El cielo comenzaba a aclarar finalizando así la larga noche que había tenido lugar. Algunos pájaros tímidos cantaban apenas y volvían a callar. Se podía oír el silencio, era muy temprano todavía, sin mencionar que estaban casi en medio de la nada. Lo que se veía era bosque y más bosque. Cada tanto el camino se cruzaba con algún río o un arrollo, más o menos profundo.
En ese momento había decidido que lo mejor era parar a descansar, al menos por un rato aprovechando que estaban a la orilla de un río no muy profundo.
Se bajó del caballo y se acercó a la rivera del río, se refrescó y tomó un poco de agua. Cuando volteó la vio sentada al pie de un árbol, profundamente dormida, exhausta por haber cabalgado toda la noche. Aún en ese estado se veía hermosa, espléndida como siempre.
Lo habían conseguido, habían escapado. Eran libres, por fin eran libres de vivir su vida como quisieran, de vivirla juntos. Eran libres de casarse y formar una familia.
Él sintió mucha ternura al verla dormir, tal vez porque le recordaba a la vez que la ayudó a regresar a su habitación, luego de haberla rescatado en la noche que la siguió al circo, o tal vez porque le recordaba a cuando durmieron juntos por primera vez. Fuere como fuere no la despertaría, no ahora. Él podía resistir más tiempo sin dormir, pero no quería que ella tuviera que hacerlo, no quería forzarla a abandonar la vida a la que estaba acostumbrada, y si bien sabía que lo más probable era que tuvieran que trabajar los dos para poder vivir, haría todo lo que estuviera en su poder para que eso no ocurriera.
Buscó en el bolso que le había dado Mary con la comida un trozo de pan, tranquilo y despreocupado, creyendo que ya todo estaría bien. Ninguno de los dos se esperaba lo que ocurriría en sus vidas los siguientes días.

Cuando Cora vio que su hija no estaba en su habitación comenzó a molestarse. Creyendo que estaría como siempre en el establo fue a buscarla.
"¡Regina!" Vociferó en la entrada del lugar. "Tienes que estar presente en..."
No había nadie. Tampoco estaba Daniel. No estaba Rocinante, y faltaba otro de los caballos, una yegua blanca llamada Dulcinea.
"Más le vale a esa chiquilla volver antes de que pase el desayuno." Dijo Cora molesta sin imaginar que su hija no planeaba volver.
Al cabo de un par de horas el rey quiso saber por el paradero de la muchacha que sería su esposa.
"Y Regina ¿dónde está?"
"Ha de estar cabalgando como siempre, eso es algo que le encanta" Dijo Cora con una sonrisa para el Rey ocultando el enojo que tenía con su hija.
"Oh, pues a mi también me gustan los animales, si hubiera avisado podríamos haber ido juntos para poder conocernos mejor"
La pequeña Snow miraba a todos en silencio mientras bebía su taza de té. El acuerdo con Regina era que les diría y les entregaría una carta, pero sólo cuando considerara que ya habían tenido tiempo de escapar lo suficientemente lejos del alcance de su madre o cuando la situación en la estancia comenzara a irse de las manos.
"Hija, ¿te gustaría dar un paseo con Regina mas tarde?"
"¿Qué? Ah, sí, claro que me gustaría padre" dijo ella sonriendo, tratando de que no se notara lo nerviosa que estaba por que no se descubriera antes de tiempo la noticia.

"Hey, dormilona, despierta. ¿No quieres comer algo?" Decía Daniel al oído de Regina.
Ella se movió un poco, abrió los ojos despacio y se estiró.
"Me hacía falta dormir un poco."
"Lo sé, a mi también. Pero también deber comer algo. Mary nos empacó unas empanadas, esas que te gustaron, las de manzanas"
"¿De veras?" Dijo ella con una gran sonrisa.
"Sabía que te gustaría. Ten" dijo dándole una de las empanadas.
"Fue muy amable por parte de Mary ayudarnos."
"Mary te quiere mucho, lleva tiempo diciéndome que debía sacarte de esa casa, me ha contado varias cosas que ha hecho tu madre en estos años"
Regina hizo una mueca intentando no recordar nada de lo malo que había pasado en esa casa, prefería recordarla por las cosas buenas que había pasado allì.
Se quedaron un rato comiendo a la orilla del río, y cuando ya era casi el medio día decidieron que era mejor que siguieran rumbo.
"Snow ya debe de haberles dado la noticia, y si aún no se las dio debe de estar próxima a hacerlo."
"Espero que tu madre no sobre reaccione..."
"¿Mi madre? ¿Sobre reaccionar? ¿Cómo se te ocurre?" Dijo ella sarcástica mientras reía.
"Mejor sigamos" respondió él con un pequeño temor que no admitiría.

"¿¡Que ellos qué?!" Vociferó Cora.
"Se... Se han escapado... juntos." Dijo algo temerosa la pequeña.
"¿A dónde se han ido?"
"No- no lo se, no me lo dijo"
"Tu sabías de eso y no me dijiste nada Snow?" Pregunto muy serio su padre.
"Bueno sí, pero es que prometí que no diría nada. ¡Ellos se aman! Y... querían vivir juntos." Explico la niña.
"¡Ja! Amor... ¿Cuándo no?" exclamó Cora.
El rey suspiró "Ya hablaremos más tarde Snow" dijo aún serio "ahora lo importante es encontrarlos"
"Oh, no se preocupe su alteza, los encontraré, los hallaré así tenga que quemar cada pueblo por el que hayan pasado" declaró Cora.