Cierra los ojos.

Pac-pac.

A veces sientes que hasta dar un paso cuesta tanto.

Pac-pac.

El aula está vacía, ni ganas de alcanzar a los demás. Sólo me queda guardar estos ingredientes en el armario y bajo.

La soledad nunca fue tan perfecta compañera.

Doy un tirón hacia arriba para jalar el caldero y de momento a otro las fuerzas se desvanecen. Al suelo:

¡Plam!

¡Ron¿Qué rayos pretendes¡Pude haberlo roto! – le grito, recogiendo apresurada el caldero.

Una sonrisa de inocencia asoma entre sus labios.

¡Pero si apenas te toqué! Lo que pasa es que eres muy cosquillosa.-

¡No soy cosquillosa! Soy muy sensible... que es diferente. – me mira con cara de incredulidad. – Además, eso no fue hacerme cosquillas eso fue asustarme adrede: viniste furtivamente. – le miro, con cara de madre regañando a su pequeño.

Es que... es divertido verte saltar asi. – confiesa.

Me sostengo, a penas, de uno de los lados del armario, luego de haber devuelto el caldero a su lugar. Cierro los ojos, con fuerza, pego la cabeza a mis manos, casi blancas, de la fuerza con las que me sostengo. Doy un gran respiro y vuelvo a mi andar.

Ya puse todo en su lugar (todo lo que yo he utilizado, al menos). Cojo mi mochila y me la cuelgo a un hombro, pues mientras voy sacándome la túnica de protección por el otro lado. Ya casi estoy en la puerta.

Me detengo en el marco y le miro: Recostado de espaldas en el barandal, de frente a mí, con los codos en el muro y la cabeza mirando al cielo. Merlín, qué cansado está.

Oye, no tienes que esperarme.- vuelve presuroso su rostro a mí, tanto que no dudo que se haya hecho daño.- Anda yendo tú. La reunión tiene para rato y tú estás cansadísimo. – le digo, mientras me le acerco.

No. – me dice, regalándome una sonrisa, no sé de dónde porque ni para eso tiene fuerzas, se nota. – Te espero, yo te espero. – y hasta la voz lo delata.

Ron, esta es una reunión de prefectos. Ya sabes: larga y aburrida. – hago un gesto de hastío para acompañar mis palabras - Tú estás muerto, hoy has tenido entrenamiento, y están dándose duro ya que se acerca el partido contra Slytherin. Ve a dormir, no me molesto, ve a dormir.- me le acerco un poquito más y le tomo un brazo con cada mano en un afán afectuoso.

Yo te espero. – me casi-susurra, y es ahora él quien me toma de los brazos y me acerca a él – Quiero esperarte.- mirada profunda, cansada, pero ansiosa.

Un beso. Sí, está esperando eso... Pero no puedo. Me muero por... pero no puedo. Vale, ahora somos enamorados¡pero de eso hace ni 1 semana! Aún no me acostumbro a esto y... huyo. Le ofrezco una sonrisa, le doy un beso a penitas, con un esbozo de abrazo, y me vuelvo al aula, pudiendo escuchar su suspiro de resignación aún cuando ya le daba la espalda.

Ya me he quitado la mitad derecha de aquella túnica de protección, y colgado la mochila de ese lado libre. Me saco de un tirón la otra parte del mandil, ahora sí por completo, pero logrando tirar el mandil al suelo... Volví a cerrar los ojos con fuerza.

Un gran respiro y voy hacia él, a penas si me detengo, pues lo recojo y sigo de frente, retomando mi camino.

Bajo las escaleras mientras doblo la dichosa túnica, y la trato de alisar. Paso por uno de los salones de clase... No puedo ver su estrecho corredor, ahora oscuro, porque para ello tendría que inclinarme en el barandal.

Me tiene contra la pared. Tan pegado al uno como al otro. Sonríe, malicioso y ansioso. Va buscando mis labios pero no se decide cómo: por la derecha... Vuelve su rostro hacia la izquierda, tienta... Regresa a la derecha, roza. Me está volviendo loca. Si no me besa ya juro que... Ya tiene mis labios entre los suyos.

Sus manos en mi cintura, sus piernas algo separadas, lado a lado de las mías, que están juntas y entre el arco agudo que forman las suyas. No se contiene, y me jala hacia él... No lo resisto y lo jalo más a mí. Va bajando, por mi cuello; una de sus manos abandonó mi cintura para buscar, desesperado, el cuello de mi blusa, y hacerse camino a más... Un gemido y su nombre se me escapan, mientras presiono su espalda, cerca de su hombro, para sentirlo más... la cercanía no parece suficiente: sigo empujándolo hacia mí.

Se oyen unos pasos, bajando por la escalera. Trato de separarlo pero no puedo. Lo hago con más fuerza y hasta el último momento besó mi cuello. Se yergue (pues es más alto que yo), rendido vira su cabeza hacia el sonido. Silencio. Los pasos se van alejando y apagando.

¿No ves? Nadie vendrá hacia acá. – me dice, refunfuñando de que lo hayan desconcentrado de su importantísima 'labor'.

Pues parecía. – le digo, mordiéndome el labio el señal de disculpa. – Igual es peligroso estar acá. Estamos al frente del salón de clases. Pueden venir a limpiar.

Se alza de hombros y vuelve a besarme.

Sonrío, deteniendo, por ende, su desesperado beso.

Se separa, lo suficiente para dejar de besarme, lo suficiente para que nuestra única visión sea el rostro del otro. Sonríe...

Te amo. –

Ensancho más mi sonrisa. Ya lo he oído decírmelo, pero... aún me resisto a creerlo.

¿En serio? –

En serio. – repite, asintiendo efusivamente la cabeza. – Te amo.-

Lo beso, a penas uniendo nuestros labios.

¿De verdad? –

Sus manos, que habían vuelto a mi cintura, se vuelven a escapar de ellas. Gira su cabeza al techo, toma aire y...

¡TE AMOO! – grita, no largo, sólo fuerte, profundo y grave, pero grita.

Mis ojos se ensancharon en cuanto supe lo que iba a hacer. Le iba a tapar la boca con mis manos pero no me dejó. Cuando acabó de gritarlo me prendo de su cuello con mis brazos, sus manos vuelven al lugar de antes, pero con mayor presión, pues me da un giro, casi cargándome. Entre sus labios le digo que también lo amo, y él se lamenta que, a estas horas y en este lugar, sólo los elfos hayan oído su confesión. Promete, eso sí, mañana lo hará con más gente en rededor. Trato, en vano, de hacer que desista su promesa.

Y todo vuelve a comenzar...

Cierro los ojos, con calma, ya alejada de aquel lugar, decidiendo que un buen libro me relajará.

Llego a la sala común, sin mayores contratiempos. Aviento mi mochila a una mesa desocupada, distrayendo, quizás, a unos cuantos. Y eso qué más da...

La pluma deja de deslizarse sobre el pergamino. A penas si puedo mantener los ojos abiertos, con él ahí... por mi cuello.

Ron... – le suplico. No es el momento, ni el lugar. Hay personas alrededor.

Mas sigue, mis palabras no existen para él. Sus labios semiabiertos, recorriendo mi cuello, delineando mi oreja, humedeciendo mi piel... Estremeciéndome.

Ron. – y esta vez el tono de mi voz es un poco más alto.

Déjame. – me dice, mientras se deshace de mi brazo, el cual tenía por función alejarlo. Y sigue con su trabajo...

Al menos esta vez respondió algo.

Su respiración en mi cuello es embriagante. Hago un último esfuerzo y abro los ojos: me doy con unas cuantas miradas puestas en nosotros, los estamos distrayendo. Eso estaba mal.

¡Ron! – ya grito. Y logro separarme de él, siendo un poco tosca, pero era la única manera.

No estaba preparada para lo que vendría.

Frunce el entre cejo y, decidido, toma mi rostro entre sus manos, no me da tiempo si quiera de reaccionar, cuando ya me atrapó en un beso, algo brusco, pero beso.

Reacciono e intento separarme, pero él me jala más hacia sí. Esta vez intento, ya con mis manos en su pecho u hombro, pero es demasiado fuerte. 'Estamos distrayendo a personas' me repito en la mente, antes de dejarme llevar por sus labios... 'Y eso qué más da' me digo, ya perdiendo la noción.

Cuando decide soltarme yo ya estoy perdida por él, que ni abrir los ojos puedo.

Perdóname por obligarte. – me dice, aún con mi rostro entre sus manos.

Niego, con la cabeza, pues no encuentro mi voz. No sabe él si me refiero a que no lo perdono, o que no hay problema

Perdóname. – repite, ya un poco preocupado.

Besas delicioso. – es lo único que puedo decir, alejando mi rostro de sus manos, y esquivando su mirada.

Sonríe, lo sé, pues hace un pequeño ruido con el aire escapado; y vuelve a su pergamino.

Ahora sí, a estudiar. –me dice, como si nada hubiera ocurrido.

Giro la cabeza, presurosa, y media molesta; pero él ya está retomando su lectura e ignorándome.

Maldición. ¿Y de qué se supone trataba mi ensayo?

Ya he huido hacia mi habitación, casi tropiezo, por cerrar mis ojos para que no salgan un par de lágrimas escurridizas.

Cierro la puerta, tras de mí, mis manos aún en la perilla, la puerta siendo mi respaldo, mis pies evitando que resbale.

Oye, ya no¿vale? Ya no. Ya no quiero recordarte. Ya no.

Hemos subido a mi habitación a recoger unos libros. Es sábado, visita a Hogsmeade, pero lo convencí-obligué que nos quedáramos a repasar.

'Mione. – vuelve a evocarme, por décima vez, haciendo su berrinche.- ¿tiene que ser hoy¿Precisamente hoy!

Sin virarme a encararlo, le respondo, no abandonando mi labor de buscar el buscado libro en mi mini-estantería personal (me he prestado tantos de la biblioteca y demoro tanto en devolverlos que, temo se maltraten, por ello la existencia de ese mueble)

Ron. – lo llamo, imitando su voz berrinchuda, para que se de cuenta de cuán infantil suena. – Sí, es necesario.

¡Dónde habré dejado ese bendito libro! Ni pensar que lo haya perdido¡ni pensar!

¿En serio? – tira de mi blusa, pues no llevo chompa, ya que dentro de la torre el ambiente es más cálido.

¡Por supuesto que es en serio, Ron¿Sabes la cantidad de muchachos que asisto? Algunos tienen que estar detrás de mí para que recuerde en qué materia prometí asesorarlos. Siendo tú mi enamorado¿no tienes más privilegios de esa ayuda¡Merlín, Ron! Sólo espero que aprecies mi forma de agradecerte. –

Me he exaltado, lo sé, y azoto contra mi estante el libro que al fin había encontrado. Suspirando y agachando la cabeza. Mis manos entrecruzadas a nivel de mi abdomen, una se suelta para dar a mi frente. Culpable.

Lo siento. – digo, bajo. Suspiro.

Iba a girarme, para dar una real disculpa, pero antes de hacerlo sus manos ya rodearon mi cintura, y su mentón se apoya en mi hombro derecho. Mis manos se alzan en reacción, dejándole espacio para que me rodee más.

Oye, yo aprecio lo que haces por mí. – me susurra, directo al oído. Asiento. – Pero ya sabes: mi papel es ser latoso y malcriado. Eso no puede cambiar. – Sonrío. Eso es verdad.

Giro la cara hacia la suya, teniéndolo cerquita, cerquita.

¿Y mi papel cuál es¿Ser aburrida y empollona? – pregunto, sarcástica, hiriente para mí.

Frunce el entrecejo y me corrige.

Nada de eso. Tu papel es hacerme entrar en razón, y controlarme un poco. – está tan convencido que le creo. - ¿Recuerdas? Tu me controlas, yo te divierto.

Asiento. Sonrío. Tiene una facilidad para reanimarme, única.

Me le acerco y le beso. Un rato así e intento virarme, para poder hacerlo mejor, pero no me deja. Tiene razón: nos entretendríamos demasiado y la biblioteca nos espera. O eso pensé que tenía él en mente. Mas su razón era otra. Caí en eso cuando sus labios abandonaron los míos y, bajando por mi cuello, se deslizaron por mi hombro, hacia mi nuca.

Vale, eso es trampa. Mis manos sostienen las suyas, a nivel del abdomen, en afán de deshacer el nudo y soltarme. Pero, venga, él sabe que no lo haré.

Sonríe y va descendiendo. Próximo destino: mi espalda. Los ¾ superiores de ella, exactamente. Dado que tenía el 1° botón desabrochado, él, al halar de ella (mi blusa) dejó libre más de lo pensado (de mi espalda).

Era la 1° vez que me besaban ahí. O, vale, él es mi 1° vez en todo¿no? O casi todo. El punto es que, sería mejor decir: en nuestrarelación, es la 1° vez que besa mi espalda. Y se sentía tan bien.

Mi mano izquierda se alzó, y fue hacia su nuca, para instarlo a que siga. Demasiado delicioso para acabar. Pero así lo hizo, regresando por mis hombros ahora descubiertos, volviéndome a acomodar la ropa.

'De nuevo.' Debí pedir que lo repita.

Estabas tensa. – me dice, aún en la misma posición. – Creí que lo necesitabas.

Es tan cierto.

Es por los exámenes¿no? Que ya se acercan – asiento apesadumbrada. – Venga, preciosa. – presiona el lazo de sus manos. – Tú puedes, siempre puedes. – le sonrío, mirándolo. – Igual si te quito tiempo o algo... Puedo estudiar con Harry y eso.-

Eso ni hablar. Ya os conozco, y juntos no estudian mucho que digamos. – sonríe, atrapado. – Además, por supuesto que no eres una molestia, bonito. Yo lo hago con gusto, en serio.

Vale. – me suelta y, ya girada yo, agrega. – Sólo lo decía en un último intento desesperado por salvarme de esta tarde en la biblioteca.

¡Ron! – le doy una palmadita en el hombro, como reprimenda.

¡Va¡Va! – dice, dolido. – Sólo era broma, Hermione, sólo broma.

Lo beso, suavecito, para compensar el golpe dado.

Oye. – me dice, entre labios. – Está bien, acepto: sólo si me regalas uno de estos muy de cuando en cuando en la biblioteca. Digo, para no aburrirme¿no? – se alza de hombros, inocente.

No tiene remedio. Todo lo toma a gracia¡y a mí que me encanta!

Vale.- respondo, entre risitas ante su petición.

Vale. Pero ahora dame uno grandote, para agarrar valor y entrar a la biblioteca.-

Carcajadas de mi parte.

Vale. – y dejo el libro en el estante, nuevamente, para librar las manos, y estas puedan ir a dar, entrecruzándose, a su nuca.

Eso. Así uno sí tiene ganas de aprender. – fueron las últimas palabras dichas, antes de enfrascarnos en... otras cosas.

Me encuentro sonriendo. Cierro los ojos, tomo aire, voy en busca mi capa. Al lago, al lago y ahora. Me cubro totalmente con la capa negra, que tiene capucha ancha; me la pongo desde el cuarto, para evitar mirar a tantas personas en el trayecto.

'Tienes que concentrarte, Hermione' me reprimo, mentalmente. Y aunque ha sido cosa difícil desde que comenzó nuestra relación (antes también, pero más leve), pues la vida académica no para y los exámenes no se postergan, hay que darle duro, más aún ahora que –cuesta reconocerlo- has bajado tanto y...

Antes de sentarme en una de las tantas bancas me doy cuenta que, inconscientemente, me he dirigido hacia aquel lugar.

Las bancas son de cemento, sin respaldar, sólo 2 grandes asideros a cada lado; es uno de ellos el que uso como respaldar, teniendo, por tanto, que poner las piernas lado a lado de la banca.

Sonreíamos, de cuando en cuando, en los momentos que no nos besábamos. Me encantaba, a sobremanera, cuando me preguntaba si tenía frío, y me apretujaba más hacia sí, tendiendo cuidado, eso sí, que mi chompa no se alce (y me entre el viento por la parte baja de la espalda) y sobando mi brazo, pretendiendo así calentarlo. Se estaba tan bien así, en él, pero me preocupaba que le vaya a cansar el brazo: siendo que estaba sentado de horcajadas en el banco, con uno de los asideros por respaldo, y a mí sentada perpendicularmente a él, apoyándome en su brazo izquierdo, mis piernas sobre su pierna derecha. Su mano libre (la derecha) surcaba, cuando no por mi cintura, por mi rostro.

No recuerdo bien cómo, el punto es que retomó el tema de la discusión de esta mañana.

- Me porté como un idiota... –

'Vale, no empieces con eso nuevamente' supliqué mentalmente, mientras cubro mi rostro en su jersey café... y asiento.

- Sé que no se te olvidará. Perdóname, por favor... –

Yo que sólo quería pasar una noche juntos, haciendo lo típico, lloro nuevamente. Presiono fuertemente su jersey y aún con el rostro oculto le pido que no lo vuelva a hacer, con un por favor al final, que fue un toque de súplica mía.

- Jamás. – me dice, fuerte, claro y hondo, presionándome contra sí. – Jamás. – repite.

Unos minutos así, y retoma:

- Es que no quiero que nadie te lastime. – parece haberse dado cuenta que encontró el porqué de su comportamiento de esta mañana, y se sostiene en ello. – 'Mione, aunque no lo demuestre soy muy celoso. Ha llegado ocasiones en que me reprimo para no pedirte que te alejes de algunos amigos.

- Pero yo sólo te quiero a ti. – alzo mi mirada hacia él, con convicción.

- Lo sé, lo sé. – me vuelve a abrazar, parece como si... no pudiera sostener mi mirada.- Por eso no dejes que te lo pida.

- En verdad te quiero, Ron; en verdad te quiero.- esboza una sonrisa, ya mirándome, al fin.

Mas esta vez soy yo la que rehuye su mirada, apoyo mi mejilla derecha en su pecho, mirando... quién sabe qué.

- Por esto soy tan reacia y fría ante los demás: para protegerme, porque soy, en realidad, tan frágil.- se asoma, por mi alma, una pequeña duda ante tal confesión, me he vuelto, con esto, tan vulnerable ante él.

- Vales mucho, 'Mione. No permitas que nadie te lastime. Tienes que aprender a ser algo cruel y no tan inocente (aunque eso me gusta, confiesa sonriendo). No soportaría que nadie te lastime... Ni yo. No dejes que te lastime, nunca, nunca...-

Y lo sabes, lo sientes. No necesito una promesa de amor eterno (que nunca me la ha dado, porque siempre me dice 'no prometo amarte para siempre, pero en verdad estoy completamente enamorado de ti'), dada mi posición, por todo lo que he pasado, era todo lo que pedía, era lo que necesitaba: 'No soportaría que nadie te lastime.'

- Ron – lo llamé. Me mira. No encuentro las palabras, o el valor; miro hacia otro lado y él vuelve a hablar redundando en el tema. Ya no lo escucho, sólo me tomo tiempo para decirlo. – Ron.- vuelvo a evocarlo, tomando ya completamente su atención.- Te amo.

Me estaba mirando cuando se lo dije. Esbozó una sonrisa, se apagó, volvió a aparecer. Asustada yo atiné a abrazarlo, pude sentir, entre sus brazos, que se agitaba mientras sonreía, pues exhalaba bruscamente emitiendo cuasi-risas, nervioso.

- Puede que para ti no signifique mucho, pero para mí sí y... –

- No, no. – interrumpe, me separa de él. – Yo esperaba el día que me amaras, 'Mione. En verdad es la primera vez que me pasa, en serio: Te amo.

Le sonrío, me sonríe; le abrazo, me devuelve el acto; le vuelvo a repetir que lo amo, no siendo capaz de hacerme a la idea que se lo esté diciendo a alguien.

Lo típico: susurrándonos palabras bonitas, tomándonos de la mano (la libre), acariciándonos los rostros, esbozos de besos, besos, más que besos. Hasta que... No sé cómo lo hace, pero puedo sentir cuando sus besos son más que eso. Quizás porque estruja mis labios de tal forma... O porque se separa apenas de mis labios y su lengua asoma entre estos, acariciando los míos, logrando agitarme, desprender de mí unos suspiros que llevan su nombre. También, puede ser, la forma en que enlaza sus brazos a mi cintura, acercándome, demasiado. No lo sé, el punto es que pierdo el control, el punto es que dejo sus labios y me enrumbo a su cuello, descubriéndolo, dejándolo a la intemperie de ese frío de las altas horas de la noche.

- Soy mala¿verdad? –

- Sí. – afirma, a manera de reprimenda. – Pero me gusta esa maldad... Soy masoquista.- carcajadas de ambos.

Aprovecha y es ahora él quien se enrumba por mi cuello¡pero cómo sabe hacerlo de bien! Me agita, me obliga a cerrar los ojos, me estremece a tal punto que mis manos se cierran estrujando su contenido (su jersey). El arco entre mi mentón y mi esternón de hace obtuso, dejándole campo libre a donde se aventure. Imaginé que sólo quería pasar del lado derecho al izquierdo, pero en el trayecto cambió de ruta: al sur. Su mano, desesperada por ayudar su cometido, iba a la altura de mi hombro, jalando mi chompa más hacia fuera, mas siendo que estaban sus labios tan abajo, no ayudaba mucho, y no se atrevía a posar sus dedos ni un centímetro más abajo. Pero sus labios seguían, caminando por entre mis pechos, deshaciéndose del estorbo de la ropa con un leve empujón de su nariz, agitándose tanto que su respiración creaba sonidos extraños al chocar contra mi pecho, desesperándose, apresurando el paso. Cuando ya estaba sobre uno de mis montes y yo gimiendo al aire, sin poder ni querer detenerlo, respirando de tal forma que sólo lo antojaba más, presionando mi mano tras su nuca... se detuvo. Un último beso al estrecho de entre mis senos; un segundo para aspirar aire y, de un empujón, retirarse; una sola mano para volver a cubrir lo que con tanta destreza logró desabrigar. Mas su entereza no fue tanta, porque volvió a acurrucarse entre ellos, por sobre mi chompa azul marino, mientras con voz trémula repetía 'lo siento, lo siento'.

- ¿Estás bien? – tantas veces me formuló tal pregunta cuando me seducía haciéndome agitar, que me sentí orgullosa de ser yo esta vez quien lo haga.

Asintió, aun agitado, y volvió a pedir disculpas si hizo algo que yo no quería.

- Fuiste muy abajo.-

- Lo sé, lo sé, discúlpame. – asiento. – Es que... me haces sentir cosas.- lo miro interrogativamente.- Cosas...- duda, no lo quiere decir - Me haces desearte.- suelta de una, mirándome de tal forma.

No. Eso no es posible. Soy yo¡hermione!

- ¿A mí? – pregunto, incrédula, con una sonrisa de escepticismo única que lo ofende.

Asiente.

- No debí decírtelo, no quiero que te sientas... presionada.- y está tan serio, tan serio, que me asusta.

- No, no eso. Sólo que es... tan extraño.

Voy digiriendo tal confesión, se me hace difícil hacerme a la idea. ¡Merlín¡Soy yo¿Me... desea¿Cómo pued...?

¿Será posible que...?

Me doy cuenta que, con Ron, nunca se sabe: Si llegó a enamorarse de mí, siendo... ¡como soy¿Porqué no...?

Quizás...

- Dímelo.- suplico.

Se toma su tiempo.

Se decide:

- Te deseo...-

Me tomo mi tiempo.

Saboreo.

- Dímelo. – repito, provocándolo en los labios, presionándome yo sola contra él, irguiéndome hasta llegar mi rostro a la altura del suyo.

- No debo...- me aleja de él.

Mas no me conformo. No sé cómo, no sé por qué ni por qué no, pero lo provoco, lo vuelvo a enloquecer, logro que vuelva a estrujarme contra él, que vuelva a preguntarme si deseo que me bese en el cuello; asiento maliciosa, respondiendo desdeñosamente a su petición de que si hace algo que yo no quiera, lo detenga. Eso ya no importa, lo que interesa es que lo vuelva a hacer; sí, de nuevo, más abajo, más... entre mis pechos.

No soporta, agitado vuelve a cubrirme. No puede, se sorprende de que se le haga tan difícil seguir.

- Es... increíble. Contigo... – sonríe, derrotado. – Si hubieras sido otra chica ya te hubiera pedido otra cosa, pero... ¡Eres tú! Y quiero que todo vaya correctamente.

- Siento que vamos muy rápido.- apoyo.

- Es correcto.- medita.- ¿Quieres que retrocedamos?- asiento.- Es correcto.-repite

Yo, recostada en su pecho; él, reposando su mentón entre mis cabellos. Ambos meditando.

- Algún día eso ocurrirá. Quizás suceda, quizá no pase entre nosotros. No importa. Yo te quiero a ti, por lo que eres.-

Yo recostada en su hombro; él, posando sus labios en mi mejilla. Ambos meditando.

- Te amo, Ron. Te lo digo así, con ese calor bonito que se siente al decirlo: Te amo.- le confieso.

Me levanta el rostro tomándome del mentón un dedo. Obligándome a mirarlo.

- Lo has descrito como yo lo siento, pero no podía expresarlo.-

Es la sonrisa más dulce que jamás me ofreció. Es la sonrisa más sincera que jamás le ofrecí.

He dejado el banco y, prácticamente, he caído a su zona anterior: la que queda frente al lago.

Sentada en el grass, dándole la espalda al colegio, he abrazado mis piernas, recostando mi cara en las rodillas, sonriendo ante el último recuerdo. Manteniendo mis ojos cerrados tratando de revivir el sabor de sus labios, la delicadeza de sus palabras, el calor de sus brazos... Algo.

No. Cerrar los ojos ya no es buena idea.

Será fácil olvidarte, sí. ¡Bah¡Pan comido! Teniendo en cuenta que todos los lugares cuentan una anécdota nuestra, que soy amiga de tu hermana y de tu mejor amigo, que a Voldemort parece habérselo tragado la tierra, que te veo cada día y, sobre todo, me encanta recordarte.

Sí, será fácil olvidarte, sólo que cerrar los ojos ya no es una opción. Encontraré otra, tengo todo el tiempo del mundo, porque sin ti... ya no sirve para nada más.

Será fácil olvidarte, sólo que...

Si tan sólo quisiera olvidarte. Todo sería más fácil¿no?

Dedicado a: Nery, una gran persona, un mundo por descubrir, con la cual me tomaré mi tiempo para conocer. :)

Notas de la autora: Mi idea es hacer 4 capítulos, tengo el esbozo de este fic en mi mente, y se me apetece mucho; pero¡venga! Tengo otro fic sin terminar y mi rendimiento en la unvs. no van muy bien. No lo sé, no lo sé. Unas cuantas amanecidas más y, si logro salvar el curso, quién sabe.

Innecesariamente explico: Pareja Ron&Hermione, mi preferida¿alguna duda ya:) ¡No lo creo!

Espero les agrade, un inicio no tan llamativo, pero el final me agradó más. Va, no sirvo para los diálogos, se me da mejor (o menos catastrófico, sería más adecuado) los pensamientos puros.

Aclaración extra: Este fic, Equiparando sentimientos y otro, que espero publicar pronto, estarán conectados. Otra etapa de mi vida, sí, tal cual Columpio. Para más explicaciones de cómo van estos fics, entrad a mi profile. Gracias de antemano. :)

Atentamente:

Karla

('Mione)