El fuerte sonido de las olas chocando contra el natural cortavientos resonaba en ambos oídos del chico de negros cabellos.

Curioso y a la vez, contrariado, abrió los ojos, los cuales reflejaban el mar en su gran extensión. Cuando su visión se centró en el suelo en el que se apoyaba, logró observar aquel cristalino líquido.

— ¿Dónde… estoy? —Preguntó de manera pausada, debido a su gran expectación al ambiente que lo rodeaba.

Recordaba poco de lo que había ocurrido antes, procesando aquellas experiencias como un breve flashback.

:::Flashback:::

Aquellos pasos, ligeros debido al peso de la persona que los provocaba, eran rápidos y prácticamente insonoros, en contraste con los de sus perseguidores.

Era un grupo pequeño de hombres con apariencia de maleantes, quienes amenazaban con sacar de sus apretados bolsillos armas de fuego de calibres similares, pero con un daño sobre el cuerpo humano igual. Todas aquellas armas contra un chico, algo alto para su edad, de cabellos negros y ojos de un color marrón apagado.

Llevaba una chaqueta azul oscuro y jeans color negros, zapatillas de color negro con detalles blancos y pulseras de distintas tonalidades que se dejaban ver debido a que las mangas de la chaqueta estaban arremangadas sobre el codo.

Su piel, blanca, reflejaba en su lisa superficie los rayos de luz que emitía la luna; en un estado en el cual, se notaba que estaba llena, permitiendo una mejor visión.

Un bote de basura lo flanqueó por menos de un segundo, tiempo suficiente para empujar el contenedor detrás de él, sirviendo como un obstáculo en el camino de aquellos hombres.

¿Qué había hecho él de malo?

Nada.

El error fue simple, quiso hacerse el macho frente a unos gánster de poca monta, un grupo en crecimiento, pero bien armados y organizados.

Ellos intentaban secuestrar a una chica, quien logró gritar antes de que su grito fuera ahogado por un pañuelo, el cual poseía una dosis de cloroformo muy baja, manteniendo a la chica en la conciencia.

Él, un chico absolutamente normal, escuchó el estridente sonido de aquella mujer, y siendo él una persona de naturaleza heroica, fue a su rescate.

Naturalmente, el desconocía la situación en la que la chica estaba metida, subestimando el evento que se había desencadenado a un par de metros más allá.

Pero, al observar el gran número de personas que estaban alrededor de dicha persona en peligro, el azabache se retractó, inmiscuyéndose en gran medida y estando a punto de desaparecer de la peligrosa zona, mientras a su vez, sacaba su teléfono celular, para llamar a las pertinentes autoridades con el objetivo de que salvaran a aquella chica que nada de malo había hecho.

Justamente, el sonido de las notificaciones estaba bastante alto, y cuando el repique asignado para estas resonó por el callejón, los hombres se voltearon, encontrándose con el joven de apenas quince años de edad.

Cuando los extrañamente amarillos orbes de un hombre entraron en contacto con los suyos; marrones, se desató dicha carrera, aunque había logrado llamar a aquellas personas que se encargarían de deshacerse de los hombres restantes y protege a aquella chica, él estaba solo con esos maleantes que eran poseedores de aquella mala pinta.

Saliva pasó por su garganta, humedeciéndola antes de saltar, esquivando un banco de madera, el cual también fue esquivado por los hombres que quedaron luego del impacto contra el contenedor de basura.

¡Mierda! ¡Estos cabrones están a punto de alcanzarme!

La voz de su conciencia resonó en su mente debido al pensamiento, podía dialogar mucho internamente, pero estaba seguro de que esa noche moriría.

La serena brisa del mar interceptó su olfato; vivía en una ciudad costera, así que estaba acostumbrado a aquel relajante aroma, el cual, se hacía más fuerte a la vez que se acercaba al mar, pues previamente había entrado al encalladero de barcos.

Podría tomar un barco, antes había estado en uno y sabía cómo manejar "decentemente" una embarcación de este estilo. Sin embargo, el tiempo que le tomaría poner en marcha el armatoste flotable sería demasiado, lo terminarían acorralando.

No tenía muchas opciones tampoco, no podía rodear el encalladero, pues estaba demasiado cerca del agua, sus opciones se disminuían a una: saltar.

No era un gran nadador, pero si quería vivir, esa era la única opción.

Y cuando sus pies dejaron la madera que representaba el suelo en el encalladero, se puso a pensar.

"Mi teléfono no es a prueba de agua" "Mis mangas se van a dañar" "Espero que mamá alimente al perro"

Poco más le importaba de aquel mundo, que consideraba podrido.

¡Splash!

:::Fin del Flashback:::

— ¿Esto es el cielo? Pero si yo no soy cristiano…

—Bueno, tampoco creo que importe mucho.

—Eh, tengo mis cosas, si sé esto, me traigo toda la habitación en mi mochila.

Pensamientos, la mar de triviales, se apoderaban de la mente del muchacho, no podía culparse, era la única manera de no volverse loco por haber muerto.

Aunque loco ya estaba, a los ojos de la otra entidad que estaba sobre el cristalino mar.

—Creo que pude haber elegido mejor…—Dijo con cierto pesar un hombre, cuya voz parecía provenir de todas partes, como un poderoso eco.

—No sé porqué, pero me siento ofendido—Dijo el muchacho, moviéndose, ansioso, para encontrar el lugar del cual provenía aquella voz en realidad—. A todo esto, ¿querrías mostrarte? Siento que me romperé el cuello.

Una ligera carcajada resonó en el lugar, antes de que, en un remolino, apareciera un hombre de tez blanca, arrugado…

Y con un par de cuernos en su cabeza, un ojo en el medio de su frente y que, además, flotaba.

—…

—… ¿Y bien?—Preguntó el hombre de apariencia extraterrestre.

—Amigo, tu cosplay es genial. Lástima que estás muerto.

Y el hombre se fue de espaldas, sin mojarse debido a que volvió a flotar en el último momento.

—Muy bien, puedes sentirte ofendido, chico—Dijo el hombre, en respuesta a lo dicho anteriormente por el chico de cabellos azabaches.

— ¡Lo sabía! —Replicó el chico, mientras apuntaba acosadoramente al hombre de larga barba.

Su mano pasó a través de su frente, quitándose el sudor que se había apoderado de esta, mientras escuchaba y veía al chico, apuntándolo con su dedo índice.

—Puedo leer tu mente, sé que has estado analizándome, todo mientras te haces el tonto.

El semblante del chico se tornó serio, mientras su cabello cubría levemente sus ojos, otorgándoles una sombra.

—También se que sabes quién soy, ¿cierto?

—Salga de mi maldita mente, ya—Ordenó el chico, cuya voz se volvió levemente más grave.

—Creo que no te gusto eso último, ¿eh?

Una enorme ola apareció a las espaldas del hombre, quien observó con ligera impresión la ola que fácilmente, medía tres kilómetros de altura y dos de largo. Solo movió su báculo; un Shakujo, en su dirección, haciendo a la ola explotar en billones de gotas.

Varias de estas cayeron sobre el cuerpo del chico, quien, inmutable, hacía un ademan brusco con su mano derecha, creando un gran tornado de igualmente, grandes dimensiones.

Una vez más, el hombre solo movió su Shakujo, deshaciendo el fenómeno natural cuya fuerza era encomiable.

Posee un gran control de su mundo interno, lo cual proporciona también, una gran inteligencia y concentración—Pensó el hombre, mientras miraba al chico, quien choco ambas palmas de sus manos, creando una lanza de piedras, la cual emergió desde el fondo del mar.

Moviéndose ligeramente, el anciano de canoso cabello, esquivo la puntiaguda masa, mientras seguía observando al chico, aún leyendo su mente.

—Sabes quién soy, ¿por qué sigues atacándome?

—Porque usted no es real—Dijo el chico mientras movía con su mano derecha un par de cabellos que estorbaban su visión—, Hagoromo Ōtsutsuki.

Ahora era un asteroide, rodeado de brillante fuego, el que amenazaba con atacar al proclamado como Hagoromo. Este asteroide comenzaba a hacer evaporar el agua del mar, debido al calor al que fue sometido debido a la entrada a la atmósfera.

Hagoromo suspiró; el chico era un terco, ya se había percatado de que era él y le seguía atacando, ¿cómo hacerle entender?

Su Rinnengan hizo acto de presencia, mientras una esfera de color negro se elevaba y atraía toda la materia a su alrededor gracias a su potencia gravitatoria, atrayendo también al asteroide.

Una enorme esfera se asomaba por sobre los dos individuos en aquel, aparentemente, infinito espacio.

—Mierda.

—Eres un poco mal hablado.

—No necesitaste meterte en mi mente para saber eso, ¿no es cierto?

—Para nada, acabo de escucharte—Dijo Hagoromo, con una sonrisa adornando su arrugada cara.

Sus ojos se abrieron levemente cuando, en un intento de entrar en la cabeza del chico de negros cabellos, solo encontró un enorme fondo blanco.

White Hollow—Resonó en el espacio.

Cuando Hagoromo salió de la mente del chico, encontró un puño a centímetros de su cara, sin embargo, solo tuvo que interponer su Shakujo en el camino del golpe.

Una patada en su cuello terminó rompiendo su concentración, dejando ver detrás de él a un segundo pelinegro, quien estaba suspendido en el aire, con su pierna chocando contra el cuello de Hagoromo.

—Ninpou: Kage Bunshin no Jutsu (Arte Ninja: Clon de Sombra) —Dijo Hagoromo al reconocer la técnica.

Aprovecha no tener que gastar Chakra al estar en su mente, también se notan sus conocimientos sobre mi mundo. Creo que sí que encontré al indicado.

Tendō: Shinra Tensei (Senda Deva: Subyugación Del Dios Omnipresente)

Ambos pelinegros desaparecieron en nubes de humo luego de ser empujados por una fuerza invisible, provocada por el Jutsu de Hagoromo.

—Tch—Se quejó el chico, segundos antes de lanzar un muro de fuego contra el hombre.

Katon: Gōka Mekkyaku (Elemento Fuego: Gran Aniquilación de Fuego)

Como si fuera lo más normal del mundo, un enorme muro de fuego salió de la boca del chico, con dirección al anciano, quien solo observaba impasible la gran masa ígnea.

Una esfera de color negro como el carbón se adelanto, con la misión de proteger al hombre, para luego expandirse de sobremanera, cubriendo por completo el ataque.

O eso pensó Hagoromo, al ver como la Gudōdama cubría el ataque de fuego, pero cedió ante una fina línea de agua, la cual amenazó con cortar al sabio, pero este la desvió gracias al Tendō.

Antes de que el azabache pudiera volver a atacar al sabio, este lo apreso con unas poderosas cadenas, las cuales no cedían a las poderosas llamas que el chico emitía.

—Oye, niño, si te calmas, puedo explicarte que pasa.

—No gracias, prefiero seguir con mis ataques a lo melee.

—Entonces no podrás escuchar la propuesta que tengo para ti.

— ¿Qué puedes tener tu que quiera yo? Después de todo, esta es mi mente, y tu solo eres un invento.

—Eso último es cuestionable, chico—Replicó Hagoromo, segundos antes de crear un remolino a sus espaldas con el patrón de un Rinnengan.

—Muy bien, habla.

—Comencemos, pues—Dijo el anciano antes de cerrar sus ojos y abriendo el que se encontraba en su frente, rodeándolos de nueve figuras, incorpóreas todas, que se presentaban como masas de energía de distintos colores—Mi nombre, como bien sabes, es Hagoromo Ōtsutsuki, también conocido como Rikudō Sennin.

Eso ya lo sabía.

—No veo necesario contarte mi historia, pues ya la conoces de pies a cabeza, por lo cual, pasaré al tema que nos acontece.

—Me parece genial.

—El mundo está en un terrible desequilibrio.

— ¿Perdón?

—Cómo escuchas, chico—Dijo Hagoromo antes de colocar un semblante serio—La dimensión original de donde provengo fue terriblemente atacada, dejándola en ruinas. Afortunadamente, logré arreglarlo con el poder de mi Rinnengan.

— ¿Y?

—Que si todo esto volverá a ocurrir si no se hace algo.

— ¿Y por qué no haces como en la Cuarta Gran Guerra Ninja y les das power ups a alguien?

—He interrumpido demasiado en ese plano existencial, esa fue mi última intervención. Por eso, debo mandar a alguien de otro mundo a el mío para que…

—Haga el trabajo sucio por ti, ¿no?

Hagoromo asintió.

—Pues te tengo noticias, amigo, yo no soy un Shinobi, lo que hice aquí solo fue gracias a que estamos en mi Mundo Interno.

—Eso lo tengo claro, pero si te doy mis conocimientos, puedes obtener toda mi experiencia.

—Me van a matar, cómo si lo viera yo…

—También me encargaré de eso, pero tú también debes velar por tu seguridad.

—Aw, me dañaste mi plan para andar de suicida por ahí—Dijo el chico con cierto sarcasmo.

Un veloz golpe con la Shakujo dejó al chico en su lugar, terminando por arrodillarse por el dolor en su vientre.

— ¡Carajo!

—Eso fue tu culpa—Dijo Hagoromo con una risa.

Antes de que el chico llegara a levantarse siquiera, un dolor aún mayor se adueñó de su cuerpo, haciendo que se arqueara, cubriéndose.

— ¿¡Qué está pasando!?

—Tu cuerpo está pasando por cambios.

— ¡No me jodas! ¡Habla claro, viejo!

—El golpe de mi Shakujo no fue solo para ponerte en tu lugar, sino, para inyectar en ti grandes cantidades de Chakra Ōtsutsuki, cambiando a nivel celular cada rasgo de tu cuerpo, rompiendo tus límites físicos, mentales, entre otras cosas, rompiendo también cualquier lazo sanguíneo.

Mientras su cabello cambiaba de color desde la raíz, el chico escuchaba atentamente al Ōtsutsuki, mientras el dolor disminuía.

Todo aspecto físico terminó por cambiar, dejándolo como una persona de ciento setenta centímetros, facciones rudas, cabello blanco níveo, ojos ónix, manteniendo sus ropas iguales.

Mientras se levantaba, el chico, ahora albino, se tronaba el cuello, denotando cansancio.

—Suficiente ejercicio por una semana, digo yo—Sentenció el albino, mientras colocaba su mano detrás de su columna, para hacerla tronar también.

—Ahora eres un Ōtsutsuki de raza pura, capaz de despertar cada Kekkei Genkai. No limites y lanza tu mejor golpe.

Tentado, el ahora albino se lanzó contra el Rikudō Sennin, con el brazo derecho contraído, listo para lanzar un derechazo a la cara del anciano.

El hombre lo detuvo con el extremo de su Shakujo, pero el más joven desapareció en un borrón, para luego aparecer detrás del hombre, intentando asestarle una patada en la espalda.

Una fuerza misteriosa lo detuvo, pero solo movió unos centímetros su cabeza, para luego, girar completo su cuerpo, todo esto para asestarle una segunda patada al hombre, la cual, también fue detenida.

—Diablos—Se quejó antes de ser empujado por un Shinra Tensei de baja potencia.

—Suerte, chico—Susurró Hagoromo antes de que el chico entrara en el portal que había creado con anterioridad.

—¡Viejo! —La voz del chico resonó a través del portal—¡Tengo nombre!

El Rikudō Sennin sonrió levemente, antes de contestarle al joven.

—Suerte, pues—Comenzó, mientras los insultos que el chico emitía se volvían menos audibles—Iza.

¡END!

Muy bien, comenzamos de nuevo, con un enfoque distinto.

Sí, sé que había gente que esperaba la actualización, y quizás, solo quizás, se encontraron con este rewrite, lamento si te desilusioné, pero si tuviste las bolas (u ovarios, idk) de llegar hasta aquí, te mereces una explicación.

La historia anterior (The Dimensional Break) se me estaba yendo de las manos, sí, soy sincero.

Los primeros capítulos de aquella también eran otro caso; eran una mierda.

Ahora, con esta experiencia que he adquirido (que tampoco es mucha, solo que escribo mejor), me dedicaré a acabar este fic, pues es al que más cariño le tengo.

Claro, no dejaré "¡Cronos!" atrás, pues también le tengo mucho cariño a ese fic, pero si esperan una actualización de uno, no esperen una actualización del otro.

No lo digo porque no me guste escribir, me encanta exteriorizar mis ideas y compartirlas, pero mi horario es limitado, y eso que solo voy a noveno grado, caguentodo.