Disclaimer: Los personajes, los escenarios… son obra de Marianne Curley. Obviamente, yo no soy ella. Así que no gano nada con este fic, solo pierdo tiempo.

N/A. Situado a mitad de camino entre LOS ELEGIDOS y LA OSCURIDAD. ARKARIAN POV. R&R

De almas gemelas con corazones rotos

Ordeno a mi cerebro que deje de pensar en ella, pero sé que eso es una batalla perdida. Después de todo, se supone que ha de ser así, ella es mi alma gemela, aunque esté enamorada de otra persona. Ahora mismo me encantaría que todo fuera como solía ser antes. Vida sencilla en la Ciudadela aislado del mundo por un don que me permitía dedicarme en cuerpo y alma a mi trabajo en la Guardia, a entrenar a Ethan… no en esto en lo que se ha convertido últimamente. No en este torbellino de sufrimiento y alegría en el que estoy inmerso noche y día.

Intento entretenerme a toda costa trabajando para la Guardia, cumpliendo misiones, asistiendo a reuniones, a iniciaciones… cualquier cosa que me mantenga la mente ocupada un rato, que me ayude a sacarla de mi cerebro aunque sea por un instante, pero ayer mismo Lorian me ordenó que descansara de una buena vez. Según él, tanto trabajo para un mortal no puede ser bueno.

-Lo único que necesito es hacer mi trabajo, mi Señor.-contesté ocultando mis pensamientos.-hay tantas cosas que podría hacer para ayudar.

-¿Más, Arkarian?- Haces todo lo que puedes y más. No necesitas demostrar nada a nadie.

Esas palabras me hacen reflexionar. Son las que Ethan y Matt le repiten diariamente a Isabel. Y en su caso son verdad, siempre intenta demostrarse a sí misma y al padre que los abandonó, que es la mejor en todo lo que hace. Pero no es mi caso, yo solo intento mantener la cordura. Lo que últimamente me está costando horrores.

Además, mírate… estas muy delgado, tienes unas ojeras enormes… este no eres tú- añade Lorian para mi sorpresa.

No puedo evitar darle la razón ante ese último comentario. No soy el mismo que solía ser, las pesadillas no me dejan casi pegar ojo, la comida solo me causa nauseas y he bebido más en el último año que en mis seiscientos anteriores. Y aun así sigo pensando en ella. A cada instante.

Aunque intento ocultarlo escondiendo mis pensamientos, sé que eso no funciona siempre porque Lady Arabella está empezando a mirarme con una expresión de pena que me encoge aun más el corazón. Como en estos instantes.

Abre la boca dispuesta a decir algo, algo que con toda probabilidad no voy a querer oír, cuando oigo un grito:

-¡Arkarian!

Me disculpo con los miembros del Tribunal, y vuelvo a mis Cámaras con la sensación de haberme librado por los pelos. ¡Bendito Ethan!