No habia animado a publicar este fic por algunas cuestiones personales... sin en cambio, me convencí para traerlo y es por eso que lo estoy publicando n.n

Espero que les guste

Lies that matter

"I Hate Myself For Losing You"

Por obra del movimiento de rotación y translación de la tierra, la ciudad se encontraba envuelta bajo el manto del invierno. Con las calles llenas de niebla, los pisos cubiertos de pequeños copos de nieve, sus habitantes vistiendo pieles y abrigos que pudieran proteger su dermis de las inclemencias climáticas; todos a unas cuantas horas de festejar una fecha importante señalaba en el calendario: La navidad.

Las tiendas vestían colores seductores ante las pupilas. Tonos dorados, rojizos y verdosos, adornaban las pasarelas y ventanales donde anunciaban sus productos.

Un pequeño de cabellos rubios, cortos y crespos, pegó las manos protegidas por lana, a uno de los cristales, intentado visualizar mejor con sus pupilas azuladas, el tren que corría por la vía haciendo «chu, chu», mientras pasaba por debajo de un puente, bajo el árbol de navidad, en el aparador.

-"Eso es para niños"- Escuchó la voz familiar de otro rubio de cabellos lacios y un poco más largos que los suyos, unos meses mayor, y que siempre se comportaba como si no tuviera la edad que sus facciones delataban.

-"Disculpame"- Frunció el ceño a modo de respuesta, dejando de observar el juguete para mirarle con cara de pocos amigos. –"Tengo sólo siete años"- El otro alzó los hombros, indiferente.

-"Yo también y no pienso pedirle al viejo barbón ese..."

-"Santa Claus..."

-"... que me traiga un trenecito"- Continuó, ignorando totalmente su corrección. El más pequeño bufó ante su insolencia. A veces como lo odiaba por creerse mejor, cuando no lo era; quizá por tener los padres que él no podía... pero eso no le hacia superior...

-"Niños, es hora de irnos"- Dijo una mujer saliendo de la tienda, cuyas hebras de cabello, eran tan doradas como el sol que las nubes se negaban a mostrar.

-"Tía, Shaka me esta molestando"- Se quejó el rubio rizado tirando del abrigo de piel, en lo que su propia mano tallaba su ojo derecho.

-"Rajón, mentiroso..."- Murmuró el delatado cuando la mujer clavó sus pilas en él, con una mueca de aprensión

-"Haber ¿Qué tienes que decir en tu defensa, jovencito?"- Le sostuvo la mirada al tiempo que respondía

-"Soy inocente y lo puedo firmar ante la corte de los Estados Unidos..."- Declaró con la mano en el pecho. Su madre sonrió, aunque al otro niño no le causó tanta gracia

-"Bajele que no es para tanto"- Le riño con una ojeada recelosa, entrelazando los brazos sobre su pequeño estomago. El otro le alegó

-"Algún día seré un gran abogado, tengo que estar listo para presentar mi defensa cuando se me acuse tan cruelmente como lo haces tú"

-"Ya párale Shaka"

-"Tú comenzaste Milo"

Ambos se habían situado frente a frente, retándose con la mirada, casi al punto de querer estrellar el puño cerrado contra la cara del otro; pero la que mujer se apresuró a separarlos con su propias extremidades.

-"Niños, niños, niños. Es víspera de navidad, no deben pelear."- Pero las chispas parecían seguir surgiendo de las pupilas de ambos infantes. –"Mejor vamos a casa. Dana (NA: se pronuncia Deina) debe haber preparado el panqué navideño que tanto te gusta, Milo"- El mencionado olvidó la disputa con su primo, para sonreír con ganas, mostrando los dientes a modo de emoción. Shaka iba a hacer otro comentario sobre lo infantil que era, cuando su madre le tomó la mano y acalló las palabras que iban a nacer de sus labios, con un fuerte apretón.

A la mujer no le gustaba que su propio hijo incomodara a su sobrino, ya que el pobre había perdido a sus padres en un "accidente", cuando el invierno había cruzado cinco veces por la línea de su vida. Y ella lo quería como si fuera de su propia descendencia, aunque el niño no llevara su misma sangre por las venas, si no la de su esposo.

Sin embargo, a pesar de todo el amor que le profesaba a dicho infante, no podía revelarle ciertas cosas, tales como la causa verdadera por la que sus padres habían dejado de existir. Sencillamente sentía que era un golpe muy duro que no podía soportar. Era como decirle que su nacimiento había sido por un accidente...

Continuaron el trayecto por las vistosas calles, deteniéndose en algunos aparadores cuando al pequeño Milo se mostraba encantado por algún juguete o producto anunciado; y aunque a Shaka, más de una ocasión le hubiera encantado hacer un comentario sarcástico, tuvo que abstenerse o ser sometido a un fuerte apretón de su manita, como acto represivo de su madre.

La joven, al dar la vuelta en una calle, fijó la vista a ambos lados de la acera, como uno normalmente lo haría al cruzar la calle. Y ahí estaba, a escasos pasos de su destino, del sitio donde tendría que pasar para recibir algo; aunque sabia que podía ser imprudente llevar a sus dos niños con ella, eso podría hacerla parecer más normal que cualquier otro atuendo o peluca que hubiera decidido vestir.

Un hombre con gabardina negra salía de un local, con algunas bolsas bajo el brazo simulando las compras navideñas.

-"Milo, ponte bien el gorro"- Indicó la rubia observando a su pequeño sobrino, quien enseguida acató la orden, soltando su mano. Los orbes de ella se concentraron luego en el sujeto que caminaba hacia ellos.

Estaban a pocos pasos del contacto...

-"¡Detente ahí!"- Gritó un sujeto completamente vestido de negro, saliendo del mismo sitio de donde el primero había procedido. El cuerpo de la mujer tembló, eso lo percibió Shaka a través de su agarre.

El hombre viró el torso hacia atrás, antes de salir corriendo y compartir una mirada con la joven. Empujó al pequeño Milo a un lado para abrirse camino, mientras hacia lo mismo con su tía, y desaparecía entre la demás gente con varios captores detrás de su vida.

-"¡Qué loco!"- Exclamó indignado el rubio crespo, levantándose y sacudiendo su ropa invernal.

-"Tenemos que irnos..."- Dijo ella de pronto, con un temblor bastante notable en su voz

-"¿Pasa algo tía?"- Inquirió, pero la pregunta quedó al aire cuando le tomó la mano y corrió con ambos infantes en la dirección contraria hacia donde los otros se habían dirigido.

Pero ninguno de los niños entendía el motivo ni la causa que les hacia huir con tal desesperación, tanta que parecían volar como papalotes, tomados de la extremidad por su familiar.

-"Aquí «Celeste». Estoy cerca de la avenida 10, vengo con mi sobrino y mi hijo; necesito un medio de escape pronto"- Comenzó a decir ella sin dejar de correr, atropellando a todo el que se interpusiera entre el escape y su cuerpo. –"¡No sé si me reconocieron! Sólo dime como diantre salgo de aquí..."- Los niños se preocuparon por su estado de salud mental, pero no dijeron nada.

Al poco tiempo, la mujer llevaba al estacionamiento de un centro comercial y abría la puerta de un auto sin el menor cuidado, comos si fuera de su propiedad, o estuviera simplemente estacionado, esperando que llegara. Ambos infantes subieron con la mujer en el asiento delantero, mientras ella encendía el vehículo y colocaba algo debajo de la guantera. Era un aparato que les permitía escuchar la voz de un hombre

-"Dirigete hacia el puente, en la desviación debes perderlo"

-"¡No arriesgaré a mi niños!"- Exclamó ella pisando el acelerador

-"Eso debiste pensarlo antes, Artemis"

-"¡Cierra la boca! Dedícate a encontrar una forma para salir de aquí"- Los niños la miraban sin comprender nada del asunto...

Primero los hombres extraños, luego su comportamiento tan difuso y la voz de ese sujeto que resonaba en el interior del auto

-"Quizá puedas usar la desviación de la central, está a cinco minutos de tu ubicación"

-"Entendido"- Dio la vuelta en un callejón y siguió conduciendo; pero tan de pronto como creyó que todo estaba bajo control, algo rompió su parabrisas trasero. Shaka y Milo se cubrieron la cabeza con las manos, mientras la mujer apretaba los dientes, reconociendo aquél sonido como propiedad de una bala –"¡Me persiguen!"- Exclamó. –"No creo que el agente Bolton me delatara, quizá ellos se dieron cuenta"- Un segundo disparo rompió lo que quedaba del vidrio. El rubio lacio comenzó a llorar –"¡Shaka! Dime que estas bien"

-"No esta herido"- Comentó el otro rubio revisándolo. Tenía tantas ganas de llorar como su primo, pero sabía que hacerlo, sólo distraería a su tía y agravaría más la situación

-"¿Me oyes, Anderson?"- La radio parecía comenzar a fallar. Artemis estaba sola, bajo los tiros de sus perseguidores, con las personas más importantes para ella a punto de morir si no hacia algo, con aquél documento de suma importancia en su bolsillo. –"Milo, tengo que pedirte un favor."- Comenzó a decirle aumentando la velocidad y virando con frenesí por una calle para tratar de perderlos –"Saca un papel de mi gabardina"- Las llantas rechinaron cuando volvió a virar. El pequeño obedeció, confundido por todo lo que acontecía en aquella víspera navideña. Shaka gimió con mayor fuerza, asustado cuando su cuerpo golpeó contra la puerta

-"Aquí esta"- Le mostró la hoja hecha una pequeña bolita

-"Bien... memoriza su contenido"- Con una mano tomó el volante, con la otra un arma de fuego. El rubio crespo observó el papel, dubitativo. No estaba seguro de poder hacerlo, no con los nervios a flor de piel. –"¡Hazlo!"- Ordenó ella dando la vuelta y sacando el brazo para dar tres tiros hacia atrás

Las pupilas cerúleas del pequeño analizaron cada palmo del documento, después cada una de las escenas materializadas: su primo inconsciente, con un hilo de sangre en la frente, su tía aún manejando, echando maldiciones cuando todo parecía perdido... luego el papel... un sonido consecutivo, tedioso... a ella gritando mientras se arrojaba sobre ambos niños... él cerrando los ojos, luego sobrevivo un dolor indescriptible que le hizo gritar, seguido por un profundo mutismo y total oscuridad.

Fifteen years later

La música de fondo era pausada, romántica, creando un ambiente perfecto que acompañaba a la joven pareja aquella noche.

-"Tengo algo que decirte..."- Dijo una joven mujer rompiendo el literal silencio. Su cabello rubio se desbordaba por el cojín donde tenia apoyada la cabeza, mientras su novio –de cabellos tan ojos como el fuego- dejaba suaves besos en su vientre descubierto, y le apresaba las manos a la altura de las mejillas

-"Soy todo oídos"- Respondió sin desistir en su tarea.

-"Camus, es importante"- El pelirrojo situó sus pupilas caobas en los zafiros de su novia

-"No me gusta tu tono"- Se incorporó en el sillón, a la par de ella, sentándose a su lado sin despegar la vista de aquella bella criatura. –"¿Es muy serio?"- Un ligero temblor recorrió cada fibra de su organismo al sentir su turbación. –"Mariah..."- (NA: se pronuncia Maraya) Trató de tomarle la mano, pero ella se levantó y le dio la espalda

-"No sé como decirlo. Tengo miedo..."- Cruzó los brazos sobre su vientre, suspirando con algo más parecido a la melancolía. Su novio presintió la peor de las noticias. Se dirigió hacia, situándose detrás, rodeando su talle con las extremidades

-"Dímelo sin problemas, no tengas temor"- Besó la parte más próxima de su rostro tratando de trasmitirle seguridad, cuando las siguientes palabras de ella lo dejaron estático, con un pie entre este mundo y el de los muertos

-"Estoy embarazada..."- En el abrazo se giró sobre si para mirar la expresión del pelirrojo, quien ahora la soltaba y retrocedía hasta caer sentado en el sillón con un semblante bastante extraño.

A la memoria le vinieron recuerdos de su propia niñez y consecuencias para quien se comenzaba a formar en el vientre de ella, con el trabajo que él mismo venia desempeñando desde hace un par de años...

-"¡Por eso no quería decirte... sabia que no lo entenderías!"- La voz de ella y los pasos apresurados que dio hacia la puerta, despertaron al muchacho dubitativo, quien corrió hasta volver a abrazarla por la cintura

-"¡Es la mejor noticia del mundo!"- Exclamó con la voz quebrada, ansioso porque esos meses transcurrieran rápido y pudiera tener aquella parte de ambos, entre sus brazos. Ella con una sonrisa,, dio la vuelta para rozar sus labios con un beso, antes de contemplar la certera de sus palabras a través de su mirada.

Aunque el francés no estaba al cien por ciento seguro de que tener un bebé fuera lo mejor en ese momento, no con su empleo.

-o-.-o-

Anunciado la llegada al piso requerido, un timbre se dejó oír en aquél ascensor. Las puertas se plegaron en dirección vertical, mientras el muchacho de cabellos encarnados abandonada el transporte y se dirigía a una amplia habitación pintada completamente en blanco.

Situándose en el centro del cuarto, un escáner automático detectaba la intromisión de armas de fuego, rastreadores u objetos peligrosos para el sitio. Al terminar la labor, una puerta secreta se abría permitiendo la entrada al cuartel.

Caminaban por los pasillos hombres y mujeres vestidos con trajes negros, camisas blancas, corbatas y una credencial que pendía de su pecho para darse a reconocer.

El muchacho pelirrojo caminó entre ellos cono su porte elegante y serio, atrayendo un par de miradas curiosas, de envidia o quizá amigables por parte de algunas compañeras que trataran de seducirlo.

-"Camus, llegas temprano"- Le saludó un hombre de cabellos añiles, mirada pueril y esmeralda, cuando llegó al cubículo que le pertenecía.

-"Kanon, hola"- Sonrió mientras tomaba asiento y sacaba un par de carpetas del cajón de su escritorio. Su acompañante le inspeccionó con la mirada, observando cada gesto materializado en su semblante

-"Luces diferente..."- Comentó con suspicacia, sentándose a su estribor. El pelirrojo mostró un tenue sonrojo y un gesto de labios solaz

-"Tal vez porque hoy si me bañé"- El peliazul soltó una leve risita

-"Francés tenias que ser..."- El galo iba a responder, cuando un tercer hombre se aproximo a ellos

-"Agentes Noiret y Weaver, el señor Brynner los espera en la sala de juntas"- Y continuó su camino por las instalaciones. Camus y Kanon tomaron la carpeta negra que se encontraba sobre sus teclados, antes de dirigirse hacia donde el vocero les había indicado

Si alguien le infundaba desconfianza, ese era su jefe. Un tipo de cabellos negros y largos, de mirada gélida y piel blanca, pálida, casi haciendo pasar su dermis por muerta.

Ambos le ignoraron al entrar en la sala, disponiéndose sólo a sentarse y tratar el asunto por el que habían sido llamados, junto con otro par de sus compañeros.

-"Buenas tardes señores"- Dijo el líder dirigiéndose a todos y recibiendo un saludo... quizá cordial. –"Hemos hecho bastas investigaciones con resultados fallidos en el pasado."- Mostró algunas diapositivas en la pared donde podían apreciarse excavaciones o científicos tratando de descifrar coordinadas, mapas o restos arqueológicos. –"Esta vez, es un placer informarles que encontramos los primeros rastros de que la cueva donde Aldolf Hitler enterró armas de destrucción masiva, si existe"- La mayoría intercambiaron miradas sorprendidas. Camus se limitaba a observar el semblante regocijante de aquél ser que le daba repulsión.

El líder de la rama oculta de CIA (Central Intelligence Agency) -nombrada como la SD-6-, llevaba quince años buscando aquél lugar que los rusos, en un intento por destruir a los estados unidos, querían encontrar. El pelirrojo recordaba cada misión a la que había sido enviado para encontrar pistas, cada una de las veces en que arriesgó su vida porque aquél día llegara; y ahora, se sentía... extraño. Estaba por ser padre a unos cuantos meses, mintiéndole a la madre de su hijo al decirle que trabajaba en un banco y que estudiaba en la universidad, cuando en realidad era un agente secreto que mataba personas en nombre de su país...

-"Aún no sabemos la ubicación exacta"- Escuchó la voz lejana de su jefe, que se colaba entre sus cavilaciones, hasta llegarle a los tímpanos. –"Pero tenemos conocimiento de que la única forma de entrar a la cueva es recolectado unas llaves... mejor dicho, unos zafiros. En sus carpetas hay información acerca de la ubicación de uno de ellos, propiedad del señor Siegfried Von Gesner."- Todos observaron el contenido de dichos documentos, desde fotografías, pasaportes con identidades falsas y cuanta información requirieran para penetrar en el sitio donde se guardaba el zafiro.

Los dedos de Camus recorrieron la imagen del hombre a quien le tenían que robar...

Si tan sólo Mariah supiera...

-o-.-o-

Aquella mano que tantas veces había besado en la oscuridad, aquella que ahora le otorgaba una caricia en la mejilla, parecía concederle las fuerzas que él no encontraba para delatarse. Cerró los ojos y apretó los labios

-"Mi amor, ¿Qué te pasa?"- La rubia depositó un beso en su pómulo derecho.

El francés había escogido aquél lugar apartado para decirle la verdad; el único problema era que no se atrevía.

Los parpados se replegaron hacia las cejas, mostrando un par de pupilas consternadas

-"Quiero que seas mi esposa"- Dijo. Ella lo estrechó entre sus brazos, dando un grito de emoción; sin embargo, el pelirrojo rompió el contacto al tomarle por las extremidades. –"Pero... tengo algo confesarte"- Suspiró abatido, buscando las oraciones correctas que pudieran sacarle de aquél predicamento.

Y es que él no estaba entrenado para eso, sólo para omitir emociones humanas y disparar a matar...

-"Yo no trabajo en un banco... Mi amor, soy agente de una rama oculta de la CIA llamada SD-6"- Confesó. La chica observó sus facciones serias, aunque ella comenzó a reír como si se tratara de un chiste; mas este sonido divertido quedó en el olvido, cuando él negó todo contacto visual con un gesto dolido

-"¿Es... en-enserio?"- Preguntó ella con un nudo en la garganta, con emociones tales como la decepción y el enojo

-"Perdona por mentirte..."- Se excusó el francés tratando de tomar su mano, siendo rechazado con repulsión

-"¡No lo puedo creer!"- Gritó la mujer

-"Mariah..."- Él trató de apaciguar las sensaciones que sus propias palabras le habían provocado; pero ella no parecía querer una tregua

-"¡Te atreviste a engañarme!"- Se llevó las manos al rostro ocultando el dolor líquido que mojaba esa parte de su anatomía

-"Yo no..."

-"¿Con quién se supone que dormí?... ¡Te desconozco!"- Siguió gritando. El pelirrojo la rodeó con sus brazos, sin lograr que la chica desistiera –"Tú no eres mi Camus... ¿Cómo te llamas... Víctor?"

-"No podía decirte la verdad... Tú vida hubiera corrido peligro"- Explicó con su propio tormento ya brotando de sus caobas pupilas. Ella apretó los ojos y apoyó la frente sobre su hombro

-"¿Y por qué me lo dices ahora?"- El francés la estrechó contra si, temiendo perderla

-"Porque eres la madre de mi hijo... porque te amo... porque es una parte de mi vida que no quiero ocultarte"- A lo que ella respondió

-"Yo también te quiero; pero no puedo con esto... No puedo vivir con alguien que no sé si volverá por la noche... ¡No podría llorar sobre tu tumba!"- Rompió el abrazo empujándole con brusquedad mientras intentaba emprender el camino de retirada lejos de su lado

-"Mariah, por favor"- Aprisionó su extremidad en forma de suplica. La chica, aún dolida por aquella confesión, respondió

-"Dame tiempo."- Secó sus propias lágrimas con el dorso de su mano –"Yo te llamo"- Camus la soltó virando el rostro hacia el lado contrario por donde ella pretendía huir. –"Te amo"- Dijo por última vez antes partir, dejando al francés con el corazón apunto de romperse.

-o-.-o-

La oscuridad no llenaba por completo la ciudad de Zurich, la cual era adornada y alumbraba por blanquitas luminosidades artificiales.

La limosina se estacionó en la entrada de una residencia de aristócratas, donde una fiesta de gala se efectuaba aquella noche. Un peliazul con gesto altanero descendió del vehículo negruzco, seguido por otro mucho más joven de cabellos de fuego

-"Por hoy eres mi pareja"- Rió Kanon por lo bajo, apretando su mano. Camus hubiera deseado responderle en la misma forma sarcástica con la que él pretendía molestarlo; pero aún se sentía abatido por la discusión con... ella...

-"Bienvenidos"- Dijo uno de los sirvientes haciendo una profunda reverencia, a lo que ellos no respondieron con ningún gesto, sólo le pasaron de largo como todo buen aristócrata.

-"¿No te sientes bien?"- Inquirió el más alto notando su mutismo

-"Esta noche olvídame"- Respondió. El peliazul ya no insistió.

Dejaron transcurrir algunas horas, mismas en que registraron con la mirada el lugar, a los invitados y probaron tanto vino como comida, únicamente para pasar inadvertidos.

Una hora después, se encontraban recargados en una de las paredes, aparentando compartir roces subidos de tono.

-"Encontré al hijo del señor Von Gesner"- Informó Kanon en un linde con el oído de su 'novio', simulando una caricia de labios dada en su cuello –"Esta solo en el jardín"- Retiró un mechón de su cabello rojo al mismo tiempo que situaba los brazos a cada lado de la cintura del menor –"Yo iré al baño y esperaré a que me pases la información y robes el zafiro"- Camus fingió gemir al tiempo que llevaba una mano a la nuca del peliazul para acodar el micrófono que los iba a comunicar toda la operación.

-"De acuerdo."- Respondió.

Dos guardias que iban pasando tan sólo alcanzaron a escuchar los insultos proferidos por el pelirrojo, a un novio que no sabia controlar sus impulsos carnales.

-:-:-:-

I woke up today

Woke up wide awake

In an empty bed

Staring at an empty room

-:-:-:-

-O- Abrió los ojos con pesadez, aún atormentada por una confesión que jamás pensó escuchar; no de él.

Estiró el brazo, intentando tocar el fantasma de un ser al que ya se había acostumbrado a palpar por las mañanas y al que ahora ella impedía el acceso a su vida. -O-

El francés llegó hasta el jardín, al mismo sitio donde Bean Von Gesner estaba admirando el firmamento despejado.

Llamó su atención con un suave carraspeo y le dedicó una sonrisa, la cual el otro correspondió.

-:-:-:-

I have myself to blame

For the state I'm in today

And now dying

Doesn't seem so cruel

-:-:-:-

-O- La castaña deslizó las manos por su vientre, pensando en todo lo dicho por su novio aquella tarde y en lo mucho que le necesitaba en esos momentos, en lo sumo que iba a sufrir si le apartaba de su lado y si no disfrutaba la vida en su compañía.

Tomó el teléfono y comenzó a incrustar los dedos en las teclas del comunicador -O-

A Camus le costó trabajo cerrar los ojos y aparentar que disfrutaba que ese castaño devorara su cuello con feroces besos, en tanto él trataba de abrir la suite de aquél conquistador.

-:-:-:-

And oh, I don't know what to say

And I don't know anyway

Anymore

-:-:-:-

-O- La grabadora fue quien recibió su mensaje...

-"Creí que simplemente podría mostrarme molesta contigo y decir que ya no te quería más en mi vida..."-O-

Lo tenía sobre su cuerpo, recorriendo cada palmo suyo con las manos.

Camus deslizó su extremidad hasta sacar un pequeño frasquito de la bolsa de su pantalón, y rociar un poco del líquido en la cara de ese hombre.

-:-:-:-

I hate myself for losing you

I'm seeing it all so clear

-:-:-:-

-O-"Pero la verdad es que... te quiero a mi lado... quiero despertar contigo todos los días de mi vida y quiero tener a todos tus hijos. Quiero verlos corriendo por toda la casa, rompiéndolo todo..."-O-

Se llevó la mano al oído, donde el pequeño comunicador se situaba

-"Cubierto Kanon. Bean se ha quedado dormido"- Informó acomodando el cuerpo inerte del muchacho sobre la cama

-"Se ve que te gustó"- Comentó el otro a modo de burla

-"¡Callate!"

-:-:-:-

I hate myself for losing you

What do you do when you look in the mirror

And staring at you is why he's not here?

-:-:-:-

-O- Con las manos palpaba su vientre, contemplándose en el espejo, imaginándose a sí misma con unos meses más de embarazo.

-"No sé si no estas en casa... o si no quieres responderme. Prefiero optar por la primera opción..."-O-

Retiró cada uno de los cuadros en la habitación, buscando alguna caja fuerte donde pudiera haber sido ocultado el zafiro

-"¡No esta por ningún lado!"- Exclamó al terminar la inspección

-"La información dice que él lo tiene, su padre debió obsequiárselo"- Respondió el peliazul tecleando en su computadora, indagando en el sistema de seguridad de aquella mansión por si alguien decidía hacerle una visita al joven castaño crespo. –"¿No traía joyas consigo?"

-"Lo revisé y no era ninguna"- Contestó sonrojándose. Rebuscó entre los cajones del armario, de la cómoda, en todos los lugares posibles

-:-:-:-

Now I dread each day

Knowing that I can't be saved

From the loneliness

Of living without you

And, oh

I don't know what to do

Not sure that I'll pull through

I wish you knew

-:-:-:-

-O- Tomó asiento en el borde de la cama, aún con el teléfono en el oído

-"No quiero estar sin ti... Te amo y no me importa si trabajas para el gobierno, quiero estar contigo siempre..."

A unos kilómetros, no muy lejos de ahí, a las manos de Hades Brynner llegaba un fólder con noticias nada convenientes para Camus...

-"Cumplan el protocolo"- Ordenó con una luminosidad que inundaba sus orbes-O-

-"Lo encontré, Kanon"- Informó el francés escondido bajo la cama. Había levantado una tabla suelta en el piso y sacado un cofre de oro donde Bean ocultaba el zafiro

-"Bien hecho. No hay vigilancia, te recomiendo salir enseguida. Cuídate y nos vemos en la entrada"

-o-.-o-

La gente transitaba por el aeropuerto de camino a sus hogares o buscando un vuelo para salir de la ciudad.

Kanon pasaba entre ellos con su traje de turista y sus gafas de sol, cuando dos tipos vestidos con traje lo interceptaron y le mostraron unas credenciales que los acreditaban como miembros de la SD-6

-"¿Dónde esta el agente Noiret?"- Le preguntaron. El peliazul se quitó los cristales de los ojos y le observó con aprensión

-"¿Para que quieren saber? Yo tengo el zafiro"- Contestó impávido

-"El señor ah roto las reglas y esta acusado de traición"- Las pupilas del peliazul reaccionaron ante aquellas palabras, recordando que Camus había llamado a su casa para escuchar los mensajes en la contestadota y que había oído la voz de su prometida

-"Pues él no viene conmigo, se adelantó y se fue directamente a su casa"- Ambos hombres le dejaron y comenzaron a caminar hacia la salida

I hate myself for losing you

I'm seeing it all so clear

Introdujo la pequeña llave en la cerradura de cofre, ansioso por verla, abrazarla, aspirar el aroma de su cabello y permitirles a sus manos perderse entre su silueta

-"Mariah, ya estoy aquí."- Se anunció –"Yo..."- Pero las maletas de viaje cayeron estrepitosamente contra el suelo, cuando ante sus ojos se materializó el escenario de una batalla campal, en aquella sala.

Los sillones volteados de patas arriba, las cosas rotas, un hilo de sangre en el piso... ¡Un total desastre!

I hate myself for losing you

What do you do when you look in the mirror

And staring at you is why he's not here?

El corazón se le dilató con aceleración, los pasos eran lánguidos mientras intentaba seguir la marca carmesí plasmada en la alfombra hasta el destino funesto de la rubia.

Los labios le titilaron, los ojos se le cristalizaron y todo el sistema perdió fuerzas, incluso los pulmones olvidaron el procedimiento de aspirar y exhalar. Se dejó caer de rodillas al lado del cuerpo inerte de ella, completamente golpeado, ultrajado, con perforaciones de plomo en su sistema. Sin un órgano cardiaco que emitiera quedos sonidos...

I hate myself for losing you

La boca se le abrió por completo sin que algún sonido emanara de ella. No hasta el instante en que rodeó ese cuerpo con sus brazos y se meció con desesperación, fue entonces que un grito desgarrador rompió el funesto silencio junto con su corazón.

And oh, I don't know what to do

Not sure that I'll pull through

I wish you knew...

I wish you knew

And oh, I don't know what to say

And I don't know anyway

Anymore

No, no

Los curiosos no se hicieron esperar en la habitación.

Un par de mujeres sollozaron la perdida, otros se limitaban a verla con compasión y a tratar de reconfortar al pelirrojo que no cesaba de llorar.

Se levantó de golpe ignorando todo ser presente, caminando apresuradamente hacia la puerta mientras en su mente rondaban palabras, recuerdos añejados y la imagen de ella golpeada, violada y balaceada.

Viró por el pasillo con todos los sentimientos conspirando en su contra, lesionándole, haciéndolo sentir débil; cuando un cuerpo ajeno al suyo le obstruyó el paso, tirándole de sentón al piso

-"¡Maldita sea!"- Exclamó parándose de golpe y tomando a quien le estorbó, por el cuello de la camisa, hasta que la espalda su golpeara la pared.

Miedo fue lo que se reflejó en las pupilas azuladas de él. Tomó las manos captoras para ejercer presión y obligar a que le soltara, sin conseguir obtener fuerzas mientras este le taladrara con la mirada, una donde el otro distinguió un hondo vacío y una llaga profunda que sangraba...

I hate myself for losing you

I'm seeing it all so...

¡I'm seeing it all so clear!

Camus bajó la cabeza, con la punzada más dolorosa de su vida desgarrándole el alma. Tragó una bocanada de aire y le dejó, limitándose a correr lo más lejos posible, perdiéndose en el pasillo

-"Señor Belafonte, ¿Se encuentra bien?"- Preguntó uno de los sirvientes que iba con él, percatándose, muy tarde, del apuro en el que su dueño se encontraba. El nombrado permaneció en la misma posición en la que el pelirrojo le había dejado, con la viva presencia de esa mirada mancillada que se tatuó muy en el fondo de su propia voluntad.

I hate myself for losing you

What do you do when you look in the mirror

And staring at you is why he's not here?

Condujo por las calles de la ciudad a toda velocidad, dispuesto a llegar hasta la oficina de la SD-6 para pedir una explicación... una venganza... ¡Lo que fuera que mitigara el escocimiento que le venia consumiendo!

What do you say when everything you said

Is the reason why he left you in the end?

El rostro estaba enteramente empapado, pálido, totalmente distorsionado a todo cuanto estaba acostumbrado a mostrar.

How do you cry when every day you said

Don't ever bring him back again?

¡Si no hubiera sido tan estúpido! ¡Si tan sólo no le hubiera hablado con la verdad, su hijo y ella seguirían con vida, engañados, pero a su lado!

I hate myself for loving... you

Las llantas rechinaban. Podía percibir la aceleración recorrer el volante del auto y cosquillearle en las yemas de los dedos, subiendo hasta sus manos, hormigueado por su extremidad y llenado cada parte de su sistema, hasta que el sentido se le nubló y fue a estrellarse de frente contra otro auto.

Some months later

Una alfombra otoñal cubría la senda de camino al lugar donde reposaba el cuerpo de un ser especial para él, en otro tiempo. La ventisca vespertina era gélida, la misma que acariciaba su rostro y jugaba con sus cabellos dorados y rizados. El sol se ocultaba tras nubarrones que anunciaban una posible nevada, acaeciendo la caída del otoño y el paso hacia el invierno.

Depositó el puñado de flores blancas que llevaba en la mano, sobre la lápida de ella

«Artemis Everett.

Amada esposa, madre y tía.

Fiel patriota de esta nación

(1961 – 1991) »

-"Te extraño"- Dijo aquél muchacho clavando ambas rodillas en el piso y dejando emanar una exhalación entrecortada. –"Fuiste muy importante en mi vida, y te agradezco el gesto que tuviste cuando estuve apunto de perderla, ya que no te importó sacrificarte por nosotros"- Cerró los ojos y sonrió tenuemente. –"Ahora que me voy del país y ya no podré venir a verte, me siento... triste..."- Sus orbes quedaron al descubierto, centradas en la inscripción dorada de la lápida.

Escuchó a lo lejos el crepitar de algunas hojas secas, algo que le hizo ponerse en pie mientras enfocaba al muchacho rubio que avanzaba hacia él, con una sonrisa

-"¿Quién lo diría, tía? Tu querido Shaka ya es todo un hombre, incluso dejó de ser un tipo arrogante y súper desagradable"- Comentó entre risas como si la mujer se encontrara parada a su lado

-"Ja, ja. ¿Ya te despediste? Mi padre dice que es hora de marcharnos"- Anunció con gesto serio, como molesto por las palabras recién pronunciadas de su familiar, terminando su camino frente a la tumba de su madre.

-"Ya casi. No me molestes."- Refunfuñó, antes de mirar nuevamente el reposo de la mujer. –"Retiro lo dicho tía... sigue siendo taaaaaan..."

-"Es mentira mamá, tú que estas allá arriba puedes ser testigo de que él es quien me fastidia"- Se defendió el rubio lacio. Ambos tardaron un poco en despegar los ojos de la cripta. Suspirando y añorantes decidieron dar media vuelta, de regreso por el camino otoñal antes recorrido

-"No será fácil comenzar desde el principio"- Dijo Milo con un ligero temblor en la voz

-"Después de que mi padre se enteró que te gustaban los hombres y que a mi no me eran del todo indiferentes, creo que es lo mejor. Iniciar algo nunca es fácil, pero tampoco imposible."- Alcanzó la extremidad de su primo y la apretó con ternura, trasmitiéndole un poco de afecto. El otro correspondió su gesto con una sonrisa, luego recordó algo que su tío había dicho y dijo

-"Pues si no desiste de la idea de ponerte un guardaespaldas, me tendrá que escuchar"- Shaka soltó una carcajada en medio del sepulcral silencio que inundaba el santo lugar

-"No puede ser tan malo, Milo"

-"Lo será si te sigue como perro las veinticuatro horas"

Llegaron a lo limosina que los esperaba, lista para transportarlos hacia el aeropuerto. El rubio lacio introdujo su cuerpo en el vehículo, mientras el otro volteaba hacia atrás y le decía adiós al sendero que recorrió esos quince años, desde la partida de su tía; pero algo llamó su atención, un color entre rojo sangre y café oscuro en las hojas, que le recordaba una mirada enardecida...

-"¿Pasa algo?"- Inquirió Shaka colocando una mano en su hombro y sorprendiéndose por el suave suspiro que éste dejó salir. Sus ojos se cruzaron con una mirada, una donde el rubio lacio pudo leer una emoción –"¿Quién es el afortunado?"- Levantó las cejas en forma picara, acentuando el sonrojo de su familiar, quien al principio dudó sobre contarle

-"Desconozco su nombre"- Simplemente respondió. –"La noche que fui a ver los departamentos lo encontré..."- Recordó al muchacho pelirrojo caer de sentón en el piso y luego su reacción molesta –"En realidad... chocamos en el pasillo..."- Guardó silencio

-"¿Y luego?"- Preguntó ansioso. Milo le dedicó una mirada

-"Jabu me dijo que había escuchado que ese hombre acaba de regresar de un viaje de negocios y que el cuerpo de su prometida estaba totalmente inerte en su sala, que la habían violado y luego le dieron muerte..."- Su semblante se ensombreció

-"Oh..."- Exclamó Shaka copiando su misma expresión

-"Si, eso mismo pensé yo..."- Sus pupilas enfocaron la bóveda celeste que ahora lucía en un tono grisáceo, amenazando por dejar verter un torrente

-"¿No has sabido nada de él?"- Inquirió su acompañante. Milo volvió a suspirar mientras se llevaba las manos a la bolsa de la gabardina.

-"Regresé al departamento varias veces... pero... nadie me supo dar razón"- Frunció el entrecejo a modo de extrañeza –"Es como si la tierra se lo hubiera tragado ¿Sabes?"- Shaka se rascó la cabeza con incertidumbre

-"Que raro"- Cruzó los brazos y observó a su primo, quien entonces también situó sus pupilas en las de él mientras seguía contándole

-"Si. Ni siquiera asistió al funeral de su prometida"

-"¿Cómo sabes eso?"- Milo se sintió apenado por sus propios recuerdos

-"Porque yo asistí. La pobre mujer no tenia familia aquí, por lo que nadie pudo pagar el entierro..."

-"Y déjame adivinar el resto. Te impresionó tanto el muchacho que los gastos de todo corrieron por tu cuenta"- Embozó una sonrisa cómplice. El otro sólo se limitó a mirar la alfombra de hojas que se parecían en color, a los ojos de quien había abarcado toda la conversación.

-"Algo así..."- Dijo en tono bajo.

-"Vaya. ¿Entonces, tampoco lo viste ahí?"

-"No. Te lo digo. Es como si la tierra se lo hubiera tragado"- Se quedó un momento pensativo, recordando una camioneta negra que se encontraba parada muy cerca de donde la mujer fue enterrada ¿Y si él se encontraba dentro?

-"¿Sabes cual es su nombre?"- Preguntó sacándole de su cavilar.

-"No..."- Mintió

-"Que lastima."- Exhaló el rubio con decepción, tacado el hombro de su primo para transmitirle apoyo moral –"Hubiéramos podido usar nuestros recuerdos para investigar su identidad y paradero"

-"Si... lo sé. Será mejor que nos vayamos"

-"Como tú digas"- Le dio unas palpaditas en la espalda y volvió a entrar en la limosina, en tanto él le dedicaba una última mirada a las hojas y susurraba para el viento el nombre de quien le había cautivado.

-"Camus Noiret."

.o.o.o. To be Continued... .o.o.o.