Eran las 5 de la mañana. Annabelle no podía dormir, daba vueltas en su cama mirando hacia la ventana en la que ya se estaba empezando a reflejar la claridad.
Se levantó, se colocó la ropa y bajó las escaleras. Nunca terminaría de acostumbrarse al horario de Londres.
Se sentó en una de las sillas del comedor, aun un poco dormida. Sintió pasos y miró hacia atrás.
- Anna, ¿ Que haces despierta tan temprano? - Le preguntó una mujer de cabello canoso, aun llevaba su ropa de dormir. Su acento era marcado.
- Abuela, no puedo dormir, aun no me acostumbro a este horario.
- Eso es algo que podremos arreglar a corto plazo. Quizás pronto volvamos a Estados Unidos. Eres Americana y quizás eso…
- No quiero volver. Preferiría quedarme aquí. Algún día me acostumbraré.
- Anna - se sentó a un lado de ella acariciándole el cabello - Algún día tendrás que volver. No ahora, pero ya ha pasado casi un mes de que murieron. No te pido que los olvides, pero quizás deberías pensar que ellos no habrían querido que te olvidaras de algunas cosas.
- Abuela prométeme que tu no me dejarás sola - esa frase salió infantilmente de sus labios sin ella proponérselo.
- No lo haré. Ahora Vamos a desayunar.
- Mejor cocinaré yo. Eso de comer siempre té y tostadas no funciona para mi - su abuela soltó una carcajada y le hizo un ademán para que continuara.
La mañana estaba mas fría que nunca. Afuera había comenzado a llover. Anna estaba leyendo Harry Potter por décima vez mientras su abuela estaba sentada hojeando el diario.
- Abuela ¿Crees en la Magia?
- ¿Magia?
- Si ya sabes, varitas, y ese tipo de cosas. Como Harry Potter.
- ¿Y él es. ..?
- Es un chico que fue marcado por un mago malvado que también asesinó a sus padres y ahora tiene q pasar por una serie de cosas, para poder llegar a donde está Voldemort que es el malo de la historia, y tiene que asesinarlo para poder vivir en paz.
Su abuela sonrió y cabeceó.
- Si, supongo que resumiste esos siete libros que me mostraste.
- Claro. Imagínate contártelos todos. Entonces ¿Crees en la magia?
- Absolutamente.
- ¿En serio?
- Si
- No te creo.
- Es cierto. Creo absolutamente en la magia. Es tan real como un día lluvioso en Londres.
Annabelle se quedó observando a su abuela que permanecía con una sonrisa.
- Por cierto Anna , ven quiero mostrarte algo.
La llevó de la mano hacia su despacho. Movió un cuadro que estaba detrás de su silla. Y al hacerlo mostró una caja fuerte.
- Abuela. . . ¿Qué...?
- Esto es por si algo llegara a pasarme. Nadie más sabe que la tengo. Supongo que si algo llegara a pasarme sería cuando estés en tu mayoría de edad, pero hay que ser precavidos. Todo mi dinero es tuyo incluyendo el que está en los bancos. Pero aquí están mis mayores tesoros. La clave es ocho, diez, cinco, cinco.
- Pero…
- No repliques Anna es mejor ser precavidos.
Anna no volvió a pensar en ello. Ya había pasado más de un mes desde aquel día
Se levantó y ya eran las 10 de la mañana. No recordaba haber dormido tanto. Fue hacia la cocina. Su abuela no estaba allí. Caminó hacia la biblioteca y allí tampoco estaba.
"Quizás está en su habitación" Pensó. Caminó hacia allí. Y abrió cuidadosamente la puerta. Aun estaba acostada. Se acercó a ella.
- Abuela despierta, ya son las 10 de la mañana - Pero ella no se movía. Annabelle la volteó con cuidado. No respiraba. - Abuela ¡ABUELA! - Tomó su pulso. Pero ya no tenía.
Muy poca gente asistió a su funeral. Solo estaban allí el abogado de la familia, una mujer que estaba junto a él. Y la antigua ama de llaves de la casa.
- Anna - se acercó el abogado - Como sabes no tienes mas familia, así que según los estatutos de las Leyes tanto de Inglaterra como de Norteamérica. Declaran que debes ir a un lugar donde te puedan tener.
- A un Orfanato.
- Si.
- No quiero, NO quiero ir, no es justo.
- Tienes 16 años. Es lo único que podemos hacer. Además solo te quedarás allí por...
- 2 años. Sé que nadie adopta a adolescentes. Y tampoco quiero ser adoptada.
- Te pasarán buscando mañana. Mientras te cuidará la antigua ama de llaves, Katty. Empaca tus cosas.
Annabelle se fue con la ama de llaves hasta la casa de su abuela. Quizás era hora de idear un plan para no ir al Orfanato. Fue al cuarto de su abuela, de seguro allí estaban las gotas que utilizaba para dormir. Tomó un pequeño frasco de su mesa de noche, y lo metió en su bolsillo. A La hora de la cena, se ofreció a servir la bebida, le dio unas gotas en el vaso a la ama de llaves, y esperó que hiciera efecto.
Eran las 9 y 30 de la noche, empacó sus cosas, y las metió en una enorme maleta. Tomó su guitarra, y las colocó en las escaleras. Fue hasta el despacho de su abuela, y movió el cuadro. Abrió la caja fuerte.
Allí había pequeños montones de fajas de dinero, Todas separadas por cintas. Las metió en su bolso, también había un libro, lo tomó junto con un álbum y lo metió junto con el dinero. Cuando se iba vio algo que brillaba al fondo de la caja fuerte. Era un collar, en forma de corazón que tenía una A grabada. Se la colocó en el cuello. Y salió de la casa. Estaba caminando sin un rumbo fijo. Quizás debería tomar un avió hacia Nueva York, e irse hacia allí o tomar un vuelo lejos. Mientras caminaba no se dio cuenta de que estaba en un callejón, unos chicos la estaban siguiendo.
- Hola preciosa. ¿A donde vas? - Annabelle no alcanzó a responderles cuando una luz dorada la atrajo y desapareció.
Cayó bruscamente sobre algo que parecía pasto. Se tocó la cara y el cuerpo estaba intacto. Su guitarra yacía a un lado de ella junto con su equipaje. Su bolso estaba en su espalda. Miró hacia alrededor a ver donde se encontraba.
- ¡No puede ser! - parecía estar en un castillo. Había llamas encendidas alumbrando los pasillos. Se levantó y recogió sus cosas. Comenzó a caminar.
- Hey, ¿Quien eres?
