¡Hola! Este es mi primer fic, por lo tanto si hay algún error por ahí solo ignorenlo jaja. Espero mejorar con el tiempo. Saludos a todos! Amo a Albert así que este fic solo se basara en el! Y disfruten el fic...
Aprendiendo a amar...
CAPITULO 1
Ella caminaba de un lado a otro preguntándose que hacer para remediar la situación en la que accidentalmente se había metido, su madre la había mandado a llamar hacia un rato con uno de los sirvientes, definitivamente este no era su día.
Todo comenzó esa misma mañana, cuando su amigo, un chico apuesto de ojos azules como el mar, cuerpo atlético y musculoso, tan fuerte que podía alzarla sin mucho esfuerzo de personalidad encantadora, le había llamado al jardín. Según el, debía mostrarle algo, su sorpresa fue inmensa al ver que le había regalado un caballo. Ella no tardó mucho en montarse sobre el mismo luego de darle las gracias al caballero que yacía sonriente sobre otro de los caballos. Cabalgaron por un largo rato hasta que se detuvieron en una parte de la propiedad Mackintosh, donde había un lago, su agua era tan pura y cristalina que decidió detenerse junto a su guapo acompañante para, de esa forma, los caballos tomasen un poco de agua. Su acompañante se recostó en el césped y luego, ella puso su cabeza en las piernas de él. Ambos miraban el cielo, era un hermoso atardecer y el clima era agradable, estuvieron así un largo rato hasta que, sin darse cuenta, ambos se quedaron dormidos. El frio de la noche fue quien les despertó. Dándose cuenta demasiado tarde de la posición comprometedora en la que estaban se separó bruscamente de él. -¿¡Que ha pasado!?- Exclamo aturdida mirando fijamente los ojos azules de su guapo amigo.
-Lo siento, creo que nos hemos quedado dormidos y te abrace inconscientemente- fue su respuesta antes de que ambos se dieran cuenta que no estaban solos, allí parada observando la escena se encontraba una de los sirvientes de la mansión Mackintosh, la mujer que desde pequeña la regañaba y le contaba todas sus travesuras a su madre, Gretel, una mujer de cabellos cortos tan marrones como sus ojos, un poco robusta y de personalidad arrogante, la mujer de las pesadillas de Candy, la única mujer del servicio con la que llevaba una relación sumamente mala. No paso mucho tiempo hasta que vio a la mujer correr
.-Le dirá a mi madre, estoy segura-. Pensó para sí.
-¿Y ahora? ¿Qué haremos?- Exclamo Candy, totalmente fuera de sí, se sentía totalmente desorientada, en su círculo social y época no estaban permitidas esas cosas, mucho menos estar en una parte alejada de la mansión, sola con un hombre.
- Tranquila Candy, te responderé por cualquier cosa. No dejare que tu reputación se venga abajo por un simple desliz por parte de ambos-. Dijo el tranquilamente y sin decir más la acompaño a la mansión antes de partir hacia la suya.
Salió de su ensimismamiento cuando vio en el reloj que ya era hora de dejar de aplazar la llamada de su madre, -Nada bueno saldrá de esto, estoy segura- pensó. Camino lentamente para así, pensar en lo que le diría a su madre, -Una excusa o una mentira piadosa ¿porque no? total nada malo había sucedido entre ambos-. Pensaba.
Se detuvo al llegar a la puerta de su madre, Selene, una mujer rubia con los ojos tan azules como el cielo un día claro por las mañanas, de contextura delgada, lucia joven a pesar de su edad tenía una personalidad extrovertida, era una buena anfitriona en la mansión; quien no conociese a la familia Mackintosh diría que Selene y Candy eran hermanas por la similitud de su rostro y hasta de su contextura física aunque sus ojos eran de distinto color, indudablemente eran madre e hija, quien dijese lo contrario estaba ciego. Se armó de valor y entró -¿Me has llamado, madre? -.
-Si- fue su monosilábica respuesta.
¿Que querías decirme madre? –preguntó al ver que no decía nada más.
Se sobresaltó al escuchar a su madre, que gritaba como si de ello se le fuese la vida ¡Como es que la servidumbre te vio con ese chico! ¡Durmiendo juntos! ¡En medio del bosque durmiendo abrazados! ¡Y solos! ¡No te das cuenta de lo que pueden decir de ti! ¡No estas casada Candy! ¡Unos de estos días va a hacer que me dé un infarto!-En definitiva este no es mi día- pensó.
-Madre, aunque posiblemente no me creas, nada malo ha sucedido entre nosotros, solo cabalgamos un rato, nos detuvimos cerca del lago, esperamos que los caballos tomasen agua pero sin darnos cuenta nos quedamos dormidos ¡No ha sido nuestra culpa! Simplemente fue un error, ambos estábamos cansados no se en que momento llego a abrazarme y por ello la comprometedora situación pero ¡Sé que fue inconscientemente! -.
Miro a su madre, un largo silencio invadió la habitación, hasta que su madre cambio de expresión a una mucho más seria que momentos atrás -Deben casarse, hablaré con tu padre al respecto-. Concluyó su madre.
-Todo es culpa de Gretel, madre ¡Ella siempre ha estado espiándome! Exclamaba Candy totalmente enfurecida
-Agradece que fue ella y no fue alguien más, ahora mismo estarías en boca de todos ¡Seriamos la comidilla de toda la ciudad! ¡Una Mackintosh siendo totalmente desprestigiada! al menos sé que ella no dirá nada al respecto así que por los momentos mantendremos un perfil bajo hasta tu casamiento, puedes retirarte- Dijo tranquilamente Selene.
Salió de la habitación de su madre para dirigirse al jardín -¿Por qué me sucede esto? -Se cuestionó-. -Solo a mí me pasan estas cosas -. Paseaba por los jardines cuando vio a su padre dirigirse hacia ella con una expresión fría y totalmente enojado. -Oh no- pensó.
-Te veo en mi despacho, hija, no quiero armar un escándalo aquí, donde cualquiera puede oírnos- Fue lo único que dijo su padre, Frederick Mackintosh, un hombre alto de ojos tan verdes como las hojas de los árboles en primavera, su cabello que hace poco era castaño claro ahora estaba un poco canoso por el pasar de los años, tenía contextura delgada pero musculoso, pero atractivo aun para su edad. -En definitiva mi padre había sido un hombre muy guapo-Pensó para sí misma. Luego de seguirle hacia su despacho, cerró las puertas tras de sí, preparándose para lo que venía a continuación.
- He hablado con tu madre ¿Tienes idea de lo que has hecho?- Su voz sonaba un tanto tranquila pero ella sabía que solo se estaba conteniendo.
-Padre, no es algo que tenía previsto, ¡Fue algo accidental!, no nos hemos dado cuenta en que momento nos quedamos dormidos pero puedo asegurarte que ¡Nada malo ha pasado entre nosotros! , tratando de contener las lágrimas que se avecinaban.
-Hija, concuerdo con tu madre respecto al casamiento, iré a hablar con su familia mañana por la tarde, ¡No dejare que tu reputación y la de nuestra familia se venga abajo!- Dijo firmemente.
-¿Estás hablando en serio padre? ¿Qué hay de mi felicidad? ¿Qué hay del amor? padre, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que no lo amo, ¡solo le veo como un amigo! ¡Y dudo que llegue a sentir algo más por el!-. Incapaz de contener sus lágrimas llevo las manos a su rostro en un intento de que su padre no la viese llorar.
-Hija sé que es difícil pero quizás con el tiempo logren amarse, recuerda que no es un mal chico, podrá hacerte feliz. No aceptare una negativa de tu parte y sé que su familia accederá; luego hablaremos de la fiesta de compromiso.- Dijo relajando su tono de voz.
-Solo te importa el apellido, lo sé, pero no esperes mucho de mí al respecto, no quiero casarme ¡Jamás podría si quiera pensar en besarlo! Y sin más salió corriendo del despacho, cerrando fuertemente las puertas del mismo para dirigirse a su habitación, olvidando por completo todo lo que su madre le había enseñado desde pequeña, los modales.
-¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Llegare a amarlo? Es cierto que mi padre rara vez se equivoca pero, no puedo pensar en algo más con él, le veo casi como un hermano… un hermano que está muy guapo, pero al fin y al cabo mi mejor amigo. ¿Llegare a ser feliz con él? ¿Será el feliz conmigo? Me sentiría la peor persona del mundo si él fuese infeliz a mi lado, ¿Qué pensará su familia de mi? Ahora que lo pienso, nada bueno luego de lo que ha sucedido ¡Todo es culpa de esa Gretel! ¡No le fue suficiente con amargarme la vida cuando era una niña!- pensaba mientras se limpiaba las lágrimas que inevitablemente corrían por su rostro. –Sera mejor bañarme, si, quizás solo así logre asimilar todo lo que me está pasando-. Se vistió al salir de la bañare anteriormente preparada por una sirvienta de la mansión, se vistió y se acostó, pensando en los cambios que se acercaban a su vida, se le olvido incluso que tenía hambre, llorando hasta quedarse dormida. Se sobresaltó al escuchar unos fuertes golpes en la puerta -¡Quien toca así por Dios!- Pensó. Con mala gana abrió la puerta.
-¡Hasta que por fin abres! He estado cerca de cinco minutos aquí parada tocando la puerta- Dijo Dorothy, su fiel dama de compañía.
-Estaba dormida, ayer fue un mal día-. Dijo frotándose los ojos, aun no despertaba del todo.
-Vamos Candy, tienes un rostro terrible, Cuéntame que te ha pasado, soy todo oídos-.
-Está bien- Guio a Dorothy hacia un sofá de su habitación para estar más cómodas y prosiguió.
-Debo casarme-. Finalizo Candy tratando aun de asimilar esas palabras que había dicho.
-Jajajaja te has levantado un poco divertida hoy ¿No querida? ¿Tu casándote? Jajajaja y entonces cuéntame ¿Quién es el afortunado? ¡Es Terry! ¿Verdad? ¡Te casaras con el gran hijo del duque de Grandchester! ¡Wow Candy! ¡Semejante hombre te has conseguido!- Decía Dorothy totalmente emocionada.
-No, no me caso con él y al decir verdad tampoco quiero casarme. Sabes perfectamente que me gusta estar sola por los momentos, ningún chico ha llamado lo suficiente mi atención, creo en el amor y es por ello que ignoro a cualquier pretendiente que llegue a hablar conmigo. Sin embargo, ayer me sucedió esto –Acto seguido relató la historia acontecida el día anterior a Dorothy-. -Y como ves querida amiga no me he salvado de nada, debo casarme con él, con William Albert Andrew.
