DISCLAIMER: Nada me pertenece.

Aquél cruel rostro que aún me provoca temor. Sí miro con cuidado, puedo verlo en el rostro de mis niños durmientes.

Sé, en lo profundo de mi ser, que una madre no debe odiar a su prole. Sé que un dolor que jamás cesará habita en sus ojos cuando me miran y saben que no puedo amarlos. Lo sentí yo cuando mis padres me abandonaron.

Pero la verdad es, que nunca los quise.

Nunca quise esto.

Ser un paria. Ver los temerosos rostros de mis vecinos, el odio en los ojos de las personas que solía llamar "amigos" cuando me prohíben la entrada a la iglesia. Otras madres que esconden sus niños al verme. Mis vecinos saboteando mis esfuerzos cuando trabajo en el campo. Padres que se avergüenzan de mí.

Nunca quise eso.

Nunca los quise.

Pero era culpa suya que yo este así. Tampoco lo quería…

…aunque a veces haya pensado que sí lo hacía.

Una persona violenta, un niño de la calle. Jamás debió venir a nuestro pueblo. Sí él lo hubiera querido un poco menos, él no habría venido. Pero cuando entró a nuestra casa, y nuestras miradas se encontraron, ese fue el momento en que mi vida cambió.

Me pregunto sí su vida cambió.

Sólo le tomo unos años volver a la capital.

Y entonces, me quedé sola.

No completamente sola—pero estos niños con un rostro parecido al suyo no me daban confort. Su partida, después de los días de mi ansiedad, tampoco me daba confort. Para los demás, yo ya estaba corrompida por él. Nadie quería malograrse por mi culpa. Entiendo ese sentimiento.

Puedo verlos dormir ahora. Les falta tanto por crecer. Mi Sarah y Zenon—su Sarah y Zenon.

Cuando crezcan, ¿serán similares a él?

No amo estos niños. No quiero verlos crecer.

No quiero estar aquí. No quiero esta vida.

Estos sentimientos arden dentro de mi pecho con más fervor que nunca. Dentro de nuestra pequeña casa, no hay comida ni calor, mi pecho arde y mi estómago se siente enfermo.

A medianoche me sentía así, todos los días.

¿Por qué ellos pueden dormir y yo no? ¿Lo entiendes?

La única cosa de valor en nuestra casa es aquella vieja espada que descansa encima de nuestra averiada chimenea. Y ni siquiera eso tiene valor. Sólo la conservo porque… talvez algún día él volverá por ella.

Me levanto de la cama y dejo a esos niños durmientes atrás, entro a la otra habitación donde se encontraba la espada.

Verla sólo sirve para confundirme.

Duele… ser odiada por todos, duele. Ver a esos dos cada día, duele. Vivir de este modo, corrompida, duele. Sólo hay una cosa que deseo, pero duele conseguirla.

Extendiendo la mano, siento el filo de aquella espada, sentimientos surgen dentro mío.

Salgo de la casa, a donde tenemos los troncos amarrados en un pequeño montón. Los desato y vuelvo a la casa con la cuerda.

Posiciono una silla y me paro sobre ella. Es difícil, pero consigo atar la cuerda en la viga.

Mis manos ni siquiera tiemblan cuando la amarro alrededor de mi cuello.

Salto.

N/T: Esta es una traducción del fic de la magnífica "Octoya". La historia original se llama "Stories with sad endings". Pronto traduciré sus otros fics y los demás capítulos de esta historia. Sí pueden, por favor muéstrenle su apoyo a Octoya dejándole un review en los originales, un simple "I loved it" si quiera. O un follow. Lo que sea.