Bueno antes que nada los personajes que estarán en la historia no me pertenecen. La historia es original, va dirigida a todo el público que le gusta leer fics relacionados con Elsanna y Bubbline.

También hay que dejar en claro que éste es un universo paralelo al de las historias originales, por lo que Elsa y Anna no son hermanas; y Marceline y Bonnibel no viven en el mundo de Hora de Aventura. Espero que disfruten el fic, ya que es el primero que hago, cualquier recomendación o crítica es bien recibida. ¡Disfruten! :3

CAPÍTULO 1

Las clases han terminado y a penas es la una de la tarde, se supone que a las tres vendrá Elsa por mí, conozco a esa mujer desde hace más de cinco años y sé que es muy puntual, pero me molesta el tener que esperarla por tanto tiempo.

Miro cómo mis compañeros empiezan a marcharse uno a uno, la verdad es que la facultad de bellas artes se vacía con una rapidez impresionante, por lo menos la vista es muy buena, por ser viernes social, la mayoría de las mujeres que estudian aquí vienen muy bien arregladas y es raro encontrar una mujer que no sea agraciada, menos si vas al área de danza. Por lo que me apetece tomar un cigarro y fumarlo en ésa área precisamente; así puedo recrear mi pupila mientras dejo transcurrir un poco el tiempo.

Una y media; aún debo esperar un rato más, podría ir a la frontera de bellas artes con derecho, aunque los "abogangsters" siempre vean raro a los que no van de traje o vestido, debo de admitir que los alrededores de su facultad son muy bellos; excelentes para buscar refugio del sol bajo algún árbol, ya sea para leer, practicar con el instrumento o simplemente un lugar para meditar; el pasto siempre está muy bien cuidado y los árboles son frondosos y muy altos; es mi lugar favorito en toda la universidad; siempre que tengo la oportunidad de haraganear un momento vengo aquí, claro si no es el cambio de clases y puedo ver a las compañeras de mi facultad desfilar enfrente de mí.

"¡Sí, mi árbol preferido está vacío!"

Al sentarme en el pasto revuelvo en mi mochila, es un desorden y tengo basura y papeles de hace como dos meses, tal vez llegando a mi casa debería limpiarla… En fin, será luego, por el momento trato de encontrar mi iPod, siempre se esconde entre todo lo que tengo ahí dentro… ¡Al fin!, tengo ganas de escuchar algo tranquilo, scott bradlee & postmodern jukebox siempre es una buena opción.

¡Vaya!, aún falta mucho para que llegue Elsa… Ella es mi mejor amiga, y nos conocimos por azares del destino, resulta que ella llegó unos meses después de haber iniciado el ciclo escolar cuando íbamos en tercero de secundaria; ahora que lo pienso, siempre ha sido muy reservada, distante; bastante seria para su edad. Siempre bromeó con ella acerca de lo vieja que parece. Aún recuerdo cuando la vi por primera vez en el salón; yo había llegado temprano, para variar, y mis compañeras estaban en bola en un rincón…

-¡Hola! – Saludé a mis tres amigas que estaban cuchicheando algo.

- ¿Ya viste a la nueva?

- ¿Qué nueva? – Las tres levantaron la vista en dirección al escritorio del profesor, al cual yo estaba dando la espalda. Sentada en el escritorio estaba una chica que no conocía, de cabello rubio largo, lo llevaba trenzado; llevaba nuestro uniforme que, excepcionalmente, se veía decente y no como un saco de papas, como se nos veía a la mayoría de nosotras; llevaba gafas de pasta negra y tenía su vista perdida en el libro que sostenía sobre el regazo. - ¿Quién es ella?

- No lo sabemos. Después de que llegó Cassandra entró ella y se sentó en el escritorio, desde que está aquí ni siquiera nos ha dirigido la palabra.

- ¿No han ido a hablar con ella? – Las tres negaron con la cabeza. - ¿Por qué?

- Se ve que es muy "sangrona", ya se hubiera acercado ella a hablarnos. – Se excuso Elizabeth.

- Pues nunca la había visto en el instituto, seguro que no conoce a nadie y no todas tenemos la costumbre de llegar y juntarnos con personas que no conocemos a la brava. Ya iré yo a saludarla y preguntarle su nombre.

- ¿No será que vas a ligarla? – Me dijo Cassandra mientras levantaba las cejas, ciertamente lo hacía con el afán de molestar; todas en mi generación sabían que era lesbiana, entonces molestaban de más con la idea.

- No negaré que es muy atractiva, ya veremos qué pasa… - Levanté una ceja divertida y me alejé de ellas cruzando de extremo a extremo el salón. Cuando llegué al escritorio ella ni siquiera noto que me había acercado tanto, realmente estaba absorta en su lectura. – ¡Hola!

Levantó lentamente la cara, noté unos ojos azules profundos y tristes, realmente era muy hermosa y completamente diferente a mí. Yo tengo el cabello negro y siempre lo traigo alborotado, es completamente imposible mantenerlo presentable, pero su pelo rubio estaba pulcramente peinado en una trenza son su flequillo del lado derecho, además de que yo tengo ojos cafés y ella de un azul zafiro. Realmente estaría mintiendo si dijera que en ese momento no sentí una gran atracción física hacia ella, aunque nunca "esa chispa" de la que siempre me ha hablado Elsa, y que más tarde, en la prepa, sentiría por primera vez.

- Hola… - Me miraba fijamente, no sé si molesta por haber interrumpido su lectura, asombrada porque me había presentado ante ella sin siquiera saber quién era, incómoda; no lo sé, fue bastante raro; aunque ya en estos momentos me es fácil leer los ojos de mi amiga, en ese momento no tenía ni idea de que se sentía asustada y furiosa al mismo tiempo.

- Mi nombre es Marceline Abadeer, ¿puedo preguntar por el tuyo? – En ese momento suavizó sus facciones y su mirada también, ya no era tan gélida, se veía un poco más cálida, aunque bastante retraída.

- Mi nombre es Elsa Arendelle… Puedo preguntarte… ¿Sí es éste el salón de 3°B?

- ¡Así es! – Le puse la sonrisa más radiante que pude intentando disimular el rubor que empezaba a sentir porque mis compañeras empezaron a murmurar más alto, seguro comentando y jugando con la idea de Elsa y yo, juntas. - ¿Qué lees?...

El resto fue historia, resulta que los papás de Elsa, ambos médicos, cambiaron a Elsa de secundaria por mero castigo, al parecer, se juntaba, en su otra secundaria, con personas que bebían y la mayoría se metía hard drugs; decidieron que el mejor lugar para castigarla era un colegio de monjas. Después de ese día, como compartíamos la afición a la lectura, gustos musicales y otras cosas (entre las cuales estaba el gusto por las mujeres), nos volvimos amigas muy pronto, y después nos hicimos inseparables. Al terminar la secundaria Elsa rogó a sus padres para que la metieran a la misma preparatoria a la que yo iba a asistir, una hermosa preparatoria anexada a la universidad a la que quería ingresar.

En la preparatoria éramos inseparables, terminamos en el horario vespertino y en salones contiguos. No es por presumir, pero fuimos el terror de nuestras compañeras "bicuriosas" y lesbianas; nos conocían por mujeriegas y parranderas; en el ámbito académico era otra cosa, yo era más "vale madres" pero Elsa era la ñoña del grupo, y como siempre, me ayudaba con las materias. Entonces Elsa tenía una reputación intachable ante los profesores; con nuestros compañeros, era muy distinta.

Y varios de nuestros amigos nos dijeron que terminaríamos juntas y que deberíamos intentar salir entre nosotras; lo intentamos pero…

Golpearon mi tenis sacándome de mi ensimismamiento, el baúl de los recuerdos.

- Marceline, ¿por qué eres tan vaga? – Esa voz firme que conozco tan bien se escuchó por encima de la voz de scott bradlee & postmodern jukebox, que interpretaban "Rude", un cover de Magic!; logró sacarme una sonrisa.

- ¿Podrías no joderme hoy, Elsa? Ya te he dicho que no soy vaga, yo sí me baño diario… - Quité la mano de mi cara y la miré, como siempre no solo me sonreía con sus labios sino con los ojos. Nos miramos un rato, después de eso soltamos una carcajada.

- ¿Cómo sabías que estaba aquí? – pregunté cuando cesamos la risa y mientras me incorporaba, no sé en qué momento me acosté.

- Fui a tu facultad y te busqué, como no estabas admirando mujeres y fumando, supuse que estabas aquí, sé que te gusta venir a pasar el rato. Me alegra verte sola, temía venir y encontrarte con el detalle del día de hoy. – Levantó las cejas burlonamente y me dio una sonrisa de medio lado.

- Ja… ja… já… Te estaba esperando, no sé ni qué hora sea, me sumergí en mis pensamientos. – Fruncí el seño tratando de establecer cuánto tiempo llevaba ahí tumbada en el pasto y pensando en el pasado. – Me conoces más de lo que pienso, Arendelle.

- Abadeer, llevo más de 5 años conociéndote, y no eres muy difícil, créeme. - Hasta ese momento noté que iba completamente vestida de blanco, un pantalón de mezclilla, camisa, zapatos y bata; ¡aún iba con el uniforme de su carrera!, a veces se me olvida que tiene que ir así a la facultad de medicina. Se sentó a mi lado en el pasto, y abriendo mi mochila con total confianza y destreza sacó mi paquete de Lucky Strike, tomó uno y lo prendió con el encendedor que le regalé yo por su cumpleaños hace 2 años, el cual sacó de una de las bolsas de su bata. – ¿Y en qué pensabas, Abadeer? ¿Tu nueva novia te ha traído más problemas?

- Define problemas… Resulta que ya no tengo novia, por el momento vuelvo a mi soltería.

- ¡Genial! ¿La cortaste? – Sus ojos delataron diversión y alivio a la vez, sé que Lilith nunca le cayó bien, debido a que siempre me trato mal; aún no sé por qué esa mujer tiene ese efecto en mí; caigo redondita en cuanto me habla.

- No, ella terminó conmigo vía mensaje… - Se le oscureció la mirada.

- ¡Esa mujer está loca, te lo he dicho incontables veces! Sigo sin entender qué es lo que le ves; sí, es bonita, pero no es una deidad como para dejarte envolver así.

- Ni lo menciones… Sé muy bien que está loca, pero tiene un "no sé qué que qué se yo"… Pero bueno, está en el pasado. Ya me cansé y además no quiere hablar conmigo, no me explico el por qué.

- Bien, espero que realmente sea así. Pero esto hay que celebrarlo, vuelves al mundo de los vivos y te alejas del mandil un tiempo más, eso es bastante bueno. ¿Iremos a comer y por unas micheladas?

- Obviamente, ese es el plan. Después podemos ir al centro a "cazar". – Le guiñé un ojo, y ella me devolvió el gesto.

- Claro, solo deja que me acabe el tabaco. – Me dijo sonriendo.

- ¿Cómo te va en la escuela, sigues de matada como siempre?

- Sabes que tengo que hacerme responsable por llevar bien el apellido Arendelle, debo de ser ñoña de por vida. – Me dijo en un tono amargo.

Es cierto, al ser sus padres médicos, siempre le inculcaron el amor por la medicina, además como son médicos muy reconocidos y al tener su propio hospital, la reputación del apellido debe de estar siempre en alto. Por eso mismo siempre obtuvo los primeros lugares en la escuela y se cuidaba mucho de que ninguna de las mujeres con las que "salía" fueran a abrir la boca y a mencionar siquiera el apellido de su familia, cuando sus padres la descubrieron en la cama con una mujer estuvieron a punto de quitarle el apellido y desheredarla, literalmente. Ella estaba enamorada de la chica con la que la encontraron y decidió correr el riesgo; al final la chica la dejó y Elsa volvió con sus padres pidiendo disculpas y prometiendo que intentaría no volver a "manchar" el apellido de la familia. Ahora cuando vamos a ligar siempre se presenta con un nombre falso o evita decir su apellido, pero sigue siendo la misma rompecorazones de siempre; aunque se volvió mucho más fría y huraña, presiento que esa mujer le dejó helada el alma.

Cuando se terminó el cigarro apagó la colilla en el pasto y la guardó en mi mochila, sonriendo. Siempre se ha burlado que mi mochila parece un bote de basura comunal. Nos levantamos y fuimos hacia donde Elsa había estacionado "Frozen", su auto (le digo así porque es demasiado sobrio para mi gusto, sus padres se lo regalaron cuando "volvió al camino del bien", es blanco y parece auto de anciano, demasiado presentable y desabrido).

Camino al centro, como buena copiloto, puse mi iPod y seleccioné a Love of Lesbian para que nos hicieran compañía en nuestro trayecto. Sonaba "Segundo Asalto", cuando la voz de Elsa se escuchó por sobre la música.

- ¿Cómo te va con los vagos, Marceline? – No había apartado la vista del frente y se veía muy divertida; ella siempre se ha burlado de que los que estudiamos en bellas artes somos unos flojos, sé que no lo piensa así realmente, pero le gusta molestar.

- Al menos son más divertidos que los agrios y cuadrados médicos. – Intenté fingir indignación, aunque seguro fallé monumentalmente. – ¡Bastante bien! Mis clases son la onda y mis compañeras son increíblemente sensuales, sin mencionar a las chicas de otras carreras.

- En medicina tenemos niñas muy lindas, sólo hay que verme a mí; pero ninguna con tiempo suficiente.

- Lo sé, por eso solo te veo cada quince días… ¡Pero hoy nos desquitamos!

Después de ir a comer, recorrimos caminando gran parte del centro hablando de nuestras carreras, de nuestros compañeros; justo como siempre.

Al llegar al pequeño bar que está adornado con ropa interior femenina, debido a que tienen una buena promoción: si dejas las bragas o el brassiere que llevas puesto, el local te regala tres litros de cerveza, por ende hay unas cuantas prendas nuestras. La taberna de Oaken es bastante agradable, siempre tiene buena música; al entrar te encuentras con una habitación más o menos pequeña, en los muros cuelgan las prendas que las mismas clientas han dejado voluntariamente a cambio de tener bastante alcohol para la noche, las paredes están tapizadas de mensajes y dibujos que los clientes pueden dejar si llevan un marcador que dure bastante, además en forma de mural en la pared del lado izquierdo está el menú con todas las cervezas que tienen, junto con las micheladas y preparados, todos con precio; a los lados hay mesas y sillas dejando el espacio justo para cruzar hasta la barra que se sitúa dividiendo la parte de enfrente del área de fumadores que está en el patio trasero, el cual es bastante reducido pero nos queda perfecto porque siempre podemos escucharnos por encima de la música, además en el patio están los baños, por si hay que llegar de una manera urgente.

- ¡Marceline! ¡Elsa!… ¡Qué gusto verlas! ¿Les preparo lo de siempre? – Flynn estaba en la barra preparando algo, como hemos ido desde que tenemos edad para beber, los chicos que trabajan ahí ya nos conocen, pero Flynn es el que mejor nos trata puesto que yo le presenté a su actual novia, una chica que estudia ballet artístico en la universidad, Rapunzel.

- ¡Hola, Flynn! Sí, por favor, estaremos en la misma mesa de siempre también; puedes poner la música que nos gusta, por favor. – Elsa, iba delante de mí abriendo el paso, como todavía era temprano, a esa hora siempre está vacía la taberna, por eso siempre llegamos a esa hora antes de que se llene de gente y ya no podamos seguir platicando a nuestras anchas.

- Claro, solo que creo que no podrán tomar la mesa de siempre, unas chicas están afuera y les ganaron la mesa; aunque siempre pueden compartirla, están muy lindas. – Flynn nos guiñó y nos regaló una de sus sonrisas que hacen que las mujeres se derritan, la verdad es que es bastante atractivo, sé por qué Rapunzel no deja de hablar de él.

Elsa volteó a verme y me sonrió de tal manera que pude entenderle sin que mencionara palabra alguna, vamos a ver y si nos convencen vamos a ligar aquí mismo. Cuando salimos al patio nos quedamos paradas en seco.

"¡Por Dios, son hermosas!"

En nuestra mesa se encontraban dos chicas no mayores que nosotras, platicando muy amenamente. Una de ellas tiene la piel blanca y por alguna razón que no comprendo, lleva el pelo rosa, lleva una blusa azul cielo y unos shorts cortos de mezclilla que dejan a la vista unas hermosas piernas; la otra es pelirroja y tiene un lunar en el cabello del lado derecho, dejándole un mechón de cabello blanco, está peinada con dos trenzas que la hacen ver muy tierna y bastante joven, sus ojos son de un extraordinario color verde, lleva puesta una blusa negra sin mangas y una falda de color verde.

- Yo quiero la pelirroja… - Me dice Elsa volteando y en un tono en el que sea la única que pueda oírla, con una sonrisa de niña pequeña a punto de hacer una travesura.

- Toda tuya; quiero saber el enigma que tiene la chica de pelo rosa en esa sonrisa… - Elsa me sonríe y pone los ojos en blanco, sé que se está burlando de mi alma de poeta... Pero ahora sinceramente no me importa mucho, vine a olvidarme de Lilith y me acabo de encontrar con el premio mayor.

Elsa me dirige por última vez la mirada, me sonríe y ya vamos en camino a hablar con las chicas que han ocupado nuestra mesa y nos han dejado con la boca abierta.