Al parecer, somo más unidos de lo que pensaba. Ella y yo tenemos una conexión más fuerte de lo que yo pensaba.

Al descubrir que Senpai y yo estamos más unidos que nunca, despertó en mí una llama de felicidad. Sentí que todos los males habían desaparecido. Nuestra unión empezó a significar algo para mí, pensé en un "nosotros".

Agarré mi celular, le di una mirada rápida a mi lista de contactos sólo para ahí poder ver el número de Kawai Ritsu. Me ocasionaba tanta felicidad el hecho de saber que lo tenía, que en cualquier momento que la necesitara, o ella a mí, podíamos hablarnos. Mi ojo soltó una lágrima de felicidad. No hice nada más en ese día, tenia todo hecho ya.

Al despertar en un nuevo día, me puse aun más feliz, sabía que tenía que ir a la escuela, pero acompañado de mi Senpai. Caminar a su lado era toda una bendición. Ella y yo platicábamos más camino a la escuela, eso me hacía feliz. En mi cabeza pasaban muchos pensamientos tales como: ¿Le gustaré como ella a mí?; y cosas así. No podía dejar de pensarlo. Se me hizo una duda que estaba dispuesto a hacer lo que sea para descubrirlo. Mi día dentro de la escuela era lo mismo todo el tiempo, sólo me animaba el hecho de saber que saliendo, iba a acompañar a Kawai de regreso a casa, como todos los día. Podía pasar tiempo con ella, platicar, caminar a su lado, mirarla. Era todo un sueño hecho realidad. Era tan feliz que en ocasiones no quería descubrir si le gustaba o no, no quería arruinar estos momentos con ella, me gustaban tanto.

Al llegar a casa, Sumiko-san tenía preparada la comida: su rico estofado de pollo.