~ Capitulo 0 ~
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"... El presente es un momento volátil por medio del cual el futuro se transforma en pasado... "
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La vida era como un murmullo, un silencioso y frio murmullo, tan imperceptible como tenebroso, en eso consistía todo, ¿no? Un mundo donde no había nada, donde los sonidos eran silencio y la vida era muerte, su mente divagaba y ni siquiera sabía si era su mente, no sabía nada, el conocimiento era la nada
¿Qué es esto? Ni siquiera se podía formar la pregunta, no había sonido y las palabras no tenían ningún significado, si, nada tenía sentido.
En medio de esa nada trataba de que su vista se abriera paso por la oscuridad en busca del más pequeño atisbo de luz, pero ni siquiera estaba seguro de que sus ojos estuvieran abiertos, la oscuridad era tal que lo único que lo hacía estar seguro de estar vivo era el frio que sentía.
Ese frio que se abrazaba a su piel como queriendo penetrar por cada poro de ella, abrió la boca, o eso ordenó a su cerebro sin sentirlo, y habló.
Nada. Ni un susurro.
Siguió con la tarea por varios minutos más, tanto que ni siquiera sabía si había pasado más de un segundo. Ante eso decidió dejar de hacerlo, no había más que hacer, no veía, no escuchaba.
De pronto un murmullo llegó a sus oídos, tan suave que creyó haberlo imaginado, una vez mas y mas fuerte, con la esperanza de que no fuera su imaginación decidió seguir el sonido, mientras avanzaba – quería creer que lo hacía – el sonido se hacía más fuerte hasta que llegó a un punto en el que lo reconoció como un eco de su voz, de las palabras dichas momentos atrás.
Poco a poco la nada se fue disipando, el sonido ya tomaba su lugar y la luz hacía esfuerzos por abrirse paso; sus ojos fueron capaces de captar un tenue brillo, un pequeño haz de luz de procedencia irreconocible. Apuró sus pasos.
Una gran cantidad de tiempo pasó, de ese tiempo que no sabía si existía en ese lugar y paró sus pasos justo a centímetros de un retoño. Aquel haz de luz cubría como un manto protector a un pequeño capullo de rosa blanca, tan pequeño y hermoso que daba la sensación de que desaparecería en cualquier momento.
Movió su mano, la llevó hasta penetrar el manto luminoso y al verla estuvo seguro de su existencia, vio el par de anillos que siempre portaba y la reconoció como suya y de inmediato sintió una oleada cálida penetrar por ella alcanzando cada parte de su cuerpo, ese misterioso calor se abrió paso desterrando aquel inclemente frio. De a poco sintió como sus sentidos volvían, como si con estar cerca de ese capullo le regresara el sentido a todo.
¿Cómo es que ese pequeño capullo podía prevalecer en medio de esa nada?
No lo sabía y por el momento no le importaba, se sentía extrañamente feliz y completo justo donde estaba.
-Hermoso ¿verdad? – un suave y melodioso murmullo llegó a sus oídos.
Movió su cabeza en busca del origen de la voz, pero no veía nada más allá del resplandeciente capullo.
-La vida siempre lo es – siguió diciendo la voz que reconoció como femenina.
-¿Quién…? – preguntó por fin.
De un momento a otro una silueta apareció frente a él, una chica de la que solo podía prestar atención a sus ojos, un par de ojos profundos y llenos de un sinfín de sentimientos que no fue capaz de descifrar, solo era consciente de ese par de ventanas y de que era bañada por el mismo resplandor que el capullo de rosa.
-¿Quién eres? – preguntó de nuevo.
No obtuvo respuesta, solo la mirada fija de la chica que le parecía tan familiar pero tan lejana a la vez; el silencio permaneció una vez más, pero esta vez de una forma reconfortante.
-No – murmuro la chica al momento que giraba la cabeza como si fuera consciente de que algo se acercaba.
-¿Qué? – trato de ver más allá de ella, pero solo había oscuridad.
-No pondrás un dedo sobre ellos – la escucho decir, esta vez su voz fue un susurro amenazante y decidido, tal y como él cuando protegía a su familia – no lo permitiré – dijo una vez más.
Antes de que pudiera decir o hacer algo un atronador sonido de cadenas se escuchó, el chirriante sonido abarcó todo alrededor, se llevó las manos a los oídos para atenuar el ruido mientras sus ojos buscaban dichos objetos entre la oscuridad.
Escuchó un quejido sofocante y entonces regresó su atención al frente justo cuando varias cadenas se posaban en el cuerpo de la chica. Una cadena paso por su cuello mientras otras tantas se enroscaban como serpientes por todo su cuerpo, desde sus piernas, brazos y todo el tronco de manera que no podía mover ni un solo músculo.
Vio su expresión sofocada y como el brillo que la rodeaba comenzaba a ser opacado por las cadenas, se movió en un intento de ir a ayudarla, pasó de largo el capullo e intento alcanzar a la chica, pero a cada paso que daba más se alejaba.
Intentó entrar en estado Ultima Voluntad pero no podía, no era capaz de exteriorizar su poder.
-¡Demonios! – gritó frustrado y angustiado, no era capaz de hacer nada.
Una estruendosa risa hizo eco, tan horrible y asquerosa que lo hizo estremecer, una risa que parecía estarse burlando de él y sus fallidos intentos.
La oscuridad comenzó a disiparse y frente a él y a espaldas de la chica encadenada la imagen de la mansión Vongola apareció, tan majestuosa e imponente como siempre.
Por segunda vez la misma risa resonó a su alrededor y como si fuera por su efecto, la mansión comenzó a decaer… el color y brillo se opaco, la madera de las puertas y los marcos parecía estar pudriéndose, los vidrios de los ventanales rotos, los jardines marchitos y en un parpadeo no era más que ruinas.
Sus ojos se abrieron a más no poder, un sinfín de preguntas lo atacaron ¿Qué ocurrió? ¿Y los chicos? ¿Qué paso con mi familia?
Estaba tan impresionado que sin ser consciente comenzó a retroceder, su mirada intercalada entre la espantosa imagen y la chica que seguía luchando por deshacerse de su encadenamiento.
En medio de todo eso un ligero ruido se oyó, el sonido de un tallo al romperse… imaginando la procedencia bajó la cabeza y lo vio, su pie había pisado el frágil capullo que ahora yacía quebrado y aplastado, de inmediato aparto su pie y el silencio se hizo de nuevo.
El capullo yacía destrozado y el resplandor que lo había cubierto desapareció, como si lo presintiera volvió su atención a la escena frente a él y vio como al igual que el capullo, el resplandor que envolvía a la misteriosa chica se desvanecía.
Fue consciente de la mirada que ella le daba, una mirada que no supo descifrar pero que por alguna razón le oprimió el corazón, contuvo la respiración y un aterrador grito se escuchó justo cuando ella desaparecía por completo.
Las cadenas cayeron al no tener un cuerpo que apresar y el grito seguía resonando, un grito que transmitía enojo.
De un momento a otro las cadenas se levantaron yendo hacia él, misteriosamente no sentía fuerzas para huir o defenderse así que sin entender, pero sintiendo un inmenso dolor en su corazón espero por ser atacado, pero antes de que las cadenas llegaran a él, despertó.
Sus ojos se abrieron de golpe acompañados de su respiración agitada, vio fijamente el techo reconociéndolo a los pocos segundos como el techo de su habitación.
Aun algo agitado se incorporó hasta quedar sentado en la cama, la luz de la luna entraba por los ventanales alumbrando tenuemente el interior de la espaciosa habitación.
Miró sus manos y las sensaciones regresaron a él.
-Tranquilo, Decimo – susurro una voz con encantador acento Italiano.
-Primo – musitó levantando la vista y viendo a su ancestro parado a un lado de él.
A pesar de que le sorprendía verlo ahí su voz no lo demostró, al contrario, lo único que se palpaba en ella era el sentimiento ahogado de quien acaba de tener una pesadilla.
-Solo fue un sueño – siguió el fantasma en un intento de darle tranquilidad a su sucesor.
-Lo sé – dijo apenas mientras clavaba sus ojos en los contrarios – Primo… - quería hablar de lo sucedido, tenía esa necesidad.
-Debes descansar, vuelve a dormir – no era una orden, pero tampoco una sugerencia, solo era la manera de decirle que no había nada que decir o por lo menos no el momento – yo me quedare aquí – le sonrió gentil transmitiéndole esa sensación de seguridad que daban los Padres.
Tsuna solo asintió vagamente, como si se tratara de un niño, como lo fue diez años atrás, se acostó nuevamente y se acurrucó entre las sabanas. Dándole una última mirada a su ancestro cerró los ojos para volver a dormir.
Giotto lo observo atento y como dijo, se quedó a su lado.
El castaño poco a poco se abandono a los brazos de Morfeo esperando no volver a pasar por lo mismo, porque aun a pesar de las palabras del Primer Vongola, él… ambos sabían que eso había sido más que un simple sueño.
