Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.
Aviso: Esta historia participa en el Reto exprés: ¡Celebremos a papá, el olvidado! Del foro "La academia de Konoha".
Palabras: 299 (Uff, ¡Lo que me costó!)
Summary: Yamato tenía un dictamen: Las hijas eran peor que la guerra.
Notas: Decidí elegir a Yamato para este fic en vista de que el personaje no es muy famoso, además, a mí me gusta mucho. Ha tener en cuenta éstas palabras "Haru/Primavera, Ume/Ciruela". Si les gusta, probablemente agregue otro capítulo explayándome más, porque con 300 palabras como máximo es ¡Inhumano!
De antemano gracias por leer. Si dejas un review contesto por MP.
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Haru to Ume
Por Lu Lein
A ella no le importó dejarlo. "Eres demasiado aburrido", le dijo cuándo se fue. A Yamato se le hizo fácil gritarle que él podía solo con sus dos hijas, le gritó hasta de lo que se iba a morir. Ahora, después de algunos años Yamato tenía un dictamen:
Las hijas eran peor que la guerra.
De bebés lloraban todo el tiempo. Las cosas se complicaron cuando el rosa se convirtió en el color de su vida. Las paredes, los peluches, los muebles, los kunais, todo rosa. Todo empeoró cuando la edad de tener novio llegó. Yamato estaba sentado en una mecedora del pórtico mientras esperaba a que sus enemigos aparecieran. No era nadie más que Sakumo y Minato Hatake. Yamato gruñó al verlos.
―¿Qué quieren aquí, malditos?
―Buenas noches señor Tenzo –saludó Minato, el más agradable de los gemelos –. Hace una bonita noche, ¿no le parece?
―No.
―Bien, lo diré sin rodeos –dijo Sakumo, aburrido –. Venimos por sus hijas.
Ese no era el tono ni la manera adecuada de decirlo. Yamato se levantó de golpe pero en eso sus dos gemelas salieron.
―Nos vemos más noche, papá –anunció Haru; la del cabello castaño y corto.
―A las cuatro, posiblemente –sonrió Ume, quien tenía el mismo tono de cabello que su hermana solo que lo llevaba largo.
―¡A la una, Ume! –corrigió Yamato sin un ápice de humor.
―Solo bromeaba, papá –se rió –. Tu regalo está en la cocina.
―Pero no es mi cumpleaños –dijo confundido.
A regañadientes se metió a la cocina. Había allí un pastel recién horneado, algo feo realmente, y decía "Feliz día del padre…" en una caligrafía desordenada.
―Chicas –sonrió Yamato enternecido.
Sus hijas eran unas locas y tenían pésimos gustos en cuanto a muchachos… pero no las cambiaría por nada.
"… papá, Haru y Ume, siempre".
