La verdad era que había estado actuando muy raro últimamente. La culpa era de él, no suya. ¡Pues claro que era de él! Si no fuero como era… Sólo molestaba haciendo ruido, chillando o simplemente metiéndose en problemas. ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo era posible que estuviera siempre rodeado de demonios?
Sí, de demonios. Somos potenciales exorcistas de la Academia Vera Cruz. Mi nombre es Izumo Kamiki y aspiro a ser tamer. Puedo invocar a mis dos familiares: Uke y Mike. Y voy a clase con otra tamer que no es tan buena como yo, Shiemi. La odio, es tan alegre, tan chillona, tan… tan pesada. Desde que Paku se fue, se cree que es mi mejor amiga. ¡No me deja en paz! Luego están Bon, Shima y Konekomaru que quieren ser aria. No soporto a Bon, y mucho menos a Shima que no para de tontear con todas las chicas que puede. Con Konekomaru no he hablado mucho por eso ni me viene ni me va. Nuestros profesores más comunes son Okumura Yukio, un chico de mi edad al que respeto, y Shura que… Bueno, es Shura. Por último está Okumura Rin, el estúpido gemelo de Yukio, aunque no se parecen en nada. El estúpido que lleva a todos los lados su espada y el estúpido que me vio llorar y que es el culpable de mi extraño comportamiento. Me salvó la vida y estoy agradecida por ello pero nunca se lo dejaré ver demasiado. Desde ese momento me llamó la atención pero es tan irritante que no le puedo soportar. Cuando no hace nada y los demás no esforzamos tanto, cuando desaparece y luego aparece totalmente despreocupado sin pensar en que los demás tenemos los nervios a flor de piel, cuando TODO. Y cuando se acerca a mí, todo cambia, todo se desmorona, todo lo irritante en él pasa a ser atractivo.
Estaba sentada en mi mesa mirando al frente y pensando en todo esto mientras Shiemi me contaba algo de lo increíble que era Yukio, o algo así. De vez en cuando asentía, aunque si de verdad estuviera escuchando no habría asentido, sino que la habría cortado a las tres palabras. De repente se oyeron unos gritos y salí de mi estado. Como no, eran Bon y Rin discutiendo. Discutiendo MUY alto. Shima y Konekomaru intentaron coger a bon para que no llegaran a las manos pero Rin tenía ganas de fiesta. Shiemi lo intentaba calmar pero no surtía efecto. Raro. ¿Por qué estarían peleando esta vez? Shima y Konekumaru no podrían agarrar más a Bon y Shiemi no hacía progresos con Rin. Además no había ningún profesor cerca, así que me acerqué a parar la tontería.
-Rin, déjalo ya. Por favor- decía Shiemi mientras Rin la apartaba sin prestarla atención.
-¡Soltadme! Le voy a demostrar a este cretino que no puede ir como si fuera el amo de todo- Bon no paraba de gritar y ya me estaba cansando.
-¿CRETINO? ¿CÓMO SI FUERA EL AMO? Ya me estás cansando con tu pelito y tus ganas de saberte la Biblia de cabo a rabo- contraatacó Rin
-¡BASTA! ¡Ya está bien! ¡Me ponéis tan nerviosa! ¡Nunca paráis con vuestras estúpidas chorradas! YA ESTOY CANSADA. CALLAOS, YA. NO VOLVÁIS A ABRIR LA PUÑETERA BOCA DEANTE DE MI. PUNTO.- me había hartado y había perdido los estribos. Normal.
Bon siguió forcejeando y Rin se giró a mirarme con cara de no saber lo que estaba pasando. Esa cara que me hizo estar todavía más enfadada.
-¿Te quieres calmar, cejas?- me dijo Rin. Juro que empecé a echar humo.
-¿¡CEJAS! ¿POR QUÉ NO TE METES TUS MOTES POR…?- ahora a la que retenían era a mí. Si no habría agarrado a Rin y a saber lo que habría pasado.
-¡Eh, Izumo! Relájate.- Intervino Bon.
¿Qué le pasa a esta loca?- le preguntó Rin a Shiemi. Y en ese momento conseguí deshacerme del agarre y salté sobre él. Le cogí desprevenido y aún así no conseguí hacerle nada. Fuen entonces, cuando lágrimas de frustración, humillación y dolor cayeron de mi rostro al suyo.
Me levantaron y en cuanto estuve en pie me dirigí a mi asiento de donde nunca tendría que haberme levantado. Todos entendieron que no quería hablar, todos menos Rin. Se acercó por detrás e intentó un acercamiento. Pero, gracias a Dios, Yukio entró por la puerta y nos pidió que nos sentáramos en nuestros sitios.
