Hola este es mi primer fic, espero que les guste. Por favor dejen sus comentarios.
Este fic tiene alto contenido spoiler si no estas al corriente con el manga de Naruto quiza no lo entiendas.
DECLARACION: Los personajes de Naruto no me pertenecen son del genial Masashi Kishimoto. Y los he utilizado sin fines de lucro.
La piedra y la arena
La roca
Echo un vistazo a su alrededor, estaba sola, esperaba que aguardaran su despertar, pero no fue así. Casi sin moverse, por el dolor que esto le causaba, la morena noto que la habitación del hospital no estaba tan mal. Las paredes celestes y las guardas, hacían juego con unas cortinas azules que se balanceaban al compas del tenue viento que se colaba por el entreabierto ventanal… El de ayer había sido un día difícil. Como tantas otras veces comenzó a preguntarse cómo había llegado hasta allí, y no tuvo más opción que recordar…
La guerra y la alianza shinobi eran un hecho. Había caminado días para llegar al punto de encuentro, repasando aun sin entender, las razones por las que lucharía codo a codo con sus enemigos. ¿Acaso el Tsuchikage había perdido la razón? Se pregunto a sí misma, sabiendo que no era la única que lo hacía. En el lugar la desconfianza y el mal humor se apoderaban del ambiente, mientras que los enfrentamientos se multiplicaban palmo a palmo.
–Es evidente que no funcionara. Se atrevió a murmurar. Solo Suna y Konoha parecían congeniar… pero nadie más. Los protectores habían cambiado, pero solo eso, el sentimiento seguía siendo el mismo.
Tres hombres se presentaron ante ellos, sus oscuros ojos se abrieron un poco más, no podía creerlo que estaba viendo… En los extremos dos hombres mayores, aunque no mucho, ocuparon sus puestos. El de la izquierda no era nada especial, es más, creyó que luego de ese momento no lo recordaría, era como tantos otros shinobis que veía a diario. A la derecha se encontraba el, ese pelo grisáceo, la bandana torcida ocultando uno de sus ojos y su rostro cubierto lo hacían fácilmente reconocible… Era Hatake Kakashi. Kohana maldijo su suerte, él era el líder del primer escuadrón y a pesar de las diferencias, hubiese sido un honor estar a su lado. Pero ella estaba en el cuarto. En el centro, casi un niño, alguien no más grande que ella observaba con calma. Su cabello de un rojo intenso y sus ojos verdes contrastaban con la palidez extrema de su piel. Pero lo más llamativo era un enorme objeto con forma de calabaza en su espalda que lo delataba… Era de Suna… Era su enemigo. La incertidumbre comenzó a apoderarse de ella ¿Cómo era posible? Viejas guerras los habían hecho rivales, y ahora ellos pretendían que una nueva los uniera. -¡Que estupidez!
Una voz áspera, pero suave a la vez, interrumpió sus pensamientos y sin desearlo, algunas frases fueron haciendo eco en su mente…
-"Yo era un jinchuriki… El lloro por mí, lo herí y aun así me llamó amigo… ¡Aquí no hay enemigos porque todos hemos sufrido a manos de Akatsuki!...Si quieren mantener su odio hacia la arena, cuando esta guerra termine tomen mi cabeza… Quiero proteger al mundo, pero soy demasiado joven para hacerlo solo. ¡Necesito de su ayuda!"
Su expresión cambio por completo, ¿ese chico era el comandante?, ahora estaba segura. Los cinco Kages sean quienes fuesen, estaban delirando.
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El calor sofocante la trajo a la realidad, la fresca brisa matutina se había transformado y esa atmosfera abrasadora no la dejaba respirar. Intento incorporarse de a poco. La ventana no estaba lejos.
-No deberías hacer eso, todavía estas débil. Dijo una voz a su espalda.
La reconoció de inmediato, ella se había ocupado de Kohana desde que llego allí, eran viejas conocidas. Sus enormes ojos color esmeralda y una gran sonrisa le dieron cierta tranquilidad.
-Sakura… Solo quería cerrar la ventana. Se excuso.
-Debiste haberme llamado. Respondió la peli rosa mientras aplicaba la medicina, cerró con cuidado el ventanal y se marcho rápidamente.
La temperatura mejoro bastante, el dolor se desvanecía y casi sin darse cuenta comenzó a quedarse dormida.
El campo de batalla era desértico, enormes rocas se erigían a su alrededor formando extrañas y hasta aterradoras figuras que el propio viento había moldeado con el paso de los años.
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La arena se le metía en los zapatos: -¡Esto sí que es molesto! Pensó ella. Habían avanzado y retrocedido varias veces. La morena intentaba adivinar, sin éxito alguno, lo que ese chico odioso pensaba. ¡Comandante! ¿Qué se creía? Ni siquiera los miraba. Solo hablaba con una rubia mandona, mas fastidiosa que el. Aunque debía admitir que desde el discurso sus compañeros veían al pelirrojo de manera diferente. Ella no podía. En el pasado Suna la había despojado de casi todo ¿Por qué ahora debía olvidar?
Las horas pasaron, la llegada del Tsuchikage confirmaba la cercanía de la batalla. Sin embargo, el joven líder y el anciano Kage avanzaron solos hacia ella. Sin saber de dónde venía, Kohana pudo ver como toneladas de arena se agitaba tomando la forma de una hermosa mujer que rodeaba al enemigo. Una voz grito: -"¡Mierda es papá!" Mientras que unas gruesas y transparentes lagrimas humedecían el rostro de quien se les enfrentaba. Ese rostro, de mirada fría e impasible, había cambiado.
-"Me has superado". Se escucho. –"Gaara te confío la aldea."
¿Gaara? ¿Gaara del desierto? Ella lo recordó… Ese era el nombre del Kazekage.
La arena
Tenía prisa, tanta que no noto las risas y las miradas cómplices que le dedicaban. Absorto en sus pensamientos, solo podía cuestionarse ¿Por qué hoy? Un alerta de nivel S+, lo único que no podía delegar ni posponer. ¿Por qué justo hoy? Resolverlo le llevo preciadas horas en las que hubiera deseado no estar en su oficina, donde los breves minutos se tornaban infinitos, y la desesperación comenzaba a florecer en su piel.
-Terminamos… Solo firma y vete. Le dijo una mujer sentada en un amplio sillón, junto a un enorme abanico.
-¿Segura? Respondió el peli rojo levantando la vista hacia su hermana. –Falta que…
-¡Vete ya! ¡Nosotros terminamos con esto! ¿O realmente quieres quedarte aquí? Le espeto un hombre castaño que sonreía con picardía.
-La verdad… no. Respondió entre suspiros. –Kankuro, Temari… Gracias. Dijo el Kazekage de Suna cerrando un pergamino, mientras desaparecía en un fugaz torbellino de arena.
El cuarto estaba justo como él lo había ordenado, y aunque debió admitir que la decoración no era lo suyo, se sintió satisfecho. Ella dormía profundamente, su largo y renegrido cabello contrastaba con la claridad de su piel y caía suavemente hasta llegar a su ropa de satén. Se acerco lentamente, acaricio su rostro y solo la observo con ternura, como si fuese la primera vez, sabiendo perfectamente que no lo era… Eso había sido hace tiempo.
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El lugar apestaba, el hedor de la sangre y la muerte le recordaban a su antigua calabaza, a su vida anterior, la tristeza, la soledad, a quien no quería volver a ser. La camilla frente a él se movió; hubiese querido preguntarle cómo estaba pero solo pudo gritar:
-¡¿Se puede saber que hacías?
Unos oscuros ojos se abrieron con dificultad y lo observaron fijamente. Estaba sucia, mal herida, cansada y aun así le gritaban.
-Lo que debía, Kazekage Sama. Respondió con calma.
-¿Sola? Insistió el joven.
Ella callo. ¿Qué era lo que esperaba? ¿Qué quería que le dijera? ¿Porque él estaba allí?
-Cuando tus compañeros caen, sigues luchando. Supongo que así es la guerra. Concluyo.
Su tono desafiante lo sorprendió, nadie solía mirarlo así, mucho menos provocarlo de esa manera al punto de dejarlo sin palabras.
-¿Cómo te llamas? Pregunto el joven.
-Kohana.
-Bueno, Kohana. El Tsuchikage no te quiere más aquí. Esto se ha terminado para ti. Regresas a tu aldea. En cuanto a mi… Solo puedo decirte que has hecho un buen trabajo.
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-Hoy llegan. Dijo el marionetista mientras cargaba una pila de papeles.
-¿Quiénes? Pregunto extrañado el Kage de Suna.
-¡Los embajadores de las otras aldeas!... ¿Ya lo olvidaste Gaara?
-Creí que era mañana.
-No. Es hoy, deberías preocuparte más esto es importante.
-Lose Kankuro. Gruño, mientras los papeles ocupaban su lugar en el escritorio. Al verlos supo que el día seria largo.
Caminaba de prisa, sabiendo de su retraso: -Esto es un fastidio. Pensaba mientras aligeraba el paso. Se detuvo ante un enorme edificio de varias plantas, con el símbolo del País del Viento:
-Color arena ¡Que original! Llego a decir esbozando una mueca mientras ingresaba.
-¿Señorita Maki? Se volteo y vio una mujer joven, castaña, alta y bastante seria detrás de un amplio escritorio.
-Si… Replico.
-La están esperando, llega tarde.
El pasillo del piso superior era largo y monótono, con algunas semi-marchitas plantas que intentaban darle un poco de vida, inmensas y lustrosas puertas con acabados a mano y perillas de reluciente color oro, le daban un sello personal al espacio, sin embargo, la malhumorada guía se detuvo ante la más pequeña y sencilla de todas.
-Es aquí. Señalo, golpeo y sin mediar palabra se retiro.
-Adelante… Dijo el pelirrojo sin levantar la vista de su trabajo.
La puerta se abrió.
-Buenas tardes, Kazekage sama… Lamento la tardanza, es que…
El la miro, ella seguía hablando pero él no la escuchaba. Definitivamente había crecido, estaba diferente, pero era ella. Su cabello castigado por el viento del desierto enmarcaba su reluciente rostro y esos ojos desafiantes permanecían intactos a pesar del paso del tiempo. Una ajustada blusa azul, shorts negros y unas pequeñas sandalias completaban la visión del joven Kage. No había pensado en ella en cuatro años, ahora estaba allí y el no podía dejar de verla. Sus labios se movieron, pero a diferencia de aquella vez en la que solo pudo gritar, logro pronunciar una única palabra:
-Kohana.
Se sorprendió, un cosquilleo recorrió su espina. ¿El realmente la recordaba? Eso era extraño.
-Me halaga que me recuerde, Lord Kazekage.
-Lord Kazekage murió hace ocho años, era mi padre. Mi nombre es Gaara. Aseguro una voz un poco más grave de lo que ella podía recordar.
(-Ha crecido, pero sigue siendo el mismo idiota. Pensó)
-Aquí están mis papeles, espero que estén en orden, manifestó extendiendo dos pequeños pergaminos hacia el joven.
-Así parece, esbozo echándoles un superficial vistazo, tu oficina esta al final del pasillo frente a la sala de juntas. Abrió un cajón y sin buscar mucho, saco una tarjeta y un manojo de llaves. –En cuanto a tu vivienda esta es la dirección.
Kohana tomo los objetos, lo miro fijamente y le dedico una pequeña sonrisa.
-Hasta mañana, Lord Kazekage. Se atrevió a provocarlo, cerrando la puerta sin mirar atrás.
El departamento era amplio y espacioso, mucho más de lo que ella hubiese querido, uno pequeño sería ideal, pero ya estaba acostumbrada. Las cosas nunca eran a su gusto. Un montón de cajas la esperaba en el comedor. Ropa, libros, todo lo que había preparado para su largo viaje y otra pila la estaría esperando en su oficina mañana. Siguió hacia la habitación donde lo único bueno de todo el lugar la esperaba… Una gran y cómoda cama.
Su oficina estaba mucho mejor, era pequeña y acogedora, un escritorio, un sillón de cuero negro y una amplia biblioteca la amueblaban. Coloco las cortinas en el amplio ventanal, acomodo los libros, pergaminos, sellos, lleno los lapiceros, los cajones y cuando su obra estuvo terminada se dedico a contemplarla. Solo un detalle le molestaba, Un enorme y espantoso tapete marrón con el símbolo de la roca colgaba de la pared. Se apresuro a quitarlo y lo coloco en el suelo.
-Ese lugar es perfecto, se escucho con sarcasmo y entre risas desde la entrada, lo lamento, la puerta estaba abierta, no lo pude evitar. Dijo la muchacha aun divertida ante el inquietante silencio de Kohana.
-Bueno… Las alfombras me gustan en el piso. Respondió con una mirada cómplice. Por lo que ambas rieron largamente.
-Soy Sakura Haruno, embajadora de Konoha.
-Kohana Maki, de la roca. Parece que somos las únicas dos mujeres del grupo.
-Espero que tengas carácter. Esos cuatro parecen difíciles, sobre todo Gaara y el samurái.
-Sakura… ¿conoces al Kazekage? Inquirió Kohana.
-Sí, desde mi primer examen chunin. Soltó la peli rosa con naturalidad.
-Y ¿Cuál es su problema? Digo, ¿Siempre es así?
-Bueno… Es Gaara. Respondió dubitativa. Tiene una larga historia, cuando lo conoces un poco mas lo amas o lo odias. Ya te acostumbraras.
Este capitulo me costo un poco, el segundo esta mejor, tiene solo tres y esta completo.
Próximo capitulo: Revelaciones
