— ¡Maestra!
Despejo los ojos de su libro y alzo la mirada para observar a dos niños acercarse a ella muy contentos con algunas conchas en sus manos. Dejo el libro de un lado, y procedió a sonreír para los pequeños que muy ilusionados le mostraban lo que habían encontrado en ese que día la escuela había decidido realizar un pequeño viaje hasta la costa de la villa de la hoja.
—Están muy hermosas, mis pequeños—confeso la profesora, sus grandes ojos color perla le miraron encantada.
—Maestra Hinata, son para usted—anuncio el pequeño castaño sonrojado.
Ella parpadeo pero luego reír encantada, tomo las conchas de mar y guardo en una pequeña bolsa que había llevado consigo para el viaje escolar. Los niños se retiraron saltando alegres y uniéndose a los demás del grupo para seguir buscando conchas.
Hinata observo a todos sus alumnos divertirse. Por eso le gustaba de dar clases, no solo por enseñar sino apreciar aquellas sonrisas inocentes de cada niño que pasaba por su salón. Era algo que la hacía feliz. Le hacía pensar sobre la inocencia, esa que te hacia ajena a todo tipo de maldad en aquel mundo.
Cuando volvió a mirar hacia el gran mar, entrecerró la mirada curiosa al notar un barco sin el emblema de la villa acercándose por detrás de la costa.
...
—¡Adiós maestra!
Como siempre puntual, la profesora Hinata regreso con sus pequeñines a la mediana escuela antes del atardecer. Acomodo su bolso preciosamente tejido de azul en su hombro y emprendió camino a casa, luego de que todos hubieran sido buscados por sus padres.
Su casa estaba ubicada a las afuera de la villa, casi escondida por los arboles, y mas a fondo se podía apreciar un risco. A Hinata le agradaba mucho aquel espacio donde su padre había decidido construir.
Aun recordaba cuando ella y sus padres bajaban contentos, era como un área solo para ellos. Pero aun así no todo ha sido color de rosas en su vida. Aun estaba claro en su memoria el día que a su padre se lo habían llevado unos extraños encapuchados y el trágico día que su madre se había suicidado.
Sucesos que la habían marcado, y del que aun se preguntaba del porqué tuvieron que pasar.
Preguntas que nunca tendrían respuestas, y que tampoco había tenido el esfuerzo de buscarlas, porque tenia claro que no encontraría nada, donde la desilusión seria aun más grande.
Luego del suicidio de su madre, no tuvo más opción que quedarse en el orfanato de la villa. El primer año que llego fue doloroso, aun no asimilada que no tenía a su madre junto a ella. Pero después de hablar con dios en la capilla ubicada dentro del lugar día tras día, se propuso por si misma seguir adelante, superarse y estudiar alguna profesión al salir de la escuela.
Y lo logro, salió del orfanato luego de cumplir dieciocho, graduarse de la escuela, y donde además logro ingresar a la universidad el mismo año.
Cuando salió del orfanato y quiso regresar a su antiguo hogar, pensó que había sido subastada a algún desconocido el mismo tiempo que ella aun seguía en el orfanato, aprovechándose que solo quedaba una niña sin el conocimiento necesario.
Grata fue su sorpresa al toparse con una amable mujer, quien no puso de mucha objeción con la venta al necesitar el dinero que Hinata le estaba ofreciendo. Había sido despedida por un malentendido de robo hace un par de semanas y por ende nadie quería darle trabajo, donde ya sus ahorros se estaban acabando.
Hinata había logrado hacerse dueña de la cuenta de sus padres tras cumplir la mayoría de edad, así que no fue un problema el dinero. Y sin duda fue grata la sorpresa el cuanto le habían dejado más unas joyas muy valiosas, aun así, solo toco el dinero para lo necesario y busco un pequeño trabajo mientras estudiaba.
Ya instalada, y como parte del agradecimiento le sugirió a la mujer quedarse mientras conseguía una nueva casa. La joven mujer de nombre Kurenai le agradeció enormemente tras un abrazo, donde se quedo inesperadamente con ella por cuatro años, haciéndose muy buenas amigas y ayudándose mutuamente.
Tiempo después, se enamoro de un simpático hombre quien solo se quedaría por un periodo corto en la villa mientras conseguía lana como carpintero. Ambos conectaron cuando él fue a hacer algunas reparaciones a la casa. No esperaron y se casaron dos meses después de conocerse, donde luego tomaron la decisión de marcharse para buscar suerte en algún otro lugar.
Hinata los observo marcharse, alzando su mano deseándoles mucha suerte, y fue cuando noto que volvió a quedarse sola. Donde esta vez era una joven dama quien empezaría a dar clases en la escuela de la villa.
El chillido de los grillos la volvieron al presente, cuando ya se acercaba al claro se quedo quieta un momento observando a su alrededor. Fue cuando sintió algo malo en el pecho, escalofrió la recorrió completamente.
—Hola preciosa.
Pego un brinco al escuchar al alguien detrás con voz rasposa, cuando iba a girar para ver quien era, no pudo hacer mucho el hombre le coloco un saco encima y la cargo como si nada. Trato de pelear dando patadas todas muy asustada, pero aun así sabia eso era imposible, eso hombre parecía doblarle en tamaño y fuerza.
Cuando volvió a tocar suelo, le quitaron el saco y lo que vio frente a ella la horrorizo.
Miraba con dolor como su casa estaba siendo prendida justamente en ese momento y como pasaba rápidamente a ser consumida en llamas, muchas de sus pertenencias fueron amontonadas aun lado, y aquellos hombres de aspecto desaliñados husmeaban, las partían y arrojaban al fuego. Sentía que en cualquier comento las lágrimas acumuladas en la comisura de sus ojos caerían, sobre todo al escuchar sus sardónicas risas mientras cometían aquella fechoría.
Todo recuerdo con su familia estaba siendo quemado, pronto todo se convertirían en cenizas.
La rabia e impotencia se acumularon en su pecho.
Se supone sería un día como cualquier otro, luego de regresar del pueblo, luego de un día común después de dar clases o realizar actividades con sus niños. Pero no grata fue la sorpresa de encontrarse aquello frente a sus ojos.
— ¿¡Por qué hacen esto!? — grito roja de ira.
Uno de ellos volteo a verla, ella sintió miedo cuando se iba acercando pero aun así no se lo demostró. Fue cuando otra voz a su espalda lo detuvo al hombre corpulento, donde le dio paso a un hombre mas delgado, pálido, y su cabello largo color blanco. Donde parpadeo sorprendida al dar con su color de ojos, mas que parecidos a los de ella.
El hombre se inclino un poco y sonrió de medio lado.
— ¿Quien demonios eres tu?
Este soltó una carcajada.
—Silencio pequeña hija de Hiashi —el hombre se acerco mas a ella y acaricio su mejilla, haciendo que sintiera asco, pero sorprendida al escuchar el nombre de su padre salir de su boca —. No es lindo que una bella señorita frunza el ceño de esa manera — y toco entre sus cejas—. Solo te diré que... —hacerca su rostro cerca de su oído—... Hace mucho tu papá logro robarme algo muy valioso. Mira que me costo años encontrar su ubicación, pero ahora que estoy aquí no me iré hasta que esa rata salga.
Hinata abrió los ojos de par en par ¿Su padre siendo un ladrón?
—Mi padre no era ningún ladrón —siseo furiosa—. ¡No intentes ensuciar su nombre ante mi!
El rió, para luego ponerse serio y apretarle la barbilla causándole algo de dolor.
—Escucha bastarda, tu padre me robo, esa es la verdad. Pero mis hombres han registrado toda tu casa, y no pude hallar nada — la tomo de sus hombros fuerte—. ¿Dónde demonios esta ese mal parido? ¿Dónde está mi maldito mapa?
Hinata le miro confundida.
—No sé de que hablas— Hinata tenía los mechones pegadas a su mejilla por el sudor—. Y a mi padre se lo llevaron unos tipos encapuchados hace mucho tiempo, nunca regreso, creo has llegado muy tarde —no pudo evitar sonreír cínica al pensar en que aquello había arruinado lo que fuera que sean sus planes.
El hombre frunció el ceño y sin esperarlo le propino una cachetada haciéndola jadear.
—¿Quienes? — le agarro por el escote del vestido y Hinata solo quiso tomarse la mejilla del escozor que sentía—. ¡Dime maldita sea! — Saco un kunai acercándolo a su cuello—. ¡Responde perra! — agarro fuerte su hombro derecho.
Hinata trago hondo al ver aquel objeto cerca de su cuello.
—Era tan solo una niña ¿Cómo coño iba saber quiénes se llevaron a mi padre? —respondió, aun sentía el escozor de aquella cachetada y ahora era el miedo de que ese loco pudiera incrustarle aquello.
Estaba más pálida de lo normal.
Su mirada volvió a él, notando lo pensativo que se había quedado mientras la observaba.
—Momoshiki-sama, es momento de irnos, ese fuego traerá a la guardia y ciudadanos lo más pronto posible —se acerco uno de subordinados, era como el mas corpulento de todos—. Sabes seria un problema, pese a que podríamos con todos ellos.
El joven hombre suspiro como si estuviera cansado, y soltó a de Hinata sin ningún matiz de cuidado.
— ¿Qué hacemos con la preciosa? — se acerco otro tipo mirándola lascivamente.
Hinata le miro mal, y entonces miro a su alrededor, no estando amarrada podría correr pero seguro esos tipos siendo más ágiles que ella la atraparían sin mucho esfuerzo. Miro su vestido, no le ayudaría a ser más ágil en el caótico entorno en que se encontraba.
En pocas palabras, no había escape de ninguna manera.
—Maldición— el chico se paso la mano por su largo cabello blanco—. No puede ser que después de tanto años, ese mal parido de Hiashi no esté, quien sabe si ya hace bajo tierra pudriéndose.
—Momoshiki-sama, demos irnos — volvió a recordar el grandulón.
Miro a todos sus subordinados, para luego reparar en Hinata, a la cual no le dio buena espina aquella fría mirada.
—Amarrenla, y tráiganla con nosotros. Lanzaremos al mar —se acerco a ella y tomo su barbilla nuevamente, donde con la otra mano acaricio sus labios—. Agradécele a tu padre esto querida, sin tan solo no me hubiera robado, una belleza como tú quizás no estaría a punto de morir — y sin mas le dio un corto y rápido beso que simplemente asqueo todo el ser de Hinata.
Ese bastardo no solo había quemado su hogar, hablar mal de su perdido padre. Ahora también había osado a tocarla mas allá. Las ganas de matarlo y llorar crecieron en ella a la vez.
Enseguida dos hombres le agarraron y amarraron las manos, además de colocarle una venda en los ojos. La verdad ya no sentía fuerzas para patalear, estaba muy conmocionada y cansada de todo. Su vida no había sido demás emocionante. Lo recuerdo felices de su niñez los podía contar con una mano y le sobrarían dedos. Todo había estado rodeado de tristeza desde que su padre se fue.
Preguntas que ahora si se quedarían sin respuestas.
Tal vez no había llegado al mundo con ningún propósito, salvo sufrir, y ahora la muerte.
Parecía como si la muerte siempre rondaría mucho mas temprano que tarde en su pequeña familia.
Pero esta vez nadie lloraría por ella.
Kurenai no estaba, y sus pequeñines era aun muy tiernos para entender bien que era la muerte.
Sin saber por dónde iban pero a la vez fue bajada nuevamente al suelo, empezaron a empujarla, sintió esta vez caminar en una tabla delgada ya que apenas podía mantener el equilibrio.
—Solo quisiera saber — Hinata hablo fuerte, a pesar de que sabía que está a pocos minutos de morir—. ¿De que te privo mi padre al robarte? —aunque dijo al principio que no le creía nada, igual tuvo curiosidad de lo que ese extraño diría.
Espero respondiera donde incluso lo bribones se quedaron en silencio luego de estar deseando su muerte con muchas ansias.
—Tu padre un sucio ladrón de la rama secundaria, que trataba de ganarse la vida de esa manera, me robo lo más preciado que tanto me costó conseguir durante mucho años. El pase a una vida mejor, el camino a la preciada y costosa inmortalidad.
Hinata le pareció aquello lo más absurdo de la vida.
¿Camino a la inmortalidad?
Quiso reírse pero entonces fue cuando le quitaron la venda de los ojos, y sin dar tiempo a más quitaron la tabla que daba por terminada su vida.
Y en ese momento mientras caía de cabeza, le pareció ver algo debajo del agua, pero solo cerro sus ojos y dejo que su final llegara.
...
edit 2018: Dedicándome nuevamente esta historia, he organizado un poco mis ideas con tantas cosas que tenia en mente para ella. Así habrá cambios pequeños en los diálogos como en este, y demás publicados.
