fantasma quien corrió sin esfuerzo a través de la oscuridad.

"¡Te atra...paré... KID!" Hakuba gritó, jadeando por el aire elusivo antes de terminando su amenaza. Sus manos en los puños, les sacudía con frustración y emoción. Abusado y agotado, llegó a su fin y se apoyó los brazos contra la pared más cercana.

"¡Gah!" le gritó cuando sentía que algo se tocaba su pierna. Él sabia que no era un objeto descuidadamente descartado en el techo de un edificio de veinte pisos. No, fue sin duda viva y en movimiento.

"¡Oh!" Kaitou KID exclamó, de repente volver al lugar donde el detective había abandonado la caza. "¡Aquí está mi Clover! Me preguntaba dónde había ido."

"¿Eh?" Hakuba preguntó antes de mirar hacia abajo. Ya se sentía el reconocimiento agudo, pero aún espera que sus sospechas estaban equivocados. Desafortunadamente, sus preocupaciones eran fundadas.

"¡ACHU!" él estornudó con varias malas palabras en su mente antes del ladrón habló.

"Oh, Hakuba-tantei~," la fantasma ronroneó. "¿Qué te parece mi nueva mascota? Es adorable, ¿verdad?"

Que ya no podía contener sus malas palabras. "¡Maldita sea, KID! ¡Tom-!" El detective fue detenido por la llegada de un segundo estornudo, pronto seguida por un tercero y un cuarto. Todavía estornudar entre las palabras, él exigió, "¡Ten esa... cosa... de... mí en... este momento!"

Por tanto, los insomnes que, por algún milagro, se miraron el techo del museo de Beika en esa fatídica noche vieron un hombre se inclinó al morir por una tormenta de estornudos, cuando un otro hombre brillantemente vestido y vestido de capa saltó sobre el techo y desapareció. Esas almas eran los únicos testigos de lo que acababa de convertirse en uno do los trucos favoritos de Kuroba Kaito.