Esto es lo primero que publico en mi vida ¿Se nota? ¿Mucho? Yo creo que si xD

Yo solo quería ser popular (?)

Y escribir (?

Pero no de esta pareja…

Debo amar mucho a esa persona (?)

¡Hetaria!

Ehm…. Hay Ooc, aun no me se meter en los desgraciados personajes, y creo que se pasaron algunas cosas horrorográficas… ¡Sorry! Hice lo que pude c:

Los personajes no son míos, si lo fueran, habría muchísimo UsUk y algo de FrUk, mucho de todo (?) Hetalia es de Himaruya, yo solo los tomo prestado para entretenerme.


"Se despidió con la mano desde lejos para ir a trabajar, su amigo Alejandro le había sugerido que comenzara a buscar un compañero, tenía que compartir el departamento con alguien más, pero… El único decente era un ingles, y no sabía si era bueno o malo.

No negaba que no era guapo, pero según lo que había investigado sobre él, era un mujeriego, no sabía si sería buena idea convivir con él.

Siempre podía compartir su hogar con su hermano mayor.

Un escalofrió la recorrió con lentitud, su hermano a veces podía dar miedo, por algo quería independizarse a pesar de las muchas excusas que su hermano mayor le ponía, desgraciadamente en su familia eran muy cabezas duras, pero aun así le insistió hasta poder lograrlo y valió la pena.

Para su beneficio ya había terminado la universidad, tenía lo necesario y poco más.

Para su desgracia a sus 23 años aún tenía un hermano sobreprotector, demasiado para su gusto.

Abrió las puertas del hospital y se entró con prisa, le tocaba el turno nocturno y tenía que cuidar a muchas personas ese día.

Suspiro con una pequeña sonrisa cansada.

Sería una larga noche."

El timbre se escuchó en toda la escuela, haciendo que la pequeña rubia dejara de prestar atención al libro que estaba leyendo en esos momentos.

Al menos había terminado de leer lo que sería el tercer capítulo del libro, ansiaba tanto saber lo que pasaría con los protagonistas, Emily podía ser demasiado cabeza dura cuando quería, o eso pensaba ella por todo lo que había leído hasta ese momento, su relación tardaría en aparecer, pero a ella le encantaba ver cómo iba el avance, sin prisas, sin forzarlo.

La de ojos esmeraldas suspiró resignada y cerro el tan interesante libro para después dirigirse con lentitud al aula, tenían cinco minutos de tolerancia, debía usarlos muy sabiamente.

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Hizo algunos trazos esperando que el pequeño dibujo no se arruinara, había dado mucho de su esfuerzo para plasmar lo que estaba pensando en esos momentos, la profesora había pedido que dibujaran lo que les gustaba para artes, a ella no se le daba muy bien el dibujo, pero se estaba esforzando para que le quedara decente en sus palabras.

Aunque a sus siete años no podía hacer mucho para lo que tenía en mente, ella esperaba que con el tiempo quedara aún más decente, no sabía si aún era válido hacer eso en segundo grado de primaria, pero no debía decir nada, si lo decía se llevaría un discurso de toda una clase de español del porque debía de seguir con pequeños ejercicios como esos.

Ella estaría dispuesta a escuchar por décima segunda vez ese discurso solo si fuera en la hora de matemáticas, no estaba dispuesta a perder español por una minoría de la clase de artísticas, amaba mucho la literatura y aunque apenas podía leer no muchas cosas, desearía poder leer muchas cosas, pero en la pequeña biblioteca que estaba en el aula no había nada más que cuentos.

Amaba los cuentos de hadas y demás cosas fantásticas, pero muchas veces también desearía leer cosas de la vida real, ella sabía que no todo era felicidad, lo había experimentado con sus padres, Allistor le había enseñado todo eso, ella sabía gracias a su hermano mayor.

Observo a la maestra que estaba entretenida con un pequeño grupo de niños de su edad, preguntaban el cómo se hacía un caballero, la pelirroja preguntaba cómo se hacía una princesa, el ultimo preguntaba cómo se hacía un Hot Dog.

La pequeña hizo una mueca de disgusto y termino de colorear el dibujo que se le había encargado, se alegraba que fuera individual el trabajo, no sabía si hubiera podido soportar a los niños que parecía que no tenían cultura y no sabían lo que era los Scones, y al menos, la mayoría no sabía cómo se llamaba su país, la capital de este, estado, municipio y ciudad donde vivían.

Al terminar y revisar el dibujo sonrió al ver que le había quedado bien y lo guardo antes de que alguien lo viera, le traería problemas si alguien lo observa, demasiados.

Aunque aún así sin el dibujo ya tenía problemas con los grados mayores, muchas veces odiaba ser pequeña, le hacían bullying por eso, por ser la menor de los Kirkland, pero no era su culpa, como también el hecho de ser la única mujer de sus cuatro hermanos mayores.

No todo era como la sociedad pintaba su vida, es decir, sus hermanos si eran sobreprotectores, pero eran mandones, en especial Ian, por ser el mayor de todos y por ser quien la mantenía, ya había comprobado que era una de sus mejores opciones, aparte de casi la única, aunque quería también quedarse bajo la tutela de si hermano castaño, cuando se fue a vivir un tiempo con él le acabo agradando la estancia junto con el mayor.

Desgraciadamente esa estancia se acabó y tuvo que regresar a la escuela, aunque no sabía para que, realmente no hicieran nada en clases, aunque el pelirrojo le acabo por convencer a regresar… Nada tenía sentido.

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Alice despegó la mirada de su libro cuando la profesora le llamó la atención por décima vez.

– ¿Estas bien Kirkland? – preguntó su profesora.

–… Estoy bien señorita Beil– murmuró ella algo confusa.

– ¿Tus hermanos no han llegado?– preguntó nuevamente.

– No lo sé, tendría que ir a ver –

– Ah… Pensé que te habían olvidado de nuevo– dijo ella revolviendo los cabellos de la rubia.

– No, Ian hablo con ellos, solo estaba entretenida leyendo un libro que me regaló él– sonrió la menor.

La castaña suspiró.

– Entonces creo que por ahora todo bien, ¿Quieres que te acompañe?–

– Perdón, pero su esposo le está buscando– le apuntó a la puerta.

– ¡Cierto! Entonces es mejor que te vayas, te acompañare hasta la puerta y de ahí me iré con Lud– le sonrió

La menor asintió levemente y empezó a guardar sus cosas en la pequeña mochila que llevaba. Cuando estaba todo listo siguió a Daisy que tarareaba alguna canción desconocida para ella, Alice observo a la mayor mientras caminaban, no sabía porque le habían asignado otro grupo, ella le extrañaba, no quería a la profesora que les daba clases en su grupo.

"Cuando sea grande demandare a la escuela por cambiarme de profesora y por todas esas personas que desprecian a otras"

– Ahí está tu hermano, entonces te dejo, tengo que ir por mi hija con mi hermana– le despidió con la mano y se fue en busca de su esposo.

La menor de los Kirkland caminó lo más lento que pudo para no encontrarse con su hermano. Cuando llegó con él, este le miro como si no fuera la gran cosa y caminó dejándola a ella atrás.

Alice infló la mejillas en signo de molestia y le siguió casi corriendo, esté caminó más rápido a propósito haciendo que la menor cayera por la velocidad que llevaban.

El peli naranjo rio ante ese echo y se incoó enfrente de ella viendo todas sus reacciones. La rubia se levantó como pudo y siguió caminando causando más risas en el mayor.

– Pudiste esperar a que te ayudara – dijo él aun entre risas.

La oji verde le miro como si estuviera loco, porque realmente lo estaba.

– Si me hubiera esperado a que me ayudaras, no me levantaba de ahí el resto de mi vida– murmuró ella molesta.

– ¡Qué bien me conoces!– sonrió el mayor.

– Ryan, mantén tu distancia por favor– siguió murmurando.

– Soy Bryan– detuvo sus risas.

– Si hubieras sido Bryan me hubieras pegado un chicle en el cabello como la última vez– le miro enfurecida.

– ¿Ah? ¿Enserio? Que buena idea… – susurró para sí.

– No era enserio, él no me desprecia tanto como tú lo haces– le señaló.

– ¡Oh, vamos! No te desprecio tanto– le golpeo en la frente con el dedo.

– ¿Tengo que recordarte de los gusanos que pusiste en la ducha?– preguntó ella.

– No fue para tanto, admite que fue divertido– carcajeo un poco.

– No lo fue, Ian me regaño por tenerle miedo a los gusanos y a ustedes por ponerlos en su ducha–

– Bien, sí, soy Ryan–

– Ya lo sabía…– murmuró nuevamente.

Alice ignoró los comentarios que hacia su hermano hacia su persona o demás cosas, se supone que ella debía de ser la traviesa, no ellos, no sabía ni por qué su familia era así, la únicas veces que se calman y se tratan como familia es a la hora del té, no es que los odiara, solo que desearía que muchas veces desaparecieran o se comportaran como hermanos normales, esos que te cuidan pero no excesivamente, esos que no te hacen travesuras y te aguantan todo.

Esos que te consuelan cuando te caes y te ayudan a superarlo.

Para su desgracia todo lo hacían a su manera, lo que ellos decían "La manera Kirkland".

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Llegó a su casa llena de lodo, Ian se iba a molestar con ella y probablemente no le tocaría prostre nuevamente, y como siempre, Ryan se atragantaría de su postre enfrente de ella, después los dos se quedarían sin postre, como siempre.

Alice no entendía el comportamiento de él exactamente, de los demás le fastidiaban pero tenían su límite, él no conocía límites con ella.

No sabía porque se comportaba de esa forma solo con ella, ya bastante tenía en la escuela.

El mayor de los Kirkland le observó y negó con la cabeza repetidas veces, tenía que lavar su uniforme, otra vez.

Suspiró y le mando a cambiarse nuevamente, para después comer, tenía que hablar con su hermano menor de nuevo, no sabía cuántas veces había tenido esa platica con él, a Bryan con una le había bastado, el castaño no le daba problemas y no vivía con ellos, pero él.

Tendría una muy larga plática con el peli naranja.

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Alice observo al mayor irse, no quería volver a la escuela, tenía un muy mal presentimiento, pero Ian solo le dijo que las hadas y duendes le cuidarían, le creía, amaba a esos seres, pero el mal presentimiento seguía ahí presente, solo esperaba que fuera solo eso, un mal presentimiento y nada más. Que no pasara nada, ya tenía bastantes problemas en su vida como para tener más.

Llegó rápidamente al árbol donde siempre se quedaba leyendo y saco su libro de la mochila para empezar a leer, quería saber cómo se llamaba el personaje masculino para que pudiera empezar a imaginarlo, porque con "ingles" no le servía de mucho.

Por ahora solo sabía que Emily era americana o más bien estadounidense, rubia de ojos azules. Era lo único que había descubierto en todo lo que había leído y la emparejaba con el mexicano, desgraciadamente él tenía pareja y tenía a Emily en la Friend Zone, al igual que ella a él.

Nada era como ella quería, y no quería leer la mitad del libro por que se enteraría de muchas cosas de las que debería enterarse a su tiempo, por eso se había creado su amor-odio a sus libros.

Nadie sabía que hacia leyendo esos libros a su edad, donde debería leer cuentos de hadas, princesas y demás cosas, como en los cuentos noruegos.

Abrió el libro en la última página donde se había quedado la última vez, y empezó a leer nuevamente para seguir el hilo de la historia nuevamente, sentirse dentro del libro, yendo a su escapatoria de la vida.

Un rubio le vio desde lejos, suspiro resignado, no pudo saludar ni estar un tiempo con Alice, sus amigas no le dejaban acercarse a ella, aunque no sabía por qué no dejaba sus modales de caballero y las mandaba a cualquier lugar para poder estar con la menor, se le veía muy solitaria.

Como él cuando su hermano mayor demostraba a sus amigos lo que podía hacer y solo se hacían su amigo para verle a él. La palabra "Amigo" jamás se le había hecho tan vacía y monótona como en esos días. Después de que habló con él sobre sus problemas, el mayor los resolvió para alegría del menor, después de eso su vida se volvió más fácil hasta cierto punto.

Su hermano mayor realmente le quería y se lo demostraba a su manera, se lo había demostrado muchas veces sin temor o vergüenza.

Sonrió ante esos recuerdos y volvió a enfocar su mirada en la inglesa que estaba muy entretenida con su libro, muchas veces sentía celos de los libros, ellos tenían la total atención de Kirkland.

Pero ahora que lo pensaba, ¿Qué clase de libros entretenían tanto a la menor para ser una antisocial? Lo quería descubrir.

Escuchó el fuerte sonido del timbre para entrar y solo observo que la rubia se exaltaba, murmuró algo incomprensible a sus oídos y salió casi corriendo hacia su clase, ¿Por qué? No lo sabía, pensó con algo de vagancia las reacciones de la menor y cayó en cuenta que iban a pasar los cinco minutos de tolerancia.

Intento no golpearse con su mano pero le fue imposible, ahora tenía que correr hasta su clase y mientras más pasaba reprendiéndose más tiempo perdería, aunque realmente ¿Qué esperaba? El profesor le regañaría y le castigaría, llamarían a su hermano y hablaría con él.

Ante esos pensamientos corrió como pudo hasta el salón en el que le daban clases esperando que no le reprendieran por llegar tarde y no llegar tarde.

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Festejó internamente cuando volvió a escuchar el timbre que daba inicio a su receso, ahora tenía que ir hasta el lugar donde siempre iba su pequeña amiga y hablarle sin salir lastimado en el proceso, un plan bastante sencillo de explicar pero demasiado difícil de ejecutar, principalmente por las demás niñas que se le pegaban como lapas en sus brazos.

¿No sabían que existía algo que se llamaba dignidad? Si, existía, porque para ellas al parecer no existe.

Con cuidado salió rápidamente del aula para después ver el panorama, necesitaba evadir a todas las mujeres que encontrara.

– ¿De quién te escondes Francis?– preguntó riendo la albina.

– Espero que no de nosotras, ¿Necesitas ayuda?– preguntó esta vez la castaña.

Bonnefoy suspiró aliviado, amaba esas dos amigas que estaban a su espalda, aunque ellos tres dieran algo de miedo juntos.

– Neces– le interrumpieron.

– ¿Lo de siempre?– pregunto Julchen.

Francis solo asintió.

– Bien, Camino corto ¿Verdad?– pregunto la española.

– Si… Gracias de antemano por esto– rio el francés.

– No hay problema, pero tú pagas el almuerzo de mañana– la albina dio una sonrisa torcida.

– ¡Pero comen como animales!– gritó él.

– ¡Shh! Aunque no quieras podemos robarte de tu mochila, apúrate– negó con la cabeza la de ojos esmeraldas.

Francis suspiró y negó levemente para después encogerse de hombros.

"Ya que, así somos nosotros"

Al menos sabía que si llegaría con Alice, de eso estaba seguro.

Después de no mucho tiempo, él se encontraba enfrente de Kirkland, este le ignoraba, no por que quisiera o más bien, supiera que él se encontraba en ese lugar.

– ¿Alice?– le llamo.

Ella despego forzosamente su vista del libro, lo sabía porque batallaba entre verle a él y seguir leyendo el libro, donde la historia se había puesto interesante.

– ¿Qué pasa cara de rana?– le preguntó.

Francis sonrió ante el apodo.

– Vine a saludarte, ¿Tanto te molesto?– preguntó ahora él.

Alice solo escondió su rostro detrás del libro.

– En ese caso, "Hola"– murmuró.

– Que seca– rio él.

– ¿Qué? ¿Quieres que te lance agua? – preguntó ella levemente molesta.

– No gracias pequeña, a ti te vendría bien, con eso de que eres bajita, tal vez con agua crecerías– le comentó despreocupadamente.

Kirkland cerró el libro algo molesta.

– ¿Tienes algo en contra de mi estatura?– apretó el libro contra ella.

– No, es solo un comentario– se encogió de hombros.

– No malgastes agua en mí, recuerda que tú eres una rana, tú la necesitas más que yo– murmuró.

– ¡Oh! ¡Lo admitiste!–

– ¡Claro que no!– se sonrojó la menor.

– Oh, Liz… te vez tan linda sonrojada– murmuró entre risas.

Esa simple frase hizo aumentar el sonrojo de la inglesa.

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Kirkland salió sin prisas de su aula, ya habían tocado el timbre de salida, no sabía que pensar de ese timbre, lo odiaba y lo amaba.

Para su desgracia aún seguía su mal presentimiento presente y lo sentía más, tenía miedo, no quería que le pasara nada grave, solo quería estar tranquila y leer en paz, como la niña de lentes que probablemente sería en un futuro no muy lejano, tenía el presentimiento de que no le faltaba mucho para usar lentes.

Caminó lentamente por el patio, ya casi llegaba al final de este, y el presentimiento aumentaba, sabía que algo malo pasaría y lo ignoro.

Sintió un líquido frio recorrer su ropa y piel de repente, cerró los ojos rápidamente al ver que le arrojaban pintura a la cara, abrazó su libro con fuerza para que no lo estropearan y rezó porque no le pasara nada malo.

Cuando le quitaron el libro no supo que hacer.

Desde su posición en el piso observó que lo llenaban de pintura y rasgaban las paginas, no encontró otro momento para llorar, no por su ropa, si no por el libro, ese libro que le había regalado su hermano mayor en su cumpleaños.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el desastre que el cuarteto de niñas habían hecho, niñas de tercer y cuarto grado, solo escucho un `El agua sería muy piadosa para una persona como tú, así que usamos pintura para que no crecieras, nos agradecerás algún día´.

"Francis… me mentiste, eres como todos los demás"

Más lagrimas inundaban las sonrosadas mejillas de la menor, ella sabía que no debía confiar en él, pero ella realmente quería tener alguien en quien confiar. Ya no quería saber de nadie más, sabía que a sus siete años se supone que su vida iba a ser demasiado fácil, pero con tanto maltrato de sus compañeros le era muy difícil de creer en eso. Levanto su cristalina mirada para observar la mano del francés tendida hacia ella.

Cerro con fuerza sus adoloridos ojos cuando vio que otra mano iba directo a su rostro, los abrió de golpe cuando sintió algo de textura suave rozarle el rostro, era un pañuelo y era la mano de Francis, le estaba limpiando el rostro, le estaba ayudando, le estaban dando lo que ella tanto pedía, la rubia frunció el ceño cuando se le paso por la cabeza que él lo hacía nada más para burlarse de ella.

Pero la mirada de preocupación de él le decía todo lo contrario.

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El pelirrojo observo con preocupación asomándose en su molesta mirada hacia la menor, estaba llena de pintura y tenía los ojos llorosos e iba detrás de un rubio de ojos azules que el mayor rápidamente identificó como un peligro, amenaza y demás cosas parecidas, sus celos de hermano salieron a flote.

Solo no le hizo nada porque su pequeña se veía muy deprimida.

– ¿Qué pasa Bunny?– preguntó cuándo corrió con la mirada al pequeño francés.

Solo observó un pequeño movimiento de labios de parte de la menor.

– Bunny, ¿Qué pasó?– volvió a preguntar.

Recibió la misma respuesta de parte de ella.

Ian intento mantener su calma, le desesperaba mucho cuando Alice se ponía en ese plan, realmente lo odiaba, pero lo dejaría pasar solo porque pareció afectarle mucho, solo lo intentaría una vez más, si no, luego se lo sacaría llegando a su casa.

– Liz, ¿Qué paso?– volvió a preguntar.

– Preferiría hablar de eso en casa– susurró ella– O más bien no hablar de ello, pero sé que será imposible– murmuró ahora ella.

El Kirkland mayor suspiro cansadamente, eran esas veces donde odiaba ser el hermano mayor, pero nada se podía hacer, no quería mandarla con su otro hermano, no es que lo despreciara pero prefería hacerse él mismo cargo de la pequeña, muchas veces se preguntó por qué sus padres decidieron tener tantos hijos, o si realmente querían una niña como para arriesgarse tantas veces por una, eso de tener tres o cuatro hijos más él no le era para nada agradable desde su punto de vista.

Claro, si él fuera el padre, pero por suerte no lo fue, él fue el primer hijo.

Cuando llegaron a la casa del mayor, la pequeña esquivó a los gemelos y se encerró en su cuarto, no quería ver a nadie, no quería hacer nada, no podía ver a su hermano mayor a la cara por no poder proteger su regalo.

Después de un rato observó que la puerta se abría y daba paso al pelirrojo, ella desvió la mirada y supo que se acercaba el momento de la verdad, la horrible verdad. Ian se sentó enfrente de ella y en silencio extendió sus brazos.

Alice volvió a inundarse en lágrimas y fue a abrazar al mayor con rapidez, eran esos momentos donde amaba a su hermano más que a nada, esos escasos momentos.

Unos minutos después de llorar en el pecho del mayor le conto lo que le había pasado, porque sabía que si no lo hacía de alguna forma lo descubriría, sinceramente le daba miedo cuando hacia eso, por eso prefería decirle toda la verdad, se enojaba menos cuando lo hacía, aunque no sabía lo que podía provocar el contarle todo eso al mayor, podría pasar cualquier cosa.

Ian se separó de ella suspirando cuando escucho que llamaban a la puerta, le aviso que volvía más al rato y salió de la habitación.

La pequeña rubia sintió curiosidad y bajó detrás de él, se quedó escondida en las escaleras cuando abrió la puerta, se encontró con su amigo, se escondió aún más en las escaleras y siguió observando cómo se desarrollaban las cosas, pero se la hacía raro que él fuera a su casa, con Ian presente en su hogar. Daba miedo y mucho.

Miro detenidamente a Francis que tenía un libro en la mano, después de un rato de examinarlo volteo a donde ella estaba y se escondió aún más en las escaleras, todo esto le estaba dando miedo, Ian todavía no asesinaba a Bonnefoy, aunque a él si se le veía nervioso, todos lo estarían si conocieran a su hermano mayor.

Cuando el francés se retiró le dejo el libro al pelirrojo, este después cerró la puerta y observo detenidamente a la menor que estaba tirada en las escaleras, ya se había cansado de espiar.

– ¿Ya te cansaste de espiarnos?– preguntó con un deje de burla.

– No, espiarlos fue muy aburrido, no pude escuchar nada– murmuró algo molesta.

– Eso no es muy maduro de tu parte–

– Tengo siete años, no puedes esperar mucho de mí– le mostró la lengua.

– Ah, sí, el princeso te dejo esto– le enseñó el libro que había dejado.

Alice boqueó sorprendida, ¡Era el libro que habían destrozado! Se levantó con rapidez y después de saltar para poder alcanzar el libro, ya que el escoces lo tenía demasiado alto para la menor y se apiadó de ella después de un rato, lo observo con más detenimiento, sonrió al mayor y gritó de felicidad al tener el mismo libro en sus manos de nuevo.

Aunque no se lo dio Ian, ahora se lo dio Bonnefoy.

Se sonrojó cuando su hermano ya se estaba carcajeando gracias a su actitud, abrazó el libro con fuerza y murmuró un "Gracias" muy bajo. Ian negó con la cabeza y apuntó con la misma a la puerta, ella asintió rápidamente y salió corriendo de la casa.

El escoces le miró como si fuera una cosa extraña que no fuera humana cuando salió del jardín para gritarle al pequeño afeminado que había osado regalarle algo a su pequeña y haberse parado enfrente de su casa, Alice después de visualizar al francés le gritó para llamar su atención y cuando lo logró observó la mirada sorprendida del mismo.

"¡Gracias por el libro!"

Ese sonrojo con el que se lo había dicho jamás seria olvidado por Francis, tampoco el pequeño regalo de él hacia ella seria olvidado por la misma.

Ninguno de los dos sabría qué pasaría después de eso, pero Ian Kirkland si lo sabía, tenía que ahuyentar a un pretendiente de su pequeña e inocente hermana, ¡Era demasiado pequeña para tener pretendientes! Solo tenía siete años, el princeso tenía diez años.

"Alice Kirkland no pudiste escoger un pretendiente más afeminado y difícil de ahuyentar, ¿Verdad?"


Si llegaste hasta aquí, te felicito, no sé cómo aguantaste leer algo escrito por mi xD

No sé qué hago con mi vida, lo juro.

Debería estar haciendo mis proyectos de español y yo aquí siéndole infiel a mi OTP…

Intente que fuera un buen FrUk, lo juro, el Britaincest se me resbalo por ahí pero soy demasiado floja como para querer cambiarlo.

Mi amor por mi Onee es tan grande que escribo sobre el rival de mi OTP y lo público… Creo que es demasiado.

"¡Raspberry*Monster!" (?).