TÍTULO:Mi sexy ayudante

AUTOR:Crazy Cullen

SUMMARY: Bella es la chef del restaurante más lujoso de Nueva York, su vida es aburrida hasta que llega a su vida su sexy ayudante, Edward Cullen, poniendo su mundo del revés y haciendo que tenga más fantasías sexuales de las necesarias, descubre si consigue o no cumplirlas.

ACTITUD: One- Shot con alto contenido sexual, no apto para menores de 18 años o personas que no tengan la mente abierta, o con problemas de corazón jeje… recomendado para todas aquellas pervertidas que sueñan con hacerle a Edward lo que le hace Bella

NÚMERO DE PALABRAS:8203 palabras (Wow o.O batí mi propio record personal xD)

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

One-Shot ~~ Mi sexy ayudante

Pov Bella:

Suspiré otra vez más, me era imposible no hacerlo, no sabía ya cuantos suspiros habían salido de mis labios, pero de lo que estaba segura es de que eran muchos para ser tan pronto, llevaría más de 20 y solo eran las 10 de la mañana, deprimente, sí, pero inevitable, teniendo a tremendo hombre a mi lado, sonriéndome, rozándome inconscientemente, mirándome atentamente, poco me faltaba para derretirme.

Acaso podía un hombre poseer tanta belleza, parecía algo tan irreal que hasta asustaba, pero aquí estaba yo, mirándolo de soslayo y mojándome hasta crear una piscina en mi ropa interior.

Parecía una maldita adolescente que no podía controlar sus hormonas y que poco le faltaba jalar de su ayudante hasta la despensa y por poco violarlo allí mismo, necesitaba controlarme pero ya…

-Expira, inspira, expira, inspira…- me dije a mi misma lentamente en mi interior, parecía que esta vez si estaba surtiendo efecto, pues me encontré más relajada… o eso creía yo

-Bella pásame la sal- me quedé mirando sus preciosos ojos verdes, perdiéndome en ellos, y dejándome como retrasada mental ante su mirada- es igual yo la cojo- dijo estirando su brazo, cruzándolo por delante de mí y rozando mi pecho en el acto, gemí silenciosamente, no sabía que tanto había hecho en mi vida pasada para merecer esta tortura.

-Plaf- sonó y del susto se me cayó el mantel que tenía entre mis manos, emití un gritito por la sorpresa, y escuché su angelical risa- estás aquí o en Marte- dijo él, mirándome socarronamente mientras una sonrisa torcida surcaba sus labios, esos labios, tan apetecibles, se veían tan sabrosos, tan tentadores, viendo como se mecían levemente cuando él hablaba, tentándome a sobre manera, distracción, necesitaba una distracción o verdaderamente terminaría violándolo…

-¿En qué piensas?- me preguntó amablemente

-En algo jodidamente tentador pero prohibido- contesté sin pensarlo, ni siquiera medité mis palabras

-¿Algo o alguien?- volvió a decir

-Alguien- okay, está no era yo, contestaba sin siquiera pensar las cosas, porque otra vez me había quedado embobada con su perfecto rostro, escuché un gruñido que me hizo regresar al mundo real, parecía que fue emitido por él, pero no estaba segura, además no estaba en condiciones de asegurar nada.

-¿Puedo saber quién te tiene tan absorta?-¡Tú!- gritó mi fuero interno, apreté fuertemente los labios para que esas dos simples pero importantísimas letras no salieran al exterior.

-No importa- dije lo más rápido que pude, intenté sonar calmada y no quise darle demasiada importancia a la respuesta, pues sabía que él tranquilamente podría sospechar algo

-No creo que no sea importante, cuando va a provocar que más de una persona acabe hoy en urgencias- dijo mirando mis manos, seguí su mirada, estaba desconcertada, ya que no entendí el significado de sus palabras, por poco vuelvo a gritar otra vez, abrí mis ojos desmesuradamente y pude parpadear cuando escuché su risa, pero esta vez eran grandes carcajadas

-Ohh por dios- dije sonrojándome peor que tomate maduro, si no fuera por él esta noche más de una persona hubiera incluso muerto, y no, no era exagerado, pues en mis manos tenía un gran bote de picante en polvo, el más fuerte que había en el restaurante que iba a ser utilizado en mi famosa tarta de queso, la cual estaba preparando en este momento, bajé mi mirada avergonzada y vi que para mi gran desgracia ya había una cantidad muy exagerada de picante sobre mi deliciosa tarta, que ahora iría directa a la basura.

-Santa mierda- gruñí, provocando más carcajadas de su parte, lo miré amenazadoramente y su risa cesó en ese instante y la que no pudo evitar reírse fui yo, provocando que sus carcajadas volvieran a inundar la cocina y que yo terminara agarrando mi estómago mientras me doblaba sobre mi misma para soportar las punzadas de dolor que sentía en mi estómago debido a las carcajadas, grandes lágrimas surcaban mi rostro, finalmente pude tranquilizarme y después de limpiar mis lágrimas lo miré de nuevo, viendo como él me observaba atentamente, o mejor dicho viendo como miraba mis pechos sin pudor, o eso quise imaginar, lo quedé mirando largo rato y no apartaba su mirada, otra vez volvía a estar desconcertada así que bajé mi mirada y fui conocedora del motivo de su escrutina mirada, pues al menos cuatro botes de mi camisa blanca de trabajo estaban desabrochados, dejando paso a que mi sujetador de conejitos saliera a la luz y que mis pechos lo recibieran alegres, poco les faltaba desarrollar unas manos y saludarlo, ahora sí emití un grito alto, y lo más rápido que pude abroché los rebeldes botones, escuché un carraspeo de su parte y lo miré atentamente y con el ceño fruncido, iba a hablar pero me interrumpió

-Ahora regreso- dijo velozmente y dándose la vuelta salió por la puerta corredera de la cocina, dejándome sola y desconcertada, pero no le di más importancia, pues sabía que si lo pensaba más enloquecería.

Al cabo de unos 20 minutos volvió a aparecer y se dedicó a sus labores, concentrado en extremo y moviéndose ágil y rápidamente por la gran cocina, haciendo que mi mirada fuera directa a su trasero, se veía tan bien, no dejaba de soñar con apretarlo mientras él me penetrara, sí, me había vuelto una completa pervertida en menos de una semana, una jodidada semana, en la cual el lunes él había empezado su trabajo, lo recordaba tan claro en mi mente…

~~ FLASH BACK ~~

-Bella ven a conocer al nuevo empleado- me dijo Alice, mi jefa

-Alice estoy ocupada

-Ven, que no tardamos nada, además, estoy segura de que lo disfrutaras- la miré con el ceño fruncido

-Por qué razón lo voy a disfrutar, además no puedo, tengo que hacer 10 tartas

-Vamos- dijo con su voz cantarina tirando de mi brazo hacia la puerta de salida, me pilló en frío y no pude reaccionar, así que me di por vencida, total, ella era la dueña, así que si las cosas no estaban terminadas sería su culpa.

Se dirigió todavía con mi brazo entre sus manos al amplio comedor, daba saltitos y tenía una perfecta sonrisa plasmada en su rostro, a veces simplemente me daban ganas de darle un puñetazo, ¿porque siempre estaba tan feliz?

Rápidamente pude localizar al nuevo empleado pero estaba de espaldas hablando con Jasper, el otro socio, la persona que mis ojos veían era alta, delgada pero musculosa, con una fuerte y ancha espalda y con un trasero respingón que daban ganas de pellizcarlo sin parar… debía alejar esos pensamientos ya.

Terminó de hablar con Jasper y cuando se giró para mí los acontecimientos pasaron como en cámara lenta, su cuerpo se movió lentamente y mis ojos alcanzaron a verlo de perfil, sus perfectos pómulos adornaban su varonil rostro, con una recta y bien formada barbilla, siguió con su lento movimiento, hasta que estuvo enfrentado a nosotras, no tardé en quedarme como boba, con mis labios un poco entreabiertos, suspirando y por poco gimiendo, esto era vergonzoso, sus preciosos ojos verde esmeralda te invitaban a perderte en ellos, su nariz respingona y sus preciosos y muy apetecibles labios me gritaban por ser besados, todo de él me llamaba, bajé mi mirada a su cuerpo y por poco no puedo ocultar el gemido que se escurrió traicionero por mis labios, su cuerpo invitaba a pecar, te llenaba toda la cabeza de pensamientos impuros imposibles de controlar, iba vestido sencillamente, una camiseta azul la cual se adhería a su torneado torso, dejando ver levemente los músculos allí establecidos, acompañada por una camisa de un color similar al gris que se cerraba en torno a sus brazos, los cuales se veían fuertes y musculosos pero no en exceso, también llevaba unos vaqueros negros que se adherían a sus fuertes y largas piernas, dejando una muy buena vista de sus prominente paquete, okay, o quitaba mis ojos de allí o me etiquetarían como la pervertida del restaurante, pero es que iba tan sencillo pero tan provocador a la vez que tenía ganas de jalar de él y llevarlo a algún sitio privado para dar rienda suelta a mi imaginación.

Sus labios se abrieron lentamente para dar paso a una voz extremadamente sexy y aterciopelada y que cuatro letras se unieran formando un simple "hola"

-Hola- saludó Alice risueña y yo simplemente lo quedé mirando, embobada con su extrema perfección y a duras penas susurré un simple "buenas", mientras miraba hacia el suelo con mis mejillas demasiado coloradas para mi gusto, sobretodo por la cantidad de pensamientos lujuriosos que tenía hacia su persona, subí mi mirada levemente y miré entre mis pestañas, para darme cuenta de que él también me miraba intensamente y con una sonrisa jodidamente sexy entre sus deliciosos labios, la cual correspondí levemente.

Hablaron de cosas de su contrato, horarios y responsabilidades con Alice y Jasper, no estaba prestando la atención suficiente como para enterarme de todo de lo que estaban hablando, lo único de lo que fui consciente es de la palabra "ayudante de cocina", lo cual implicaba que prácticamente iba a trabajar para mí, levanté mi mirada asustada y miré con advertencia a Alice, me sonrió socarronamente y evitó mi mirada

-Ahora- señaló a ese pedazo de bombón que se encontraba delante de nosotras- Edward te presentó a Bella

-Bella- se dirigió a mí- te presento a Edward, él será tu ayudante de cocina, lo que significa que prácticamente tú serás su jefa y por lo tanto eres oficialmente la chef de nuestro restaurante- sonrió, y yo sabía que algo ocultaba esa sonrisa, mas no le di demasiada importancia.

-Un gusto conocerte jefa- dijo Edward estrechándome la mano y mirándome de manera intensa mientras sonreía de manera ladina, la cual me encantó, y desde ese momento sabía que tenía una sonrisa favorita.

-Lo…lo mismo Edward- pude pronunciar rápidamente e intentando ocultar el tartamudeo, pero al parecer no funcionó pues todos estallaron en disimuladas carcajadas

-Enséñale todo lo que sabes Bella, donde está colocada cada cosa y todo lo necesario, tú serás la responsable de asignarle todo lo que tiene que hacer, de ahora en adelante es todo tuyo- dijo alargando la ultima "o" de la palabra "todo"

-De acuerdo, sígueme- le dije a él intentando sonar lo más serena posible, puse mi voz neutro y me dirigí a la cocina, sintiendo sus pasos detrás mío, lo cual me nervó al instante.

A partir de ese día mi vida ya no volvió a ser la misma, no dejaba de mirar a Edward como si fuera comestible, que en parte era así, me lo quería comer de arriba abajo, sin dejar nada de él.

Estaría perdido si cayera en mis manos, así que por su bien más le valía no involucrarse mucho en mi vida sexual.

No había podido dejar de soñar con él cada noche, lo pensaba a cada momento y lo peor de todo es que los pensamientos no eran muy castos que se diga, estaba como perra en celo desde que lo conocí y claro no ayuda mucho que tu vida sexual sea baja o prácticamente nula, necesitaba tener sexo pero ya, porque a este paso acabaría subiéndome por las paredes.

Cada día fantaseaba con follármelo en cada esquina que veía, me ponía a cien de solo ver como sus labios se movían suaves y su sexy voz recorría cada esquina del lugar, como sus fuertes manos trabajaban ágilmente con los alimentos, sus dedos largos y estilizados también me hacían fantasear en todo tipo de pensamientos inapropiados, por mi bien y sobretodo el de mi salud mental tenía que dejar de pensar así o simplemente tenía que dejar de pensar en nada relacionado con él.

~~ FIN DEL FLASH BACK ~~

-Nos vemos Bella, hasta luego- digo depositando dos castos besos en mis mejillas, por fin se había acabo el agotador día de trabajo

-Adiós Edward- dije haciendo lo mismo que él, mi mejilla quemaba, exactamente en el lugar en el que él había posado sus labios o era cosa mía o tenía un gran problema de adicción con este hombre. En cuanto se marchó llevé mi mano a donde él había posado sus labios y suspiré pesadamente otra vez más en el día.

-Excitada- dijo una voz femenina a mi espalda, la cual me hizo dar un brinco en mi sitio y tensarme al mismo tiempo, giré lentamente y respiré tranquila en cuanto mis ojos se encontraron con los de Alice, la cual me sonreía de esa manera que me hacía dar miedo y toda la calma de antes se esfumó tan rápido como vino.

-Que… que dices Alice, por qué debería estarlo- dije intentando sonar calmada, pero todos sabían que era una pésima mentirosa

-Te vuelve loquita, ¿verdad Bella?- sabía que para muchas personas era un libro abierto, pero nunca pensé que tanto, no podía ocultar nada a nadie y menos a Alice

-No digas tonterías Alice- mis mejillas no ayudaron en mi mentira, pues se coloraron al instante

-Estas que te mueres por Edward-sonrío amablemente, de nada me servía mentir, ella siempre me descubriría.

-No- contesté secamente, nada perdía con intentarlo de nuevo

-Venga Bella, sabes que no puedes mentirme, Edward te encanta y sobretodo estás como loca por meterte en sus pantalones- abrí mis ojos desmesuradamente, abrí y cerré mi boca indefinidas veces, pero no puede articular palabra alguna

-No… no digas eso, sabes que no es así

-Vamos Bella, admítelo, nada te cuesta- suspiré derrotada

-Está bien, puede que me guste un poco, pero vamos a quién no le va a gustar un hombre como Edward- admití

-Ves no es tan difícil, Edward es un hombre inmensamente atractivo, sexy y tentador, por qué no te iba a gustar

-Porque está mal y lo sabes, solo somos amigos de trabajo

-Eso no impide que hables más con él e intentes averiguar si quiere algo más contigo, por favor, he visto como te mira, solo le falta untarte en nada y comerte, sé que te desea, solo tienes que lanzarte

-Eso no es verdad Alice, él solo me considera su amiga y laboralmente hablando, sabes que nosotros no encajamos ni con cola

-Ohh, Bella mírate, eres hermosa, sexy y una persona encantadora, estoy segura que si te lanzas lo tendrás para ti entero

-No, no creo, además de seguro tiene novia, un bombón así no puede estar libre

-Es una posibilidad, así como también es que no tenga y esté soltero esperando por ti- suspiré, no quería meter esos pensamientos en mi cabeza, pues sabía que si me ilusionaba después la dolida sería yo

-Sabes que no me gusta ilusionarme

-No lo hagas, créetelo, sabes que siempre acierto, ve a por él, puede que estés perdiendo el tiempo en pensar en vez de en actuar

-No se yo- dije dudosa

-Prométeme que lo intentaras, solo eso, inténtalo

-Está bien- acepté, al fin y al cabo era lo que más deseaba

-Bien- saltó en su sitio mientras gritaba de alegría- averiguaré si tiene novia, déjalo en mis manos

-Pero…

-Sin peros

-De acuerdo-me resigné, eso sería lo mejor

Después de esa charla siguieron pasando los días y no obtuve respuesta de Alice, siempre me decía que se le estaba complicando demasiado y debido al ajetreo del restaurante era más difícil aún, cuando me decía eso solo suspiraba resignada y volvía mi labor, lo daba como caso perdido.

Nuestra relación de amistad iba mejorando, hacíamos más bromas entre nosotros y hablábamos de temas más abiertos, pero nunca salió el tema romántico ni amoroso, estaba como vetado para nosotros, me parecía algo raro pero lo dejaba pasar.

Pasaron dos semanas más y no tenía ningún dato concreto de su vida amorosa, exactamente no tenía nada, pero solo me resignaba, si él no me lo quería contar, por algo sería, estaba totalmente segura de que tenía novia, porque se me hacía imposible pensar que nadie le había hincado el diente, era muy difícil de creer.

Habían pasado exactamente dos semanas más, en las cuales mi locura había crecido el triple que cuando lo conocí, mis alud mental pendía de un hilo, un fino hilo que con un día más que pasara teniendo a mi lado se rompería sin dificultad aparente, tenía que soportar esta situación, no podía ser más fuerte que yo, había superado millones de situaciones peores a lo largo de mi vida que se me hacía imposible el pensar que él destruyera todo eso, con una sola mirada, sonrisa o un leve toque, o era cosas mías o verdaderamente me había obsesionado con este hombre, lo cual no facilitaba para nada mi situación.

Hoy era un día realmente importante, pues en la noche vendrían dos críticos gastronómicos a probar nuestra comida y a asegurarse de si éramos suficientemente buenos como para concedernos nuestra última estrella, la cinco, si lo lográbamos seríamos el mejor restaurante de Nueva York, así que hoy tendríamos que dejarnos la piel y esmerarnos al máximo, el gran peso de este evento caía sobre Edward y yo, pues tendríamos que demostrar todas nuestras habilidades culinarias y no cometer ningún error, estaba bastante nerviosa pero sabía que podría con esto, pues me había tocado hacer lo mismo cuando nos concedieron nuestra tercera y cuarta estrella, de seguro todo sería un éxito, lo único en lo que tenía que poner más empeño era en no distraerme con Edward, pues sabía que si lo hacía todo se iría a la mierda.

A las 22:30 llegaron los críticos, rápidamente Edward y yo nos pusimos a la labor, no eran platos fáciles, si no todo lo contrario, habían elegido los más laboriosos de toda la carta, los dos nos compenetrábamos muy bien, laboralmente hablando, trabajábamos rápidos y en menos de 15 minutos tuvimos sus platos exitosamente hechos, habían quedado genial, ahora sólo había que esperar a que nos avisaran de la crítica que hayan hecho.

Seguimos con nuestra labor y sobre las 24:30 estaba toda la cocina y el restaurante recogidos, la faena de hoy había terminado y en breve Alice vendría a contarnos todo, aunque de seguro teníamos las cinco estrellas.

-Toda mi familia está ahí afuera- habló Edward

-wow que bien, vienen a apoyarte- le dije sonriendo de oreja a oreja

-Sí, pero solo sé que están porque se mueren por saber si el restaurante consigue o no las cinco estrellas- sonrió

-Te aseguro que lo hemos conseguido

-¿cómo puedes estar tan segura?

-Porque confío en mi trabajo, sé que todo nos salió genial así que es prácticamente imposible no tenerla

-Bueno me fiaré de tus instintos- sonrió ladinamente, lo imité y cuando iba a contestarle una vocecilla chillona nos interrumpió

-Lo hemos conseguido- gritó Alice lo más fuerte que pudo, con una enorme sonrisa en su cara y dando brinquitos como una niña hiperactiva

-Te lo dije- le susurré a Edward antes de acercarme a Alice para abrazarla y felicitarla, solo escuché decir a Edward "eres buena", lo cual me hizo sonreír más.

-Me alegro Alice, sabía que podíamos conseguirlo

-Lo sé, tengo a los mejores cocineros del mundo- gritó abalanzándose hacia nosotros y dándonos su conocido abrazo en grupo, solo reímos a carcajadas.

-Voy a decírselo a los demás

-Vale- pude contestar antes de que un torbellino saliera por la puerta tan rápido como había entrado

-Veo que nunca te equivocas- dijo Edward alegremente

-Jamás de los jamases- le contesté haciéndome la importante

-Somos el mejor restaurante de Nueva York

-Sí es increíble-grité llena de júbilo y como por inercia me abalancé hacia él, con demasiada fuerza pues terminé literalmente encima suyo, nuestros cuerpos no podían estar más juntos, sus brazos terminaron alrededor de mi cintura y nuestros rostros en una cercanía extremadamente peligrosa, sentía su respiración rozar mis labios y sus verdes ojos conectaron con los míos de forma directa, observé su perfecto rostro lo más detalladamente posible y mi vista fue a dar en donde no tenía que mirar, sus labios, tenía unas ganas enormes de besarlos, me sentía débil, lo tenía demasiado cerca como para poder controlarme así que sin pensarlo dos veces acerqué mis labios lentamente a los suyos, hasta que finalmente ambos se rozaron y se fundieron en un perfecto beso, gemí en sus labios mientras no dejaba de moverlos, su sabor me tenía demasiado excitada, sentía como si besar sus labios fuera algo necesario para mi supervivencia, nuestras bocas se devoraban fervientemente y sin detenerse ni un segundo, llevé mis manos a su sedoso cabello y enredé mis dedos en él, sentía un mar de sensaciones en mi estómago y como si miles de mariposas estuvieran revoloteando allí dentro, sus manos apretaron más mi cintura y me atrajeron más hacia él, sintiendo como nuestros cuerpos se volvían prácticamente uno solo, pero como todo lo bueno acaba esta no era la excepción, nos tuvimos que separar por falta de aire, en cuanto nuestros ojos volvieron a abrirse, lo observé por una milésimas de segundo y lo único que noté en su rostro fue impresión y asombro, o bien no le había gustado o me tomaba por loca, sus ojos no me transmitían lo que esperaba así que sin más remedio bajé mi mirada avergonzada, ya tenía mis mejillas como luces de navidad y por unos segundos que se me hicieron horas ninguno de los dos emitió palabra alguna, estaba que me moría de los nervios y la angustia, sabía que no tenía que involucrarme con él, que era mejor tenerlo lejos y mantener nuestra relación laboral, pero siempre mi corazón hacía lo que le daba la gana ayudado por lo impulsiva que yo era contradecían a mi cabeza, a mi uso de razón y la terminaba liando.

Intenté volver a abrir mis labios para pronunciar un simple perdón y salir corriendo de aquí pero de nuevo fui interrumpida por una voz nasal

-Amor- escuché y en cuanto levanté mi mirada vi a una mujer extremadamente bella correr hacía Edward y abalanzarse sobre él para besar apasionadamente sus labios, genial, el tenía novia, solo quería encontrar una pala y un cubo y enterrarme, estaba avergonzada en exceso

-Hola- me saludó la misma voz alegremente y lo único que pude hacer fue mirar de ella a Edward y observar como las manos de él la tenían agarrada por la cintura, apretándola contra él, sentí una oleada de celos instantánea y mis instintos asesinos hacia esa mujer salieron a flote, pero debía calmarme y controlarme, pues ella era la que tenía derecho sobre él

-Hola- le dije hipócritamente y sonriendo de manera angelical

-Un gusto conocerte, eres…

-Bella, la chef

-Encantada Bella, soy Kate, la…- otra maldita voz femenina la interrumpió, sin duda hoy era el día de las interrupciones…

-¡Bella, está casado, está casado!- chilló Alice, sin ni siquiera fijarse en quien estaba dentro de la cocina, genial, otra cosa más para avergonzarme.

-Alice- le expeté

-Mi… mi primo… Bella, te acuerdas de él- sinceramente Alice no sabía disimular

-Sí- contesté secamente

-Él… él se casó secretamente ayer en las vegas- dijo tartamudeando y con sus ojos desmesuradamente abiertos

-Vaya que sorpresa- le dije secamente, esto de ser actriz se me daba bien

-Sí, es alucinante que no me avisara- me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo para disimular que la felicitaba

-Alice la he cagado- le dije silenciosamente

-Lo siento me acabo de enterar ahora que hablé con su familia- dijo de la misma manera

-Sí, pero yo lo besé- Alice tosió fuertemente y cuando me giré para darle unos golpecitos en la espalda noté la mirada de Edward y Kate encima de nosotros, me volví a colorar, como novedad.

-¿Estás bien?- le pregunté

-Sí, sí- dijo con voz pastosa- tengo que irme- me dio una última mirada y yo le sonreí levemente

-Edward la comida estaba deliciosa- dijo Kate rodeando su cuello y depositando castos besos en sus labios, a lo que él solo sonrió y dijo

-Todo es gracias a Bella- los dos me miraron

-Ohh, nada que ver, los dos lo hacemos bien- dije levemente antes de girarme a fingir lavar una platos que quedaban, pues no soportaba ver sus muestras de afecto y solo escuché su conversación.

-¿Has terminado?- le preguntó Kate

-Sí

-Entonces, nos vamos ya

-De acuerdo, déjame coger el abrigo y cambiarme y estoy contigo, puedes ir saliendo

-De acuerdo, te espero afuera- respondió ella melosamente antes de darle un largo beso y salir, yo suspiré, me sentía un poco aliviada, seguí con mi labor, pues no me sentía con las fuerzas necesarias para enfrentarlo, escuché sus pasos y aseguré que se iba a los cambiadores, cuando escuché la puerta cerrarse, dejé caer mi cabeza hacia adelante, había sido una estúpida por hacer caso a mis impulsos y ahora lo único que había conseguido era avergonzarme delante de todos y quedar como idiota delante de Edward, aunque él también era demasiado cínico, corresponde a mi beso y después no es capaz de decir nada, al parecer le daba lo mismo, pues si no le importaba no tenía porque hacerlo a mí, levanté de nuevo mi mirada y me sentía más segura que nunca, iba a ser indiferente, este es solo un error más que había cometido y de los errores se aprende, pues había aprendido la lección, no más besos impulsivos.

Desaté mi delantal y me coloqué mi abrigo, en cuanto ya lo tenía puesto escuché el sonido de la puerta abriéndose y me paralicé en mi sitio, intenté quitarme el nerviosismo pero lo logré malamente

-Bella- susurraron en mi oído, cerca de mi lóbulo y brinqué por la sorpresa, me giré lentamente para encontrarme el rostro de Edward demasiado cerca para mi salud mental, iba a decir algo pero en un rápido movimiento él aplastó sus labios contra los míos en un beso demandante y apasionado, de nuevo y como idiota olvidé mi promesa y me dejé llevar, volví a colocar mis manos en su pelo y moví mis labios al compás de los suyos, que se movían de manera frenética, me estampó de manera brusca pero apasionante contra una de las paredes de la cocina para seguir besándome mientras sus brazos me acorralaban entre él y la pared, gemí en cuanto nuestra caderas se rozaron y encontramos fricción, su lengua tocó la mía, estaba pidiendo permiso para encontrarse con mi lengua, el cual acepté gustosa, sin dilaciones abrí mis labios y su lengua hizo contacto con la mía, las dos luchaban frenéticas por encontrar una ganadora, su sabor era realmente excitante, algo único y que jamás había probado, mi adicción hacia él se volvió aún más fuerte.

-Te deseo demasiado como para dejar esto a medias- dijo antes de volver a besarme apasionadamente, no comprendí sus palabras y en cuanto me iba a separar para preguntarle el significado, él se me adelantó y se separó inesperadamente, colocó sus manos en mis mejillas y dijo "no me falles" antes de volver a besarme y sujetar mi mano para darme un diminuto papel, el cual agarré con fuerza, se separó definitivamente antes de alejarse del todo

-Te necesito, no me falles- repitió antes de darme un corto beso y girarse para marcharse, bajé mi mirada hacia el papel en cuanto atravesó la puerta y desenvolví la notita la cual llevaba escrita con una perfecta caligrafía:

-En una hora en la entrada de Central Park, esta noche será la mejor de nuestras vidas, te deseo como nunca he deseado a nadie, deja que te aclare todo cuando nos reunamos, tengo mucho que explicarte, haré que subas al cielo y bajes al infierno en una sola noche, no me falles, estaré allí puntual esperando por ti.

Edward Cullen

Releí la nota una infinidad de veces más, pero eso no solucionaba mis dudas, que es lo que él quería hacer y explicarme, estaba totalmente confundida, mi uso de razón me advertía de que no fuera, que estaba mal, que él estaba casado y que si hacíamos lo que me imaginaba me iba a convertir en su amante, pero mi corazón me decía otra cosa totalmente diferente, decía que fuera, que no me arrepentiría, que me dejara llevar por una vez en la vida, que una oportunidad así no se repetía nunca…

No sabía a quien de los dos hacerle caso, dudé durante al menos 15 minutos pero después de pensarlo bien y meditarlo en exceso, hice caso a mi corazón, dejarme llevar era lo que yo ansiaba, pertenecerle a Edward, estar con él una infinidad de veces, probar esos labios de nuevo y que me hiciera suya sin parar, quería sentir el cielo entre mis dedos y sabía que con él lo iba a conseguir.

Abroché rápidamente mi abrigo y salí a toda carrera hacia Central Park, me quedaba cerca pero aún así quería ir a mi casa a darme una rápida ducha y cambiarme de ropa.

Todo eso me llevó más de lo esperado y si no salía ya llegaría tarde, salí con tal solo 10 minutos antes de la hora acordada y aún me quedaban otros cinco minutos para llegar a Central Park.

Estacioné el coche llegando más de cinco minutos tarde y me bajé aceleradamente, fui hacia donde habíamos acordado y me senté en un banco a esperarlo, en poco más de dos minutos sentí como me hablaban por detrás y como su aliento chocaba con el lóbulo de mi oreja

-Sabía que no me fallarías- susurró y yo me giré apresuradamente para encontrarme con mi pecado con patas, Edward estaba mucho más sexy y hermoso, si es que eso era posible y me perdí en lo profundo de sus ojos.

Jadeé en cuanto sus labios encontraron los míos en un beso tierno y suave, la noche era larga, la teníamos entera para los dos, así que solo teníamos que dejarnos llevar y disfrutar al máximo posible.

Enredó sus manos alrededor de mi cintura y me atrajo más hacia él, juntándonos tanto que entre nuestros cuerpos solo se veía una simple línea casi imperceptible.

Me separé de sus labios en busca de aire y los dos nos quedamos mirándonos fijamente, nuestras respiraciones eran entrecortadas, pasaron los segundos que me parecieron horas, pero no me importó quedarnos en el cómodo silencio en el que estábamos

-Confías en mí- dijo él, mirando directamente a los ojos

-Sí, supongo que sí

-Bien, entonces no te importará acompañarme- volvió a pronunciar antes de extender su mano hacia mí y sonreírme de una manera tierna, al principio dudé, pero después de mirar a sus ojos y encontrar completa sinceridad y devoción en ellos me dejé llevar hasta el final y coloqué mi mano suavemente sobre la suya mientras sonreía

-No me importa- pronuncié levemente, pues el tacto con su mano me había hecho sentir una descarga eléctrica antes desconocida para mí.

Cerró su mano alrededor de la mía y la acarició cariñosamente, tiró de mí a la vez que volvía a sonreír y empezó a caminar en la dirección opuesta a la que estábamos, finalmente llegamos frente un precioso volvo plateado, él abrió la puerta del copiloto para mí y esperó pacientemente a que entrara, era todo un caballero.

-Gracias por hacerlo- pronunció

-¿el qué?

-Confiar en mí, ni siquiera te has opuesto ni has preguntado para que

-Supongo que todas las dudas me las resolverás después

-Supones bien- sonrió- sólo quiero hacerte sentir una reina- habló mirándome con una infinita devoción

-Gra… gracias- tartamudeé

En unos 15 minutos aproximadamente llegamos a la entrada de un lujoso hotel, de los mejores de la zona, se bajó rápidamente y volvió a abrir mi puerta, a lo que yo solo pronuncié un simple "gracias

Llegamos a la habitación 613 y entramos con deliberada lentitud, antes siquiera de poder observar la entrada de la habitación sentí como era acorralada de nuevo y como Edward estampaba sus labios en los míos de manera brusca, pero poco me importó

-Eres una droga para mí- dijo Edward antes de volver a besarme, enredé mis manos en su sedoso cabello y lo acaricié sin tregua, sentía las hebras de su pelo resbalar entre mis dedos haciéndome cosquillas.

Me sentía como en mi propia nube, gracias a que Edward tenía sus brazos enredados firmemente en mi cintura, porque si no pudiera asegurar que saldría volando, sentía un hormigueo en mi estómago y como pequeñas descargas eléctricas que atravesaban todo mi sistema nervioso, la piel de gallina no pudo faltar.

Pero antes de que mi sentido común abandonara mi cuerpo y me dejara llevar necesitaba respuestas, porque él estaba casado y sin poder remediarlo yo pasaba a ser su amante, me paralicé en el acto ante ese pensamiento, Edward lo notó y me miró intensamente

-¿Qué sucede?

-Necesito que me digas por qué haces todo esto- me miró confundido pero enseguida respondió

-Porque te deseo, eres como una droga para mí y no puedo dejar marchar esta oportunidad, ya que en cuanto me besaste supe que tú también me deseas y que quieres estar conmigo

-¿Dónde queda Kate en todo esto?, tú estás casado

-Puede que no comprendas esto, pero lo que sentí contigo en un solo beso no lo había sentido con ella en todos los años que llevamos juntos, fue como una gran descarga eléctrica y desde ese momento sé que no seré capaz de alejarme de ti, de tus labios, tu olor, tu sabor, eres demasiado adictante y ya no tengo las fuerzas suficientes como para separarte de mí- quedé en shock ante sus palabras, todo lo que me había dicho era realmente precioso, además pude ver en sus ojos que no era mentira, todo lo que decía lo sentía de verdad

-Comprendo todo lo que me dices, es precioso y no pensé que te trasmitía todo eso, yo siento por ti exactamente lo mismo pero creo que hasta más fuerte, pero comprende tú ahora que ella es tú mujer, y yo no sé si lo que va a pasar entre nosotros se quedará solo en una noche de hotel y después todo será como si nada, porque no me gusta ser juguete de nadie y si seguimos adelante con todo esto, prácticamente yo me convierto en tu amante- fruncí el ceño ante las ultimas palabras

-Yo no te quiero usar como mi juguete y tampoco que todo esto quedé en una sola noche, te necesito a mi lado y respecto a Kate, yo nunca la he querido, es más bien una vieja amiga, pero cuando estábamos de novios ella dijo que se había quedado embarazada y su padre me dijo que tenía que cumplir mis obligaciones y así lo hice, me casé con ella y después resultó que no había bebé y ya no pude remediarlo

-Pero… yo… yo te vi como la besabas, la abrazabas y todo

-Solo fingía- sonrió tristemente

-y por qué lo hacías

-No lo sé, supongo que por no herir a Kate, no es de mi estilo

-Pero no se puede obligar a una persona a querer

-Lo sé, pero lo hago también porque ella está muy enamorada de mí y sé que le haré daño si la dejo, pero todos mis pensamientos dieron un cambio vertiginoso el día que te conocí y más aún la primera vez que nos besamos- mis mejillas enrojecieron ante sus palabras

-Adoro esto- dijo acariciando lentamente mi muy colorada mejilla

-Yo también te deseo demasiado, y quiero llegar hasta el final contigo- me costó demasiado decir esas palabras, pues no eran muy de mi estilo, él sonrió de oreja a oreja y volvió a besarme, pero esta vez expresando todo lo que había dicho antes en besos, caricias y miradas.

Lentamente quitó mi abrigo y lo apartó definitivamente de mi cuerpo bajándolo lentamente por mis hombros, en este proceso los rozó cariñosamente y me hizo estremecer, necesita ya tenerlo desnudo y solo para mí, era algo urgente.

Terminó de sacar mi abrigo y sin dejar de besar mis labios fue bajando las tiras de mi pequeña camisa de un tono azul eléctrico, en cuanto estuvieron separadas de mis hombros se lanzó a besar desesperadamente mi cuello, haciendo gemir al acto, sus labios se sentían también en cualquier parte de mi cuerpo.

Dio besos en toda la extensión de mi cuello y succionó la delicada piel marmórea que allí había, de seguro quedaría alguna marca, mas no me importó, en este momento él podía hacer lo que quisiera conmigo que yo no me opondría, él tenía una fuerza muy poderosa sobre mí.

Apegué más mi cuerpo al suyo, sintiendo una exquisita fricción entre nuestros sexos, noté su muy abultado problema, del cual me encargaría más adelante, terminó de quitar mi camisa de tiritas y me dejó en sujetador ante su atenta mirada, escuché un suave gruñido de su parte, sonreí internamente ante ese sonido proveniente de sus labios, acorraló mi cintura entre sus fuertes brazos y me atrajo más hacia él, ahora parecía que nunca más podríamos separarnos, pues estábamos demasiado juntos, aunque no me quejo, me encantó el calor que su cuerpo trasmitía.

Llevó sus ágiles manos a mi espalda y me alzó un poco, enseguida lo comprendí y cogí impulso para elevarme, coloqué mis brazos alrededor de su cuello y me elevé encima de él, colocando mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo como había una exquisita fricción entre ambos sexos, los dos gemimos al unísono.

Se movió conmigo en sus brazos y lentamente me llevó a la gran cama de matrimonio que ocupaba el inmenso dormitorio blanco del hotel, me depositó en ella levemente y después se colocó encima de mí, pero no dejó caer su peso sobre mi cuerpo.

Besó desesperadamente mis labios y metió su lengua en mi boca, luchábamos por ganar, pero esto parecía una lucha que no tenía fin y a la que ninguno le quería poner final, pues era exquisito sentir nuestros labios unidos y saboreando nuestros sabores.

Colocó sus manos detrás de mi espalda y yo la arqueé para dejarle hacer libremente lo que tramaba, desató rápidamente mi sujetador y lo quitó con una desesperante lentitud, cuando por fin estuvo fuera de mi cuerpo su atenta mirada fue directa hacia mis pechos desnudos, los observó por unos largos segundos y me sentí un poco incómoda ante su mirada, sabía que no eran muy grandes, pero tampoco eran dos huevos fritos… fruncí el ceño y llevé mis manos hacia ellos, tapándolos, levantó su mirada hacia mí velozmente, expresando duda ante mi acto

-No te tapes-dijo colocando sus manos alrededor de las mías para intentar quitarlas, pero hice más fuerza de la necesaria

-Sé que no son la gran maravilla y puede que demasiado pequeños para ti, pero a mí…- me calló con un rápido beso mientras quitaba del todo mis manos de mis pechos

-Son perfectos- susurró entrecortadamente -eres hermosa de arriba abajo y no tienes porque ocultarte

-Pero…

-No hay peros que valgan, me encantas tal y como eres, no pude evitar mirarlos más de lo debido, pensando en hacer mil cosas no castas con ellos- contestó sonriendo ladinamente y ante sus palabras me mojé más aún, de seguro se podía hasta nadar en mi ropa interior

Bajó lentamente su cabeza hacia mis pechos y los besó tiernamente, para después de haber repartido muchos besos húmedos alrededor de ellos decidiera morder mi pezón más que erecto y lo succionara placenteramente, haciéndome ver el quinto cielo, gemí sin poder remediarlo y escuché un gruñido más que notorio de su parte, siguió con sus besos y succiones, necesitaba más atención en mi parte baja o moriría de una combustión espontánea, como si leyera mis pensamientos bajó sus labios hacia mi estómago y desató el botón de mis ajustados vaqueros para que después de quitarlos llevara sus manos al elástico de mis braguitas y que cuidadosamente fuera bajándolas, exponiéndome completamente ante él, al principio me ruboricé, pero después de una cortísima meditación me convencí de que no sería tan malo mostrarme como Dios me trajo al mundo ante él, pues lo deseaba demasiado como para impedir que continuara, un gruñido gutural salio de sus labios en cuanto me observó por completo y estando completamente desnuda.

-Estás tan húmeda- dijo con la voz un poco más grave, supuse que por el deseo, me ruboricé en el acto ante sus palabras- por mí y solo para mí- volvió a decir, haciendo que me mojara todavía más.

Caí en cuenta de que él aún estaba completamente vestido y apresuradamente nos hice girar en la cama para quedar yo a horcajadas sobre su cintura y llevar mis manos desesperadamente hacia los botones de su camisa, desabrocharlos todos uno por uno sería mi fin, así que tiré de ellos hasta arrancarlos y conseguir que salieran volando por los aires, escuché su musical risa ante mi desesperación, la cual cesó en cuanto mi pequeña mano se estableció en su ya muy notoria tienda de campaña, volvió a gruñir, restregué toda mi mano por su longitud a través de los pantalones, los cuales eran una molestia para mí, desabroché rápidamente los dos botones que me impedían avanzar, los bajé aún con más desesperación, dejando a mi dios griego solo en unos boxers rojos totalmente ajustados, pude apreciar aún más su erección y volví a humedecerme, si es que eso era posible, volví a colocar mi mano sobre ella y la acaricié lentamente, para después de dejar un leve beso bajar sus boxers apresuradamente, dejando a mi pecado con patas en todo su esplendor, como vino al mundo y maravillándome con la perfección de su cuerpo, los muy marcados músculos en su abdomen, la "v" que se forma en sus caderas y su muy bien dotado miembro, gemí ante la vista de su sexo, grande y grueso, me relamí los labios y tragué saliva audiblemente, lo cual arrancó una risa a Edward

-¿Ves algo que te guste?- dijo divertido

-Ummm… - respondí colocando un dedo en mi barbilla, con dos traviesos dedos recorrí su cuerpo desde sus piernas hasta sus labios, provocando que él cerrara fuertemente los ojos cuando lo acaricié- me gusta todo- terminé la oración con una pícara sonrisa.

Coloqué mi mano a lo largo de su erección y la acaricié levemente antes de atraparla entre mi puño, el cual moví de arriba abajo sin detenerme, se sentía tan bien, que no pude evitar soltar gemidos y suspiros, y más aún cuando levanté mi mirada y me encontré con la de Edward cerrada y suspirando sin control mientras palabras sin significado se escapan de sus labios

-Bella me matas- pronunció, pero antes de que pudiera responder ya estaba debajo de su cuerpo y con mis labios sellados por los suyos, correspondí gustosa y sin oponerme.

Noté sus juguetones dedos en mi intimidad y sentí como era acariciada por Edward, sus dedos separaron mis pliegues para acariciar con completa libertad mi clítoris, ya hinchado y clamando por un poco más de atención, pellizco mi botón de nervios y me elevó al cielo, cerré bruscamente mis ojos y mi cabeza se impulsó hacia atrás mientras no paraba de suspirar, sentí sus dedos juguetear con toda mi intimidad y sin esperarlo introdujo sus dos dedos en mi interior, haciendo que mi cuerpo se arqueara ante la grandiosa sensación que sentí y que mis labios no pudiera detener los gemidos, sus dedos se movían frenéticos en mi interior, el placer era inigualable y la tortura mucho más, todo era tan jodidamente exquisito que creí que era otro de mis tantos sueños eróticos, pero esa idea se desvaneció de mi cabeza en una milésima de segundo, justo en el momento en el que él llevó sus labios a mi intimidad, chupando y succionando sin piedad, haciendo que incluso viera miles de estrellas a mi alrededor

-Sabes exquisita, adoro tu sabor- dijo entrecortadamente antes de volver a introducir su lengua en mi interior, provocando que pequeños grititos salieran de mis labios, mi respiración era errática

-No…no me tortures más…- pude susurrarle entrecortadamente, abandonó mi centro y sentí un gran vacío, sonrió picadamente, antes de volver a bajar su cabeza hacia mis flexionadas piernas y de hundirse de nuevo en mi intimidad, sopló sobre ella y me hizo estremecer, mordió mi clítoris y succionó mi húmeda cavidad, sus dedos no habían abandonado mi sexo y la combinación entre ellos y sus labios fue el punto culminante para que aquel extraño hormigueo explotara en mi estómago, provocando que gritara de puro placer y que me retorciera entre sus brazos, para después correrme violentamente en su boca, teniendo el primer y mejor orgasmo de toda mi vida, jalé de su cabello, ver como él no dejaba escapar nada de mis jugos volvió a excitarme, me retorcí más aún, grité su nombre dos veces y quedé como una muñeca de trapo sin huesos encima de la cama, estaba exhausta, Edward se movió hacia arriba y besó mis labios dulcemente, provocando que yo probara mi propio sabor.

-Ha sido… espectacular- no sabía ni como había encontrado las palabras para hablarle, pues ni de eso me veía capaz

-Me encanta tu sabor Bella, cada vez eres más adictante, siento que nunca podré separarme de ti- pronunció antes de darme un tierno beso y de acariciar suavemente mi mejilla, lo cual me enamoró más aún, ¿cómo podía ser tan tierno y pasional a la vez?, olvidé mi pregunta cuando sentí su sexo chocar en mi bajo vientre, antes de volver a entregarme a él sentí la gran necesidad de devolverle el favor, además no podía olvidar su gran sexo que se veía tan apetecible, nos giré en un rápido movimiento y quedé encima de él, me abalancé sobre sus carnosos labios y los devoré fervientemente antes de abalanzarme a su cuello y dejar húmedos besos allí y en sus hombros, besé su pecho y su abdomen, enloquecí con sus duro torso y más aún cuando legué a la perfecta "V" de sus caderas, los besos no cesaban de mi parte y los suspiros por parte de Edward, me encantaba saber que era yo la que provocaba esos sentimientos sobre él, su respiración era entrecortada y se volvió más pesada aún cuando dejé un leve beso en la punta de su sexo, se estremeció debajo de mí y gimió en el acto, di una pequeña y corta lamina en su punta y coloqué mi mano alrededor de su muy erecto miembro.

Subí y bajé mi mano por toda su extensión una infinidad de veces, empezando lentamente para terminar en un ritmo frenético y descontrolado, en cuanto menos se lo esperó la llevé a mi boca y de un solo movimiento quedó dentro de mi cavidad bucal, subí y bajé mi boca tantas veces como pude, combinándola con mi mano y mandando a Edward a una dimensión desconocida, en la que solo existía el placer, no dejaba de retorcerse y de gruñir, además de soltar varios improperios, reí disimuladamente ante su reacción

-Bella si continuas no voy a poder controlarme- gruño con voz apagada

-Libérate, hazlo para mí- le contesté antes de volver a introducir su erección en mi boca y pasar mi lengua por todos los lugares que podía, en este momento era yo la que tenía un total control sobre él

-No así- gruñó antes de coger mis hombros y hacernos girar para quedar encima de mí mientras abría bruscamente mis piernas y se colocaba en medio de ellas

-Me torturas demasiado para mi salud mental- susurró mirándome directamente, y yo me volví a perder en sus ojos, pasó un dedo por toda mi intimidad

-Me encanta que estés tan húmeda- no pude responderle pues todas mis ideas y pensamientos abandonaron mi cabeza en cuanto sentí toda su erección en mi interior, se introdujo en mí de una sola estocada, haciéndome ver el cielo y el infierno juntos, grité un poco por el dolor, pero mayoritariamente por el placer tan intenso que sentí, se quedó quieto en donde estaba hasta que yo moví mis caderas cuando me acostumbre a su intromisión, me mecí hacia delante y moví mis caderas de un lado a otro, rápidamente y sin perder más tiempo Edward comenzó a entrar y salir de mí a un ritmo lento y desesperante, la fricción que se creo entre nosotros fue extremadamente maravillosa, sentirlo tan grande dentro de mí fue lo mejor de mi vida, las sensaciones eran indescriptibles, solo sentí como un fuerte hormigueo en mi estómago, haciendo que grititos y gemidos abandonaran mis labios

-Estás tan estrecha- escuché su voz, y dejé mis pensamientos a un lado para sonreírle de manera picara- me encanta tu calidez, tu olor y en general me encantas tú entera- sonrió a la par que yo

Volvió a embestir en mí de manera más profunda y rápida, notando como su palpitante miembro entraba y salía de mí sin pausa, haciéndome ver a San Pedro y al Diablo en persona, miles de estrellas atravesaron mi vista, nunca había sentido el sexo así, tan fuerte y pasional que me cegaba, pero aún así para mí iba demasiado lento

-Más, por favor más rápido

-¿Qué es lo que quieres Bella?, dímelo y lo tendrás

-Quiero que seas rudo conmigo, quiero sentirte hasta el fondo, sexo salvaje, sin restricciones- lanzó un gruñido gutural y comenzó a moverse violentamente dentro de mí, enganché mis piernas en su espalda y lo pegué aún más a mi cuerpo, éramos una sola persona, sintiendo el máximo placer, jalé de sus cabellos con demasiado fuerza y estrellé mis labios en los suyos en un beso necesitado, cada vez se hundía con más fuerza en mí, provocando que por poco tocará el mismísimo paraíso, colocó sus manos detrás de mi espalda y me pegó más a él, gimió en mi odio mientras yo suspiraba en el lóbulo de su oreja, llevé mis manos a mis pechos y los acaricié violentamente, pellizcando mis pezones y jalándolos con mis dedos índice y pulgar, Edward se quedó loco de solo verme hacer eso y me embistió más fuerte aún, empecé a gritar como una posesa y aruñé su espalda, sin salirse de mi interior nos levantó y se puso de pié fuera de la cama, me hizo chocar contra la fría pared, me estremecí por el cambio de temperaturas, pero antes de que pudiera protestar todo mi aliento se fue en un fuerte gemido, provocado cuando Edward me penetró de manera violenta pero enormemente placentera, enganché fuertemente mis manos a su cuello y coloqué mis piernas alrededor de su cintura, sentía más fuerte que nunca el vaivén de sus caderas, botaba sobre mi misma mientras Edward se introducía en mí

-Si quieres sexo rudo, te daré sexo rudo- dijo antes de besarme y de sentir sus fuertes embestidas en mi interior, las mariposas que habían en mi estómago se removieron inquietas por todo mi cuerpo, lanzando corrientes eléctricas por donde podían, sentí mis paredes cerrarse alrededor del miembro de Edward y como si millones de las mariposas antes nombradas explotaran todas a la vez en mi bajo vientre, haciendo que tuviera el mejor orgasmo de toda mi vida, pensé que el de antes fue el mejor, pero estaba muy equivocada, nunca había sentido nada como lo de ahora, me corrí en el miembro de Edward y me dejé llevar por el mar de sensaciones, grité su nombre una infinidad de veces mientras volvía a aruñar su espalda, sentí su palpitante sexo vibrar en mi interior, dio dos estocadas más y se liberó por completo dentro de mí, gritando mi nombre, mordió mi hombro, pero no me causó ningún dolor, sujetó fuertemente mis muslos y retrocedió para sentarse en la cama, conmigo a horcajadas de él, volvió a besarme antes de mirar y sonreír

-Ha sido la mejor experiencia de mi vida- pronunció cuando su respiración se normalizó

-Eres fantástico Edward, nunca he sentido nada así, verdaderamente cumpliste tu promesa de elevarme al cielo y bajarme al infierno en una sola noche

-Me alegra eso, me encantó estar contigo Bella, nunca había sentido tantas sensaciones juntas en una sola noche- sonreí ante sus palabras

-Desde hoy eres mi Dios del sexo- dije antes de besarlo fervientemente

-Y tú mi ángel pecador- me besó tiernamente después de decir eso, hice un esfuerzo por levantarme para vestirme y cuando lo conseguí busqué mi ropa interior pero no la encontraba por ningún sitio

-¿Qué haces?- preguntó dudoso

-Busco mi ropa para cambiarme

-Ah no, esto no terminó aquí- pronunció antes de jalar de mi brazo derecho y arrastrarme de nuevo a la cama, para después de colocarse de nuevo encima de mí besarme, pero esta vez fue diferente, ese beso estaba cargado de pasión pero con un atisbo de otro sentimiento que no supe reconocer, correspondí gustosa y me dejé llevar de nuevo, me dejé amar otra vez por él, le entregué de nuevo mi cuerpo para que hiciera lo que quisiese con él, pero sobre todo le entregué mi corazón.

El tiempo siguió su recorrido natural, avanzó sin esperar a nadie, corría y corría y nadie podía hacer nada para remediarlo, y sí, yo me seguí viendo con Edward, seguí entregándole mi cuerpo y dejando que me amara de esa manera tan única que él tenía, me había hecho suya una infinidad de veces más desde que tuvimos el primer encuentro, muchos me llamaran idiota, porque yo pasé a ser la amante de Edward, él me prometió separarse de Kate, pero había dicho que aún no era el momento, pero que lo iba a hacer, creí en sus palabras, como una niña ingenua a la que se la compra con dulces, pero no podía evitarlo, Edward era mi adicción y haría lo que fuera por él.

Llevaba 3 meses siendo su amante, satisfaciéndolo como su mujer no lo hacía y el porque tenía una simple explicación, estaba enamorada, me había enamorado total e irrevocablemente de él, de mi sexy ayudante de cocina.

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Comenten y digan si valió la pena el esfuerzo, adoré escribir este one-shot, es el primero que hago así que no sean muy duros conmigo

Disfrútenlo y échense unas risas xD

Muerdi-Kisses xD

BY: Crazy Cullen