Malos pensamientos…

"eres demasiado lenta, chica policía."

Caluroso. Esa noche había demasiado calor.

Su rostro levemente enrojecido por la temperatura del ambiente.

Frunció el ceño al recordar esa frase nuevamente. Tenía razón, había sido un poco lenta en la última misión.

"eres demasiado lenta, chica policía."

Pero luego esbozó una sonrisa al pensar en él.

"Él", no importara que tuviera que hacer para complacerlo, lo haría. Su única razón de seguir en ese lugar era él. Pero nunca lo diría. No podía… no se atrevía.

Se dejó caer sobre la silla de madera. Estaba sumamente agotada, se sentía 'muerta' del cansancio.

'Muerta del cansancio', reparó unos segundos en aquella frase… vaya, ciertamente estaba muerta, pero seguía viva.

Poco después llevó una de sus manos a su pecho. Su corazón había dejado de latir desde aquella noche, sin embargo, parecía hacerlo cada que estaba a lado de ese sujeto. Como si supiera quién era su dueño.

Una débil risa escapó de su boca.

Desde aquel día en el que se convirtió en un ser de las tinieblas, no dejaba de pensar en aquella decisión que había tomado. No lo comprendía… ¿acaso era solamente por que deseaba seguir existiendo en este mundo?, no, al parecer no era precisamente eso… había algo más…

Contempló la bolsa con sangre médica que solía dejarle Walter sobre la mesa, la miró un poco más y por último decidió beberla. Sabía tan bien… exquisito, un sabor inigualable.

Ahora que lo pensaba bien, hacía mucho que no disfrutaba tanto de beber un poco de sangre… de hecho, no lo había disfrutado sino hasta ahora.

Sangre… la sangre que bebía era tan dulce…de pronto, sin haberlo pedido o deseado se preguntó si la sangre de aquel vampiro sabría bien… la saboreó aún sin haberla probado, seguramente deliciosa pensaba y llevó su mano hacia aquella parte de su cuello en donde se hallaba la marca de los colmillos de su maestro.

Entrecerró los ojos al pensar en él mientras acariciaba delicadamente esa cicatriz. Nunca antes se había sentido de ese modo.

Sintió una calidez recorriéndola por dentro, aún cuando el clima era caluroso no se debía a eso. Comenzaba a imaginar una escena con su amo justo en ese momento. Los labios de 

aquel seductor vampiro tocaban lenta y sensualmente todo su cuello para después clavarle los colmillos sin delicadeza alguna, mientras que ella se retorcía al compás de las caricias brindadas por su amante de cabellos negros.

Un débil gemido escapó de sus labios, jamás hubiese pensado tales cosas en el pasado, pero desde que se convirtió en vampiro no pudo evitar no sentirse atraída de una forma poco decente hacia ese hombre. Quizá era un sádico, con una mente retorcida, con una personalidad que vacilaba entre la cordura y la locura, pero sin duda alguna era guapo, atractivo en todos los sentidos, de hecho, todos aquellos rasgos descritos anteriormente eran lo que enloquecían con frecuencia a la rubia. Cada que pensaba en él, se preguntaba que tan bueno sería en la cama, y claro, como se sentiría estar con él. Lo que más deseaba era que su primera vez fuese con ese vampiro, con su maestro.

Cuando estaba apunto de bajar su mano con intención de acariciar su entrepierna una voz retumbó en toda la habitación, dejando a Seras completamente perpleja. Su rostro enrojeció, esto no podía estar pasando, ¡no!

-¿qué haces, agente?

Al instante comenzó a pensar en otras cosas, tratando de ocultar lo que originalmente había pensado. Pero no lo lograba.

Pronto se materializó la figura del vampiro, emergiendo de una de las paredes de la habitación como de costumbre.

-¿qué sucede?, te veo algo alterada.-dijo mientras caminaba hacia ella.

Victoria se puso de mil colores, no sabía que responder… ¿era hora de mentir?, ¿pero y si notaba que mentía y luego leía sus pensamientos? ,¿o si mentía pero él ya había leído sus pensamientos?

Él sonrió simplemente. Lo había leído.

-ah, yo-yo… estoy algo cansada…-dijo la chica poniéndose de pie al instante.

-¿agotada?, pero si has bebido la sangre que te dejó Walter.

-s-sí, pero aún así… creo que lo mejor será que…

-¿no te agrada mi presencia?-intervino Alucard antes de que su joven aprendiz dijera algo más.

Seras mordió su labio inferior temblorosa. Podía sentir como el miedo y la vergüenza carcomía todo su ser.

-yo-yo nunca dije eso, maestro.-replicó Seras aún sin darle la cara. Rápidamente, aún cuando sus piernas parecían querer derrumbarse, caminó hacia la puerta. Tenía que salir a toda costa de ahí.-con-con permiso, d-debo ir a practicar.-anunció tratando de controlarse.

El vampiro mayor dejó salir su característico "Jo" haciendo que Victoria se detuviera.



-¿a estas horas chica policía?... me parece que no encontraras a nadie despierto.-comentó el vampiro sin quitarle la vista de encima, aún con esa sonrisa maliciosa.-pareciera que tratas de escapar.

Apunto estaba de decir algo más cuando…

-¿es-escapar?-titubeó la chica y…

Fue rodeada por los brazos de Alucard. Impresionante, mejor dicho, ¡¿Qué rayos estaba sucediendo?!

-¿desde cuando imaginas ese tipo de cosas, oficial?

Su rostro enrojeció más de lo que pudo imaginar, sintió su corazón salir de ella, y todo su cuerpo tembló. Su estómago era una especie de lavadora gigante que revolvía todo en su interior.

Era el final, quería morir. Él lo sabía, lo sabía… ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, apenas y podía respirar. Comenzó a transpirar y gotitas de sudor empezaron a deslizarse por su frente.

-¿qué sucede?, ¿algo anda mal?-preguntó en tono burlón al momento de soltarla.

No podía hablar, no podía moverse… ¡ahhh! ¡Pero eso le sucedía por estar de pervertida!, pero simplemente era inevitable.

Miles de pensamientos llegaron a la mente de la pequeña rubia, todos ellos de cómo podría escapar de la situación. Una de ellas era simplemente abrir la puerta y correr como desquiciada, la otra era similar: reír como loca para después golpearse contra la pared y quedar inconsciente. Aunque ciertamente ninguna de las dos era buena… ¿tal vez si sólo se desmayaba?

… ¡NO!, ¡era el fin, el fin!, ¡Alucard la había descubierto!

El vampiro mayor disfrutaba de leer los pensamientos de su joven sirvienta, de hecho, le había fascinado descubrir su lado oscuro… lo que deseaba hacer con él… y es que Victoria no estaba nada mal.

Rió levemente, haciéndole saber que disfrutaba del momento. Sólo para hacer sufrir a su aprendiz deslizó sus dedos por el hombro de la rubia para de esa forma recorrer todo su brazo. Ante aquella acción la jovencita se hizo a un lado con tal rapidez que el mismo Alucard se sorprendió. Aún podía sentir ese abrazo y esa caricia, sintió un escalofrío y nuevamente pensamientos indecorosos llegaron a su mente.

-¡maldición!-pensó mientras imaginaba cosas peores que al principio después de ese contacto fugaz y miraba al mismo tiempo a su maestro.

Su amo sonrió satisfecho al entrar en su mente y deleitarse con aquellos pensamientos tan "oscuros" que otra vez invadían a la chica.



-chica policía, ¿sabes que es una grave falta de respeto pensar en cosas como esas sobre tu amo?-advirtió el otro mientras reía sutilmente. Sin quitarle la vista de encima se dirigió delicadamente a la silla y tomó asiento. Se cruzó de piernas como de costumbre y con un ágil movimiento--pero muy delicado--dejó que sus lentes se deslizaran un poco hacia abajo para dejar al descubierto parte de sus seductores ojos carmín.

Seras se ruborizó más de lo que ya estaba… al verlo en esa pose, su maestro se veía irresistible… más de lo normal.

Él volvió a sonreírle.

Ella lo notó, había vuelto a hurgar dentro de su cabeza… era inevitable, por más que quisiese ocultarle las cosas le era imposible.

-¿no piensas decir nada?-preguntó con esa clara intención de jugar con su indefensa aprendiz.

-lo… ¡lo lamento!-dijo casi en un grito la rubia empuñando ambas manos y apretando los ojos.

Sonrió aún más. Seras lo miró avergonzada, él… parecía estar disfrutando o haber disfrutado lo que ella había imaginado, no parecía estar molesto en su contra. Cosa que la hizo temblar más, sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver la expresión de Alucard… ¿acaso él?… ¿Qué pretendía?, ¿por qué se comportaba así?...

Entró en sus pensamientos una vez más, tan sólo para hacer sentir peor a la jovencita. Encontró en ella pensamientos como: "¡¡basta, no más Victoria!!"… "ah… mi maestro se ve tan… sexy, ¿estará leyendo mis pensamientos?", "oh, no, espero que no", "¿y si lo está haciendo y lee que lo deseo?", "¡¡ah, debo de dejar de pensar en eso!! …si se enterara de quq… yo…de que… lo deseo en mi cama… ¡¿qué?! ¡No, no!,¡¡ahhh, no pensé eso, no pensé eso!!"

Levantó una ceja al leer todo eso. Aunque bien no imaginaba ahora otra escena, las cosas que pensaba lo decían todo…

-¿qué haré contigo, oficial?-dijo divertido poniéndose de pie.- ¿tantos deseos tienes de saber lo que se siente ser amada por un hombre?-preguntó quitándose los lentes de forma sensual.

Sus ojos se abrieron exageradamente al verle caminar hacia ella, una alarmante Victoria trató de alejarse disimuladamente de él retrocediendo un poco, pero terminó chocando contra la puerta.

Se detuvo una vez que estuvo a centímetros de distancia de ella. Desde ahí, podía apreciar con detalle todas las facciones del rostro de esa delicada mujer. Su piel había sido cubierta por una delgada película de sudor, temblaba ligeramente, su rostro enrojecido por la situación y sus ojos llenos de temor y vergüenza. Esbozó una sonrisa perversa en su rostro y sin previo aviso colocó ambas manos en el rostro de la pequeña rubia.

La tuvo así durante largo rato, sin decir ni hacer nada, sólo mirándola como si nunca la hubiese visto antes.



Uno hubiese esperado algo diferente viniendo de Alucard, pero esto… era algo extraño. Al principio había planeado hacerla sufrir, sin embargo… ahora dudaba. Hacía mucho, en verdad mucho, que no disfrutaba de los placeres carnales. Y justo ahí, tenía a una dama, de facciones casi angelicales, de curvas perfectas y completamente pura… aún virgen.

-ma-maestroo…-irrumpió en sus pensamientos Seras con un hilo de voz.

Parpadeó un par de veces y observó a su joven aprendiz quien lo miraba apunto de colapsar.

Una vez más sonrió y se alejó de ella para luego desvanecerse, no sin antes decir.

-hablaremos luego sobre esto… mientras trata de pensar en una excusa sobre las perversidades que has pensado, chica policía.

Victoria sintió arder al escucharlo decir eso… resignada suspiró cubriéndose el rostro y cayendo al suelo.

-qué problema…-murmuró con un tic nervioso en un ojo mientras se rascaba la cabeza con insistencia e imaginaba las múltiples reacciones de su bien parecido maestro. ¿Ahora que pasaría?... sentía morir una y otra vez al recordar todo lo que había sucedido… la había atrapado… sabía que lo deseaba… ¡que deseaba tenerlo entre su cama!-¡ahhhhh!-gritó Victoria desesperada, completamente histérica.-¡¡ ¿qué haré, qué haré?! ¡¡s-seguro cree que no paro de pensar en eso cuando estoy a su lado!!-exclamó revolviendo su cabellera.

… mientras, en la habitación del vampiro….

-jo.-pronunció con una amplia sonrisa al estar enterado de lo que hacía Seras. Con una copa de vino en su mano sentado plácidamente sobre aquella silla que parecía más bien un trono comenzó a reír a carcajadas. Sabía exactamente que debía hacer con su joven y pura aprendiz…