Lo jura por Merlín, Morgana y el inexistente champú de Quejicus: enamorarse de Remus Lupin no entraba en los planes de Sirius Black.
Quiere decir... Encapricharse. ¿Enamorado él? Oh, no lo quiera Godric Gryffindor (¿qué tendrá él que ver con todo eso? Bien, Sirius no lo sabe, pero está un poco abrumado y como de costumbre no sabe que pensar ni que hacer, aunque le gusta actuar como si lo supiera).
Sabe lo que haría normalmente: saldría con cualquier persona que hubiera llamado su atención esa vez con el objetivo de poder sacarlo/a de su cabeza.
Lo que acabaría en llantos, gritos y muy probablemente un cachetón bastante doloroso en su cara.
Hay un problema.
Remus es su amigo, no, su hermano (aunque pensar en él como su hermano resulta bastante inapropiado en estos momentos). Tiene la sensación de que aunque sea tan larguirucho y tenga esa apariencia escuálida un golpe por su parte dolería más que los que ya ha recibido y está seguro de que James, Peter y una pelirroja particular estarían encantados de patear su trasero perruno si se atreviera a infringir el mínimo daño a Remus.
Así que uhm sí, quizás existe más de un único problema, pero vamos, él es Sirius Black.
Se considera un profesional en lo que actuar como si los problemas no existieran se refiere.
¿Su enamoramiento –encaprichamiento– con uno de sus mejores amigos?
Nada más que una bobería pasajera, está seguro de poder mantenerlo en secreto hasta que se le pase.
Por Merlín, Morgana y el sombrero puntiagudo de McGonagall, eso espera.
