Llevo mucho tiempo preguntándome por qué Billy me interesa tanto. Por más que trate de odiarlo, por más que diga que es un estúpido al cual el cerebro dejó de funcionar hace mucho tiempo, por más que me repita una y otra vez que no me importa lo que le pase… sigo preocupándome por él.

Sin embargo, yo soy Mandy, la chica que no tiene corazón, la persona que nunca se ha preocupado por algo más que su bienestar. ¿Qué estará pasando? ¿Por qué no puedo dejar que Billy se vaya? No me da miedo estar sola, después de todo, nunca lo estaré pues Huesos debe estar conmigo por toda la eternidad. Y la eternidad es tan grande…

Recuerdo el día en que Billy y yo tuvimos un juicio en el cual discutíamos la tutoría de Huesos, como si él fuera nuestro hijo, como si Billy y yo fuéramos esposos. También recuerdo la vez en que tuvimos una carrera contra el Coco. Ése día, con la mano del terror, el destino me dijo que me casaría con Irvin. ¡Irvin! ¡Ése perdedor! Y no es que Billy no sea un perdedor, pero al menos es más soportable que el idiota de Irvin.

¡Yo soy Mandy! La criatura dueña de la maldad, de la oscuridad, de todo lo que se pueda controlar. No puedo seguir atada a Billy de esta manera, no puedo. Le pediré nuevamente a Huesos que me saque el corazón, que me quite esta incógnita, que me mate si es necesario para dejar de pensar en ese niño estúpido, vecino y amigo mío, al cual conozco hace ya… ¿cuántos años? No lo se. Como decía, al cual conozco hace ya muchos años.

Debo pensar en otra cosa. Diseñaré un plan para deshacerme de Mindy o para lograr que Huesos haga mi trabajo mejor. El otro día, mi madre dijo que no había limpiado bien mi habitación. Debe ser porque estoy perdiendo la cabeza y ya ni siquiera superviso bien las tareas que Huesos debe hacer.

Debería poner a Billy a limpiar mis cosas… ¡Otra vez Billy! Otra vez pensando en él. ¿Será que tengo ganas de verlo? Ya van tres horas sin verlo, él siempre está sobre mí, siempre viene a buscarme. Hasta me he hecho ilusiones con él, con que me quiera en secreto y en que esa sea la razón de su insistencia conmigo. ¡No Mandy!

Creo que ya me acostumbré a estar con él, me acostumbré tanto que sus asquerosidades ya no me parecen tan asquerosas y sus estupideces ya no tan estúpidas. Me he acostumbrado tanto que podría vivir con él sin molestarme, que lo tendría como esclavo más tiempo de lo que cualquiera podría aguantar.

Extraño su risa. Risa de idiota. Y sigo sin comprender por qué me preocupo por él si debería preferir perderlo para así vivir sola y en paz. ¿Y si yo…? No, Mandy no tiene corazón y si lo tiene, no sirve, se descompuso hace algunos años y ya nunca volvió a servir.

Además las personas como Billy son muy fastidiosas. Odio las personas ruidosas que se divierten por las cosas simples. Aunque eso me aseguraría su presencia a mi lado para siempre. Yo soy simple, a él le podría gustar eso. Soy demasiado simple, hasta parezco hombre, parezco todo menos mujer y él lo ha notado. No quiero que lo note, no quiero que pierda su gusto en mí y no me quiera.

Pensándolo bien, Billy me quiere. Él me protegió una vez, tal vez más. Pero así como me ha protegido, así me ha complicado la vida, siendo un estorbo que no puede resolver sus problemas. Sin embargo, eso no me importa, no me afectan sus múltiples y numerosos defectos, para mí Billy es Billy y, sea como sea, así lo quiero.

Sí, no puedo dejar a Billy porque así lo quiero y, si no fuera yo, diría que lo amo.