Gray se encontraba regresando de un pesado trabajo cuando sintió un pinchazo en el cuello, miró hacia su hombro y se encontró con un dardo incrustado en su cuello. Trato de quitárselo pero el efecto del dardo fue casi instantáneo y el azabache calló inconsciente a mitad del bosque.

Gray no se había percatado de que un grupo de hombres lo había estado observado desde mucho antes de que entrara al pueblo donde le habían pedido destruir un grupo de monstruos que habían estado causando destrozos.

Los hombres lo habían seguido desde entonces y en un descuido habían aprovechado para dejarle inconsciente.

Cuando Gray despertó se encontraba en una brillante habitación blanca, tenía puesto un collar de metal que le impedía usar su magia y estaba atado de pies y manos en una especie de mesa acolchonada.

Miró alrededor de él y observo a varios hombres caminando cerca moviendo objetos de un lugar a otro, observándolo y tomando notas. Uno de ellos un hombre alto, fornido, de piel clara, cabello rojo obscuro y ojos dorados se le acercó y le sonrío amablemente.

Makoto: Hola jovencito mucho gusto, lamento mucho que tengamos que conocernos en estas circunstancias pero realmente estaba comenzando a perder la esperanza de encontrar al perfecto hasta que te vi.

Gray: ¿Quién eres? ¿De qué demonios estás hablando?

Makoto: Oh pero si es verdad que torpe de mi parte, mi nombre es Makoto Inoue y tu mi hermoso jovencito eres un doncel y podrías ser el doncel perfecto que llevo buscando desde hace 3 años.

Gray: ¿Doncel? ¿Qué es un doncel?

Makoto: Me sorprende un poco que no lo sepas siendo que eres uno pero te lo explicare. Veamos… un doncel es un jovencito que puede crear vida en su interior y esa vida se vuelve una personita 9 meses después.

Gray: ¡¿Estás loco?! ¡Eso es imposible!

Makoto: A decir verdad no lo es y lo sabrás con el tiempo. Ahora tengo que hacerte unas pequeñas pruebas solo para asegurarme de que realmente seas el doncel que necesito para tener a mi heredero. Disculpa si esto te molesta un poco.

Antes de que pudiera decir algo el hombre tomo una jeringa con un líquido rosado y se la inyecto en el vientre. Gray al instante comenzó a sentir como su cuerpo se ponía ligeramente cálido y como se ponía más sensible y relajado.

Makoto se acercó a Gray y comenzó a observarlo detalladamente acercándose y tocándolo. Primero vio sus ojos y sus labios tocándolos suavemente haciendo que Gray sintiera un ligero cosquilleo.

Makoto: El rosado de tus mejillas se ve bastante saludable y ciertamente adorable, esos ojos valla, son hermosos espero que nuestro pequeño los saqué.

El mayor continúo con su inspección bajando su vista y sus dedos al pecho del azabache, donde comenzó a tocar suavemente las tetillas de este provocando que Gray, sin que pudiera evitarlo, soltara varios gemidos y jadeos de placer.

Makoto: Bastante sensible, es perfecto significa que serás muy bueno en producir alimento para el bebé y en amamantarlo.

Gray se sonrojó ante lo dicho y al sentir aún los dedos acariciando sus muy erectos pezones que no dejaban de producirle descargas placenteras. Makoto entonces con cuidado retiro sus dedos de su pecho y siguió bajándolos por su abdomen.

Makoto: Bastante firme pero suave al tacto además tiene la distancia perfecta y la piel es suficientemente elástica, perfecto. Ahora veamos el canal de parto.

Sin decir más el hombre retiro su mano de su abdomen y fue hacia una mesita de donde tomó un par de guantes y una pequeña botella de líquido transparente.

El hombre tomó con cuidado sus piernas y las flexiono separándolas ayudándose de las cadenas para mantenerlas en esa posición. Gray no entendía por qué su cuerpo no reaccionaba y no se resistía a los toques del hombre.

Makoto: Disculpa si esto se siente un poco frió es para evitar lastimarte no dolerá, lo prometo.

Gray no entendió lo que decía ese hombre y solo lo observo ponerse los guantes y verter una especie de gel en sus dedos cubiertos. No entendió lo que sucedía hasta que sintió algo frió, duro y viscoso abrirse paso en ese lugar íntimo que nadie debía tocar.

Gray: ¡¿Q-QUÉ HACES?!

Makoto: Revisando tu canal de parto, te lo dije. Se siente bastante estrecho, te dolerá al momento de parir sino lo vamos ensanchando en el embarazo. Aparte de eso está bastante saludable. Definitivamente eres el doncel que estaba buscando.

Gray no sabía ni que decir, ese hombre estaba loco y no solo eso lo había profanado, había tocado su parte más íntima y prohibida y lo peor de todo es que su cuerpo no había hecho nada para resistirse.

Makoto: Bien seguiré preparándote con cuidado no quiero lastimarte cuando este inseminándote.

Gray: I-Insemi… ¿Qué?

Makoto: Bueno no creerás que hice todas estas pruebas por nada. Ahora que sé que eres el doncel perfecto pienso embarazarte. Haré lo posible por que te sientas a gusto.

El pelirrojo introdujo otro dedo en la estrecha entrada del azabache sacándole un par de gemidos y a los pocos momentos introdujo un tercero, moviendo los tres dígitos en su interior.

Gray no podía sentirse más avergonzado ya que no solo estaba permitiéndolo sino que estaba gimiendo al sentirlo. Su cuerpo comenzaba a sentirse caliente y un ligero cosquilleo placentero se sentía en su vientre cada vez que aquellos dedos se movían en su interior.

El hombre siguió preparándolo hasta que estuvo seguro de que el chico estaba lo suficientemente relajado y dilatado para poder entrar. Con mucho cuidado retiro sus dedos de la cavidad del menor y se unto lubricante en el miembro.

Separó un poco más las piernas del azabache y despacio con mucha suavidad comenzó a introducir su miembro en el rosado canal que poco a poco le iba permitiendo adentrarse. Gray comenzó a gemir más alto al sentir la intromisión en su cuerpo.

Debido al mar de nuevas sensaciones para el azabache este no hacía más que sentir y expresar con sus gemidos y movimientos lo que sentía. Su mente se encontraba completamente en blanco únicamente dejándose llevar por lo que sentía.

El pelirrojo le sonrió y una vez completamente dentro comenzó el suave vaivén con sus cadenas que poco a poco comenzó a tomar velocidad y en poco tiempo topo con la próstata de Gray haciéndole chillar de placer una y otra vez.

El hombre le tomó por la cadera con una mano mientras con la otra masajeaba suavemente el erecto miembro del azabache. Al poco tiempo aumentando un poco el ritmo, el hombre se corrió en el interior de Gray llenándolo por completo y haciendo que este se corriera en su vientre.

Makoto se quedó en esa posición durante varios minutos observando como poco a poco la respiración del mago de hielo se iba tranquilizando y como su cuerpo se adormecía. El hombre entonces se separó con cuidado sacando su miembro con lentitud.

Después se acercó nuevamente al escritorio tomo un pañuelo y se limpió, tomó otra jeringa esta vez con líquido azul y se la inyecto a Gray en el cuello. El azabache al instante se sintió terriblemente cansado y se dejó llevar por el sueño.