El perfume

Era una mañana de Abril muy cálida, la brisa soplaba levemente refrescando sus paredes, el olor matutino se colaba por sus pulmones y ella, dormida cual princesa en un palacio con las ventanas del balcón abierta, disfrutaba del travieso sol que empezaba a tocar su rostro.

Frunció los ojos despacio, abrió uno y pausadamente el otro, cayendo en cuenta que amaneció y debía levantarse. Tan sólo un momento más, pensó para volver a cerrar los ojos y hundirse en su almohada, se volteó y dejó su cara en la almohada, sin poder hacer nada más que respirar el aroma de su cabello. Le encantaba, le encantaba cómo olía, era una mezcla de frutas y flores muy dulce, no conocía a nadie más que supiera oler tan bien como ella.

Estiró la cabeza hacia atrás dejando su cabello rozar su espalda y, decidió por fin levantarse. Se incorporó lentamente estirando los brazos lo más que podía, se frotó los ojos y saltó de la cama para darse un baño que la refrescaría en esa mañana tan rica.

Cuando terminó de bañarse, se quedó en esa bata blanca de algodón egipcio que le sentaba tan bien para darse su "baño de cremas", así era como le llamaba al momento donde se aplicaba todo tipo de cremas para tener una piel hidratada y suave. Abrió el espejo del baño y sacó las cremas más caras del mundo, ella podía tenerlo todo.

Sus padres eran seres millonarios, le gustaba pensar que era la más rica sobre la tierra, pero era darle demasiada importancia a los demás, así que optaba por decir que ella podía tener todo lo que quería, sin necesidad de esperar.

Su colección iba desde Caron's Poivre, pasando por Chanel's Chanel, Baccarat's Les Larmes Sacrées de Thebes hasta Jean Patou's Joy, pero sin duda su adquisición más preciada por su cumpleaños pasado era el Clive Christian's Imperial Majesty, porque ella poseía una de sólo 10 existentes en el mundo y esperaba ansiosa en las revistas para conseguir uno nuevo cada cuando salían.

Sí, era una niña con suerte, con sólo 18 años ya había viajado por toda Europa y ahora vivía en California, tenía una casa de campo en Canadá y de vez en cuando, cuando la locura la tomaba, viajaba en su jet privado hasta los hoteles más prestigiosos de Londres o España, donde su suite la esperaba cada año.

Pero no era la colección lo que la hacía sonreír y oler tan bien, era el secreto que guardaba. No era que tenía su propia marca, lo había pensado, pero entonces todos olerían como ella. Ella mandaba a crear sus perfumes, cada año conseguía un nuevo perfume sólo y exclusivamente para ella, pero hacía unos meses que algo rondaba por su cabeza y es que era que nadie hasta ahora había podido captar verdaderamente su aroma, ella quería un perfume que plasmara su olor natural, su esencia. Era loca la idea pero cuando se le metía en la cabeza algo, no paraba hasta conseguirlo.

Así que estaba decidida a viajar por el mundo y encontrar un fabricante de perfumes que lo hiciera como ella quería, y estaba dispuesta a pagar lo que fuera para conseguirlo.

Nota de la autora: Copié el título de la película y el libro, pero mi fic no tiene para nada que ver con esa historia.