[Fan-Fic]
Jiкi иiиgγō
―Tomoe & M. Nanami―
Summary: [UA] Arto de su vida como yōkai y de su propio hermano, Akura-ou, el zorro salvaje Tomoe decide vagar por Japón con las intenciones de divertirse solo. El Distrito Rojo del Inframundo lo tiene aburrido y una mala decisión hará que se planteé de nuevo su propio juicio. ―¿He hecho el pacto de sangre… con una humana? {TOMONANA | AKUYAKO | KURAMI | MIZUNARI}
Advertencias: OoC | Violencia explícita | Lenguaje fuerte | Posible NO-LEMON.
Disclaimer:
Kamisama Hajimemashita © Julietta Suzuki
Muñecas de Porcelana © Adilay Himelric
Notas:
Antes que nada una pequeña opinión al respecto del MANGA, pueden saltarse esto y empezar a leer el capítulo si quieren, ;) todo sin problemas:
Hasta el momento espero el siguiente número del Manga ansiosa ya que se quedó en algo muy intrigante; pero… ¡no me vayan a linchar por lo que voy a decir! (si quieren saltarse esto, son libres de empezar a leer el primer capítulo XD).
No sé si soy la única en encontrar a Kamisama Hajimemashita como una historia inspirada en InuYasha y Rurōni Kenshin. ¿Lo soy cierto? :(
Es decir:
1.- Nanami encuentra, por un evento desafortunado, a Tomoe que al principio se niega a ayudarla. Pero después, termina siendo su mejor aliado del que poco después se enamora. (Más o menos como Higurashi Kagome cuando encuentra a Inuyasha al principio de la historia).
2.- Tomoe, siendo un yōkai poderoso y peligroso al igual que sanguinario, se termina enamorando de una humana ―menos mal que Yukiji no tiene mucho que ver XD, [evitando spoilers jaja]―. (Como Inuyasha de Kikyō, aunque aquí Kikyō es una sacerdotisa mientras que Yukiji es la hija adoptiva de un hombre rico).
He de admitir que me hubiese gustado ver un poco más del pasado de Tomoe; sobre todo porque me encanta su imagen de yōkai; ese cabello largo lo hace ver… sexy XD. Además de que su actitud con Yukiji es… ufufufuf, suculenta XD ¡lo amé!
3.- La actitud de Tomoe suele ser intimidante, y en su mayoría, arrogante y sarcástica. Esto es algo de él; pero no sé, cada vez que lo veo como yōkai no puedo evitar recordar la mirada de Battōsai (Himura Kenshin en su época de Hitokiri ―asesino/destajador―).
4.- Al ser encontrado por la persona adecuada, en este caso por Mikage (como Kenshin y Tomoe ―sí, ella se llama Tomoe―. E Inuyasha por Kikyō), Tomoe deja que él borre sus recuerdos con respecto a Yukiji y se decide a convertirse en su familiar, es decir, dejar su vida de yōkai sanguinario; o al menos eso hasta que, por eventos futuros, conoce a Nanami. (Como Kenshin con Kaoru e Inuyasha con Kagome).
Aclaro que no digo que todo porque sea algo malo; simplemente me trae recuerdos XD de mi niñez y no pude evitar notarlo.
En general, es una serie agradable y con personajes fuera de lo común; peleas cortas pero interesantes y una historia, aunque no muy sólida, amena y atrapante. El dibujo que se muestra en cada escena es bueno; sobre todo las sonrisas cínicas de nuestros protagonistas masculinos (awwww Tomoe-samaaaa). Y sobre todo, el modo en el que la autora (¡la gran Julietta-sama!) juega con el tiempo a modo que meternos un susto y aliviarnos después XD es todo un genio.
Y hasta el momento eso es todo lo que puedo decir de esta serie; a pesar de que la actitud de Nanami ya se ha convertido para mí como una piedra en el zapato, los demás personajes como Tomoe, Mizuki, Mikage, Kurama, Ami y hasta hace poco, Akura-ou (Kirihito), son los que me dan los ánimos que seguir leyendo con las esperanzas de que Nanami se ponga las pilas y deje el completo de Mary Sue en potencia a un lado.
Y este es mi homenaje a esa linda historia y espero que la disfruten. ¡Nos leeremos!
•
CAPÍTULO
I
«Un Pacto de Sangre»
En alguna parte de los cielos oscuros, el gran zorro demonio Tomoe tocó con furia la tela de su arruinado, sangrante y humeante kimono*; y con los dientes apretados por imaginar al culpable de tal crimen sonriendo, bajó rápido de las alturas y entró a un enorme (y humano) palacio humeante. Pisando el suelo fuertemente dejando un rastro de quemaduras con forma la forma de sus huellas negras se apresuró a su destino.
¡Maldición!
―¡Akura-ou! ―exclamó pateando la puerta de un enorme salón.
Sentado en un despampanante trono de oro y joyas preciosas, con una pose despreocupada, un pie encima de su rodilla izquierda y su mentón apoyado en el dorso de su mano derecha, Akura-ou miraba divertido a su hermano zorro entrar refunfuñando y escupiendo fuego, literalmente, por la boca. Aunque el fuego fuese azul.
La imagen del yōkai* Tomoe enojado sería suficiente para hacer que el hombre (humano o yōkai) más valiente se orinase en los pantalones. Pero en lo personal, Akura-ou estaba muy divertido porque finalmente había logrado su cometido que era que su hermano zorro estuviese así de molesto, y con una mirada que le mostraba sin problemas las ganas que tenía Tomoe de arrancarle la cabeza.
Divertido, sencillamente divertido.
―¡Hey hermanito! ¿Qué cuentas?
Tomoe hizo lo que pudo para desvanecer la expresión de furia de su rostro (porque sabía que el demonio pelirrojo gozaba verlo molesto) y zangoloteó el… ex hermoso kimono que hace 200 años le había costado toda una fortuna. Y no era para menos, la tela del kimono, azul y de preciosos y detallados bordados, había sido hecha en los confines del Inframundo por lo que tenía su propia función: la de resistir cualquier tipo de fuego, incluso el suyo.
¿Qué diablos le había pasado? ¿Por qué estaba hecho pedazos y por qué estaba humeante? Tomoe no quería saberlo.
Porque ahora no era más que un despojo de tela raída e inservible que ya no valía su tiempo.
Pero estaba molesto. Hasta hace algunos días Tomoe había logrado mantener ese valioso kimono lejos de Akura-ou, pero como siempre, Akura-ou lograba encontrar lo que sea que Tomoe considerase valioso e importante para él, y siempre con un sólo objetivo: usarlo y destruirlo.
―Akura-ou. ¿Se puede saber qué es lo que ocurre por tu cabeza cada vez que tomas uno de mis valiosos kimonos para destrozarlo en uno de tus ridículos juegos? ―gruñó desapareciendo el kimono bajo su fuego. Muestra clara de que ya no le servía para nada.
Akura-ou sonrió arrogante y se levantó de su trono para caminar hacia Tomoe, quien le miraba con unos ojos afilados.
―¿Ridículos juegos? Estás hablando de lo que más nos divierte ―dijo mostrando una faceta inocente; y aunque eso en mínima parte fuese cierto, no aplacó la ira que Tomoe sentía bajo su máscara de seriedad.
―Es el quinto kimono que me robas y destruyes este mes; el octavo que manchas de sangre esta semana y el milésimo que me robas en lo que va del año ―Y apenas empezaba el mes de marzo; Tomoe apretó sus manos y suspiró. No era el momento de golpear la cara de su hermano, debía contenerse un poco―. Ya te había dicho que no quiero tus manos sobre mis cosas. ¡Son mías!
Alrededor tembló y se oscureció, pero Akura-ou permanecía con esa cara sonriente y jovial que Tomoe tanto ansiaba quemar hasta hacer cenizas.
Controlando sus instintos más primitivos, Tomoe le dio la espalda a Akura-ou dispuesto a marcharse.
―¿A dónde vas? ―le preguntó el yōkai pelirrojo a su hermano albino.
―A esconder lo que quede de mi ropa ―murmuró molesto. Pero Akura-ou iluminó su rostro.
―¡Me encanta cuando jugamos así, hermano! ¡Tú ocultas, y yo busco!
No te exaltes. Respira…
Entonces una chispa de ingenio iluminó la cabeza de Tomoe haciéndolo detenerse donde estaba. Si bien sabía que esconder sus kimonos y más cosas de valor no servirá de nada contra ese yōkai infame, entonces podría hacer algo más.
Una última estrategia, para salvar lo último que le quedaba de nervios sin la marca de Akura-ou.
―Tengo una idea, hermano ―dijo Tomoe sonriendo pícaramente―. ¿Te apetece jugar, esta vez conmigo?
―¡Un juego contigo! ¡Sí! ―saltó cual niño pequeño―. ¿A quién destrozamos?
―No, no ese tipo de juego.
―¿No? ―ladeó la cabeza confundido―, ¿entonces cuál?
―Yo me escondo ―se apuntó a sí mismo con el dedo índice. Después apuntó a Akura-ou―, tú me buscas.
No dejó de sonreír aunque por el semblante de Akura-ou, el zorro dedujo que la idea no le parecía muy atractiva al Rey Demonio, el de quedarse solo y no molestarlo por un tiempo; tendría que hacer algo más.
Vamos piensa.
―Cuenta hasta… ―pensó y pensó. Akura-ou miraba impaciente―… el mes en donde la luna esté roja, y comienza a buscarme; y si me encuentras antes de que salga el sol, dejaré que uses todos los kimonos de mi almacén especial. ―Tocó la manga de su propio kimono y lo estiró una y otra vez de forma delicada y elegante―. Todos los que quieras.
Akura-ou pensó detalladamente; si él usaba los kimonos de Tomoe, aún con su permiso, él iba a molestarse mucho verlos hechos pedazos. Además, el tiempo a trascurrir antes de empezar a buscar sería poco ya según sus cálculos, la luna estaría roja en los cielos en 3 meses. Y sin Tomoe cerca, podría hacer las masacres que quisiera, y cuando encontrase a su querido hermano, haría pedazos partes del mundo entero usando la ropa más costosa que Tomoe hubiese podido comprar. Gozaría destrozar cada prenda y ver la expresión de su hermanito al hundirse en su propia derrota.
3 meses para reclamar un triunfo monumental sobre su querido hermano.
―Mmmm, muy bien ―dijo. El interior de Tomoe dio un suspiro, al fin tendría un poco de paz―. Pero promete que no me joderás cada vez que quiera destruir un pueblo.
―Eso sólo lo hago cuando llevas puesta mi ropa ―se excusó de brazos cruzados.
―Es cierto… ¿y por qué no lo has hecho ahora?
Tomoe se tensó un poco. La verdad es que se desde el momento en el que Akura-ou le había propuesto ir intervenir en una guerra humana y masacrar a todo lo que se moviese, Tomoe se había fugado al Distrito Rojo* del Inframundo con las intenciones de escapar de ese idiota sádico, pero cuando una de las hermosas Tanuki* le preguntó por el kimono en cuestión, y al revisar su guardarropa, prometiendo regresar a la diversión, notó que no estaba. Toda muestra de alcohol ingerido y del buen humor que pudo haber acumulado se esfumó de su organismo; a Tomoe no le costó mucho saber en dónde estaba el kimono.
Y encontrarlo (después de una gran rabieta en los cielos) sobre el cadáver de un repulsivo humano le hizo encender toda llama de furia.
Aún con el olor de sangre y carne quemada, Tomoe pudo notar el olor perteneciente a Akura-ou en la tela.
Entonces fue a verlo iracundo.
―No te incumbe; además, no siempre miro mi guardarropa ―refunfuñó casi lamentándose de no hacerlo más seguido―. Entonces, ¿es un trato? ―estiró su mano hacia el pelirrojo quien al mirarla, sonrió y la estrechó con la suya dando un suspiro.
―Es un trato. Mira bien dónde te escondes, hermanito, no vaya a ser que pueda yo esconderme atrás de ti una vez que te encuentre y… ―hizo movimientos graciosos con sus manos―, ¡BU!
―Recuerda que no puedes empezar a buscarme hasta que la luna roja esté visible en el cielo. Y pierdes si no me encuentras antes del amanecer.
―Bien, bien. Pero… ¿sabes, hermano? No sé por qué haces tanto esfuerzo, sabes que te encontraré en donde quiera que estés ―alzó los hombros y se dio la vuelta―. Tanto a ti como a tus cosas más valiosas.
―Hey, espera, hermanito.
―¿Qué? ¿Acaso no deberías estar corriendo ya? ―se burló el Rey Akura-ou. Pero la sonrisa poco a poco se fue desvaneciendo mientras veía los ojos de Tomoe encendidos con una mueca divertida―. ¿Qué?
El zorro blanco se rio y le dijo al Rey.
―Qué aún no has terminado de escuchar lo que yo tengo que decir. ―El Rey lo miró sin entender―. ¿Qué pasa si yo gano?
―¿Eh? ―el pelirrojo suspiró y sabiendo bien que no iba a poder debatir contra Tomoe acerca de ganar algo para el sabiendo―, ¿qué quieres?
―Si yo gano. Dejarás de tomar todo lo que me pertenece.
Si antes Akura-ou permanecía feliz y divertido, ahora ya no había ni rastro de ello en él; sólo una mueca de seriedad.
Poco después, justamente mientras el sol salía para dar un vistazo a lo que había quedado de todo un imperio humano (cenizas y cadáveres regados por doquier), Tomoe salió volando en una gran bola de fuego azul. No miró hacia abajo, seguramente el nauseabundo olor de la carne y los cimientos quemados lo harían vomitar.
Menos mal que el Rey Akura-ou había estrechado el pacto antes de que Tomoe diese su condición al ganar; obviamente el Rey no iba a aceptar, o al menos se lo pensaría por varios días, una propuesta como esa. Después de todo, si de algo el demonio gozaba plenamente era apoderarse de todo lo que Tomoe quería y poseía. Ahora estaba molesto y refundido en un trono de oro con la cara deformada por la ira.
Pero para Tomoe, el humor de Akura-ou no era problema suyo; el Rey podía partirse la cabeza en dos (literalmente) por el engaño pero hasta donde Tomoe sabía, Akura-ou jamás preguntó nada y había hecho un trato con él.
Un pacto de sangre.
Porque por si algo Akura-ou había decidido dejar a Tomoe con una sonrisa en el rostro, fue porque ambos volvieron a estrechar sus manos, esta vez con una cortada en diagonal en las palmas, recitando el juramento demoniaco para un pacto de sangre que se debía respetar; no importaba lo que Akura-ou significase para los Dioses y hombres, incluso ese poderoso demonio podría morir si no respetaba la ley de un pacto como ese. Y lo mismo iba para Tomoe. Si él perdía, y no cumplía su palabra, de él sólo quedarían las prendas de las que tanto se enorgullecía sobre sus cenizas.
Pero ahora estaba libre, él y su guardarropa, para ir a donde quisiera. Y ya sabía a dónde empezar su diversión solitaria.
…
Akura-ou se mordió el labio inferior.
Bien jugada.
Tenía que darle crédito al zorro embustero, realmente estaba dispuesto a pararlo con respecto a tomar sus cosas… por eso y porque el pulgoso era el único yōkai que el gran Rey Akura-ou respetaba y consideraba un perfecto colaborador, dejó que Tomoe se saliese con la suya… por ahora.
Miró su mano derecha, la que había usado para cortar su piel y dejar que la sangre de él y la de Tomoe se conectará en un pacto silencioso y personal entre ambos hermanos. En su palma había una marca, el ala negra de un murciélago que abarcaba toda su piel, siendo atravesada por la cicatriz de la cortada.
Cerró su mano de golpe y se levantó del trono.
Se quedaría ahí por un par de días; se buscaría a un par de súbditos inútiles y armaría un nuevo ejército para atacar cuantas aldeas humanas pudiese; y si algún yōkai lo retaba a una pelea (porque nunca faltaba un pobre iluso) disfrutaría matándolo.
«Escóndete bien, Tomoe. Escóndete muy bien».
Y lo decía porque Akura-ou lo conocía bien, y de hecho, porque lo conocía, ahora podría decir sin error el lugar donde estaba ahora mismo ese zorro adicto al alcohol y a la lujuria. Porque por más que se las diese de yōkai serio y centrado, Tomoe no podía evitar que ese lado suyo, ese que hasta el mismo zorro declaraba odiar, saliese a la luz; ese lado que ambos compartían a la perfección: el gusto por las mujeres y el sake*.
…
―¡Tomoe-sama! ―exclamaron varias hermosas Tanuki saludándolo y recibiéndolo con sus mejores prendas. No había más clientes, él era el invitado estrella y lo sabía.
Tomoe sonrió y degustó ver cómo las mujeres se desvanecían al verlo, incluso pudo oler cómo algunas se mojaban entre las piernas; le encantaba esa atención, esas miradas de lujuria sobre él y nada más le encantaba que complacer su lado más perverso con ellas. Siempre delgadas y con la piel más suave que cualquier humana (nada más bastaba con verlas a ellas para saberlo) pudiese siquiera soñar en tener. Bien maquilladas y perfumadas.
―Por favor, venga por aquí ―lo guio una Tanuki que Tomoe conocía bien pero cuyo nombre jamás recordaba por más que ella se lo repetía―. ¿Quiere el sake de siempre?
―Ya sabes lo que quiero; apresúrate, no estoy de humor para esperar.
La Tanuki lo dejó solo y se marchó rápidamente; Tomoe se acomodó en el tatami* de la habitación y miró el techo distrayéndose. ¿Desde hace cuánto tiempo hacía eso? Matar, acostarse con mujeres, beber sake, dormir en un sitio en donde ni siquiera el propio Akura-ou lo encontrase hasta que despertara y volver a matar.
El shoji* de la habitación se abrió y a ella ingresaron 4 hermosas Tanuki con galantes kimonos y fragancias enloquecedoras; otras 3 ingresaron con charolas de madera con varios tokkuris* y un sakazuki* rojo.
―Por favor, Tomoe-sama, déjenos consentirlo.
Tomoe tomó el sakazuki y dejó que la Tanuki le sirviese sake. Bebió y se dejó acariciar por diversas manos femeninas, delgadas, cálidas y suaves. No pasó mucho antes de que, entre charla, risas y más charla, Tomoe pidiese que 2 mujeres Tanuki se quedasen con él. Estaba ebrio pero no lo suficiente como para no poder ejercer su mayor pasión.
Literalmente les arrancó los kimonos…
»¡Tomoe-sama! Es usted muy brusco… ―claro que eso no pareció molestarlas.
Las tumbó sobre el tatami y las poseyó como a él le pareció; siempre debajo de él. Nadie encima suyo aunque las Tanuki le prometieron que sería igual de placentero.
»Ahora escúchame con atención. Nadie, nunca, está encima de mí ―le aclaró a la última Tanuki consiente antes de que ella se corriese dejando un grito de satisfacción al aire. Tomoe salió del interior de la mujer antes de correrse también.
Y aunque estaba cansado, mayormente por la rabieta que hizo por su kimono, Tomoe no durmió en el establecimiento; se vistió y se fue del Distrito Rojo como llegó: lúcido, serio y con un hueco en el pecho. Uno que sólo parecía llenarse con sake y mujeres, pero curiosamente hoy no pasó nada.
Sí, como siempre gozó de poseer a las mujeres más hermosas de esa noche; pero ese sentimiento pasó más rápido en esta ocasión.
»Regrese pronto. ―Dudaba que eso pasaría al menos hasta que pasaran 3 años más. Necesitaba aclarar su mente.
Acarició los mangos de sus katanas y se quedó acostado encima de una rama del enorme roble terrestre que lo protegió bastante bien de la luz de la luna llena.
¿Tanto había tardado en el Distrito Rojo?
El tiempo pasaba rápido cuando se divertía.
Se acarició el miembro con sus dedos y meditó nuevamente, cuando las Tanuki lo acariciaban ahí, él las detenía. ¿Por qué? A todos los hombres les gustaba que una mujer les acariciara ahí, e incluso, que se lo llevaran a la boca; pero por una extraña razón que Tomoe desconocía, a él no le gustaba que nadie le tocase el cuerpo. Quizá pudiese permitir que le arañasen la espalda mientras él las penetra, pero nada más fuera de ahí. Y de hecho, eso no era muy usual ya que siempre posicionaba en cuatro a sus mujeres de modo que sólo él pudiese tener el control.
No le gustaba que ellas lo tocarán, mucho menos su rostro, no le gustaba que esas manos sucias le tocaran la cara; sabrá Dios cuántas caras masculinas habrían tocado antes.
No podía concebir que un par de manos impuras le tocaran el rostro.
―N-no… no podemos hacerlo aquí…
Y hablando de impuros.
No había nada más repugnante para Tomoe que ver a un par de humanos apareándose.
Un hombre y una mujer, estaban en un robre al lado del suyo; y él dejaba que ella lo besara en los labios, él dejaba que ella lo tocara y que lo abrazara con los brazos y piernas.
Él le subió el kimono hasta la cintura y la embistió cuando se deshizo de sus ropas. Ella aún le rodeaba la cadera con las piernas.
Esa postura parece interesante…
…
¡Bingo!
Tomoe saltó de la rama del roble cuando ese par de humanos se acostó sobre el pasto, agotados y sudorosos; pudo haberlos matado pero los dejaría libres porque le dieron una idea.
Una idea que tanto lo ayudaría tanto a mezclarse con el mundo humano, como lo dejaría fuera del radar de Akura-ou.
De entre sus ropas, tomó una hoja que más tarde le ayudó a convertirse en un niño pequeño; una versión más joven de él y sin las orejas que lo identificaban como yōkai. Perfecto, de ese modo, su poder disminuiría de tal manera que Akura-ou no podría hallarlo en tan solo una noche, además de que en esa transformación pocos serían capaces de reconocerlo como yōkai y quienes pudiesen, ni modo, tendría que eliminarlos rápidamente y sin compasión.
Y para dar más dramatismo a su aspecto, se las arregló para que sus ropas se viesen viejas y sucias, manchando su rostro con algo de lodo. Y cuando terminó, miró a los seres inferiores.
Más a la humana.
Las humanas parecían tener mucha pasión dentro de ellas; quien sabe, quizá rivalizaran bien con las Tanuki.
Y por ello decidiría cambiar de aires.
Si con las Tanuki no había logrado conseguir la satisfacción sexual que buscaba, entonces probaría a las humanas. Y si las humanas no le funcionaban regresaría con las Tanuki, así que lo viese por donde lo viese no tenía mucho que perder.
Se encaminó hasta la aldea humana más cercana y miró fijamente una enorme construcción hecha con madera. En las puertas había un tablero que ponía con kanjis*:
T
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M
P
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M
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K
A
G
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Tomoe ladeó la cabeza, confundido, ¿un templo con olor a Distrito Rojo?
―Hola pequeño ―le habló una mujer atrás suyo―. ¿Qué buscas aquí?
Se giró para ver a una mujer con un galante kimono, sus hombros estaban descubiertos y su apariencia era sin duda una muy preciosa. No era muy joven pero no era demasiado madura. De todos modos, ella era muy joven para él.
―N-no tengo… a… a donde ir.
Zorro mentiroso. Ja, qué curioso, por un segundo creyó escuchar la voz de Akura-ou susurrándole en su oreja.
―Ya veo.
Bajo esa capa de inocencia y miedo, Tomoe sonreía por saber que ya tenía un sitio donde dormir y… divertirse. Entonces un olor llegó a su nariz; uno delicado y no exprimido de ninguna esencia barata o costosa. Uno que se quedó impregnado en su cerebro apenas entró por sus fosas nasales.
―¡Es-es-espéreme Yukiji-san!
¿Pero qué…?
Tomoe giró su cabeza a la derecha y entonces su corazón se detuvo.
―Fin de Capítulo―
Definiciones:
1.- Kimono: vestimenta típica japonesa más elaborada que la yukata, llamada así tanto como para hombre como para mujer.
2.- Yōkai: Demonio, en japonés.
3.- Distrito Rojo: O Barrio Rojo es un sitio caracterizado por ser un sitio lleno de libertinaje y lujuria.
4.- Tanuki: (Según el Manga original) son las mujeres habitantes del Barrio Rojo, que parecen gozar de su estatus de mujeres de compañía, además de que cuentan con una apariencia adorable e insinuante.
5.- Sake: Licor japonés. Se puede servir frío o caliente.
6.- Tatami: Una cama muy similar a una alfombra.
7.- Shoji: Puerta corrediza muy típica en establecimientos y viviendas japonesas.
8.- Tokkuri: Botellita donde es conservado el sake.
9.- Sakazuki: Tipo de vaso, muy parecido a un platillo, usado para servir sake.
10.- Kanjis: Símbolos que representan la caligrafía japonesa.
Espero que les haya gustado este capítulo.
¿Saben? Sé que tengo muuuchos fics por terminar, pero es que no pude evitar publicar este para saber qué les parece, a mi me gustó ya que voy a jugar un poco con Tomoe-sama y Akura-ou-sama. Muajájájá.
Intentaré poner las continuaciones lo más rápido que pueda, pero no duden que lo terminaré.
¡Comenten si les gustó!
¡JA NE! :)
