El primer amor no se apaga.
1: Partida.
Un niño de ocho años buscaba a su hermano menor en el patio del orfanato. Pronto será la hora de comer y prefiere evitar que los mayores lo molesten. Lo termina encontrando en el sube y baja con una niña de cabellera naranja, la hija de la cocinera, y sonríe al verlos reír y conversar.
—Te lo digo, a mi hermano le va a gustar.
—Pero está muy feo comparado con lo que dibuja Seto. Se va a burlar.
—¡Claro que no! Le gustas a Seto, él no haría nada que te lastime.
La niña se ruboriza por oír aquella inocente confesión. Y no fue la única. El pequeño Seto tenía la cara roja y, maldiciendo la lengua de su hermano, llama a ambos con un grito. Apenas escucha la palabra comida, Mokuba corre feliz ya que su amiga le dijo que su mamá iba a preparar su comida favorita por haberse recuperado del resfriado. Ella se ríe de su entusiasmo mientras corre hacía Seto y lo toma del brazo.
—Vamos o nos va a robar nuestra ración.
—Espera.—Sujeta su muñeca para detener su carrera y captar su atención.—¿A qué se refería mi hermano con mostrarme algo?
La hija de la cocinera se vuelve a sonrojar y mira el césped de la vergüenza. Pero no tarda en armarse de valor y saca de su bolsillo de la falda un papel doblado. Lo desdobla y revela el dibujo de un dragón alzándose al cielo con el hocico abierto como si aullara. El dragón es blanco y de ojos azules, lo mejor detallado que pudo ella hacer con sus seis años. Y en el lado inferior derecho está escrito su nombre: Serenity Wheeler.
—Yo… cuando nos contaste del parque, quise poner mi granito de arena. Recordé que hablaste una vez de lo mucho que te gustaría tener los dragones, así que pensé "el parque de Seto necesita una estatua enorme del dragón o no sería suyo"… y por eso decidí que debía diseñártelo.
Seto la escuchaba pacientemente, sin despegar los ojos de la obra. Se ve tan serio que la pequeña Serenity cree ciegamente que lo odia y se enojara con ella por meterse en sus cosas. Balbucea al borde del llanto una disculpa e iba a guardar su dibujo si Seto no la hubiera agarrado de los hombros.
—¡Muchas gracias Serenity!—Le sonreía con tanta emoción que se veía lindo a los ojos de su amiga.—¡Es perfecto! ¡Tuviste una idea genial!
—¿De verdad te gusta?
—Claro que sí, ¿Puedo quedármelo?
—Lo hice para ti, pero, ¿Seguro que no prefieres dibujarlo tú?
—¡Para nada! ¡Es tu idea y tu aporte Serenity! ¡Tiene que ser tu dibujo y me aseguraré que todo mundo sepa que es tuyo!
Serenity sonríe de felicidad y le entrega el dibujo con más confianza ahora.
—Y también… Serenity.—La niña lo mira sin entender su cambio abrupto. Antes estaba todo emocionado y ahora se veía tímido e inseguro.—Cuando lo consiga… tenga mi parque con tu estatua hecha realidad, te… ¿te casarías conmigo?
Por tercera vez consecutiva Serenity se sonroja hasta las orejas. Y Seto esta igual. Los dos miraban el suelo, avergonzados y sin prestar atención el timbre que anuncia el almuerzo. Serenity lo mira de reojo, cautivada de verlo apenado ya que no es frecuente en él. Sonriendo, agarra el meñique de Seto con el propio, como hizo con su hermano mayor dos años atrás antes de ser separados.
—¡Es una promesa entonces! ¡Yo, Serenity, me convertiré en la esposa de Seto!
Sus palabras lo hacen sonreír.
—Yo, Seto, prometo pedirte matrimonio y casarme con Serenity una vez alce mi parque de atracciones con tu estatua.
Con su promesa dicha, corren de la mano al comedor.
