En esta historia Katniss, tiene dieciocho años, es su última cosecha, ella espera no salir sorteada para los juegos del hambre y poder vivir tranquila con su novio, Peeta Mellark, quien tiene diecinueve; su hermanita, Primrose, de doce y el hermanito de su novio, Danny, de doce también. Pero obviamente la suerte no está de su lado.
Estaba en la arena del año pasado. Corría lejos de los gritos de los demás tributos, corría hacia el valle. Tenía que salir de ahí, "No debí haber ido al banquete"me reprochaba "Solo a mí se me ocurriría"Mientras agarraba con el brazo izquierdo el arco y trotaba con la pierna herida hacia el frente. Ya estaba oscureciendo y mi visión borrosa no ayudaba mucho cuando de repente el escenario cambia: estoy en un lugar oscuro, pocamente iluminado, apestoso y vacío excepto por un hombre adulto, trabajando sin distraerse en lo que sucedía a su alrededor, todo sucio por el polvo de carbón, pero aún así lo reconocería en cualquier circunstancia, con ese cabello castaño y esa piel aceitunada, no podía ser nadie más que él, se me llenaron los ojos de lágrimas.
-Papá- traté de decir pero no me salía la voz-. Papá- intenté de nuevo, pero nada-.
Entonces vi al canario caer muerto al suelo y eso solo significaba una cosa. Le grité que corriera pero era como si no existiese, intente moverme para sacarlo pero mis piernas no me respondían. Fue entonces cuando pasó. La mina explotó, y por un momento pude ver sus ojos grises tormentosos iguales a los míos…
Aterrada me desperté, estaba sudada y respiraba entrecortadamente. Lo más silenciosa que pude me di la vuelta para ver a Prim, al no encontrarla se me oprimió el pecho pero al recordar que era el día de la cosecha me tranquilicé; no me mal entiendan, odio el día de la cosecha, veintitrés niños yendo a una muerte segura, es una mierda. Pero eso solo significaría que mi hermanita ha tenido una pesadilla y fue a acostarse con nuestra madre, seguro y más si esta es su primera cosecha. Me siento lentamente para no hacer ruido y las veo a las dos, con las mejillas apretadas, durmiendo tan tranquilas que no las quiero despertar, así que silenciosamente me levantó, me cambio y antes de salir le doy un beso en la frente a mi patito. No voy a ir a cazar con Gale hoy. Iré a la panadería, seguro que Peeta estará despierto y sino podría acostarme junto a él.
Es temprano aún pero cuando llego a la panadería, el olor a pan recién horneado me recibe y se me hace agua la boca. Entro y me encuentro al panadero, el padre de Peeta, amasando. Levanta la cabeza y me dirige una sonrisa algo cansada.
-Hola Katniss.
-Buenos días Señor Mellark- respondiéndole la sonrisa.- ¿Peeta ya despertó?
-Ya te dije que dejes de llamarme así- como si le estuviera hablando a una niña de cinco años.- y no, aún no. Pero si quieres, puedes subir y despertarlo; para hablar, claro.- terminando con una sonrisa socarrona y moviendo las cejas.
La propuesta me hizo sonrojar un poco, él rió por eso pero igualmente le agradecí y subí, sin hacer mucho ruido para que la Señora Mellark no se despierte, escaleras arriba para llegar al cuarto de mi chico del pan, pero nada. No estaba ahí. Solo había otro lugar además de la cocina donde él estaría. El cuarto de Danny. Al abrir la puerta me encuentro una escena tan tierna que me calienta el corazón. Mi chico del pan está durmiendo a pierna suelta con una mano abrazando protectoramente a su réplica de doce años a su lado derecho mientras este acuesta su cabeza en el torso de su hermano mayor.
Me saco cuidadosamente las botas y me acuesto silenciosamente a su lado izquierdo. Justo cuando empiezo a dormirme Peeta abre los ojos.
-Buenos días- desperezándose un poco.
-Buenos días- respondo con una sonrisa.- ¿Estás bien?
-Sí, claro que sí.
Veo que no me mira a los ojos al responderme, lo que significa que me está mintiendo.
-Mira Peeta tal vez no sepa mentir tan bien como tú pero se cuando alguien me oculta las cosas- dije mirándole directamente a los ojos.-. Así que ¿qué pasa?- en un tono más dulce que el anterior.
-Es que tengo miedo- y se queda mirando a Danny que está dormido como un tronco, como siempre.-, si sale sorteado no sé que me pasaría.- al decir esto voltea a verme y veo que tiene los ojos vidriosos.- Tengo miedo de que le pase algo.
-Tranquilo- aunque sé que solo decir eso no ayudará.- No tiene chances de salir sorteado. Solo tiene una papeleta entre miles igual que Prim, ninguno de ellos va a salir sorteado.- me recuerdo para tranquilizarme a mí también.
Peeta me abraza más cerca si es posible.- No es solo por ellos, también es por ti, ¿cuantas papeletas tienes este año? ¿Veintidós, veintitrés?- "veintiocho" pienso pero no ayudaría mucho si lo digo así que me callo.- Tengo terror de que salgas sorteada.- bajando su cabeza rubia para que no le vea la cara.
-Eso no pasará- levanto su cabeza para mirar directo a esos ojos azules que me han enamorado contra viento y marea.- Solo hay que tener suerte.- digo imitando el acento del Capitolio por lo cual los dos nos reímos, cuando nos calmamos Peeta se acerca y me besa.
Es un beso tierno en el cual nos recordamos cuanto nos amamos, no sé cuanto tiempo pasó pero solo estoy consiente de un carraspeo así que me separo poco a poco de mi chico del pan para ver a un sonriente Danny sentado al otro lado de la cama.
-Bueno, bueno- dice sonriente-. Debería salir así los dejo con un poco de privacidad pero la próxima vez avisen, no quiero estar presente, apenas soy un niño.- y se empieza a reír.
No estoy segura de que habla y cuando miro a Peeta para una explicación me doy cuenta de que esta igual de desconcertado que yo, hasta que miramos nuestra posición: yo a encima de él y Peeta agarrando el comienzo de mi camisa. Al darme cuenta me sonrojo y me siento en el otro lado de la cama, miro hacia Peeta y lo veo igual de avergonzado que yo sentado en la cabecera mientras Danny se sigue riendo. En un momento me cansé y dije:
-¿Qué les parece si vamos a bajo así desayunamos?
-Claro, seguramente tienen hambre- y se escapa corriendo mientras ríe.
-Danny!- grito avergonzada hasta la médula.- ¿y tú de que te ríes?- dirigiéndome al chico del pan.
-De nada, solo de la suerte que tengo de tener a una novia tan maravillosa y hermosa como tú.- terminando la frase con una sonrisa mirándome a los ojos. Obviamente si creía que no podía enrojecer más me equivoqué.
-Gracias.- dije en un susurro, nos levantamos y en la puerta Peeta me besó otra vez "Creo que me mal acostumbraré a esto" pienso "Pero es genial" y se me forma una sonrisa que solo Peeta puede sacar de mí.- Vamos, si tardamos más seguirá burlándose de nosotros.- él se rió.
Bajamos las escaleras, desayunamos con Danny, el Señor Mellark y los hermanos mayores de Peeta: John y Michael (la Señora Mellark aún dormía), charlamos (lo que significa que Danny le contó al Señor Mellark nuestra situación mientras todos se reían y a nosotros solo no salían monosílabos), después Peeta y yo paseamos por el distrito y como estaba por llegar el mediodía me acompañó hasta casa.
-Vístete linda.- me dijo, yo lo miré con los ojos entrecerrados.- Te voy a dar una sorpresa.
Me di cuenta de que estaba nervioso así que le di un beso para tranquilizarlo y luego le sonreí.
-Bien, lo haré.- él asintió y me devolvió el beso.- Nos vemos en la plaza.
-Nos vemos.- me dio un último beso y se fue.
Al entrar a mi casa lo primero que veo es la espalda de mi hermanita Prim vestida para la selección con mi primer traje de la cosecha, es tan chiquita que le queda grande pero mamá se las arregló con alfileres, incluso así se le sale la parte de atrás de la camisa formando una cola de pato. Verla así me hace entrar en pánico, "¿y si sale sorteada?" pienso "No, es imposible" Cuando se da vuelta y me ve, corre y me abraza como siempre ha hecho desde niña. Me obligo a parecer calmada por el bien de ella.
-Hola Prim.- le digo después de separarnos.- Estás preciosa.- ella me da una tímida sonrisa.- Solo métete esa cola de pato, ¿si?- acomodándole la camisa.
-Cuak cuak.- dándome una sonrisita traviesa.
-Eso serás tú.- riéndome como solo Prim puede hacer.
Desde atrás aparece mi madre, con su cabello rubio recogido en un rodete y su vestido blanco ya puesto. Detrás de todas esas arrugas se encuentra una mujer hermosa o eso es lo que me han dicho, pero todo lo yo que puedo ver es a una mujer que abandonó a sus dos hijas a su suerte, ella se recostaba en la cama sin salir de su mundo mientras sus hijas se convertían en piel y huesos, una niña de once y la otra de cinco. Eso es todo lo que puedo ver. Estos últimos años he tratado de no distanciarme tanto pero no soy de esa clase de perdón y volvamos a como todo era antes. No, soy más cerrada. Dejando de lado todo eso, ella se me acerca un poco y me dice:
-Te preparé el baño, te puedo prestar un vestido, si quieres.
Pienso en Peeta, que me pidió que fuese bien vestida y en la sorpresa que me quiere dar, así que le digo:
-Claro, ¿por qué no?- creo que la sorprendí un poco pero luego sonrió.
-Estupendo.- se alejó un poco pero desde el cuarto gritó:- No te tardes, el agua se enfría.
Después de eso me di un buen baño, me sequé y me dirigí hacia la habitación, para encontrarme con mi madre y un lindo vestido azul hasta las rodillas.
-Te puedo peinar si gustas.- dijo mi madre.
-Claro.- aunque no me gustase mucho la idea me gustaría verla feliz; eso no cambia que no la perdone, por supuesto que no.
Después de ponerme el vestido mi madre me hace un hermoso peinado y se lo agradezco. Al darme la vuelta logro ver a Prim mirándome con la boca abierta, verla así me hace reír.
-Cierra la boca patito, hay moscas.
Se vuelve para mirarme a la cara.- Te ves preciosa.
-Y no parezco en nada a mí.- acabo por ella.
Luego de toda esa charla nos vamos a almorzar pero no tenemos mucho apetito, así que terminamos tomando la leche de la cabra de Prim, Lady, y el queso. Esperamos hasta que sea la hora y nos vamos rumbo a la plaza. Cerca de ahí nos encontramos con Gale, mi compañero de caza, y su familia. Rory, el hermanito Gale, está al lado de Prim charlando, también tiene doce así que esta es su primera cosecha como Prim; Hazelle y mi madre van diciéndose palabras de apoyo junto con los otros hijos de Hazelle detrás. Como hoy no nos vimos, Gale y yo empezamos a hablar hasta que llegamos a un tema delicado.
-¿Y cómo están los niños?
Lo miro por un instante hasta que entiendo de qué habla.-Prim está aterrada y Danny trata de ocultarlo todo con humor. ¿Rory?
-Igual que Danny solo que le cuesta un poco más el actuar.- él y yo nos miramos a los ojos y luego nos echamos a reír. Rory es tan buen mentiroso como yo, quizá hasta peor.- Katniss- deteniéndose y mirándome a los ojos.- No hagas ninguna estupidez.- me abraza y con eso se aleja.
Me quedo un poco desconcertada pero al ver la plaza enfrente, alejo todo lo que está en mi mente para afrontar la cosecha y el temor de que sea mi nombre o el de algún conocido el que salga sorteado. Estoy caminando decidida hacia el frente cuando dos brazos fuertes me atrapan en un abrazo.
-Katniss.- Peeta me susurra al oído mandándome un cosquilleo por todo el cuerpo.- Te ves preciosa.- dándome media vuelta para así quedar cara a cara.
-Prometo y cumplo.- sonriéndole descaradamente.- ¿y mi sorpresa?- mientras le hago un magnifico puchero, él se ríe y me dice:
-Después de la cosecha, Kat.- me da un beso tierno del cual nos separamos tiempo después.- Danny ya está en formación.- me dice apuntándome una cabeza rubia en el montón de doce años junto a mi hermana.
-Van a estar bien, tranquilo.- le calmo acariciándole el cabello.- Todos vamos a estar bien.
-Estaremos bien.- asiente con la cabeza y me dedica una sonrisa.- Mejor no te robo más tiempo.- me besa y abraza para luego irse detrás de la valla junto a su papá.
Me coloco entre un grupo de chicos de dieciocho años junto a Madge, mi amiga, compañera de colegio y la novia de Gale; como las dos estamos demasiado tensas nos damos un apretado abrazo y nos posicionamos juntas casi sin hablar. Al empezar el discurso del alcalde Undersee, el padre de Madge, nos tomamos de las manos. Cuando leen la lista de vencedores de juegos anteriores, Haymitch Abernathy llega y sube al escenario borracho, muy, tanto que le intenta dar un abrazo a nuestra extravagante acompañante, Effie Trinket, que se escapa por poco. Effie Trinket, quien va vestida este año con un traje verde primavera y una peluca rosa, da un paso al frente y habla con su acento capitolino agudo, al estar tan cerca tengo que tener el suficiente autocontrol de no taparme los oídos.
-Bienvenidos, bienvenidos.- y así sigue hablando sobre el honor de convertirse en un tributo para los juegos del hambre y otras estupideces más a las que no les presto atención, hasta que dice:- Las damas primero, como siempre.- Madge y yo nos miramos a los ojos para darnos ánimos luego del intercambio giramos nuestras cabezas hacia la papeleta que fue recogida, la papeleta que significaría una muerte, tal vez mi muerte.- Katie Gardner!- grita, Madge y yo nos relajamos, doy un suspiro "No fue Prim ni yo" entonces me doy cuenta "No salí sorteada, eso quiere decir, que ya estoy a salvo" pero un sollozo me trae de nuevo a la realidad.
Katie Gardner es la hija menor de la florista, tiene el cabello castaño, algo raro viniendo de la ciudad, y ojos verdes azulados de los pocos que hay en todo el distrito, es un año menor que yo, la he visto una que otra vez en el patio del colegio, sale con el hijo mayor del mensajero, Travis Stoll, al cual conozco personalmente ya que es un muy buen amigo de Peeta; siento lástima por ella, el chico se la pasaba hablándonos de que cuando no sea elegible para la cosecha le pediría matrimonio. Sube y se para al lado de Effie, la verdad, es que es bonita eso le podría ayudar en los juegos pero a quien vamos a engañar, en setenta y cuatro años solo hemos tenido dos vencedores, uno ahora está muerto y el otro va por el mismo camino de la mano de una bella botella de vodka, la suerte no está de nuestro lado. Escucho llantos y giro la cabeza para encontrar a la familia Gardner y a la Stoll llorando por su futura pérdida, realmente siento pena al ver a Travis haciendo parecerse el fuerte conteniendo a la madre de Katie, Deméter, que no para de llorar mientras a él se les escapan traviesas lágrimas "Los juegos son una mierda" pienso de nuevo. Ahora Effie Trinket se dirige al tazón de los varones, estoy tan concentrada insultando a los maravillosos juegos del Capitolio que no estoy atenta al sorteo hasta que recogen el nombre del tributo varonil que seguramente no pasará el baño de sangre, tal vez dos días cuanto mucho.
-Danniel Mellark.
