—¡Trajiste galletas!—exclamó con alegría Chat Noir, al ver que su adorada novia, heroína de París había traído dulces para compartir en medio de su patrullaje.

Ella asintió con una sonrisa.

—¿Quieres?

Él asintió efusivamente mientras veía como su Lady, se la ofrecía. Su primer movimiento fue tomarla con su mano, pero Ladybug no le dejo.

—Da un mordisco.

—¿Me va alimentar, mi bichito?

Ella, se dedicó a sonreír, sus ojos brillaban y el gatito se limitó a abrir la boca, a su encuentro ante esa apetitosa galleta. Le hacía agua en la boca, con solo imaginarse probarla. Por eso fue grande fue su sorpresa, cuando su Lady devoró la galleta que prácticamente era suya.

La cara de Chat Noir era de completa incredulidad, poniéndose seria cuando Bugaboo jugaba con otra galleta en su poder.

¡Oh, con la comida no se jugaba!

En segundos, el héroe, estaba saboreando los labios de su novia que le quedaban restos de migas, y en medio de su estupefacción por ese inesperado beso, mordió la galleta que tenía entre sus dedos.

La boca de la chica se abrió por lo que se había atrevido el felino.

—Suave y con un toque a fresa—se relamió los labios, aun saboreando el lápiz labial de la muchacha—Delicioso, ¿Puedo tener una más? —cuestionó divertido el minino.

Ella sonrió por lo que hizo y le pegó juguetonamente con su puño, su hombro.

—Eres un descarado, gatito.

—My Lady, deberías aprender a no jugar con la comida —aconsejo— Mucho menos, enfrente de uno muy hambriento —explicó—Y tengo MUCHA hambre...

Sus ojos estaban dilatados, su cola se movía inquietamente de un lado a otro, preparándose para comer.

¿Las galletas? o ¿A su novia?

Ambas.