Comiendo perdices

Disclaimer: los personajes no son míos, son principalmente de JK Rowling y su inmensa imaginación.

Capítulo 1. La esperanza hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado. [Ovidio, Poeta latino]

–¿Dominique, piensas levantarte en algún momento del día? –la voz de su madre acompañada del estruendo que provocó la puerta de su habitación al chocar contra la pared la despertó del apacible sueño que estaba teniendo–. Son las dos del mediodía y tu hermana, Teddy, la señora Tonks, Harry, Ginny y sus hijos van a llegar en menos de media hora para comer. Tienes treinta minutos para parecer una persona decente y no una vagabunda borracha y resacosa.

Y para dejar claro a su hija que no iba a poder seguir durmiendo aunque quisiera, Fleur Weasley abrió a golpe de varita todas las cortinas de la habitación dejando que la luz de sol bañara a la chica de diecisiete años que estaba tenida en la cama con un dolor de cabeza monumental.

–Cinco minutos más, mamá… –suplicó tapándose la cara con la almohada.

–No es mi culpa que anoche decidieras ir con tus amigas de fiesta y hoy no puedas tenerte en pie –replicó Fleur haciendo desaparecer la almohada de Dominique–. Si hubieras llegado a una hora razonable y sobria no estarías en este lamentable estado –añadió con malicia antes de marcharse por la puerta no sin antes comprobar que la chica se hubiera incorporado en la cama.

Dominique miró furiosa la puerta cerrada. Justamente la comida "familiar" que iba a tener lugar dentro de media hora era el motivo principal de su noche de "drogas, sexo y rock'n'roll". Su hermana Victoire y Teddy habían decidido reunir a toda su familia más cercana para contarles una noticia importante. Dominique sabía que la única noticia importante que podían darle esos dos era que se casaban, noticia que no le apetecía nada escuchar.

Su vida desde que tenía uso de razón había estado marcada por el hecho de ser la hermana pequeña de alguien tan perfecto como Victoire. Todo el mundo la adoraba; al principio intentó ser como ella pero todo lo que hacía, Victoire ya lo había hecho y encima mucho mejor que ella, así que a la edad de once años decidió que iba a desmarcarse de la forma más rebelde que a aquella edad pudo concebir; le pidió al Sombrero Seleccionador ir a Slytherin siendo la primera Weasley en la odiada casa de las serpientes y haciendo que todo el mundo por un momento dejara de hablar de la insignia de prefecta que lucía en el pecho de Victoire.

–¡Mon Dieu! –exclamó Dominique cuando entró en el baño y se encontró con su imagen en el espejo. El maquillaje, que no se quitó la noche anterior antes de acostarse, estaba corrido por sus mejillas marcando las enormes ojeras que enmarcaban sus ojos azules. Con resignación se quitó el pijama y detectó en su cuello una marca reciente–. Genial… anoche me enrolle con un vampiro –murmuró más enfadada aún antes de meterse debajo del agua fría.

Por suerte, el agua fría tenía un efecto apaciguador en ella y una vez limpia de los restos de la noche anterior, maquillada de forma natural y vestida con un sencillo vestido blanco se volvió a mirar en el espejo y sonrió ante su aspecto. Quizás no tenía el pelo rubio platino de Victorie, sus ojos azul cielo ni su cuerpo de bailarina, pero su media melena cobriza, sus ojos azul oscuro y su estilizada figura la hacían una de las chicas más deseadas de Hogwarts.

–Alguien se ensañó con tu cuello anoche –comentó una voz masculina.

–¿Adónde fuiste anoche? –cambió de tema Dominique girándose y mirando a su hermano Louis, que estaba apoyado en el marco de la puerta del baño.

–Al final, James y yo no salimos de fiesta porque tuvimos que hacer de niñera de Albus y Lily porque tío Harry y tía Ginny se fueron a celebrar su aniversario de bodas –explicó el chico rubio mientras seguía con la mirada a Dominique que entró en su habitación.

–¿Albus y Lily necesitan niñera? –preguntó la cobriza. Con una floritura de su varita, recogió el desorden de su habitación e hizo la cama. A veces ser una bruja tenía sus ventajas.

–La verdad es que no, pero nunca está de más ahorrar antes del comienzo del curso.

–¿Cobrasteis para hacer de niñera a un chico de quince años y a una chica de trece? Luego la ambiciosa, egoista y retorcida soy yo –murmuró Dominique.

–¡Dominique! ¡Louis! ¡Bajad! ¡Tenéis que ir a buscar a la señora Tonks! –ordenó la voz de Fleur desde algún punto del piso inferior.

Los dos hermanos intercambiaron una mirada y bajaron hasta la playa donde aparecería en unos minutos la abuela de Ted. A las dos y media en punto, una mujer de unos setenta años apareció en el lugar indicado. Iba vestida con un elegante traje de color beige y llegaba un sombrero que protegía su piel blanca del sol de agosto. A pesar de su edad aún conservaba esa elegancia y belleza innata de la familia Black.

–Buenos días, señora Tonks –dijo Louis tendiéndole un brazo para que se agarrara a él.

–Muchas gracias, Louis. Y no quiero volver a repetíroslo, llamadme Andrómeda o Drómeda, por favor –contestó la mujer con una sonrisa.

–Con mucho gusto, Drómeda –respondió Dominique mientras los tres empezaban a caminar hacia Shell Cottage–. ¿Cómo se encuentra?

–Pues la verdad es que un poco sola, desde que Teddy está con vuestra hermana parece que se ha olvidado de su abuela. Es por eso que me he apuntado a uno de esos viajes que organizan para la gente de mi edad.

–¿Y a dónde irá? –preguntó Louis.

–En setiembre iremos a Egipto –contestó Andrómeda contenta–. Siempre quise ver las pirámides y nunca tuve tiempo de viajar en el pasado.

–Me parece una idea genial –dijo la cobriza con una sonrisa mientras abría la puerta de su casa y se apartaba para dejar pasar a su hermano y a Andrómeda.

El comedor estaba abarrotado de gente, señal que habían llegado los invitados a la hora acordaba. La puntualidad era una de las virtudes Weasley, a pesar que Dominique siempre había pensado que al ser tantos quizás debería haber alguien que llegara tarde para así no taponar la salida de la chimenea.

Después de saludar a su tío Harry, a Lily y a Albus, y evitando mirar hacia el rincón donde estaban Victoire y Ted, se dirigió a la cocina dónde sabía que tía Ginny estaría ayudando a su madre.

–Buenos días, tía –dijo mientras le daba dos besos a la pelirroja–. ¿Qué tal el verano?

–Muy bien, Dominique. Lástima que no pudieras venir a la celebración del cumpleaños de Harry este año.

–Sí, fue una pena –mintió la cobriza con una sonrisa. Su relación con algunos miembros de su familia no era muy amistosa y por eso intentaba evitar las celebraciones familiares tanto como podía.

–Dominique, coge la plata con la ensalada y llévala a la mesa, por favor –intervino su madre. Con una inclinación de cabeza, la Slytherin hizo lo que su madre le pedía.

La comida duró más de dos horas, en ella saborearon, a parte de la ensalada, pastel de cangrejo, pato a la naranja y un brownie de chocolate acompañado por helado de coco. Su madre odiaba cocinar, pero aún así cuando se trataba de una gran ocasión sacaba alguno de los libros de recetas francesas de su abuela materna y cocinaba unos platos realmente exquisitos.

–¿Vais a hacer durar mucho más la espera? –preguntó Andrómeda Tonks dejando la taza de café en su plato y mirando a su nieto con interés.

–Ve sacando el dinero, querido Louis –murmuró James Potter mirando al rubio con superioridad.

–¿Dinero? –preguntó Ginny mirando con suspicacia a su hijo.

–Han apostado sobre qué noticia nos traen Vicky y Teddy –contestó Dominique, ignorando las miradas de reproche de Louis y James por haberlos delatado.

–No sé porque te cuento las cosas –respondió enfadado Louis.

–Soy una asquerosa serpiente, no se puede confiar en mí –replicó la chica encogiéndose de hombros.

–¡Victoire y yo nos casamos! –la voz de Ted Lupin interrumpió la posible mala contestación de Louis.

Al ser conscientes de la noticia, la mayoría de las personas reunidas alrededor de la mesa se levantaron de sus asientos y corrieron a abrazar a la feliz pareja de recién prometidos. Sólo Dominique se quedó sentada donde estaba sintiendo como su corazón se deshacía en pedazos. A pesar de llevar años intentando desmarcarse de su hermana, no pudo evitarlo y terminó enamorándose del mismo chico.

Con todo el valor que pudo reunir, se levantó del asiento, felicitó a los novios y se marchó hacia la playa. Sin darse cuenta de lo que hacía se sentó en la arena y dejó que las olas le lamieran los pies. Sus ojos seguían secos porque ella sabía que aún había esperanza, aunque para mantenerla tuviera que enfrentarse a toda su familia. En ese momento, sólo tenía una cosa clara: no iba a dejar que Ted se casara con Victoire sin pelear. Como decía su mejor amiga, Theodosia Nott, aunque haya un guardián delante de los aros, se pueden anotar los diez puntos.

Su relación con Ted Lupin había empezado hacia justamente un año en esa misma playa donde se encontraba ahora. El metamorfomago y Victoire habían acordado darse un tiempo para aclararse pues no estaban pasando por el mejor momento en su relación, y la rubia había decidido irse todo el verano a la India como sanadora voluntaria para los más pobres. Dominique siempre había pensado en Teddy como el novio de su hermana, pero ese verano sin Victoire descubrió al chico divertido y gracioso que había en él y terminó enamorándose, a pesar de no creer en el amor.

El último día antes que Victoire regresara, Dominique fue al piso que Ted tenía en Londres y se metió literalmente en su cama. Hicieron el amor pero a la mañana siguiente Ted le dijo a la cobriza que él quería y amaba a su hermana y que lo que acababa de pasar había sido un error. Desde ese día, el hombre había evitado a Dominique y no habían vuelto hablar hasta ese mismo día durante la comida.

A pesar de sentirse dolida y ser muy orgullosa, Dominique no podía odiar a Ted. Lo quería tanto que estaba dispuesta a comerse su orgullo para conseguirlo, estaba dispuesta a hacer cualquiera de las locuras que había visto hacer a las chicas en Hogwarts y que tantas veces había criticado.

De repente, una sombra se deslizó por sus piernas y cuando Dominique levantó la mirada, se encontró a su lado una de las hermosas lechuzas de Hogwarts que le traía su última carta del colegio. Con calma, desató el sobre.

–Si quieres algo de comer tendrás que ir dentro –murmuró la cobriza a la lechuza que abrió las alas y voló hasta Shell Cottage.

La carta, como cada año, la invitaba a asistir a su séptimo y último curso en Hogwarts y le adjuntaba una lista con los nuevos libros que iba a necesitar y los ingredientes que debía comprar. Además, su jefa de casa, la profesora Sinistra, la ratificaba como capitana del equipo de quiddicth de Slytherin para este curso.

Acto seguido, una segunda lechuza entró en el campo de visión. Una sonrisa apareció en el rostro de Dominique al reconocerla. Era un hermoso ejemplar de Búho Imperial que sólo podía pertenecer a una familia tan rica que podía gastarse varios galeones en su medio de comunicación.

–Buenos días, Ofiuco –dijo la muchacha mientras desataba la carta de color verde manzana–. Veo que la familia Nott ha llegado de sus vacaciones.

Efectivamente, Theodosia Nott y su familia acababa de llegar al Reino Unido después de pasar más de un mes en la finca que la familia Greengrass tenía en Sud África. Su mejor amiga le escribía diciendo si podían quedar dentro de dos días para ir al Callejón Diagon. Como no tenía ninguna pluma a mano, Dominique se puso de pie y volvió a la casa para escribir una respuesta a su amiga.

–¿Te ha llegado la carta de Hogwarts? –Su padre fue el primero en percatarse de su aparición en el salón.

–Sí, y sigo siendo la capitana de Slytherin –comentó Dominique apartando la mirada de la butaca que compartían los recién prometidos–. Dentro de dos días voy a ir a comprar el nuevo material al callejón Diagon –añadió la chica mientras escribía una rápida respuesta afirmativa en la carta de Theodosia. La ató nuevamente a la pata de Ofiuco que se elevó majestuosamente y se marchó a través de la ventana.

–¿Capitana de Slytherin? –preguntó Andrómeda antes que Dominique pudiera huir otra vez de la casa–. ¿Una mujer?

–Tuvimos que luchar para conseguir el puesto en el equipo, pero Theodosia y yo fuimos las primeras chicas en formar parte del equipo de Slytherin –contestó la cobriza con orgullo–. Éramos demasiado buenas.

–No sabes cómo me alegra oír que Slytherin ha empezado a cambiar su política machista –dijo la mujer sonriendo apartándose un mechón de pelo de la cara–. Nunca entendí porque una casa tan ambiciosa, prefería perder antes que meter a jugadoras en el equipo.

–Porque son demasiado anticuados, conservadores y clasicistas –intervino James.

–Por favor, una pelea entre casas es lo que menos deseo el día que Teddy y yo nos hemos prometido –cortó Victoire.

-Abuela, por favor –dijo Ted al ver que Andrómeda iba a replicar a su prometida.

La relación entre la señora Tonks y Victoire no era la que Ted hubiera querido, ya que su abuela solía decía que la rubia era aparentemente perfecta y que todas las chicas como ella que había conocida en su vida al final habían resultado esconder secretos y caracteres crueles. Ted defendía a Victoire siempre y esa era una de las razones del distanciamiento entre abuela y nieto.

-Tienes razón, querida –dijo la mujer levantándose-. Creo que va siendo hora que regrese a casa. Dominique, podrías hacer el favor de acompañar esta vieja fuera, por favor.

-Claro, Drómeda. Será un placer –contestó la mediana hija de Bill y Fleur Weasley adelantándose y cogiendo a la mujer por el brazo.

Ésta se despidió de todo el mundo con dos besos y antes de marcharse por la puerta, volvió a felicitar a su nieto y a su prometida y les deseó que esos meses que faltaban para la boda pasaran rápidos ya que nunca se sabía que podía deparar el futuro.

-¿Supongo que piensas luchar, verdad? –dijo la señora Tonks cuando ella y Dominique ya habían llegado a la playa donde uno se podía desaparecer.

-¿Cómo dice? –Dominique había estado meditando acerca la inminente salida al callejón Diagon y aunque había oído la pregunta de Andrómeda, no estaba segura de haberla entendido bien.

-Quizás soy vieja, pero soy muy observadora –comentó la mujer poniéndose bien el sombrero y mirando fijamente a la cobriza-. Te gusta Teddy. Sé que hubo algo entre vosotros el verano pasado y mi nieto vale mucho. Así que te lo vuelvo a preguntar, ¿piensas luchar por Teddy, verdad?

-Yo… yo… -la chica estaba sorprendida ante la franqueza de Andrómeda-. Él y Victoire se acaban de prometer.

-Las Slytherin no nos rendimos nunca. Yo me enamoré de un hijo de muggles y me enfrenté a toda mi familia para estar con él. El fin justifica los medios –finalizó la mujer antes de esbozar una sonrisa y desparecer.

Dominique se quedó varios minutos mirando el lugar que había ocupado Andrómeda Black asumiendo lo que la mujer le había dicho. Ella ya había decidido luchar por Ted, pero era una grata sorpresa saber que no era la única que pensaba que el metamorfomago estaría mucho mejor con ella que con Victoire, aunque él creyera que la amaba.