He aquí el producto de un momento de ocio. Es breve pero creo que expresa bien el sentir de Remus pues me gusta con ese aire meditabundo y un tanto añorante por todo lo que se ha quedado atrás en su vida.


Él duerme

-Eh, ¿Remus?... – radiante, sonrió -una más y nos vamos-

El licor en la sangre calentaba su cuerpo pero nunca nublaba sus sentidos. Jamás bebía tanto como para excederse pero cuando Sirius alineaba botellas de cerveza o ponía de cabeza vasos de escocés, tenía la sensación de que era él mismo quien los ingería y terminaba intoxicado, observándole a una prudente distancia pero, aún así, sintiéndole contra la piel.

Embriagado, no de alcohol, sino de Sirius.

-Una más Moony, sólo una más.- alegre, como siempre, le ofrecía también a él.

La frase se repetía y aunque Sirius reía, Remus sólo podía contemplarle con ese ligero dejo de desaprobación que usaba cuando Black comenzaba a hacer algo indebido, algo con lo que él no estaba de acuerdo pero que Sirius, de cualquier forma, terminaría haciendo por el sólo hecho de poder y de querer.

-Mejor hoy, el mañana...- Sirius dudó y asentando la botella sobre la mesa, cambió de tema –brinda conmigo.-

Pese al ruido, se sentía lejos de todos en la esquina oscura de una de aquellas tabernas baratas que tanto le gustaban a Sirius y a las que él jamás hubiera entrado, de no tener un brazo firme sobre sus hombros indicándole el camino.

Sirius feliz, Sirius deprimido. Sirius, siempre sería Sirius, actuaba igual y a la vez dejaba en claro que había algo diferente e irremediable rondando sobre ellos.

-Una más. Una más.-

Sirius sonrió y bebió hasta la última gota.

Remus le miraba con desaprobación pero se lo permitía, él sabía que sería la última y que Sirius, fiel a sí mismo, hablaba en serio. Después, de regreso a Hogwarts, un tambaleante Black se reiría a carcajadas, dejaría escapar un par de lágrimas, le confesaría cuánto lo quería. Y además, preguntaría si se iría con él a recorrer el mundo, solos, únicamente ellos dos...

-Sólo Remus y Sirius- éste pegaba la nariz a su cuello y reía, en complicidad, mientras extendía un brazo hacia el frente, hacia el futuro –suena bien, no crees, ¿Moony?-

Pero después, cuando lo dejaba en su cama y lo descalzaba, Sirius se dormía y la mañana siguiente no recordaba promesas ni confesiones.

Sirius dormía tranquilamente, profundamente.

Con la conciencia tranquila.

-¡Mierda! ¡Qué dolor de cabeza!- era el grito habitual al despertar, aunque de inmediato arrugara el entrecejo ante la molestia de su propia voz.

Sirius se quejaba y mientras bajaban a desayunar, éste le reprochaba por dejarle beber tanto pero siempre, a la semana siguiente, Sirius repetía la escena desde el escaparse arrastrando a Remus fuera de Hogwarts hasta el volver a dormir, siendo arropado por éste.

Remus se había acostumbrado a ello y quería a Sirus, lo quería tal cual era.

Pero ahora, mientras observaba la modesta lápida que Harry había ordenado y el frío calaba en su cuerpo debido a la capa roída y vieja, esa expresión de desaprobación volvía a cruzar su rostro pues Sirus se había adelantado sin pensar en él y en las promesas...

"Amado padrino, devoto amigo..."

Sirius dormía y no despertaría más.

Sirius Black, había muerto.

~* FIN *~