Disclaimer: Los personajes de Ranma ½ pertenecen a su autora Rumiko Takahashi.

CAPÍTULO I

Akane despertó a media noche, agitada. Se sentó en su cama, se tomó la cabeza con ambas manos y soltó un largo suspiro. Esa era la tercera vez que despertaba en lo que llevaba de noche. Resignada decidió bajar a la cocina por un vaso de leche, creyó que quizás así podría conciliar el sueño, aunque lo dudaba.

Ese día había sido sin duda uno de los más agitados de toda su vida. De todos los intentos de boda que había pasado ese había sido sin duda el más caótico de todos, aún oía en su mente las voces de todos sus rivales reclamando por diversas razones.

Se sirvió un vaso de leche y se quedó mirando por la ventanilla de la cocina con un revoltijo de sucesos en su cabeza.

—Es inútil que intente dormir —se dijo.

Caminó por el comedor y el pasillo, luego salió y se quedó frente al estanque koi observando el agua y los pequeños peces revoloteando. Retomó su camino e inconscientemente se dirigió al dojo; el lugar estaba en ruinas, casi completamente desplomado, sólo la mitad de la pared permanecía aún de pie y no parecía que fuese a ser por mucho tiempo.

Iba a ingresar cuando se dio cuenta de que ya había alguien más ahí dentro.

—¿Ranma? —susurró.

El chico estaba sentado en posición de flor de loto frente al altar, que de milagro permanecía intacto.

—¡Demonios! —farfulló el muchacho—. Si tan solo hubiese sabido antes que el guía de Jusenkyo había enviado el barril de naynnichuan ese viejo pervertido no se habría bebido mi cura y ahora sería un hombre completo.

Akane oyó atentamente cada palabra y sintió una opresión en el pecho; ella se había enterado mucho antes sobre la existencia de aquel barril y en vez de avisar inmediatamente a Ranma había seguido el plan de su padre; cegada por la confesión que creía haber oído del chico en aquel monte de Jusenkyo.

De pronto se sintió ahogada y con dificultad para respirar. No quería que Ranma se diera cuenta de su presencia, así que salió de ahí rápidamente para volver a su habitación. Arrojó descuidadamente el vaso de leche sobre su escritorio, derramando un poco su contenido sobre éste. Se sentó sobre su cama, apoyó su espalda en la pared, acercó sus rodillas al pecho y las rodeó con sus brazos con fuerza.

Hasta ese momento sólo había pensado en la rabia que sentía contra todos por como habían acabado las cosas, culpaba principalmente a Ranma por haber salido corriendo a buscar el naynnichuan en cuanto ella le había contado de su existencia, pero ahora que pensaba detenidamente las cosas un gran sentimiento de culpa la embargó.

—Yo... me comporté como ellas —susurró—. Cómo pude ser tan egoís...

No pudo terminar la frase y rompió a llorar. El dolor en su pecho se intensificó y sólo pudo apretar con más fuerza aún sus piernas contra sí.

Lloró durante horas, dando una y mil vueltas a todos los acontecimientos, Ranma había perdido la cura para su maldición no una, sino dos veces en menos de una semana y Akane no podía evitar pensar que era su culpa.


Cuando los rayos de sol se colaron entre los pliegues de la cortina Akane fue consciente de que había pasado la noche en vela. Se levantó rápidamente y se fue directo a asearse. Se negó a ver su apariencia en el espejo y simplemente se metió a la ducha.

Para cuando salió del baño los demás habitantes del dojo ya estaban sentados en el comedor esperando que Kasumi terminara de preparar el desayuno.

Akane se fue a su habitación, se vistió con su uniforme escolar y soltó un largo suspiro.

Durante la noche había tomado varias resoluciones, aún no sabía cómo llevaría a cabo cada una de ellas pero estaba decidida a tomar un cambio decisivo; lo primero sería actuar con normalidad y no enfadarse con Ranma, lo demás se vería después.

—¡Buenos días! —anunció su llegada.

Observó a los presentes e instantáneamente se quedó petrificada al ver a Ranma sentado en su lugar de siempre comiendo relajado, normalmente ella iba a despertarlo por lo que no se había preparado para verlo ahí. El sentimiento de culpa le ocasionó un doloroso vacío en el pecho, tragó saliva con dificultad y caminó lo más normal que pudo tratando de disimular el temblor en sus piernas.

Soun carraspeó levemente para llamar la atención de Ranma y Akane.

—Bueno —habló—. Debido a los inconvenientes de hoy... la boda se realizará cuando podamos organizarla bien.

Una vez que declaró la situación continuó fumando su cigarrillo, a su lado el panda continuó jugando con su pelota playera, haciéndose el desentendido como de costumbre.

Akane instintivamente observó fijamente a Ranma con el ceño fruncido y sin pensar reclamó:

—Esto no hubiera pasado si tu no.

Al darse cuenta de lo que iba a decir calló de inmediato, había dicho eso por la simple costumbre de responsabilizarlo y esta vez no tenía argumentos para ello. Se golpeó mentalmente por su estupidez de hablar antes de pensar.

—¡Fue tu culpa! —siseó él.

Akane dejó de mirarlo, tomó su cuenco de arroz y se dedicó a comer rápidamente, el sentido de culpa palpitando fuertemente dentro de sí dejándola incapaz de rebatir lo dicho por el muchacho.

Al terminar de desayunar salieron corriendo de casa. Akane se detuvo a mirarlo y le dedicó su mejor sonrisa.

'Pondré mi mejor esfuerzo para compensar mis errores, te lo prometo, Ranma.'

Ranma se le quedó viendo medio atontado por su sonrisa.

—Vamos al colegio —ordenó Akane para luego retomar la carrera.

El camino fue silencioso, ninguno de los dos sabía qué decir o de qué hablar. Estaban a punto de ingresar cuando fueron interrumpidos por un grupo de jóvenes que iban en dirección contraria a ellos con la clara intención de atacar.

—¿¡Pero qué diablos es...!? —la frase de Ranma fue interrumpida por los gritos enardecidos de la horda.

—¡Akane, mi amor, ten una cita conmigo! —gritó uno con raqueta en mano vestido de tenista.

Akane esquivó con facilidad el ataque y de una sola patada lo envió lejos.

—¡Akane, te amo! —gritó otro, que pertenecía al grupo de kendo.

Antes de que él la atacara Akane lo noqueó de un solo golpe.

Siguió así hasta que acabó con todos los hombres. Ranma seguía atónito sin entender absolutamente nada de lo que ocurría.

—¡Oh, mi amada Akane!

Ranma salió de su estupefacción al oír esa inconfundible voz.

—¿Qué quieres, Kuno? —siseó Akane.

El aludido se acercó y le entregó una rosa roja.

—Ya todo Furinkan está enterado que tu compromiso con Saotome ha terminado, así que desde hoy el que quiera solicitar una cita contigo deberá vencerte en combate —Kuno se acercó más a Akane y posó una mano sobre su hombro—. Ya les advertí que yo soy el único que tiene posibilidad de vencerte, mi hermosa Akane, así que ahora... —se alejó levemente, sacó el bokken de su espalda y apuntó con éste a Akane—, pelea conmigo.

Akane no tuvo tiempo de reaccionar debido a que Ranma se interpuso y de una sola patada envió a Kuno a volar por los cielos.

—¡Pero quién se ha cree ese que es! Ya ni siquiera estudia aquí y viene a fastidiarnos con sus idio...

Ranma fue nuevamente interrumpido, esta vez por las amigas de Akane.

Yuka fue la primera en acercarse.

—¡Akane! Creímos que no vendrías a clases, no pudimos advertirte de nada nos acabamos de enterar de todo, ¿estás bien?

Tragó saliva con dificultad para sonar lo más convincente posible.

—Sí claro, ¿por qué no habría de estarlo?

Sayuri y Yuka se observaron entre sí dudosas de hablar.

—Bueno... —comenzó Sayuri—, nosotros vimos lo que sucedió ayer y hoy Kuno realizó una asamblea para ratificar, frente a todo el alumnado de Furinkan, que Ranma te había dejado plantada en el altar y que por lo tanto su compromiso ya no era válido.

Ranma se acercó a las chicas y preguntó:

—¿Pueden decirme qué fue lo que dijo ese idiota exactamente?

Inmediatamente Ranma se arrepintió de haberse acercado, debido a que ambas le dedicaron la más gélida de las miradas.

Ambas hicieron como si no estuviera, dirigiéndose únicamente a Akane.

—Él dijo —Yuka carraspeó levemente y con voz grave citó—: "El corazón de la dulce Akane está mancillado por el embustero de Saotome, yo Kuno Tatewaki no permitiré que mi dulce amada sea humillada de esa manera, así que a partir de hoy declaro que lucharé por ser el único dueño de su corazón y para todo aquél que quiera tener una cita con ella sólo podrá si la vence en combate. Pero desde ya les advierto que el único vencedor seré yo."

Akane se llevó la mano a la cabeza y con el pulgar y el índice se frotó la sien. Bufó hastiada y dijo:

—Vamos a clases antes de que nos castiguen por retraso.

—Pero, Akane-chan no sería mejor que...

—¡Vámonos ya! Tenemos clase con miss Hinako ahora, no querrán ser drenadas, ¿verdad? —comentó sarcástica tratando de cambiar de tema.

Las chicas obedecieron de inmediato. Ranma las siguió en silencio.

A la hora del almuerzo Ranma se vio rápidamente invadido por Ukyo y Shampoo, cada una intentando darle de comer.

Akane observó la escena con enormes ganas de azotar la cabeza de Ranma con una silla, pero entonces recordó que su principal cometido era no darle al muchacho más problemas de los que tenía así que simplemente tomó su bento y fue con sus amigas a comer a la azotea.


A la hora de salida Ranma y Akane iban juntos cuando nuevamente fueron interceptados por Yuka y Sayuri.

—¡Akane-chan! —gritaron ambas al unísono.

Tomaron del brazo a la aludida y la jalaron en sentido contrario al que ella se dirigía.

—¿Qué sucede? ¿Dónde me llevan? —preguntó Akane.

—Yuka y yo vamos a la heladería y tú vienes con nosotras —dictó Sayuri.

—Puedes irte solo a casa, Ranma —ordenó Yuka.

Ranma las observó con el ceño fruncido, tuvo la intención de reclamar algo pero al ver la mirada decidida de ambas chicas prefirió no interferir, ya estaba agotado de todos los líos del día así que de momento no tenía interés en tener más con las chicas, observó a Akane durante un momento, lentamente y de mala gana se fue rumbo al dojo.

Akane observó atentamente a sus amigas, alzó una ceja y las encaró.

—¿Me pueden explicar de qué va todo esto?

—Akane-chan, Yuka y yo hemos conversado mucho acerca de todo lo que ha sucedido y hemos decidido que te ayudaremos a mantener las distancias con Ranma, al menos por un tiempo.

—Sí —añadió Sayuri—. Sabemos que debes estar pasando por un momento muy difícil y doloroso, ser abandonada en el altar es lo peor que una mujer puede pasar, es por eso que te apoyaremos y si quieres irte de casa puedes contar con mi.

—¡Detente un segundo! —interrumpió Akane—. Creo que ustedes están algo confundidas, en primer lugar Ranma no me dejó en el altar, todo el asunto de la boda fue idea de nuestros padres, sólo eso. Y en segundo lugar yo no estoy herida ni mucho menos quiero huir de casa.

—Nabiki vino esta mañana a Furinkan, nos contó que tú habías accedido a casarte con él y que cuando se lo comunicaste el huyó —informó Yuka.

—¿Nabiki dijo eso? —inquirió Akane.

'¡Diablos!, ¿cómo se enteró ella de eso?'

—Sí —respondió Sayuri—. Vendió esa información a todo el alumnado esta mañana y se fue, luego de eso Kuno congregó la asamblea y bueno, lo demás ya lo sabes.

Akane soltó un bufido, agotada. No quiso dar más explicaciones e inició su camino de vuelta a casa.

—Akane-chan, ¿dónde vas? —consultó Sayuri.

—Me vuelvo a casa. Nos vemos mañana, chicas.

No esperó respuesta y se fue.


Caminó sin rumbo fijo puesto que no tenía ganas de volver a casa, ahí estaría Ranma y no quería verle, se sentía demasiado culpable y verlo acrecentaba ese sentimiento.

De un momento a otro y sin tenerlo previsto se encontró a sí misma frente al consultorio del doctor Tofú y dado que no tenía otros planes ingresó al lugar, después de todo siempre le hacía bien una conversación con el buen doctor.

—¡Buenas tardes! —anunció su llegada.

—¡Akane, que sorpresa! —el doctor se asomó a la recepción e indicó—. ¡Anda, pasa! —Tofú se sentó en la silla y le indicó la camilla.

—Cuéntame, Akane, ¿Te has lesionado otra vez?

—No, doctor, sólo vine a visitarlo, hace tiempo que no lo veía y quería saber cómo iba todo.

Tofú escrudiñó detenidamente a la muchacha.

—¿Qué te sucede, Akane? —preguntó utilizando su conciliador tono de voz.

Akane sintió que sus fuerzas se derrumbaban y la aparente calma que había demostrado a todo el mundo durante lo que iba de día cayó. Sin poder evitarlo se lanzó a los brazos del doctor llorando desconsoladamente. Éste la acunó y acarició su cabellera por largo rato.

Cuando notó a la joven más calmada le indicó nuevamente la camilla para que tomara asiento.

—¿Quieres contarme? —le preguntó.

Ella asintió con la cabeza y comenzó a relatarle la historia desde el principio cuando fue capturada por esas aves hasta lo acontecido el presente día cuando dejó a sus amigas.

Tofú dejó que señalara todo con detalle sin interrumpirla en ningún momento. Hasta que terminó el relato.

—Has afrontado muchas cosas, Akane. Creo que no deberías ser tan dura contigo misma.

Tofú amablemente le dio un pañuelo, ésta se limpió inmediatamente la nariz y negó con la cabeza ante lo dicho por el galeno.

—Nada comparado con lo que Ranma ha tenido que soportar; no puedo dejar de pensar que todo ha sido culpa mía, siempre soy la chica torpe a la que debe proteger o salvar.

Tofú bufó resignado, sabía que nada de lo que dijera haría que dejara de pensar todo aquello.

—Entonces... —habló—, ¿planeas conseguir otro barril de naynnichuan para Ranma?

—Sí, es lo único que he podido pensar de momento. No puedo volver atrás y cambiar las cosas, pero debo remediar de algún modo los errores que he cometido, partiendo con la cura de Ranma.

—Y necesitas dinero para hacer que lo envíen y asumo que no tienes.

Apenada bajó la cabeza.

—¿Por qué no das clases en el dojo? Esa sería una buena manera de reunir el dinero que necesitas.

Akane negó con la cabeza.

—No quiero que nadie en casa se entere de mis planes. Si logro reunir el dinero y aún así no consigo naynnichuan lo único que conseguiré será hacer pasar a Ranma otro mal rato.

—Entiendo —se quedó pensativo durante un segundo pensando de qué manera podría ayudar a la acongojada muchacha. De pronto chasqueó los dedos alegre anunció—. Creo que quizás tenga algo que te sirva.

El buen doctor se puso de pie y fue directo a su estantería de libros, hurgó entre ellos hasta que finalmente encontró lo que buscaba y se lo entregó a la chica.

—¿Qué es esto? —preguntó recibiendo el papel.

—Es un folleto que me dieron en un templo al que fui la semana pasada, está en las afueras de Nerima, hay una oferta de trabajo ayudando al monje, puede que te sirva.

Akane leyó el folleto con detenimiento antes de volver a mirar a Tofú.

—Doctor esto es... un muy lindo gesto, no sabe cuánto se lo agradezco.

Akane comenzaba a sollozar nuevamente pero Tofú la interrumpió.

—Ya no llores, Akane, ya verás como todo se solucionará. Ahora debes volver a tu casa, tu padre debe estar preocupado.

—Sí, doctor —obedeció—. Y gracias por todo.

—No hay de qué, buena suerte.

Akane salió de la consulta más aliviada, incluso la fuerte opresión en su pecho amainó levemente a la luz de una nueva esperanza. Observó una vez más el folleto con la fuerte convicción de que ahí conseguiría dar el primer paso para solucionar sus problemas.


Notas de autor: Y al fin después de mucho tiempo estoy de vuelta con una nueva historia. Llevo cerca de un año escribiendo este fic, pero por diversos inconvenientes laborales no había podido acabarlo antes y no quería empezar a publicarlo sin tenerlo terminado. Ahora que ya lo he hecho podré publicar de manera regular.

Ésta es una historia breve de sólo seis capítulos, actualizaré un capítulo por semana, espero disfruten de leer tanto como yo disfruté de escribir.

Nos leemos.