El Bien y el mal son una sucesión de infinitos detalles que tarde o temprano inclinan la balanza.

Dios y Lucifer deciden: Librar la batalla definitiva. Hartos de pugnas, tras siglos sin un claro vencedor, hacen una singular apuesta: ambos enviaran un representante, al vencedor le corresponderá regir los destinos de la tierra, durante el nuevo milenio.

Katniss viaja a San Francisco sembrando el caos a su paso, por su egoísmo y falta de escrúpulos ha sido elegida por Lucifer como agente para la misión. Peeta será su oponente, un oficial de seguridad en el puerto de la ciudad que en sus ratos libres asiste niños y ancianos, dedicado a los necesitados.

Durante 7 días el futuro de la humanidad descansará sobre ellos. El caprichoso azar provocará un encuentro entre ambos que jamás debió producirse y las consecuencias pueden alterar el destino de la humanidad … de forma distinta a la planeada…

El dibujo hecho especialmente para este fic por Lissy33, como os dije en otra ocasion dibuja y escribe genial mucha gracias wapisima, ella leyo el mismo libro que yo. . /

Este fic es una adaptación del libro del mismo titulo, del autor Marc Levy, suya es la historia y muchos personajes, el resto pertenecen a Suzanne Collins, ¿mi aportación?, descargar la trama y hacer que los nuevos personajes encajen, ¿porque hacerlo fácil? si me puedo complicar, Peeta en el original es una chica y Katniss un chico, por lo que he modificado diálogos y texto para hacerlo cuadrar. Espero que os guste


PRIMER DIA – (1)

Katniss – Una serie de catastróficas desdichas

Una preciosa chica de unos veinticinco años se miro al espejo, vaya esta vez había elegido bien larga trenza de pelo castaño brillante, cuerpo delgado y atlético y aquellos ojos grises de cómo la bruma de la tormenta a punto de descargar.

Diablo estoy para comerme, jaja.

Se acerca a la ventana, Katniss aparta la cortina

Precioso día – murmura asomada a la mugrienta ventana del hotel, otra vez había leído ese libro, era la tercera vez que lo leía en esas cuarenta y ocho horas, Ese "HILTON" estaba a punto de convertirse en su favorito, sin pensar se dio la vuelta y conecto la música a toda potencia;

- Que se jodan los vecinos, ya es hora de levantarse.

Esa canción cargada de de agresividad en su música y en su letra, y además estaba de acuerdo con todo, curioso nombre para curiosa letra – Nubes de algodón- como una golosina para la irreverencia y el resentimiento. Al final ellos ganarían, Dios no se había marchado pero prefería no intervenir, y sí el ser humano es una infección, bailarían con sus reglas.

No queda tiempo para la oración,
si de este mundo se ha marchado Dios,
el ser humano será la infección,
que ha envenenado el planeta.

No sé ya el tiempo que resistiré,
a la oleada de la estupidez,
mejor miramos todos a la vez,
y quitarnos la careta.

Y lo que ves,
es sólo una ficción,
de nubes de algodón,
que quieren despistar.
Y lo que sé es,
que solo estoy mejor,
y que destrozaré,
lo que haya alrededor. (pignoise)

Se tumba en la cama con una sonrisa de satisfacción a esta alturas ha vaciado el mini-bar, y solicitado la cuenta de la habitación, todo por el mismo precio pensaba hacerse un "sinpa" como siempre, podía pagarlo, pero su "moral" no se lo permitía. Sus manos cruzadas tras la cabeza

Diablo ahora sí, estoy en el infierno.

En ese momento su busca parpadea.

-Vamos, arriba y en marcha-murmuró desperezándose, estaba de buen humor. En el espejo del armario, revisó su aspecto, de nuevo, la camisa blanca, la falda corta negra y repasó las medias con sus finos dedos, combinaba a la perfección con su chaqueta entallada. Cogió sus gafas de sol y las colocó en el vértice de su escote. Puso el busca en el bolsillo de la chaqueta mientras continuaba vibrando.

Con parsimonia salió de la habitación, desconectó la alarma de la puerta que daba a la escalera de incendios, llegó al patio y saco el libro antes de tirar la maleta al cercano contenedor, adentrándose en la callejuela.

Afuera, un patio gris, ni un soplo de brisa, casi podían palpar la contaminación de Manhattan, iba a ser un día caluroso, Katniss amaba el calor, ella sabía cuan nocivo era.

El calor hacia proliferar los gérmenes y las bacterias en tiempo de sequia, era la guadaña que separaba a los fuertes de los débiles, "Y la luz se hizo" pensó.

Mientras Katniss caminaba no dejó de observar con deleite el pequeño balcón de hierro forjado, que no se desplomaba solo por dos roblones oxidados. En el tercer piso el inquilino, un joven modelo rubio de brazos fuertes y musculados, un cuerpo perfecto de gimnasio se tendía disfrutando del sol sin sospechar el peligro.

-En unos minutos-sonrío- si la vista no me engaña –NUNCA- esto cederá; precioso te espera una caída de tres pisos. Su sonrisa se hizo más amplia.

El cuerpo escultural se destrozaría contra el suelo, su sangre fluiría desde la oreja entre los adoquines, subrayando el terror de su cara. Esa cara perfecta, tendría la misma expresión incluso dentro de la caja de pino donde su familia lo metería, antes de colocar una losa de mármol sobre él,no sin antes haber derramado algunos litros de inútiles lagrimas.

Cuatro líneas en el periódico y una demanda para el propietario del edificio y algún funcionaros del Ayuntamiento que taparía el asunto a cambio de un suculento soborno. Después de todo había un Dios en este mundo ese era el problema de Katniss.

Al mismo tiempo, en otra ciudad en el muelle, un chico con aspecto dulce, y uniforme entra en una cabina y marca, espera …. Un timbre, dos, tres, hasta cuatro hasta que la vos masculina descuelga, pregunta por alguien que no existe, y oye- Lo siento se ha equivocado.

- Lo siento, contesta.

El día habría comenzado maravillosamente bien si en el interior del piso no hubiera sonado el teléfono, y si el idiota no hubiera dejado el móvil en el baño.

Típico, valiente cabeza de chorlito,hay mas luces en un sótano que en la cabeza de este modelo.-murmuró.

Katniss apretó la mandíbula, hasta rechinar los dientes. Los frenos de un camión chirriaron, iba hacia ella la calle tembló, el ensamble se desprendió y comenzó a caer. Un trozo de barandilla rompió el cristal de la ventana del piso de abajo, vigas de hierro oxidadas descendían hasta el suelo.

La cara de Katniss se iluminó conuna sonrisa, el larguero de metal bajaba vertiginoso. Si sus cálculos no fallaban- NUNCA- Aun no estaba el día perdido.

Cruzó la calzada moviendo las caderas de forma insinuante, obligando al conductor del camón a ir más despacio. La viga atravesó la cabina del conductor del vehículo de basura, se clavó en su tórax, y dio un bandazo. Los basureros encaramados a la plataforma ni gritaron, uno de ellos fue engullido por la caja y triturado por el mecanismo, que seguirá en funcionamiento, el otro fue proyectado y aterrizó inerte en el suelo.

Un Dodge en su carrera chocó con una farola, que salió despedida, los cables pelados tuvieron la ocurrencia de ponerse a dar coletazos y se metieron en el agua sucia del reguero de la alcantarilla. El cortocircuito alcanzó toda la manzana. Los semáforos quedaron negros las colisiones comenzaron a sucederse sin tregua en cruces e intersecciones. Una calle más abajo chocan un taxi y un camión que descontrolado se empotra en la tienda del Museo de Arte Moderno.

-jajaja, una obra de arte para su escaparate –murmura Katniss divertida.

El estruendo del caos es música para sus oídos, una vez consumado un silencio sepulcral ocupo el espacio, los rayos del sol se ocuparían de volverlo todo pestilente.

Katniss arreglo su chaqueta con un ligero movimiento de mano, le horrorizaban las arrugas, sonrió de nuevo ante la magnitud del desastre.

Vaya- exclama mirando el reloj – apenas las nueve de la mañana y ha empezado un día esplendido- casi canturreó.

El claxon del taxi sonaba incansable con la cabeza de su conductor en el volante, al tiempo que las sirenas de los remolcadores del puerto de Nueva York. Katniss se dirigía al helicóptero que la dejaría en el aeropuerto de La Guardia. Su avión tardaría poco en despegar.

Peeta – Visibilidad por debajo de 10

El muelle ochenta del puerto mercante de San Francisco estaba desierto. Peeta colgó despacio el teléfono y salió de la cabina. El rubio entornó los ojos de brillante azul como un día de primavera, se apartó el flequillo que caía sobre su frente con la mano izquierda y contemplo el malecón.

Un enjambre de hombres trajinaba alrededor de los contenedores, grúas y barquillas, un frágil ballet de plumas(TBgrúaspero pequeñas), cruzaban sobre el carguero destino a China.

Peeta suspiró, el joven de unos 26 años, delgado pero con ancha y musculosa espalda, manos, fuertes don dedos largos y definidos, y su aproximado 1,78 de estatura, meneó la cabeza con preocupación, aun poniendo toda su voluntad no podíahacerlo todo solo, tenía muchos dones pero el de estar en varios sitios al mismo tiempo no era uno de ellos.

En instantes, la actividad del puerto tendría que pararse, por falta de visibilidad. Peeta era el encargado de seguridad el uniforme marcaba su bien formado cuerpo, tenía poco tiempo para convencer a los capataces, estos hombres curtidos en el trabajo duro no llevaban muy bien que el rubio con cara de niño les diera órdenes.

Ah y estaba otro tema ¡Ojalá supiera enfadarse! La vida de un hombre era más importante que unas cuantas cajas. Pero los hombres son cabezotas de lo contrarío su presencia aquí no sería necesaria.

A Peeta le gustaba el ambiente de los muelles, siempre había mucho que hacer, la miseria se daba cita allí, a la sombra de los antiguos puertos francos.

- Brutus, ordena que paren

El hombre fingió no haberle oído mientras anotaba el número de matrícula de un contenedor en un gran bloc de notas.

-Brutus, no me obligue a presentar una denuncia, ¡Ordene parar ya! –Insistió Peeta –La visibilidad es de menos de 8 debió para cuando bajó de 10.

Brutus el capataz, firmó la hoja y con un gesto le indicó que se apartara

-No se te quedes aquí, Peet, es zona peligrosa, si se suelta – señaló la carga – se acabó.

-Si, pero no se suelta nunca, Brutus, ¿Me ha oído? ; vamos esto es mala fe, no intente ganar tiempo, cierre el puerto.

-Eres un incordio chico, en cuatro meses que llevas trabajando aquí has conseguido que baje la productividad t o, - pronunció eso último señalándole al a altura del pecho.- ¿acaso tienes pensado dar de comer a sus familias? Le pregunta Brutus, señalando a los hombres que seguían trabajando – Vamos chico, aparta, no molestes más.

- No molesto, es la niebla y lo que tiene que hacer es pagar de otra forma a los cargadores, seguro que sus familias se alegrarán más de tenerlos vivos que por cobrar la indemnización por defunción del sindicato. Si no para en dos minutos, tramito una demanda judicial – amenazo el rubio – será personal, e iré yo mismo a los tribunales – Brutus miró a Peeta y escupió en el agua.

- De acuerdo, me rindo - dio la orden con su walkie y se resigno a cesar la actividad; los toques de bocina indicaron parar a los trabajadores – si paramos tantos días, cerrarán el puerto – comentó cabizbajo.

-No depende de mí que llueva o haga sol- espetó el rubio- me limito a evitar que los hombre se maten, venga, no me odie, le invito a un café.

El dedo de Brutus casi tocó su nariz, - Puedes mirarme con cara de angelito, que no ha roto un plato, todo el tiempo que quieras, pero en cuanto la visibilidad sea 10 lo pongo todo en marcha, ok chico?

Peeta asiente – en cuanto se pueda leer el nombre de los barcos. Vamos.

Juntos caminaron hasta la taberna cercana, ahora llena de gente, esperando una mejoría del tiempo, rezando con un nudo en el estómago y en el corazón, para los obreros polivalentes era terrible volver a casa con solo un puñado de dólares de la garantía sindical en el bolsillo.

Effie una camarera de aspecto frágil y corte de pelo estilo Audrey Hempburn, labios brillantes y el pelo color rojo a juego, cargo con la bandeja en que las botellas parecían mantenerse en equilibrio como por arte de magia, iba y venía de la cocina a la barra, los días de niebla eran agotadores, pero ella los prefería.

-Peeta, mesa cinco- le indica- date prisa casi tuve que subirme encima para guardártela, ¿os traigo café?.

Brutus y Peeta, se sentaron con el capataz refunfuñando.

-No hay que parar, mis chicos son profesionales.

-Vamos Brutus, no si más del 35% son aprendices.

-Pues eso, están aquí para aprender, este oficio pasa de padres a hijos, el carnet de cargador se gana apulso.

Effie colocó un plato de huevos con beicon frente a Brutus, cuyo rostro se dulcificó – Peeta tú no quieres nada como siempre ¿no? .- el negó con la cabeza pero igualmente ella depositó delante una taza de café.

-Brutus dio las gracias a Effie que preguntó a Peeta vacilante.

-¿Pasarás a recogerme cuando termine el trabajo?

-Pasaré a buscarte tranquila- eso la alivió.

En ese momento un hombre con aspecto de policía paro a su altura y saludó a Brutus.

- ¿Que haces aquí?

- Lo mismo que tu, comer los mejores huevos de la ciudad.

-¿Conoces al teniente Peeta, nuestro oficial de seguridad?

- No tenemos el placer, contesta Peet levantándose e interrumpiendo.

- Entonces os presentaré, este es mi amigo el inspector Marvel Ross, de la Policia de San Francisco

Peeta tendió su mano al detective que lo miraba sorprendido, cuando su busca comenzó a sonar.

- Creo que te reclaman – dice Marvel.

Peeta examinó el aparatito, que llevaba en el cinturón. La luz del piloto parpadeaba en el siete. Ross, le observo sonriendo.

-¿Los suyos llegan al siete? Su trabajo debe ser muy importante. Los nuestros no pasan del cuatro.

- Es la primera vez que se enciende este piloto – contestó él desconcertado- Perdón les tengo que dejar.

Se despidió con una seña de Effie y camino a través de la multitud

-Conduzca con cuidado – grito Brutus- no se puede circular con visibilidad inferior a diez.

Pero Peeta no le oyó, corrió hacia el coche subiendo el cuello de su cazadora de piel, Arrancó el Ford oficial y comenzó a recorrer los muelles, no parecía molestarle la espesa niebla, circulaba deslizándose entre las grúas, contenedores y máquinas paradas. Peeta subia por la tercera bordeando la zona portuaria. El busca sono de nuevo.

- ¡Hago lo que puedo!, ¡no tengo alas y hay limitación de velocidad! Hablo en voz alta.

En cuanto terminó la frase un enorme rayo dejo un halo de luz fulgurante en la bruma, un trueno de enorme violencia le siguió haciendo temblar los cristales de las casas. Peeta abrió los ojos como platos, sobresaltado, y apretó un poco más el acelerador.

Una lluvia torrencial desgarraba el silencio en las oscuras calles, el limpiaparabrisas resultaba inútil para apartar las gruesas gotas que se estrellaban contra los cristales con ruido ensordecedor.

A lo lejos, asomaba la punta del ultimo piso de la torre piramidal, del Transamericabuilding, debajo una nube negra cubría la ciudad.


Primer capítulo de un libro que a mi me encantó en su versión original, aunque sinceramente "mi Peeta" tiene más gracia que "su angel" jajajaj es broma, es un libro precioso.