Bien. Yo aquí con mis locuras... vengo a traerles este pequeño Dramione, esperando que sea de su agrado. Recibo toda clase de criticas, sugerencias, todo con tal de mejorar y satisfacerlos a ustedes :). Ahora sí: a leer.

—¡Eh, Malfoy! ¡Despierta!

Hermione sacudió con ahínco al inconsciente rubio, sintiéndose frustrada ante sus vanos intentos por hacerlo despertar. No tenia idea de en que lugar se encontraba; solo sabía que el maldito armario evanescente era el culpable de todo. Bufó malhumorada y pellizcó el brazo del muchacho, pensando que quizás el dolor lo haría reaccionar. Nada ocurrió.

Observó con detenimiento el sitio en el que estaba sentada. No había absolutamente nada salvo una inmensidad blanca; todo estaba vacío; ni un mueble, ni un árbol, ni arena; nada. Tocó con el dedo índice el suelo, percatándose de que se sentía como el suelo de la sala de menesteres, solo que ni un grano de polvo perturbaba la limpieza del lugar. Comenzó a desesperarse ante tanta pulcritud y silencio.

—Hurón, despierta de una vez

Esta vez lo sacudió con todas sus fuerzas. Lentamente el chico abrió sus helados ojos, clavándolos en ella con confusión.

—¿Granger? ¿Qué haces?

—Yo nada. Trataba de que despertaras de tu agradable siesta —respondió Hermione con sorna.

El rubio miró en derredor con ojos suspicaces.

—¿Por qué me seguías, Sangre sucia?— preguntó el muchacho con tono acusador.

—¿Yo? ¿Seguirte? ¡No te seguía, imbécil! —Exclamó Hermione indignada— entré al cuarto de menesteres sin saber que estabas allí haciendo idioteces, y mira donde fui a parar por tu culpa.

—¿Por mi culpa? ¡Nadie te invitó al lugar donde yo estaba! —Malfoy la miró con cara de pocas pulgas —¿En donde estamos, a todas estas?

Hermione parpadeó un par de veces sin saber que responder.

—No lo sé —dijo al fin la castaña.

Malfoy se puso de pie fastidiado, mirándola con repugnancia. Hermione se sintió como un chicle pegado a la suela de un zapato.

—Cuando en realidad se necesita que sepas algo, no lo sabes —espetó el muchacho —sangre sucia e inútil encima.

El rostro de Hermione enrojeció tanto como el cabello de los Weasley. En parte el hurón malnacido tenía razón, pero el hecho de que la llamara sangre sucia era humillante.

—Escucha, Malfoy: Al parecer, cuando forcejeamos y caímos dentro del armario, nos transportamos a este —Hermione observo la nada que se cernía alrededor de ellos —sitio.

—Créeme que sí no me dices, no lo noto —rezongó sarcásticamente Malfoy.

—¡Bien! Me alegra que seas tan astuto, Draco —bufó Hermione poniendo los brazos en jarras.

Malfoy elevó una ceja y con un bufido de fastidio se dio media vuelta, dejándola sola. Hermione lo observo caminar en línea recta hacia lo que parecía ser el norte del lugar, aunque para lo que sabia acerca de donde estaban, bien podía ser el oriente. El chico se detuvo a unos veinte metros de distancia, palpando lo que parecía ser solo aire frente a él; pero por alguna extraña razón, sus manos parecían estar apoyadas en algo solido. Hermione se mordió el labio, dudando si aproximarse o no al muchacho.

—Granger —dijo el muchacho girándose para mirarla —ve en la otra dirección y dime si hay una pared o algo así.

—¿Qué te haga el favor de que? —dijo Hermione molesta ante la idea de cumplir ordenes de Malfoy.

—Oh, maldita sea —rezongó el muchacho —. Ni para eso sirves.

Malfoy deshizo el camino andado y paso por el lado de Hermione dando grandes zancadas; parecía estar de un humor peor que el de la castaña cuando frenó su avance a unos diez metros de ella. El rubio golpeó con el puño frente a él poniendo cara de frustración. Inmediatamente después, se dispuso a caminar cual demente con las manos frente a él, llegando a formar en su trayecto una especie de cuadrado.

—¿Puedo preguntar que demonios haces? —inquirió exasperada Hermione cuando el muchacho repitió su recorrido por tercera vez.

—¿No lo descubres aún, sabelotodo? —se burló Malfoy haciendo un gesto despectivo con la mano y acercándose al lugar donde Hermione se encontraba —Estamos encerrados por una especie de pared invisible.

—No juegues —dijo Hermione alarmada.

—Tú verás si me crees o no —dijo Malfoy sentándose en el suelo.

Esta vez fue Hermione quien se puso en la tarea de palpar lo que los mantenía encerrados en ese blanco lugar, dándose cuenta, muy a su pesar, de que Malfoy tenia toda la razón; estaban encerrados en un lugar más blanco que el jodido polo sur, sin nada que los ayudara a sobrevivir en caso de tener que pasar mucho tiempo allí.

Hermione regresó junto a Malfoy y se dejó caer a su lado con la preocupación marcada en sus castaños ojos. El rubio la miró con fastidio antes de echarse de espaldas con las manos tras la nuca. La castaña se abrazó a si misma, sintiéndose increíblemente susceptible; ella no estaba acostumbrada a sentirse tan perdida e insegura. Hermione Granger era lista y siempre controlaba las situaciones; pero ahora la situación la estaba controlando a ella.

—¿Se te ocurre alguna forma de regresar?

Malfoy la sacó de sus cavilaciones. Hermione negó con la cabeza y el chico dejó escapar el aire ruidosamente.

—En realidad no lo sabes todo —murmuró Malfoy. En el fondo estaba muy preocupado de quedarse allí sin nada que comer o beber, y encima con la sangre sucia.

—A ver, ¿acaso tú si lo sabes? —la voz de Hermione no sonó a la defensiva, fue más bien una nota floja y faltante de la seguridad que la caracterizaba.

—No. No lo sé

Draco volvió a sentarse y contemplo nuevamente el vacío que se extendía ante sus ojos. Deseaba estar en su casa con sus amigos, quizás teniendo algo de sexo divertido con Pansy, o incluso estar en la clase de McGonagall; todo menos estar allí. Maldijo mentalmente al señor oscuro por obligarlo a cumplir con una misión tan absurda y arriesgada; de no ser por él, no estaría en esa situación. Quiso ser el niño de antaño, a quien se le cumplían sus caprichos y no debía preocuparse por nada, a quien los elfos domésticos obedecían y a quien su madre mimaba.

—¿Estás bien?

La sangre sucia le hablaba con una nota de preocupación en su voz. Tal vez sus pensamientos se habían reflejado demasiado en su cara. Sacudió la cabeza en señal de asentimiento para evitar que siguiera haciendo preguntas relativas a su estado.

—Tengo un poco de hambre —dijo Granger —. Me salté el almuerzo por ir a la sala de menesteres a buscar mí…

Draco la miró con las cejas arqueadas ¿Qué podría querer Granger en esa sala? La chica cerró la boca y un ligero rubor cubrió sus mejillas.

—¿Tu qué? —la apremió el muchacho.

—Una cosa.

—Bah, como quieras —Draco separó sus ojos de ella nuevamente —. Yo también tengo hambre. Si tuviésemos un elfo para atendernos o algo así…

—Los elfos no son esclavos —refunfuñó la chica.

Draco soltó una risita burlona ¿en realidad era tan estúpida?

—Por supuesto que son esclavos, tonta —se burló el muchacho —. Antes solo me bastaba con decir: ¡Dobby, ven aquí! Para que….

Un sonido como de latigazo resonó frente a ellos, ahogando sus siguientes palabras. Ante sus asombrados ojos, apareció el elfo con una enorme sonrisa en su cara, la cual se fue borrando gradualmente al percatarse de quien era el que lo llamaba.

—Jo-joven Draco —chilló la criatura.

—¡Dobby! —Granger emitió un gritito y se echo encima del elfo, envolviéndolo en un fuertísimo abrazo —¡que alegría verte! ¡Sácanos de aquí, por favor!

El elfo los miró confundido en cuanto la chica se separó de él.

—¿Sabes que es este lugar? —lo interrogó Draco.

La criatura batió las orejas como hacia cada vez que estaba frente a él o su padre. Miró en derredor con sus enormes ojos verdes, para al final negar con la cabeza.

—¿Cómo nos encontraste? —intervino la muchacha.

—Dobby solo escuchó que un estudiante de Hogwarts lo llamaba, y Dobby dejó que su cuerpo fuese a donde era llamado.

—Pero… —comenzó Granger.

—No importa como. Solo sácanos de aquí ahora mismo —dijo Malfoy agarrando el delgado brazo del elfo.

El bicho asintió con cara de horror ante su tacto y le tendió la mano a la sangre sucia. La chica la tomó mirando con desagrado a Draco. El elfo giró en el lugar y desapareció perfectamente. Solo hubo un problema: desapareció sin ellos. La mano de Draco se cerró en el aire al tiempo que la sangre sucia caía contra él, desequilibrada por el giró. La estabilizó poniendo cara de desagrado y se separo lo más aprisa que pudo.

—¿Qué mierda ocurrió? —Draco no entendía por que continuaban en ese sitio. Estaba seguro de que si el elfo lo hubiese hecho a propósito lo habría dejado solo a él; Dobby no habría dejado a la súper amiga de Potter.

—N-no lo sé —la sangre sucia parecía estar más confundida que él.

Dobby volvió a aparecer con el familiar ruidito y los miró extrañado, con sus ojos casi saliéndose de sus orbitas.

—¿Por qué los amos no desaparecieron con Dobby? —dijo parpadeando el elfo.

—No sabemos, so idiota —gruñó Draco.

—No le hables así —lo reprendió la sangre sucia —No sabemos por que, Dobby.

—Volvamos a intentarlo —dijo Draco volviendo a agarrar al elfo —. Quiero salir de aquí ahora mismo.

Perdió la cuenta de las veces que el elfo desapareció dejándolos solos y tambaleantes en el mismo lugar. Parecía que el lugar no les permitiría marcharse nunca. Los humos estaban subiendo; él estaba absolutamente enojado y la sangre sucia a punto de echarse a llorar cuando se arrojaron de culo al suelo resoplando de cansancio por estar tanto tiempo de pie.

—Dobby lo siente mucho —lloró el elfo tomando las manos de la acongojada Granger.

—¿puedes al menos tratar de traer algo de fuera? Comida o algo así —dijo Granger abatida mirando suplicante a la fea criatura.

—Dobby tratará —prometió el elfo antes de desaparecer nuevamente.

Draco se quitó un zapato y lo arrojó lo más lejos que pudo diciendo una palabrota que escandalizó a la sangre sucia. Posteriormente, se quitó el otro zapato y repitió el ritual anterior, volviendo a escandalizar a Granger.

—Ojala ese maldito elfo pueda volver —dijo deshaciéndose de las medias y masajeando sus pies.

—Deberías ser más amable con él —dijo la chica —solo trata de ayudarnos.

—Sí, como sea —bufó el muchacho deshaciéndose también de su túnica y quedándose solo con el uniforme del colegio.

—¿Vas a desnudarte o qué? —dijo la chica algo incomoda.

—Ya quisieras, Granger —soltó Draco con burla —. Solo me pongo cómodo. Creo que esto va para largo.

Dedicado a Dani Dixon 09 por su apoyo con mis otras historias.