PRÓLOGO
Una gota ha caído sobre la mejilla derecha de Beatrice, que atraviesa sigilosamente el porche hasta entrar en su casa mientras empieza a llover suavemente. La puerta se cierra, con llave.
Su gato, Kana, la observa desde el sofá del salón, tumbado y moviendo la cola lentamente, de un lado hacia otro. Los ojos de Kana, le siguen como círculos dorados por la, en ese momento, oscura estancia, hasta ver que su ama se sienta en su lado.
Los dedos de Beatrice, se pierden entre el negro pelaje de Kana, que empieza a ronronear y se estira, desentumeciéndose.
Con una sonrisa, las pupilas de Beatrice viajan desde los ojos de su gato hasta que se pierden a través de un gran ventanal.
Se levanta ágilmente, dirigiéndose hacia allí, con pasos cortos y lentos, intentando no hacer ruido para poder escuchar el sonido del agua caer, y corre la gran cortina roja aterciopelada que cubría parte del salón, para dejar al descubierto la enorme vidriera a través de la cual se puede observar el jardín y el porche. Sin embargo, las gotas de lluvia y el vaho hacen algo más difícil poder divisar el exterior.
Con la mano en un puño, Beatrice limpia el vaho para ayudarse a ver un poco mejor lo que está pasando ahí afuera. Todo se ve mojado, las plantas del jardín están cubiertas de gotas de lluvia y puede olerse ya la tierra mojada. Mira hacia el cielo, sólo gris. Sus ojos van bajando hasta que se encuentran con un rastro de humo. Alguien tiene ya la chimenea encendida. Mira hacia el porche para llevarse una grata sorpresa.
Se gira y mira a Kana, y tras soltar una leve risa...
"Mira, Kana, ya han vuelto las golondrinas, pronto llegará el invierno."
-Beatrice-
