Hola bienvenidos a este nuevo fic que es un three shot para hacerlos reír un poquitín, aclaro de una vez que los personajes de Inuyasha no me pertenecen y tampoco la trama del capítulo si no a Roberto Gómez Bolaños. Una de mis mesclas raras ya saben, pero si les gusta solo déjenlo saber en los comentarios y hare más por el estilo. Eso es todo, los dejo para que se diviertan y por favor comenten.
p.d. sé que estoy atrasada con el correcto pero no podía escribir otra cosa hasta sacarme esta idea de la cabeza, lo publicare pronto lo prometo.
Los platos aparecidos en la casita
Personajes:
El chavo: Shippo
Kiko: Kohaku
La chilindrina: Rin
Doña Florinda: Sango
Don ramón: Miroku cuando lo cachetean e Inuyasha en el resto de las escenas.
Aclaro que los diálogos de la bruja del 71 lo hará Miroku pero solo porque necesito a alguien que encajara con el perfil.
La mañana en el Sengoku era fresca y tranquila, como casi todas después de que se derrotara a medio demonio Naraku y la perla de Shikon desapareciera finalmente del mundo. Rin, que desde hacía algunas semanas vivía bajo la protección de la anciana Kaede, por encargo de Sesshomaru, saltaba alegremente la cuerda por el claro que estaba cerca de la entrada de la aldea. (Donde se habían instalado cinco cabañas, una de Sango que además compartía con Kohaku, la segunda para Miroku, otra de Inuyasha, una de menor tamaño para cuando rin se quedaba hasta tarde jugando con sus amigos y la última era tan minúscula donde dormía Shippo cuando no aguantaba los ronquidos de Miroku [era tan pequeña que el único modo de entrar era levantando uno de los lados del techo y donde a duras penas podía caber Kohaku muy apretado]) estaba realmente contenta y tarareaba su famosa canción cuando el sonido de un llanto llamo su atención.
- ¿Shippo? – pregunto después de dejar de saltar y ver como uno de sus amigos se frotaba los ojitos bordeados de lágrimas.
- Shippo, ¿Qué tienes? ¿Porque estas llorando? – pregunto preocupada, últimamente el zorrito había tenido la mala costumbre de hacer trastadas a todos en el pueblo y temía que alguien lo hubiese castigado con fuerza bruta.
- es que… sniff… Inuyasha me encargo que fuera a comprarle el pan, pero se va a enojar conmigo, y me va a pegar – sollozo Shippo mientras se restregaba los ojitos. Rin lo miro con comprensión, el hermano del señor Sesshomaru era una persona amable, pero también muy bruta.
- pero si ya compraste el pan – señalo la bolsa de papel que el zorrito sostenía en su mano.
- pero me lo vengo comiendo – lloro mientras le daba un mordisco al bollito que traía en la mano.
- oh Shippo, pero no llores, total, no creo que el señor Inuyasha se dé cuenta de que le falta un bollito – intento calmarlo, después de todo no le gustaba ver a sus amigos llorar.
- es que con esté ya van cuatro – señalo dándole otro mordisco al pan, mientras que Rin lo miraba con sus ojitos muy abiertos.
- ¿cuatro? – pregunto con incredulidad, ella sabía que los yokai comían mucho (bastaba ver a Inuyasha a la hora de la cena) pero aun así ¿Cómo un niño tan pequeño podía comerse cuatro brochetas el solo? Ni ella comía tanto, y eso que era más grande y muy tragona "según decía el señor Jaken".
- aunque, puede que no se dé cuenta que le faltan cuatro bollitos - pregunto después de secarse las lágrimas.
- bueno… ¿Cuántas te mando a comprar? – se rasco la nuca, vale que el señor Inuyasha era medio soquete pero aun así… era difícil engañarlo, sobre todo cuando había comida de por medio, lo sabía muy bien después de la regañina que le había dado el señor Jaken una vez que se finto con el ultimo pescado de la cena.
- cinco – respondió Shippo con una sonrisa inocente, pero Kohaku solo dejo escavar un bufido.
- ay Shippo, mira, el día en que hagas la inauguración de tu cerebro, no dejes de invitarme – suspiro Rin fastidiada.
- mira, no te contesto como debería no más porque no entendí – le gruño Shippo mientras le daba otra mordida a su bollito.
- no me extraña, tu nunca entiendes nada – Shippo frunció más el ceño mientras que Rin doblaba su cuerda.
- ¿me estás diciendo tonto? – gruño el kitsune infando sus mejillas, a Inuyasha le pasaba que le llamar tonto porque era más bruto y más grande pero Rin no tenía excusa.
- ¡vaya! Hasta que entendiste algo – sonrió Rin como si lo estuviese elogiando.
- bueno, por algo se puede empezar no – gruño Shippo viéndola con el ceño fruncido.
- ay Shippo, a veces me pregunto, si en toda la aldea habrá alguien más menso que tu – suspiro la niña.
- ¿me llamaban? – pregunto una tercera voz que llegaba al claro, era Kohaku que venía con una canasta de verduras en su espalda.
- el que faltaba – rodo los ojos la pelinegra.
- Shippo, Rin ¿a qué están jugando? – pregunto emocionado el castaño, pues a pesar de que era mayor que Rin por unos años y técnicamente también era más grande que Shippo, se divertía un montón jugando con ellos.
- a ver quién es el más menso de la aldea – murmuro Rin.
- ¿me dejan jugar? – pregunto emocionado pero de inmediato su sonrisa se borró.
- ¿ya vez? ¡Yo soy más inteligente que Kohaku! – sonrió orgulloso Shippo mientras que el preadolescente enrojecía de furia.
- ¿si tú? Ya quisieras enano – gruño el exterminador.
- ¡que sí! – grito Shippo.
- ¡que no! – gruño también Kohaku.
- oye Rin, si Kohaku y yo compitiéramos sobre quien es más listo ¿Cuál sería el resultado? – termino de preguntar Shippo después de una batalla de miradas.
- empate a cero – respondió Rin sin dudarlo. El kitsune Y el exterminador se quedaron callados.
- es que ustedes no anotan ni en tiempos extra – asintió Rin como si fuese un hecho de conocimiento común
- oye ¿Qué nos está queriendo decir?- pregunto Kohaku en un susurro.
- no estoy seguro, pero últimamente se la pasa diciendo de que tú y yo somos tontos de nacimiento – murmuro también Shippo, pero el problema fue que olvidaron que rin estaba solo a tres centímetros de ellos.
- no, ustedes no son tontos de nacimiento, si no por mayoría de votos – aclaro Rin mientras se acomodaba un lazo del kimono que se había desamarrado, Shippo se quedó pensativo sin entender, pero esta vez Kohaku dejo su canasta a un lado, avanzo hasta la niña y la tomo de su coletita diciéndole un "no me simpatizas" antes de soltarla molesta.
- ni me importa – gruño Rin arreglándose el peinado, pues si algo había aprendido del señor Sesshomaru es que siempre había que lucir impecable, aun después de una batalla.
- es más, mejor yo me quito, no vaya a ser que lo bruto sea contagioso – dicho esto se sacudió como si estuviese quitando alguna mugre de su ropa y comenzó a caminar hasta la cabaña más pequeña.
- ¡andale si! ¡Mejor vete tu salpicada! ¡Porque el único amigo que yo tengo es Shippo! – le grito Kohaku aún molesto, pero Rin solo le enseño la lengua y cerró la puerta de la cabaña.
- ¿oye Kohaku? – llamo Shippo después de tragarse su propio coraje.
- ¡¿QUE COSA?! – grito Kohaku, haciendo que Shippo pegara un brinco atrás.
- oh, perdoname Shippo, ¿me querías decir algo? – se disculpó después de caer en cuanta de su error.
- sí, te quería preguntar ¿Qué me aconsejas decirle a Inuyasha? – pregunto el kitsune después de que se le paso el susto.
- ah, pues yo diría que lo mismo de siempre: orejas de perro – asintió Kohaku.
- no… - Shippo solo entrecerró los ojos y negó con la cabeza.
- pelos de escobeta – probo nuevamente el exterminador, y el kitsune negó con la cabeza.
- rabadilla de pollo, perro con sarna, bestia gruñidora, can colorado, pues me rindo – suspiro cuando Shippo siguió rechazando sus propuestas.
- ¡no seas menso! Te pregunto sobre que puedo decirle respecto al pan que me comí – gruño Shippo, pero Kohaku lo miro sin entender.
- ¿Cuál pan? – pregunto mientras se rascaba la cabeza, Shippo suspiro, brinco hasta el hombro del exterminador y le susurro todo al oído. Las cejas de Kohaku se alzaron poco a poco con comprensión.
- ah vaya, ¿entonces te comiste todo el pan? – pregunto cuanto por fin entendió la gravedad de la situación.
- no, todavía queda uno – negó Shippo sacando el ultimo bollito de la bolsa de papel.
- híjole, pues ¿Qué le podrías decir? – murmuro Kohaku preocupado, con el paso de los meses Inuyasha se había vuelto bastante avispado en lo que se refería a las travesuras de ellos tres y era cada vez más difícil engañarlo.
- mira ya se, me voy a comer el ultimo pan, y así le diré a Inuyasha que en el camino de regreso me robaron todos – sonrió Shippo, pero para su mala suerte el medio demonio eligió ese momento para salir de su cabaña ahogando un bostezo, y para mala suerte del niño, lo había escuchado absolutamente todo.
- ay no Shippo, no deberías hacerle eso a una persona como Inuyasha, que es todo bondad, tan simpático, tan bueno y tan inteligente – comenzó a decir Kohaku que bien había visto acercarse al medio demonio, el cual estaba ya inflando el pecho con arrogancia por las palabras del adolecente; pero Shippo solo lo vio con incredulidad.
- ¿inteligente Inuyasha? – se puso a reír con burla, a lo que Inuyasha frunció peligrosamente el ceño.
- es más, te apuesto a que es tan tonto ese perro, que se va a creer todo lo que le diga – se jacto el kitsune, mientras Kohaku lo miro con lastima.
- yo apostaría a que no– aseguro mientras veía como Inuyasha, a espaldas de Shippo, comenzaba a apretar los puños.
- yo también apuesto a que no – gruño Inuyasha, lo cual provocó que Shippo se pusiera a temblar sonoramente.
- bien, bien, bien, bien – murmuro mientras se acercaba al kitsune viéndolo con amenaza.
- ni tanto, ni tanto, ni tan… - intento bacilar Kohaku para bajar la tensión pero Inuyasha le dedico tal gruñido de amenaza, que el joven murmuro un "con premiso" y se alejó unos pasos.
- ¡feh!, y tu Shippo – gruño volviendo su atención al niño que intentaba escaparse, pero Inuyasha lo alzo de la cola y le quito el bollito de la mano.
- esto es algo que no tiene nombre – lo regaño mientras lo zarandeaba un poco.
- ¿Cómo no? Se llama bollito – afirmo Shippo inocentemente, pero solo consiguió que Inuyasha frunciera aún más el ceño.
- ¡me refiero a la acción que acabas de cometer! – grito haciendo que el pequeño se encogiera de miedo.
- pero bueno enano ¿se puede saber de qué te sirven los ejemplos que yo te he dado? – pregunto enfadado, soltó a Shippo mientras examinaba la bolsa de papel, cosa que Kohaku aprovecho para acercarse más a Shippo.
- si quieres un consejo, no contestes – le aconsejo al ver que el niño yokai estaba a nada de gritarle sus verdades a Inuyasha.
- nada, todos te los has comido, pero eso si mocoso, vuélveme a pedir que te regale una moneda… - mascullo enfadado hasta que una manita se posó frente a su rostro.
- regalame una moneda – sonrió Shippo emocionado, de un tiempo acá se había vuelto aficionado a ahorrar monedas que se ganaba con los mandados, ¿para qué? Solo él lo sabía a ciencia cierta. Inuyasha entrecerró los ojos antes de relajar un poco su gesto.
- así es que eso era, no es que seas malo Shippo, ¡es que eres bruto! – Shippo se encogió ante el regaño, casi haciéndose una bola entre su esponjosa colita, peor luego se incorporó con el ceño fruncido.
- ¡ah! Ya te fue con el chisme Rin ¿verdad? – gruño viendo con reproche a la cabaña donde la niña se había metido hacía pocos minutos, Inuyasha por su parte dejo escapar un largo suspiro.
- ¿sabes una cosa Shippo? – preguntó en voz baja, obteniendo la atención del kitsune.
- la próxima vez que YO necesite un favor, no te voy a molestar – comenzó a explicar mientras Shippo lo veía curioso.
- ¿a no? – pregunto en su típico tono inocente.
- no mocoso, más bien ¡se lo voy a pedir al primer idiota que se me atraviese! – gruño haciendo que Shippo se escondiera en su colita.
- pero señor Inuyasha, yo estos días ando un poco ocupado – se excusó Kohaku, esta vez Inuyasha lo miro con abierta sorpresa.
- vaya, ¿sabes una cosa Kohaku? –empezó a caminar hasta el preadolescente.
- diga usted – asintió el castaño con educación.
- que el mocoso de Shippo tiene un cerebrito – comenzó a explicar mientras Shippo replico con un "¡HEY!"
- tú… ¡tú tienes un cerebruto! – Kohaku se quedó callado mientras que Shippo intentaba ocultar una carcajada tapando sus labios con sus garritas.
- ¡y ahora lárguense de aquí! ¡Ahuecando el ala! ¡Fuera! – los corrió casi a patadas, Shippo y Kohaku se macharon con los seños fruncidos y mascullando sobre lo injusto que era Inuyasha con ellos.
- no vaya a ser que lo bruto sea contagioso – les gruño poco después de que ambos niños habían desaparecido de su vista. Pero aun cuando estuvo seguro de que se habían alejado con rumbo a la aldea, Inuyasha no se retiró, más bien se quedó viendo el lugar donde ambos cachorros se marcharon.
- buenos días – saludo Sango a Inuyasha acercándose con una enorme canasta con ropa limpia, como el día era cálido y soleado había decidido hacer la lavandería, claro que con su hermano en casa la cesta estaba llena a rebosar.
- buenos días Inuyasha – repitió mientras extendía la ropa sobre la cuerda del tendedero de su cabaña, pero la respuesta fue un sólido silencio; miro a Inuyasha preocupada y volvió a llamarlo pero el hanyou siguió en su mundo.
- ¡AY! – grito Inuyasha de dolor cuando Sango lo pesco por la mejilla y le dio un buen pellizco.
- ¡Sango! ¿Se puede saber qué te pasa? – gruño mientras se sobaba el cachete colorado.
- eso te pregunto yo, ¿porque estas así tan serio? – pregunto la exterminadora mientras alisaba una de las camisas de Kohaku.
- ¿yo? no, no, por nada, es solo que estaba pensando – murmuro después de que se le desinflamara un poco la mejilla.
- Sango… ¿tú sabes a donde conduce el hambre? – pregunto en tono pensativo.
- si, al restaurant – sonrió Sango por su broma, pero Inuyasha la miro con espanto.
- ya te contagiaron… - murmuro espantado, para luego ver el lugar donde habían desaparecido los niños.
- ¿Cómo dices? – pregunto Sango con el ceño peligrosamente fruncido.
- nada, nada – negó Inuyasha pero su semblante siguió cerio.
- pero aun así algo te preocupa ¿Qué tienes? – volvió a preguntar la exterminadora, hacía tiempo que novia a Inuyasha tan pensativo, bueno, no al menos cuando estaba cerca del pozo que conectaba con la época de Kagome.
- ¿yo? ¿Por qué? – se defendió el hanyou, aun medio metido en su reflexión.
- es que no me gusta nada tú cara – Inuyasha dejo escapar una mescla de bufido y una carcajada.
- pues estamos a mano – sonrio, pero Sango elevo peligrosamente su puño, Inuyasha murmuro una disculpa rápida mientras se protegía el rostro y la cabeza con las manos.
- además yo hablaba de tu estado de ánimo, se nota a leguas que algo te oprime el pecho – señalo Sango mientras colgaba una sábana.
- el kosoe – respondió Inuyasha escuetamente, Sango lo miro sin comprender.
- la última vez que fui a un trabajo con Miroku el demonio destrozo mi kosoe, así que la vieja me dio otro, pero es dos tallas más chico y… - Sango sonrió comprendiendo la situación.
- pero aun así no me has dicho que es lo que te tiene tan preocupado – volvió a insistir la exterminadora colgando unos calcetines.
- ese mocoso de Shippo – ahora si Sango le prestó atención.
- ¿y qué le pasa ahora a Shippo? – pregunto preocupada, desde que Kagome se fue, ellos habían asumido el cargo de tutores del kitsune, aunque sus propias labores en la aldea a veces no les permitían que le prestaran la debida atención.
- que últimamente hay días que no se desayuna o no come o no cena – murmuro Inuyasha con melancolía y la propia exterminadora suspiro preocupada.
- es verdad, últimamente no le hemos puesto atención, y desde que Kagome se fue ha estado muy solito – Inuyasha asintió de acuerdo, era verdad que hacía tiempo que ninguno de los tres se habían dado el tiempo de atender al zorrito, y eso no era correcto, es más, si Kagome pudiera verlos estaría muy decepcionada.
- sí, tendremos que solucionar eso pronto, pero bueno, ahí nos vemos Inuyasha – sonrió Sango mientras se alejaba.
- oye Sango, ¿por qué te has preocupado tanto por mi hoy? – pregunto Inuyasha inquisitivo, sabía que el monje y la exterminadora lo querían pero era raro que se metieran tan afondo en sus pensamientos.
- ¡oh! Es que me uní a la sociedad protectora de animales, así que tú tranquilo, si alguien te molesta nada más me avisas – sonrió mientras se alejaba, Inuyasha la miro marchar furioso, mientras un gruñido hacia vibrar su diafragma.
Aquella noche…
Inuyasha dormía profundamente en su cabaña, totalmente desparramado sobre el colchón, tenía su pierna derecha fuera del mismo, su brazo derecho cruzado sobre su vientre y su pecho subía acompasado mientras roncaba sonoramente. Comenzó a revolverse entre sueños, sin cuidado aventó la sabana que le cubría las piernas se puso de pie y comenzó a caminar. Pero no como una persona normal, no, caminaba con los ojos cerrados, sus dos brazos extendidos frente a él como las momias y los zombis en las películas antiguas. Así camino hasta la cocina de su cabaña done tenia asentado un plato, retomo el cucharon de la olla vacía y con hizo una mímica de servir algo de comida en el plato, lo tomo con ambas manos, camino fuera de la cabaña, cruzo el claro hasta la mini cabaña de Shippo, abrió el techo y dejo el plato dentro. Dio media vuelta y aun caminado como momia, volvió a su cabaña, se acostó en su cama y ahí permaneció con una media sonrisa en los labios hasta el día siguiente.
Algunos días después…
- ¿otro plato? – pregunto Kohaku rascándose la nuca, mientras él y Rin miraban el plato que Shippo sostenía entre sus manos como si fuese una especie de bicho extraño.
- sí, con este ya van cuatro platos que aparecen aquí en mi casita – señalo Shippo la cabaña en miniatura mientras giraba el plato entre sus manos.
- y todavía tuvieran dulces o algo de comida pero ni eso… - gruño molesto, Rin lo miro rodando los ojos.
- dejando eso de lado ¿Quién los habrá puesto ahí? – pregunto la pequeña.
- Beto – contesto Shippo aun con la mirada fija en el plato.
- ¿Cuál Beto? – pregunto Kohaku, el no conocía a nadie de la aldea con ese nombre.
- Beto a saber – termino Shippo encogiéndose de hombros.
- ¿no será uno de esos platillos voladores de los nos habló una vez Kagome? – murmuro pensativo recordando cuando la miko del futuro había traído un pergamino de ciencia fusión.
- no sé, a ver dejame probar – propuso Kohaku tomando el plato en sus manos, lo elevo por encisma de su cabeza y lo dejo caer, el palto termino hecho añicos en el suelo.
- no voló – murmuro Shippo viendo el plato quebrado, Rin suspiro y Kohaku se rasco una oreja.
- pero entonces ¿quién los pone ahí? – murmuro Kohaku. Curiosamente Miroku iba caminando desde su cabaña a la e Inuyasha y paso cerca de los niños.
- ¡hey miren! A lo mejor el monje libidinoso sepa algo – exclamo Rin al ver al pelinegro, Miroku de inmediato se giró a verla.
- ¿Cómo dices? – pregunto molesto, de Sango e Inuyasha pase que le llamaran pervertido o libidinoso, peor no iba a permitir que los niños le faltaran así al respeto, aún más ahora que comenzaba a pretender en serio a la exterminadora de demonios.
- que usted sabe muchas cosas ¿no? – explico Rin con una sonrisa inocente.
- efectivamente niña, pero yo no soy ningún monje libidinoso – explico mientras se acercaba un poco a ellos.
- ¿es que ya cambiaste de profesión Miroku? – pregunto Shippo saltando al hombro de Rin.
- ¿Qué? – mascullo indignado el bonzo, por dios, sí que necesitaba la intervención de la señorita Kagome para educar esos dos niñatos.
- no les haga caso excelencia, Shippo y Rin son tan mensos que se dejan guiar por lo que todo el mundo dice – sonrió conciliador Kohaku, Miroku frunció el ceño y conto hasta diez para calmarse, no podía regañar a Kohaku, porque este le iría con el chisme a Sango y adiós a sus planes de cortejo y boda.
- miren niños, yo podre ser un poco mujeriego, pero ustedes dos (señalo a Shippo y Rin) son unos mocos mugrosos – los regaño fuertemente.
- pero a nosotros se nos quita bañándonos – le rebatió Rin, Miroku enrojeció mientras que Shippo y Kohaku se soltaron a reír de buena gana.
- miren trio de demonios, mejor váyanse de aquí antes de que los exorcice ¡andale! ¡Fuera! – los corrió con un brusco ademan brusco y los niños se alejaron nuevamente pero eso sí, sin dejar de reírse en ningún momento.
- ¡y aquel que vuelva a llamarme libidinoso lo voy a embrujar y convertir en rana! – los amenazo mientras se alejaban, una vez estuvieron lejos fue hasta la cabaña de Inuyasha y dio tres golpes en la puerta.
- ¡¿quién?! – se escuchó en un gruñido desde el interior de la cabaña.
- el monje libidinoso – contesto Miroku secamente, pero luego se cubrió el mismo los labios. Inuyasha por su parte salió a la puerta con una mirada de curiosidad y diversión, pues no todos los días Miroku admitía en voz alta que era un mujeriego con malas mañas.
- ah eres tu Miroku ¿Qué quieres? – sonrió Inuyasha viendo como el monje tenía la cara rígida de vergüenza.
- nada, quería decirte que voy a ir de compras a la aldea vecina y pase a ver si se te ofrecía alguna cosa – mascullo Miroku una vez logro calmar su enojo.
- ha era eso, pues realmente solo me hacen falta dos cosas – bostezo Inuyasha mientras se rascaba una de sus orejitas.
- ¿Cuáles? – pregunto el pelinegro con interés, ya se le había hecho un habito llevarle alguna cosa al hanyou cuando salía de compras, pues aunque su leyenda se había hecho famosa tras la derrota de Naraku, aun existían personas que rechazaban a Inuyasha por su condición de medio demonio.
- la comida de la semana y el dinero para comprarla – Miroku arqueo una ceja en respuesta.
- comprendo, pero lamentablemente yo tampoco tengo mucho dinero en este momento – Inuyasha volvió a bostezar mientras se frotaba un ojo.
- ¿ah no? no importa, con que me traigas la pura comida – Miroku se rasco la mejilla con molestia, y decían que el estafaba a las personas.
- está bien, veré que te puedo conseguir – suspiro derrotado, Inuyasha asintió y volvió a meterse en su cabaña, era hora de sus siesta y realmente odiaba que lo despertasen.
Una vez los adultos se fueron Shippo, Rin y Kohaku emergieron de unos arbustos donde se habían escondido; y mientras Inuyasha y Miroku habían tenido su charla ellos se pusieron a debatir acerca del misterioso misterio de los paltos aparecidos en la cabañita. Y habían llegado a una conclusión, bueno Rin ya tenía una respuesta para eso.
- no me cabe la menor duda, la aparición de esos platos es por obra y brujería de parte del monje mujeriego – explicaba ella con semblante serio, nunca había confiado mucho en el monje Miroku, es especial cuando había amenazado con exorcizar a el pobre señor Jaken la primera vez que él y el señor Sesshomaru fueron a visitarla.
- ¿estas segura? Porque Miroku podrá ser pervertido pero no es malo – intento defenderlo Shippo.
- ¿Qué no oíste que nos quiere convertir en ranas? Yo sé lo que les digo, esto es una brujería suya – mascullo sin dar espacio a discusiones.
- bueno si pero… - murmuro Shippo aun dudativo.
- oye Kohaku, ¿tú crees en las cosas de los brujos? – pregunto al preadolescente que hasta entonces había permanecido en silencio.
- no, son muy mentirosos – negó Kohaku seguro.
- no, no, yo me refiero a si crees que existen los brujos – intento de nuevo Shippo puesto que el exterminador no lo comprendió.
- ¿y el monje Miroku que? – lo desafío Rin.
- ¿pero tú crees que sea capaz de convertir…? No sé, por ejemplo a Kohaku en animal – pregunto señalando al peli castaño.
- ¡pero claro que sí! – asintió Rin haciendo que Kohaku se preocupara, él ya había tenido bastante con la manipulación de Naraku como para que ahora lo convirtieran en burro o en sapo.
- lo que si no se, es si después podría volverlo a convertir en Kohaku o lo dejaría así como está ahora – Kohaku entrecerró los ojos ante el comentario, "con amigos como estor…"
Más tarde en la cabaña de Inuyasha…
- ¿pero estas seguro Inuyasha? – preguntaba Miroku mientras sacaba un par de paquetes envueltos en papel para dejarlos sobre la mesa de su amigo.
- ¡feh! completamente Miroku – mascullo Inuyasha mientras revisaba la parte de abajo del baúl donde guardaba algunas ropas que había comprado o bien le habían regalado durante sus exorcismos en otras aldeas (la mayoría kimonos que pensaba regalarle a Kagome cuando volviera).
- además no me puedo equivocar, porque todas las noches dejo aquí el plato en el que me voy a desayunar en la mañana – señalo la mesa de la cocina para hacer énfasis en sus palabras.
- oye Inuyasha, ¿y no eres tu sonámbulo? – se atrevió a preguntar Miroku después de dejar el último paquete, las orejas de Inuyasha se movieron un poco antes de que clavara sus ojos dorados en el bonzo.
- ¿Qué tiene que ver la religión con mis platos? – pregunto Inuyasha a la defensiva, y Miroku arqueo una ceja con incredulidad.
- Inuyasha, el sonámbulo es el que camina y hace cosas mientras está dormido – le explico con paciencia.
- ¡Bah! Sí, algo he escuchado de eso, pero nada más le ocurre a los locos - murmuro cruzándose de brazos.
- Inuyasha, a mí me ocurre… - murmuro Miroku molesto por la insinuación.
- por eso, pero en cambo yo… ¿tu? – pregunto Inuyasha sorprendido, la única cosa parecía al sonambulismo que había experimentado en su vida fue por culpa del anciano Myoga cuando su prometida poseyó a Sango.
- sí… ¡Y NO ESTOY LOCO! – gruño Miroku profundamente molesto antes de tomar el resto de sus paquetes y marcharse.
- ¡feh! Que sensible, pero al menos me dejo las cosas para comer – sonrió el hanyou mientras comenzaba a examinar los paquetes.
- oigan ¿Qué estaría haciendo ese monje en casa del señor Inuyasha? – pregunto rin mientras asomaba la cabeza desde el arbusto, pues como Miroku salió con una cara de enfado casi demoniaca los tres niños se habían escondido entre los matorrales.
- no sé, aunque quizá lo embosco y lo transformo en burro – propuso Kohaku mientras se erguía con algunas hojas insertadas en su cabello.
- no, en burro no, el chiste de la convertida es que cambien – negó Shippo mientras saltaba para posarse en la cabeza de Kohaku.
- a ver ¿esto qué es? – sonrió Inuyasha mientras desenvolvía el último paquete, pero en lugar de carne o verduras se encontró con un pescado entero, crudo y apestoso.
- vaya monje, se equivocó de paquete – mascullo asqueado, llevaba más de dos meses comiendo solo pecado y sinceramente no quería más de eso por un buen tiempo.
- ¡Miroku! – llamo mientras salía de su cabaña con el pescado sujeto entre dos de sus garras, pues no quería que sus manos apestaran a pescado.
- ¡oye Miroku! – volvió a llamarlo mientras caminaba por el claro en dirección a la cabaña del bonzo.
- ¡miren! ¡Lo convirtió en caña de pescar! – señalo Rin al verlo pasar, Inuyasha frunció el entrecejo, en un gesto amenazante hacia los niños mientras Kohaku, Rin y Shippo se cubrían los labios para ocultar sus carcajadas.
Nuevamente esa noche…
Inuyasha estaba boca abajo sobre su futon, más bien cruzando su futon, pues sus brazos y piernas se asomaban los por laterales, roncaba estrepitosamente debido a la posición y se revolvía durante intervalos de tres segundos antes de volver a estarse quieto uno o dos minutos, finalmente como a media noche se revolvió pateando la sabana lejos, aun con los ojos cerrados se levantó, extendió sus brazos como momia y comenzó a caminar, salió de su dormitorio, cruzo el pasillo hasta la cocina, tomo el plato y el cucharon de la mensa, sirvió el guisado invisible sobre el plato y salió de la cabaña. Cuando llego a la casita de Shippo abrió el techo y deposito el plato en su interior.
- ahí tienes enano, tu desayuno ¡y no te doy otra no más porque…! – gruño haciendo ademan de darle un coscorrón, se dio media vuelta aun con los brazos extendidos, volvió a su habitación y se dejó car en el futon y volvió a roncar.
A la mañana siguiente…
- otro más… - suspiro Shippo mientras él y Rin miraban el nuevo traste aparecido en la casita.
- pero también sin comida – gruño viendo que el plato no tenía ni migajas.
- ay Shippo ¿es que solo puedes pensar en la comida? – gruño Rin imitando el tono de Jaken cuando se fastidiaba de ella.
- ¡no es cierto! Últimamente también pienso mucho en el desayuno y en la cena – le rebatió Shippo cruzándose de brazos.
- además si ese trío de tontos no me da de comer ¿en qué otra cosa quieres que piense? – gruño mirándola con reproche.
- ¡pues en misterioso caso de los paltos aparecidos en la cabaña! – exclamo Rin casi zarandeándolo.
- ¿Qué no te da curiosidad saber quién los habrá puesto ahí? – le pregunto con un brillo de curiosidad en sus ojos.
- espíritus chocarreros – exclamo Miroku con su pose de seriedad fanfarrona, la misma que usaba cuando inventaba alguna posición para conseguir alojamiento.
- ¿espíritus chocarreros Miroku? – pregunto Sango con una sonrisa de burla mientras terminaba de distender la pijama de Kohaku, pues hacía rato que el sol se había puesto y ella había olvidado bajar la ropa del tendero.
- claro Sanguito ¿o sino como explicas que desaparezcan los platos de la casa de Inuyasha? – pregunto Miroku mientras cambiaba de mano su báculo.
- no sé, pero debe haber alguna otra explicación – negó con la cabeza la tajiya
- los espíritus chocarreros - Asintió nuevamente completamente convencido de su teoría.
- es lo más natural del mundo en una aldea tan vieja como esta – explico mientras Sango doblaba la roba y la ponía en una canasta.
- por favor Miroku, ¿no es más fácil suponer otra cosa? Como que Inuyasha sea sonámbulo y… - intento argumentar la exterminadora.
- no, no, no, yo también pensaba lo mismo, pero no – la interrumpió, negando fuertemente con la cabeza.
- ¿y porque no? – pregunto Sango molesta por la interrupción.
- pues porque al ser un monje me gusta más la idea de los espíritus chocarreros – sonrió Miroku haciendo que Sango rodara los ojos.
- Miroku ¿creer en espíritus chocarreros no es igual que creer en las maldiciones de manos pervertidas? – pregunto la castaña con sarcasmo, "¿Qué me habrá querido decir?" Miroku entrecerraba los ojos.
- y por lo tanto, si tú te pones a decir que… - intento regañarlo Sango.
- mira, ¿ya es un poco tarde no crees? con permiso – se escabullo Miroku para luego correr a su cabaña. Sango se encogió de hombros y estaba por ingresar a su propia cabaña cuando vio a Rin y Shippo que se dirigían a sus respectivas casas a dormir.
- ¡oigan niños! – los llamo con un gesto de la mano.
- Shippo ¿tú a veces duermes en casa de Inuyasha no? – pregunto al kitsune cuando ambos niños estuvieron a su lado, Shippo asintió en silencio, a veces se quedaba entrenando hasta tarde con el hanyou y entonces dormían en la misma cabaña.
- ¿entonces de casualidad, no sabes si Inuyasha es sonámbulo? – pregunto curiosa.
- no, el nació en Kioto – Sango arqueo una ceja por la respuesta.
- no, no Shippo, me refiero a ¿sino es de los que hacen algo cuando está dormido? – intento nuevamente esperando que el pequeño la comprendiera.
- ¿Cómo no? Ronca como perro con moquillo – Rin sonrió ante la imagen mental e incluso sango estiro los labios en una mueca.
- bueno, eso ya lo sabía, pero quiero decir es que si cuando está dormido se para y se pone a hacer cosas – esta vez fue el turno de Rin de negar con la cabeza
- pero señorita, si despierto apenas hace nada, dormido todavía menos – Shippo asintió secundando la afirmación de su amiga mientras Sango se froto las cienes con una mano.
- eso también lo sabía; pero Rin ¿tú sabes lo que es un sonámbulo? – le pregunto a la pequeña, porque le quedaba claro que Shippo no sabía de lo que estaba hablando.
- no, la abuela Kaede me reprobó en aritmética – negó la pequeña con la cabeza, pero Sango dejo escapar un bufido.
- no tiene que ver con la aritmética, niños, un sonámbulo es una persona que camina dormida – los niños miraron a Sango sorprendidos por la explicación.
- Shippo ¿es señor Inuyasha duerme parado como las gallinas? – pregunto Rin curiosa, en ese punto Sango no sabía si echarse a reír por lo absurdo de la situación o llorar porque no conseguía que los niños la entendieran.
- no Rincita, se acuestan a dormir y luego se levantan y caminan así… - hizo la imitación del caminar de un sonámbulos.
- ¡ah sí! Como las miomias en ese libro de cuentos que me regalo Kagome ¿recuerdas que te lo mostré el otro día Rin? – la pequeña asintió entusiasmada.
- sí, más o menos así – asintió también Sango, al menos ahora los niños se daban una idea.
- ¿entonces no has visto así a Inuyasha? – pregunto mientras Inuyasha salía de su cabaña para buscar un poco de agua y sus orejitas vibraron al oír su nombre.
- no, las miomias son feas, pero no tanto – Inuyasha frunció el ceño ante las palabras de Shippo.
- ¿Cómo dices mocoso? – gruño acercándose al trio con los puños apretados.
- hola Inuyasha, nada, solo intentaba explicarle a los niños lo que es un sonámbulo, pero es tanto como pretender que un perro comprenda el teorema de Pitágoras – gruño Sango ya fastidiada de toda la situación, tomo la canasta con la ropa y se marchó a su cabaña, aún tenía que preparar la cena para ella y Kohaku.
- oiga señor Inuyasha ¿los perros no entienden el teorema de Pitágoras? – pregunto Rin acercándose a Inuyasha.
- ¡feh! Por supuesto que no – gruño Inuyasha cruzándose de brazos.
- ¿y tú la entiendes tonto? – pregunto ahora Shippo brincando para posarse en el hombro de Rin, el gesto de Inuyasha se endureció todavía más, pero a esas horas no tenía ganas de golpear al mocoso de Shippo.
- miren, ¿Por qué mejor no les explico lo que son los sonámbulos? – los niños asintieron entusiasmados, mientras Inuyasha se rascaba el cerebro para acordarse de lo que le había explicado Myoga cuando era un cachorro.
- miren, un sonámbulo es una persona que se va a dormir como todo el mundo, entonces mientras duerme se levanta y… - se interrumpió de su explicación mientras veía a Kohaku, que salía de su cabaña, con los ojos cerrados y los brazos extendidos frente a él.
- eso, eso es un sonámbulo – señalo al preadolescente que caminaba por el claro.
- no, eso es Kohaku – negó Shippo señalando también a su amigo.
- pero es un sonámbulo, ¿Qué no vez que está dormido? – murmuro Inuyasha intentando mantener baja su voz para no despertar a Kohaku.
- ¿está dormido? - pregunto Shippo, saltando para caer en el hombro del exterminador, pero Inuyasha lo pesco de la cola.
- no se te ocurra tocarlo ¿Qué no sabes que es muy peligroso despertar bruscamente a un sonámbulo? – gruño mientras lo colocaba encima del techo de su cabañita, pero justo cuando Shippo estaba por preguntar el motivo Kohaku se acercó y le asesto un coscorrón en la cabeza al kitsune.
- ¡ay! Ahora si no te escapas tú… - gruño molesto mientras arrojaba su trompo gigante, pero Inuyasha se puso en medio y término dando vueltas. Parta cuando termino la ilusión Inuyasha estaba con el ceño peligrosamente fruncido mientras Shippo temblaba de miedo.
- tenías que ser tú, condenado mocoso – gruño Inuyasha enseñándole los dientes.
- es que yo quería pegarle a Kohaku – se excusó Shippo, rezando para que Inuyasha no le reventara la cabeza a coscorrones.
- ay Shippo, ¿Qué no te acaba de decir claramente el señor Inuyasha que es muy peligroso despertar bruscamente a un sonámbulo? – lo regaño también Rin.
- ¡pero él me pego primero! – se quejó el niño frotándose el chipote resultado del coscorrón.
- ¡pues te tienes que aguantar! – gruño Inuyasha, molesto mientras se sacudía la tierra.
- ¿Qué no te estoy diciendo que…? – empezó a regañarlo cuando el puño de Kohaku también se estrelló en su mejilla.
- ¿tú también te tienes que aguantar? – pregunto Shippo mirando como Inuyasha hacia ademanes de querer estrangular a Kohaku.
- sí… - gruño intentando contener sus ganas de golpear al hermano de Sango.
- ¿Por qué Kohaku esta sonámbulo? – volvió a preguntar el kitsune.
- sí… -
- porque si no estuviese sonámbulo no te aguantas, pero no le puedes pegar porque esta sonámbulo, porque… - comenzó a meditar Shippo desesperando a Inuyasha.
- ay ya callate, callate Shippo, que me despiertas – bostezo Kohaku aun con los ojos cerrados y los brazos extendidos.
- ¡ahí está! ¡No que estaba dormido! – grito Shippo señalando acusadoramente a Kohaku.
- ¡está dormido! Pero aun dormidos pueden hablar – rebatió Inuyasha frotándose la quijada, ese mocoso pegaba duro.
- ¡HERMANA! – grito de pronto Kohaku, haciendo que Shippo saltara de la sorpresa.
- ¿ya vez? Incluso pueden gritar – explico Inuyasha intentando sacarse al zorrito de encima de su cabeza.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? – salió corriendo Sango al escuchar el grito de su hermana, Rin señalo al preadolescente.
- o Kami, otra vez esta sonámbulo – murmuro preocupada y luego se acercó amenazante al hanyou y al yokai.
- no se les ocurra despertarlo – les gruño, para luego tomar a Kohaku de los brazos y guiarlo hacia su cabaña. Inuyasha les saco la lengua mientras se alejaban.
- yo mejor me voy a dormir – gruño marchando a grandes zancadas hacia su cabaña.
- yo también – asintió Rin entrando a la suya.
- pues yo también – suspiro Shippo caminando hacia la casa de Miroku.
Si quieren saber que ocurre con el misterio de los platos aparecidos en la cabaña, no dejen de leernos la próxima semana, en este mismo canal y a la misma hora…
