-Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de S.M. yo sólo he creado esta historia con el fin de divertirme y solamente causándome dolores de espalda. Está prohibida su copia.
No Llueve Eternamente
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Edward es un vampiro que huye de un clan de vampiros que quieren matarlo, vagando eternamente por las ciudades y Bella una chica sola y triste, dos almas perdidas que se encuentran en momentos difíciles, haciendo que su unión sea irrompible.
Capítulo I: La taberna.
Introducción.
El viento agitaba las copas de los árboles violentamente, provocando que ramas y hojas volasen por el cielo, al igual que la tierra. La lluvia golpeaba fuertemente contra el suelo, haciendo que todo se volviese fangoso y los zapatos se hundiesen en él. Caminaba lentamente mientras las gotas de agua salpicaban fuertemente contra su chaqueta de cuero negro, tenía las manos en el bolsillo y caminaba atento, sabía perfectamente que lo estaban buscando a cambio de una gran recompensa, él sólo se tapaba totalmente y se dirigía al bar donde casi todos los vampiros se reunían y algunos humanos, que donaban algo de su sangre a cambio de dinero.
Siempre iba allí a alimentarse, aunque la mayoría de las veces a las mujeres se le olvidaban coger el dinero y tenía que ser él el que se lo recordase, las mujeres quedaban hechizadas viéndolo, haciendo que a veces, se sintiese incómodo.
Nunca mostraba su cara, a nadie, pero con sólo ver sus ojos, ellas ya caían, sin saber si se estaban entregando al diablo, hasta a veces, querían pagarle por poder yacer con él, pero no lo hacía, hacía mucho tiempo que había dejado los placeres carnales para poder sobrevivir.
Su increíble vista mejorada desde hace doscientos años, le mostró la taberna. Se escuchaba la música, las risas de los humanos y vampiros. Siguió caminando, sin apartar sus ojos de la taberna, escuchando corazones latiendo rápidamente o los gemidos y jadeos. Cuando llegó a la puerta, cogió el pomo de la puerta, antes de entrar, miró a todos lados, asegurándose de que no lo seguían. Entró y cerró rápidamente, su nariz captó el olor a sangre, sangre reciente. Todos seguían sin haber presenciado en él, atento en sus conversaciones o comiendo. Se sentó en la barra y le hizo un gesto al camarero.
El camarero le dejó la cerveza a su lado mientras gruñía y se iba hacia otro cliente que estaba en la barra. No bebía cerveza, el olor le provocaba náuseas y malestar, pero antes, tendría que estar seguro que ninguno de los hombres que lo perseguían, estaba allí.
Después de haber pasado varios minutos, dejó dos monedas y se levantó, dejando la jarra completamente llena, sin haberla tocado y haber puesto sus labios sobre el filo de la jarra. Fue hasta la puerta roja donde sólo los vampiros tenían acceso y los donantes. Al entrar, todo estaba oscuro, excepto una pequeña luz que alumbraba unas escaleras, donde iban los vampiros con las donantes a las habitaciones.
Estaba todo vacío, hasta que escuchó un corazón acercándose a él. Se tranquilizó, pero después escuchó como otro corazón le acompañaba, iban directos hacia él. Se apoyó contra la pared, cruzándose de brazos mientras esperaba. Por la puerta, apareció un hombre grande y gordo que estaba medio calvo, con unos ojos negros y una camiseta de tirante. A su lado, había una joven de pelo castaño ondulado y ojos chocolates que estaba peleándose con el hombre.
-¡No soy donante y nunca lo he sido! –Dijo parándose enfrente del hombre calvo.
-Bella, te necesitamos… -Suspiró. –Parece que cada vez hay más vampiros y no hay bastantes chicas.
-Me da igual, yo trabajo aquí como camarera, ¡no soy la comida de nadie! –Dijo cruzándose de brazos.
-Bella, sabes que te tengo mucho aprecio, no te lo pediría si fuese necesario. –El hombre se dio cuenta de la presencia del vampiro, que estaba vestido con una chaqueta de cuero y totalmente tapado. –Bella…
-Bien. –Suspiró. –Sólo será una vez. –Dijo derrotada. –Bueno, pues esperaré a que venga alguno, quizás hoy no venga nadie.
La voz de la humana salió alegre al decir lo último, provocándole al vampiro una sonrisa. La chica iba con unos vaqueros estrechos y una camiseta de tirante, revelando mucha piel y su pulso en el cuello. Era una chica normal, no era baja pero tampoco alta. Se notaba bastante que su carácter era fuerte, sus ojos brillaban con fuerza, esperanzada de que no hubiese ningún vampiro. El hombre se aclaró la garganta y señaló con la cabeza al vampiro.
-Lo siento Bella, pero ahí tienes a uno. –Dijo dándose la vuelta. –Ya sabes lo que tienes que decir, algún problema, llámame.
La chica se quedó donde estaba, con los brazos en jarras y suspiró. Se mordió los labios y miró al techo, susurrando unas palabras sin sentido y después miró al vampiro, que seguía en la misma posición de antes, sin haber movido un músculo. Fue hacia él con pasos decididos, se paró cuando estuvo enfrente de él.
-Hm… Vamos arriba. –Dijo dándose la vuelta.
Estaba algo nerviosa, debía admitirlo, la presencia de ese enorme y alto hombre le intimidaba de una manera brutal, haciendo que le mirase de reojo cada vez que subía un escalón. Iba vestido totalmente de negro y cuero, parecía querer esconderse de los demás, su espalda era ancha al igual que sus hombros, le sacaba dos cabezas y era una de las cosas que más odiaba, se sentía pequeña a su lado.
Cuando llegaron a la puerta de la habitación, puso la mano en el pomo lentamente, cerrando los ojos fuertemente y preparándose para alimentar a un hombre con colmillos, un vampiro. Había que admitir que eran la mayoría hermosos, sus cuerpos solían ser perfectos al igual que su sonrisa, casi ninguna mujer tenía la suficiente fuerza para no caer en sus manos, y por una vez en la vida, Bella quería agradecerle al vampiro que fuese tapado, evitaría que sus oscuros ojos mirasen al vampiro más de lo que lo estaba mirando ahora. Abrió a puerta, sus oscuros ojos miraron la habitación, había una cama de matrimonio, un armario viejo con humedad y una ventana por la que se veía la lluvia, el cielo totalmente oscuro por las densas y encapotadas nubes. La ventana estaba vierta, haciendo que las gotas de lluvia penetrasen u mojasen las viejas cortinas y el suelo.
Avanzó hasta sentarse en la cama, sintiendo como el fresco aire le acariciaba el cuello y el cabello, haciendo que se moviese ligeramente y algunos mechones rebeldes y largos se cruzasen por su frente, haciendo rápidamente un gesto con la mano para quitárselo y no perder de vista al vampiro, que permanecía en el marco de la puerta, si tenía planeado huir, ya no podría.
El vampiro podía escuchar los erráticos latidos de su corazón, que parecían amenazar con salir de su pecho. El vampiro cerró la puerta, provocando que la humana saltase en la cama y su corazón diese un brinco. Se acercó a ella, pero no se sentó, se quedó enfrente de la curiosa humana, que miraba a la pared con los ojos en blanco.
-P-puedes-s sentarte a mi lado. –Dijo palmeando a su lado la cama con voz ronca y seca. El vampiro se sentó a su lado, mirándola fijamente, aunque ella parecía mirar al techo, cerró los ojos fuertemente y después los abrió, encontrándose con los ojos verdes del vampiro. Se quedó estática, observándolos fijamente mientras su corazón parecía tranquilizarse, era los ojos más bonitos que había visto, aunque estuviese cubierto, lo había reconocido.
Las camareras y las donantes hablaban de él como el hombre más irresistible sólo por haberle visto los ojos, nadie le había visto la cara o su cuerpo desnudo como se habían visto a otros vampiros, sólo sus ojos. Todas decían que rechazaba los placeres carnales desde hace diez años, y aunque era un enigma, muchos decían que era por una traición.
Ella sacudió la cabeza e intentó no quedarse mirándolo fijamente, miró sus muñecas y pensó que cuál debería darle o si tendría que preguntarle cuál quería, era el problema de ser primeriza, no tenías a nadie a tu lado que te ayudase, y parecía que ese vampiro no iba a hablar.
-¿Qué prefieres? –Dijo levantando las muñecas. -¿Izquierda o derecha?
El vampiro negó con la cabeza y sonrió abiertamente. Se acercó a Bella, ella se echó para atrás todo lo que pudo hasta que se chocó contra el cabezal de la cama.
-Espera, puedes hablarme y decirme abiertamente qué quieres, ¿sabes? De momento no leo las mentes. –Dijo ella rodando los ojos. El vampiro sonrió y se aclaró la garganta, haciendo que una parte de la humana se tranquilizase por poder establecer una conversación con su… cliente.
-Me gusta beber de los cuellos. –Dijo con una voz aterciopelada.
Al principio ignoró lo que dijo cuando oyó su dulce voz, su aliento era fresco y la llenaba entera, aunque sacudió la cabeza y volvió a la realidad, le gustaba beber de los cuellos y eso hizo que una corriente de miedo atravesara su columna y quisiese correr, pero la puerta estaba cerrada, abrió los ojos.
-¡Ah, no! ¡Eso sí que no! –Dijo levantando las manos para alejarlo de ella.
-No voy a matarte. –Dijo sin apartar sus ojos de ella.
-No confío en los humanos, y aun menos en los vampiros. –Dijo ella secamente.
-Haces bien, pero no merece la pena matarte. –Dijo con indiferencia.
-¿Por qué? –Dijo ella muriéndose de curiosidad.
El vampiro estuvo a punto de poner una de sus frías manos en su pelo, tirar para atrás y morderle para que se callase, se notaba que era su primera vez. El vampiro colocó sus manos en su rostro tapado y suspiró, ahora, si hubiese tenido a una donante que no fuese primeriza, podía haber terminado de beber e irse antes de que encontrasen sus pistas.
-Bien, dame tu muñeca. –Dijo secamente.
Odiaba beber de las muñecas, las venas eran pequeñas y con poca sangre, tardaría al menos el doble de tiempo en beber de la muñeca, sin contar la fina muñeca de esa muchacha que le extendía la izquierda. El vampiro rodó los ojos y se acercó la muñeca a su nariz, oliendo la sangre. El hambre invadió su mente, la humana olía realmente bien y se estaba sonrojando a pesar de su duro carácter. Ella cerró sus ojos y en ese instante él clavó sus dientes en su muñeca, lamiendo de las finas y azuladas venas que poseía. Daba tirones de la vena mientras Bella gemía de dolor e intentaba calmarse, siguió bebiendo al menos diez minutos, hasta que estaba lo suficientemente lleno para una semana y buscar a otra humana.
La humana abrió los ojos y se estremeció cuando la lengua fría del vampiro, le lamió la herida hasta que quedó curada superficialmente, se sentía débil, aunque aun tenía al vampiro enfrente, lo observaba.
Dejó el dinero encima de la cama y se fue hacia la puerta mientras la humana lo observaba moverse con tanta elegancia. ¿Cuántos años tendría? Por una vez en su vida, parpadeó mirando a un vampiro, dejándola indefensa, pero él no la miró, cerró la puerta y se fue.
Bajó las escaleras rápidamente mientras intentaba escuchar más allá de los gritos de los clientes y las donantes. Salió y vio que había más vampiros que estaban preguntando por las donantes, parecían que habían doblado en número, o sencillamente que todos los vampiros del Forks habían parado allí. Salió totalmente tapado, sin que ningún vampiro se diese cuenta de su presencia, cerró la puerta y se fue de la taberna.
Caminaba en silencio, sin que la tormenta hubiese parado o suavizado, seguía igual de fuerte y las gotas golpeaban fuertemente su chaqueta. El aire trajo el olor de vampiros. Eran ellos.
Empezó a correr rápidamente mientras escuchaba sus pasos detrás de él, estaban haciendo un círculo alrededor de él para encerrarlo. Corrió más rápido, hasta que dos vampiros saltaron encima de él, haciendo que se cayese al fangoso suelo. Todos lo rodearon, hasta que aparecieron tres vampiros que sonreían y lo miraba expectante. En ese momento, su único propósito era salir vivo de allí.
Bella se levantó de la cama y se tocó con las yemas de los dedos donde la había mordido, ya había cicatrizado, delante de sus ojos. Sus ojos fueron a parar al dinero, había bastante y con eso podía sobrevivir sin trabajar tres días, su paga multiplicada por cinco, pero se sintió mal por ello. Le había dejado más de lo que solían pedir y sólo le había dado de la muñeca.
Cogió el dinero y se fue de la habitación mientras contaba el dinero rápidamente, bajando las escaleras sin estar atenta, ya lo había hecho varias veces, aunque aun tenía miedo de caerse rodando y no poder contarlo viva. Bajó las escaleras y se quedó quita mientras escuchaba los gemidos de sus compañeras arriba con los otros vampiros, cualquiera pensaría que no iban a salir de la habitación.
El hombre gordito y calvo, Óscar, fue hacia ella mirando la cantidad de dinero que tenía, podía tener mil o mil quinientos euros. Se acercó a ella sonriendo con un trapo engrasado en la mano mientras se rascaba la calva cabeza, sonriendo.
-¿Y todo ese dinero? –Dijo con ese tono familiar.
-Me lo ha dado el cliente. –Dijo sin apartar los ojos del dinero. –Creo que me ha dado demasiado…
-¿Has hecho algo diferente? –Dijo mirándola con los ojos entrecerrados, arrugando la frente.
-¡No! Por Dios, no… -Susurró.
-¿Entonces…?
-No sé el por qué… Al revés, quería beber de mi cuello, le contesté que no y sólo me cogió la muñeca y bebió poco. Después se fue sin despedirse ni nada. –Dijo mirando a Óscar a los ojos.
-Hm… Creo que ya sé quién es. –Dijo dándose la vuelta hacia la barra.
-¿Quién? –Dijo ella persiguiéndolo.
Fueron hasta la barra, donde ella se sentó esperando alguna respuesta de su jefe, que limpiaba una de las jarras mientras arrugaba la frente y apretaba los labios con una sonrisa tierna y comprensiva. Sus oscuros ojos miraron a Bella durante unos segundos mientras la música seguía inundando la taberna.
-Si no me equivoco, es Edward Cullen. –Sonrió. –Ese muchacho siempre ha sido bueno, pero perder su familia lo ha metido en problemas… -Suspiró.
-¿Qué? ¿Quién es Edward Cullen? ¿Qué le pasó? –Dijo mientras miraba fijamente a Óscar para que siguiese hablando.
Óscar la miró con una sonrisa mientras cogía otra jarra y la limpiaba, sabía perfectamente que por la mente de la joven debía de pasar millones de preguntas, aunque sabía perfectamente que ese joven estaba metido en líos y daban mucho dinero por él, nunca lo había vendido, le daba pena aquel chaval que había perdido tan pronto a su familia.
-Los Cullen eran una familia tierna, aunque siempre permanecían aislados de los demás, sólo venían a beber y se iban sin dejar rastro. –Dijo la jarra y se sentó, mirando a Bella. –Pero al parecer, Esme, la mujer de Carlisle estaba comprometida con Aro, sólo quedaban dos semanas para que su compromiso fuera oficial. Invitaron a Carlisle con dos de sus hijos, que eran de su difunta esposa, Rose y Jasper. –Se aclaró la garganta mientras Bella lo miraba con los ojos bien abiertos. –Digamos que se enamoraron nada más verse, ya sabes… -Hizo un gesto con la mano. –Amor verdadero o a primera vista. A los Vulturis no le gustó nada, y los persiguió durante años. En ese momento, habían tenido un hijo, Edward Cullen, al que escondieron durante toda la vida para protegerlo. –Se frotó la barbilla, carraspeando. –Pasaron años y años, seguramente más de una vida humana, los hijos de Carlisle se enamoraron de otros vampiros con los cuales se casaron, eran Alice y Emmett, las noticias corrieron, haciendo que los Vulturis los encontrase. –Bella tragó saliva rápidamente esperando el desenlace de aquella triste historia. –Los mataron a todos, excepto a Edward, que estaba escondido en qué sitio sabrá Dios. –Dijo suspirando. –pero al parecer, se los llevaron y los juzgaron, al final los despedazaron y los quemaron, uno a uno para que sufriesen viendo a sus parejas morir. –Sonrió tristemente mientras Bella sentía las lágrimas en sus ojos. –Edward se enteró de todo, se ocultó durante años mientras la pena lo invadía, después, lleno de furia, mató a Aro, quedando uno menos dentro del grupo. –La miró fijamente y después a su alrededor, bajando el tono de voz, inconscientemente, ella se acercó más a él. –Esto causó que supiesen que quedaba otro Cullen, lo buscan desde hace muchos años para matarlo. –Se levantó, llenándole la cerveza a un hombre que estaba su lado. –Él ahora sólo puede huir, está sólo y se pasa por aquí para alimentarse, suele ser atento con las donantes respecto al tema económico, nunca abusa de ella. –Suspiró. –El cliente que te había tocado, era nada más que el mismísimo Edward Cullen. –Susurró.
Óscar se fue hacia unas mesas para limpiar, dejándola tragar toda la información que le había dado Óscar acerca de la familia Cullen, sintió una gran pena por Edward, el cliente de ojos verdes brillantes. Pensaba quedarse con todo el dinero, pero después de haberle contado todo aquello, decidió salir de la taberna, perseguida por la mirada de Óscar, que sonreía tiernamente.
Le devolvería la mitad del dinero, siempre le gustaba quedarse con más, pero se sintió mal por él. Tampoco es que ella tuviese familia, la prefería muerta que saber que su madre estaba ahora por las calles y su padre en cualquier parte de mundo. Fue hacia la parte de detrás de la taberna y cogió su vieja moto, un regalo de Óscar por su dieciocho cumpleaños, admitía que se sentía pequeña.
Tardó bastante en arrancar, haciendo extraños ruidos, hasta que aceleró y empezó a avanzar lo más rápido posible, rezando para que no estuviese lo suficientemente lejos. El viento hacía que su cabello se enredase en su cara, estropeándole la visión. Sentía las gotas de agua chocar contra sus brazos desnudos, desgraciadamente, por las prisas, se le había olvidado coger su chaqueta.
Siguió avanzando hasta que vio a unos cuántos hombres alrededor de uno, que estaba tirado en el suelo, intentando soltarse de los que lo tenían en el suelo, lleno de barro. Todos la miraron, sonriendo excepto el que estaba en el barro, reconoció esos ojos verdes y brillantes, Edward Cullen. El miedo circuló por sus venas, lo habían encontrado.
Edward aprovechó para empujar a los que lo sujetaban e ir corriendo a la moto, poniéndose él adelante y ella detrás, enredando sus manos en su cintura. Los vampiros empezaron a ir a por ellos mientras huían, aunque parecía que la moto no daba más de sí, parecían perderlos de vista a pesar de lo mucho que corrían. Ella suspiró y colocó su cabeza en aquel duro hombro.
-Muchacha, te agradezco que me hayas salvado la vida, pero te has metido en un problema. –Dijo acelerando más, su voz pareció acariciarle la piel y ser música para sus oídos.
En ese momento, ella tenía la impresión de que iban a pasar mucho tiempo, juntos, y no sabía cuánta razón tenía.
Hola a todas =)
Esta es una historia que se me ha ocurrido mientras escuchaba música y me relajaba, estoy conforme como me ha quedado el primer cap, espero que les guste a ustedes. Lo único que puedo decir, es que me dejen sus comentarios para continuar, lo único que me motiva lo pueden hacer en segundos, mientras que yo hago esto en horas. Lo he hecho largo, espero que haya valido la pena, dejen sus reviews, son mi única paga.
Espero que nos podamos leer pronto.
