DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son de Hajime Isayama.

ADVERTENCIAS: relación incestuosa. Ship crack. ZekEren. Lemon. Palabras altisonantes. OoC. Au. Yaoi.

Notas al final del capítulo


Título: Agonía.

Pareja principal: Zeke x Eren

Summary: Era su medio hermano. Eren lo sabía muy bien. Y, aun así, no podía evitar que todos esos abrumadores sentimientos se colaran en su interior haciéndolo sentir en una constante, incesante agonía que parecía hundirlo un poquito más cada día.


El lugar no estaba en completo silencio, se podían oír los murmullos bajos de la gente conversando o pidiendo algo para beber, sin embargo, apenas las luces bajaron y solo el escenario quedó iluminado, todo el mundo dejó de hablar, expectante.

Eren se recostó en la pequeña entrada del escenario, cubierta por la cortina roja, exultante, terminando de pintarse los labios, y observó todos esos ojos que estaban posados en la tarima. A la espera de él.

Se ajustó el pequeño sombrero negro sobre su cabeza, la negra malla cubriendo solo un ojo, y acomodó sus guantes.

Sintió una presencia detrás.

—¿Estás borracho, Eren? —susurró Armin detrás.

Eren lo miró por sobre su hombro, sonriendo ampliamente, y le guiñó un ojo.

—Nop —respondió, haciendo estallar la p en sus labios.

—Apestas a alcohol, no puedes salir así —espetó su amigo rubio sin gracia, tomándole el brazo.

Hizo una mueca, soltándose bruscamente.

—No me arruines la noche, Armin —gruñó ya sin rastro de gracia en su voz.

Su amigo se quedó mirándolo unos segundos eternos, su boca apretada en una fina línea casi pálida, buscando algo en su rostro. Y, cuando pareció encontrarlo, solo negó con la cabeza, suspirando.

Los bonitos ojos dorados de Eren, que en ese momento estaban rodeados por delineador negro, estaban vacíos y rotos.

Como cada vez que iba a ese lugar.

—No te tropieces con los tacones —fue lo único que dijo Armin inexpresivamente.

Eren le lanzó un beso coqueto cuando las cortinas se separaron, las luces del escenario bajaron una vez más y solo una lo apuntó mientras sonreía como una muñeca y levantaba un brazo, avanzando con lentitud por el largo escenario, sin fijarse en nadie.

El traje esa noche era precioso: de estilo burlesque, pequeño y ajustado. El corsé del vestido era en forma de corazón, de color rojo intenso y líneas verticales negras, con un pequeño lazo en el centro del pecho, y estaba unido a una minifalda negra y borde rojo que no dejaba absolutamente nada a la imaginación, tan corta que con cada movimiento se podía ver el inicio de la braga de encaje negro que cubría sus partes íntimas.

Y, lo que terminaba de rematar por supuesto el provocador traje, eran esas medias que solo llegaban hasta medio muslo, negras y transparentes, y unos tacones de diez centímetros que estilizaban más su aspecto.

Se sentía como un rey. No, como la reina del mundo.

Sometimes I feel I'm gonna break down and cry,

Nowhere to go, nothing to do with my time…

I get lonely…

So lonely…

Living on my own

(Come on baby)

Movió sus labios como si estuviera cantando la canción apenas escuchó la voz de Freddie Mercury salir de los parlantes del lugar, y movió su cintura sujetándose del tubo de pole dance con el que había practicado en su tiempo libre, cuando necesitaba distraerse un poco.

Sonrió, notando esos ojos devorándolo, violándolo.

Sometimes I feel I'm always walking too fast

(Too lonely…)

And everything is coming, down on me, down on me,

I go crazy…

Oh, so crazy…

Living on my own...

Hizo una pirueta atrevida con el tubo, deslizándose por el suelo con lentitud, sin dejar de menear sus caderas, y notó la primera mano rozando el elástico de su braga. No la alejó, sintiendo el billete que dejó prácticamente en su trasero, y echó la cabeza atrás, la música vibrando en su cuerpo, en su mente.

Dee do de de

Dee do de de

I don't have no time for no monkey business.

Dee do de de

Dee do de de

I get so lonely, lonely, lonely, lonely, yeah…

Got to be some good times ahead.

Se bajó del escenario, girando, sonriendo, el alcohol nublando su mente, pero llevaba tanto tiempo utilizando esos tacones que no iba a tropezar, lo sabía muy bi–

No, en realidad podía resbalar.

Cayó hacia atrás, pero alguien alcanzó a sujetarlo, y soltó una risa escandalosa, lanzando un beso de gracias a la persona que lo atrapó y quien deslizó otro billete en su pecho. Acto seguido, se puso de pie, volviendo a girar, paseándose por el amplio lugar.

Como una reina. Como la perra que era.

No, no debía pensar en eso.

Sometimes I feel nobody gives me no warning

Find my head is always up in the clouds,

In a dream world…

It's not easy…

Living on my own…

My own,

My own…

Agarró una botella de vino, y sin importarle si su jefe lo estaba mirando, la llevó a su boca, bebiendo el contenido, sintiendo las risas, los silbidos, los gritos lascivos.

Era el único amor que conocía. Lo único que lo hacía sentir amado.

No, no lo único.

Debía ahogar sus pensamientos.

Dee do de de (lonely)

Dee do de de (lonely)

I don't have no time for no monkey business

Dee do de de

Dee do de de

I get so lonely, lonely, lonely, lonely, yeah

Got to be some good times ahead

Sentía más y más billetes deslizándose en su ropa, todos reclamando su atención, todos pidiéndole que lo miraran. Pero él no iba a mirar a nadie, no iba a permitir que lo tuvieran.

Dejó la botella sobre la mesa, sentándose súbitamente en uno de los clientes habituales, sin dejar de bailar, de fingir cantar, de ser feliz.

Frotó su polla contra el trasero del hombro, notando como despertaba, y humedeció sus labios juguetonamente.

C'mon baby

Dee do de de

Dee do de de

I don't have no time for no monkey business

Dee do de de

Dee do de de

I get so lonely, lonely, lonely, lonely, yeah

Got to be some good times ahead.

Cuando el hombre hizo amago de agarrarle la cintura –con toda probabilidad, para embestirlo por sobre la ropa– se puso bruscamente de pie, volviendo a girar, las luces que lo apuntaban haciéndolo sentir feliz, eufórico.

Le había mentido a Armin. No estaba borracho.

Estaba más que borracho.

Subió al escenario otra vez, riendo, disfrutándolo.

Yeah baby

Di di di di

Dibby dibby du-wop du-wop

yeah y-y-y-y-y-y-ow-yeah

Living on my own, living on my own

Living on my own, living on my own, wooh

Y mientras se seguía moviendo, mientras seguía comportándose como la puta que era –así como Donna lo llamaba– se fijó quien lo estaba viendo desde la entrada del lugar.

Y no parecía para nada contento.

Le sacó la lengua a Zeke, notando como sus ojos se estrechaban en molestia, y le contestó con una sonrisa burlona, sin dejar de menearse, de sacudir su trasero.

Aunque quería llorar.

¿Qué hacía su medio hermano allí?

Da, day, day, day, day

di, di, di, di, di, di, di

Be-dop, be-dop, be-dop, be-dop

Be-dop, be-dop, be-dop, be-dop

Be-dop, be-dop, be-dop, be-dop

Who!

Hizo un giro y terminó con una reverencia en el momento en que la canción llegó a su fin, recibiendo aplausos, silbidos, más dinero.

Y como todas las veces que iba a allí a hacer su show, se acercó al borde del escenario, dejándose de caer de espaldas, dejando que alguien lo agarrara y lo atrajera a su pecho, en señal de que esa noche, él sería suyo.

Un rubio, guapo hombre lo tenía entre sus brazos, y cuando se disponía para saludarlo con voz seductora, de pronto tuvo que ponerse de pie bruscamente cuando Zeke lo agarró del brazo.

—Nos vamos a casa —gruñó su medio hermano.

Y Eren solo se carcajeó, despidiéndose de los hombres, que los contemplaban con atónito asombro en silencio. Lanzó besos y guiñó los ojos, ignorando el punzante dolor en su muñeca debido al firme agarre de Zeke, que seguía tirando de él.

Salieron al helado aire nocturno, y Eren jadeó por el frío, borrando su sonrisa.

—Su-suéltame —tartamudeó siendo ignorado y arrastrado todavía.

Zeke no le dirigió una mirada, y Eren sintió como su corazón se rompía un poquito más en ese momento.

¿Cuánto tiempo llevaba sin verlo? Semanas. ¿Y tenía que ir a buscarlo allí?

Maldita Donna.

Su medio hermano abrió la compuerta del auto, empujándolo adentro, y cerrando de golpe. Unos segundos después, Zeke ingresó por el lado del piloto, sus ojos relampagueando con molestia.

Hubo un pequeño silencio.

—Si vas a decir algo, dilo ahora —espetó Eren con los dientes castañeando.

El rubio sacó las llaves del auto y Eren lo miró de reojo, admirando–

Desvió la vista.

No debía pensar eso.

—¡Mierda! —se sobresaltó al escuchar la maldición de Zeke—. ¡Mierda, Eren, tienes quince años! —miró al frente, apretando su boca—. ¡Quince malditos años, y estás bebiendo, drogándote y vendiéndote como si fueras–!

—¿Una puta? —sugirió Eren con expresión aburrida—. ¿Donna te dijo que estaba acá? —Zeke no contestó—. Esa perra —siseó en voz baja.

—¡Es tu madre!

—¡No lo es! ¡Mi mamá murió hace diez años, lo sabes bien! ¡Así como sabes también que Donna odia que la llame mamá! —Eren se quitó los tacones, rabioso—. ¡Sabes que para ella no soy más que el bastardo de papá!

Otro silencio entre ellos, y a Eren le empezó a doler la cabeza, recordando la pelea que había tenido con esa estúpida mujer horas antes.

Siempre era así: una pelea grave, palabras hirientes de la mujer hacia él, la única solución para olvidarse de ello era ir allí a follar con alguien.

Un maldito, vicioso círculo enfermo.

Antes no era así, por supuesto.

—Entonces dile a papá cómo te trata mamá —dijo Zeke encendiendo el auto.

Soltó una risotada patética.

—Por favor —se volteó, dándole la espalda—. Papá solo me trajo con ustedes porque se sentía culpable. No me quiso, no me quiere, y no me querrá. Asúmelo, Zeke.

Su medio hermano no dijo nada.

No, antes no había sido así. Porque cuando Donna lo hacía sentir mal, cuando lo hacía llorar, siempre había tenido a Zeke a su lado, quien lo abrazaba hasta que caía dormido, diciéndole lo mucho que lo quería. A él. Al bastardo de la familia. A su medio hermano.

Pero entonces, Zeke se había ido a la universidad, y las cosas empeoraron con Donna. Y ya no tenía a nadie con quién hablar, y ese cabaret… ese lugar había sido su pequeño escape.

Y Zeke lo había descubierto. De seguro debía sentir asco en ese momento.

Es mejor así, se consoló. Prefiero que sienta asco por eso a que sienta asco por lo que siento. Compartimos sangre.

Se dio cuenta de que no estaban yendo a su casa.

—¿Dónde vamos? —susurró enderezándose.

—No te llevaré a casa en este estado —contestó Zeke tranquilamente.

Hubo una pequeña pausa.

—Oh, Donna no quiere verme llegar así —dijo Eren burlón. El silencio de su medio hermano fue suficiente para él, y bufó—. ¿Papá está en casa? Eso explicaría porque Donna no quiere que llegue y la acuse con papá.

—Estás drogado, ebrio, vestido de esa forma —señaló el rubio—. ¿Realmente quieres que papá te vea así?

—Claro que sí —respondió seriamente—. Así quizás logre que a Donna le dé un infarto y se muera de una maldita vez —observó cómo Zeke apretaba sus manos sobre el volante, notando entonces lo que había dicho—. Oh. Lo siento.

Pero en realidad no lo sentía.

—Olvidé que era tu madre y a ti si te trata bien —agregó con un pequeño borde filoso en su voz.

No sabía por qué estaba actuando así, de esa forma, siendo tan cruel, tan hiriente, tan… tan celoso.

—¿Fumaste marihuana? —preguntó Zeke frunciendo el ceño, mirándolo de reojo.

—Y no tuve que pagar en dinero —hizo un gesto obsceno con su boca, dando a entender lo que había hecho, y luego soltó una risa fuerte.

Oyó el suspiro de su medio hermano.

—Eso lo explica —murmuró Zeke.

Le sacó la lengua, quitándose los guantes.

—Entonces, ¿interrumpí tu noche de estudios? —preguntó Eren de pronto.

Zeke negó con la cabeza y no agregó algo más.

Eren tampoco hizo esfuerzo alguno en continuar con la conversación.

Se sentía cansado, abrumado, roto, odiando que su medio hermano lo hubiera visto allí. ¿Cómo había descubierto su secreto, en primer lugar?

De seguro se había acostado con alguno de sus amigos la semana pasada y le fue con la historia de que tiró con su hermanito menor.

Hermanito menor.

La furia ardió dentro de él. Nunca sería visto por Zeke más que como el problemático, bastardo hermano menor.

Zeke estacionó el auto fuera del edificio donde estaba viviendo y que su papá pagaba para luego mirarlo, enarcando una ceja. Con cuidado, le puso su abrigo encima.

Eren miró la prenda con el ceño fruncido.

—Te dará frío cuando salgamos —explicó Zeke.

—No seas mentiroso —espetó Eren—. Te da vergüenza que tu conserje me vea así.

—Dios, ¿por qué andas tan agresivo hoy? —se quejó Zeke—. No nos hemos visto en semanas, Eren.

—¡No quería verte!

Se arrepintió de sus palabras apenas salieron de su boca. Al notar la mirada herida que Zeke le dirigió.

Ódiame. Ódiame, por favor. Ódiame así como yo me odio.

Se puso el abrigo con rapidez, abrochándolo, cubriendo el vestido, y salió del auto sin ponerse los tacos, sintiendo la presencia de su hermano detrás. Bajó la vista cuando entraron; por último, podía ser confundido con una mujer ya que llevaba el maquillaje encima y ese estúpido sombrero.

El conserje no dijo nada, solo saludó a Zeke, y Eren entró con rapidez al ascensor.

Las puertas se cerraron, quedando en un incómodo silencio.

Eren observó a su medio hermano de reojo, suspirando en el interior. Suspirando porque esa camisa azul le quedaba bastante bien, porque llevaba su desordenado cabello rubio atado en una coleta baja, porque sus ojos azules parecían refulgir por detrás de sus lentes y porque esa naciente barba lo hacía ver más caliente que nunca.

No se parecían en nada, absolutamente nada. Zeke había salido completamente a Donna: rubio, pálido y con ojos azules. Y él había salido a su madre: moreno, castaño, de ojos dorados. Solo sus apellidos los delataban como hermanos.

Lenta, temblorosamente, se acercó a Zeke y lo abrazó por el costado, deslizando sus manos por su cintura, y el brazo derecho de su hermano se movió, pasándolo por su espalda, apegándolo, acariciándolo.

—Lo siento —murmuró sin mirarlo, viendo los números pasar.

—Está bien, Eren —respondió—. No es tu culpa.

¿Por qué eres tan bueno? ¿Por qué tú no me tratas mal?

¿Por qué no me amas?

—Es culpa de papá —prosiguió Zeke sin soltarlo—, tú no tienes la culpa de nada.

Las puertas del ascensor se abrieron, y ambos salieron, Zeke soltándolo y él alejándose a regañadientes. Lo siguió, silenciosamente, hasta que entró al departamento que su padre le había comprado el día que se fue de casa. Con lentitud, cansado, Eren se quitó el abrigo para luego girarse, siendo sorprendido de pronto por el flash de una cámara.

Parpadeó mientras Zeke bajaba su cámara fotográfica, sonriendo de lado.

—Sonará raro, pero… —Zeke pareció vacilar un momento—, el traje te queda bien.

Todo su interior pareció temblar con lo que acababa de decir.

—No seas idiota —farfulló enrojeciendo.

Zeke se rió con suavidad.

—La canción que estabas… bailando —dijo de pronto—. Freddie Mercury, ¿no es así? Eren, elegiste una canción horrible.

—Tiene buen ritmo —se defendió Eren antes de que Zeke le sacara otra foto.

—Claro que sí, es Freddie Mercury —respondió su medio hermano—. Pero… A veces siento que estoy por colapsar y llorar, sin ningún lugar a dónde ir, nada en qué ocupar mi tiempo, me siento solo, muy solo, atrapado en mí.

Eren apretó sus manos en puños, bajando la vista.

No hubo palabras entre ellos por varios minutos.

—Si te sentías solo, ¿por qué no me lo dijiste, Eren? —preguntó Zeke—. Somos hermanos.

—No quería molestarte —mintió Eren.

—No me molestas, Eren —no respondió y escuchó el suspiro de cansancio de Zeke—. Gira, la foto de espaldas.

Resopló.

—¿Acaso me estoy convirtiendo en tu musa o qué? —bufó recordando por algún motivo a su hermano sacándole fotos a todo lo que le llamara la atención, teniendo una bonita colección de fotografías bastante llamativas.

Se apoyó en la pared, esperando sentir el flash de la cámara que no llegó.

Atónito, miró por sobre su hombro, notando los ojos de su hermano en su espalda.

Su ceño fruncido.

Jadeó, girándose de golpe, cubriendo su espalda.

Por la oscuridad del cabaret, probablemente nadie lo había notado demasiado bien, pero Zeke siempre había sido…

—¿Mamá te volvió a golpear?

Tragó saliva, nervioso, desviando la vista.

—¿Por qué pelearon? —Zeke dejó la cámara sobre la mesita del comedor—. Eren, ¿mamá te está pegando otra vez?

—Me pegué con la puerta —volvió a mentir, acostumbrado a no decir la verdad.

Zeke se quedó quieto un momento, y de pronto lo tomó del brazo con fuerza, arrastrándolo sorpresivamente hacia la cocina.

—¡Oye! —se quejó Eren atónito, sin saber qué pretendía.

Lo notó demasiado tarde.

Zeke echó a correr el agua del lavaplatos y antes de que pudiera alejarse, mojó su mano suelta para luego pasarla por su rostro con fuerza.

Con toda probabilidad, ahora parecía un mapache.

—¡Zeke! —protestó.

—¡Tienes la mejilla morada!

Cubrió su mejilla izquierda, recordando la bofetada que Donna le había dado en la tarde.

—Me peleé con Jean —respondió duramente.

Zeke no le creía nada, era cosa de verlo.

—La ropa, Eren —gruñó sin lugar a réplicas.

Eren se sentía humillado a más no poder.

—No —susurró.

—¡La ropa!

Se estremeció ante su tono exigente, duro.

Enrojecido, sintiendo el agua caer por su rostro –¿agua? ¿O llanto?– desató el nudo de su vestido, detrás de su cuello, y lo deslizó por su cuerpo, quedando prácticamente desnudo ante los ojos de Zeke. Si no hubiera sido por las bragas pequeñas y las medias negras.

Pero no se sentía avergonzando por ello, sino porque–

—¿Te rompió algo?

Sabía que Zeke estaba mirando su costado, morado. Su estómago, con marcas rojas por los golpes con el cinturón. Y su espalda estaba igual o peor. Lo sabía.

—No —contestó—. Sabes que Donna es cuidadosa con eso.

Claro que Zeke lo sabía muy bien. Su hermano lo había protegido, lo había defendido, cuando Donna levantaba la mano para golpearlo. Pero eso era cuando él estaba en casa, cuando vivía con ellos.

Ahora que no estaba, los golpes habían aumentado.

Y no le dijo nada a Zeke.

—¿Por qué pelearon?

Eren mordió su labio inferior, sin levantar un poco la vista.

—Le dije que era gay —respondió en voz baja—, y no le hizo gracia —hizo una pausa pequeña—. Dijo que… que esto me enseñaría. A no ser un marica. A ser correcto. Como tú.

Levantó el rostro, chocando con los azules ojos de Zeke, y algo pareció quebrarse dentro de él.

Algo pareció romperse en cientos, miles de pedacitos, como un jarrón que botó al suelo.

—Te amo —jadeó con la voz rota—. Te amo, Zeke. Y…

No pudo seguir.

Volvió a mirar al suelo.

Porque esas fueron las palabras que hicieron que su medio hermano se fuera, dejándolo solo, abandonado a su suerte, con la excusa de que si se alejaban, si pasaban un tiempo lejos del otro, aquellos sucios, enfermos sentimientos desaparecerían.

El corazón de Eren se había roto esa tarde, con las palabras de su hermano mayor.

—No me importa si eres mi medio hermano —gimió en voz baja—. No me importa nada. Te amo.

—Somos hermanos —respondió duramente Zeke.

—Medios hermanos —corrigió Eren—. No me importa.

—Si nuestros papás–

—¡No me importa! —se abrazó a sí mismo, queriendo cubrirse, queriendo lucir entero, digno, pero era imposible en esa situación—. Por favor, Zeke…

—No puedo… —Zeke negó con la cabeza—. Eres mi hermanito menor. Se supone que debo protegerte, no…

Eren dio unos pasos, notando entonces que, en ese momento, Zeke lo estaba mirando. Lo estaba devorando con los ojos.

Y a él no le importaba eso.

—Me amas —se atrevió a decir dando otros pasos más.

—Por supuesto, eres mi hermano.

Hizo una mueca, alcanzándolo, y le tomó la mano. Era más bajo que Zeke, más delgado, pero aun así, en ese momento, no lo iba a soltar por nada del mundo.

—Me deseas —dijo en voz baja—, así como yo te deseo.

Zeke lo miró unos segundos en silencio.

—Sigues siendo mi hermano —insistió suavemente.

—Te dije que no me importa —Eren entrecerró los ojos—. Hace… hace dos años nos besamos y no me alejaste.

—Fue un error.

Pudo ver el arrepentimiento en los ojos de su medio hermano cuando terminó de decir eso, y sintió su labio temblar por lo que había dicho.

Antes de alejarse por completo, antes de buscar algún lugar oscuro donde sumirse en el dolor, en la agonía que sentía en su interior, Zeke lo atrajo brutalmente, chocando su boca con la suya, pegando su casi desnudo cuerpo contra el de él, y Eren jadeó producto de la sorpresa.

Gimoteó al sentir las callosas, fuertes manos de Zeke deslizándose por su cintura, y permitió que su lengua se metiera en su boca, intensificando el beso, reclamándolo como suyo, suyo, suyo

Pasó sus manos por el cuello de su medio hermano, y Zeke dejó de besarlo, sus labios deslizándose por su mejilla.

—Esto no está bien —murmuró Zeke sin alejarlo.

—No —farfulló Eren con la voz temblando.

Volvió a gemir al sentir los dientes de su medio hermano mordiendo en su cuello.

—Te veías precioso con ese traje —gruñó Zeke—, pero te ves mejor desnudo.

Enrojeció, ocultando su rostro en el hombro del mayor, y un poco avergonzado se frotó contra la entrepierna del rubio.

Lo podía sentir. Lo quería sentir.

A la mierda la sangre. A la mierda esa supuesta relación fraternal que deberían tener. A la mierda todo.

A Eren no le importaba. Y si a Zeke tampoco lo hacía…

—Por favor —jadeó alejando su rostro—. Tómame. Por favor, Zeke.

Su hermano le devolvió la mirada, sus ojos nublados por el placer.

—No le diremos a nadie —dijo Zeke con la voz ronca—. Será… nuestro secreto.

Eren quería decir algo, agregar unas palabras, pero el rubio volvió a besarlo bruscamente, callándolo, haciendo que no pudiera pensar con claridad. Haciendo que su corazón pareciera estallar por todo lo que estaba sintiendo en ese preciso, exacto momento.

A trompicones, apenas separándose del otro, comenzaron a caminar por el pasillo, el mayor llevándolo hacia su habitación a oscuras, sin dejar de besarlo, de acariciar su cuerpo con sus labios.

Eren podía sentir que estaba a punto de morir. Y no le importaba. No realmente. No si tenía a Zeke a su lado.

Cayó sobre la cama, las manos de su medio hermano comenzando a acariciarle las piernas, subiendo, enviando escalofríos por todo su cuerpo.

—Me debería sentir horrible —gruñó Zeke sobre él, tomando aire, unos sueltos mechones rubios sobre su rostro—. No debería estar haciendo esto contigo.

Eren mordió su labio inferior, tocando con suavidad los hombros de Zeke, sin alejarlo, sin hacer movimiento alguno.

—Quiero hacerlo —aseguró Eren con calma, acariciando ahora la mandíbula de su medio hermano—, pero si tú no quieres, Zeke, lo entenderé. Lo entenderé, y te pediré que me dejes ir, que… que nunca más nos volvamos a ver. Porque si te sigo viendo, moriré un poquito más cada día.

Volvieron a mirarse a los ojos, solo oyéndose las respiraciones en la oscura habitación.

Lentamente, Zeke comenzó a besarle el cuello.

—Dije que me debería sentir horrible —murmuró contra su piel, sus manos jugueteando con el borde de las bragas—, pero no dije que me sentía así. Hasta el final, Eren.

Y esas cuatro palabras fueron una especie de promesa para él.

Echó su cuello atrás, abriendo sus piernas, dejando que su medio hermano se acomodará entre ellas, frotándose, y un gemido bajo escapó de su boca al sentir los dientes de Zeke alrededor de un pezón, chupando, tirando, enviando escalofríos por toda su espina dorsal.

Sus dedos se enredaron en el cabello de Zeke, boqueando en busca de aire, y gimoteó cuando su medio hermano hizo a un lado la tela de la braga, liberando levemente su miembro.

—Quiero… quiero chupártela —jadeó Eren.

Los labios de Zeke acariciaron su barbilla.

—En otro momento —prometió con la voz ronca—. Ahora no.

Sollozó como un niño pequeño, como si le hubieran negado un dulce, y Zeke solo se rió con diversión.

Vio como Eren se tensaba al sentir sus dedos acariciando superficialmente su agujero.

—Sabes que… luego de esto, las cosas entre nosotros van a cambiar, Eren —murmuró Zeke mirándolo a los ojos.

El castaño mordió su mejilla por dentro, acariciando el rostro de su medio hermano, sintiendo la barba naciente, mirándolo a esos intensos ojos azules que lo observaban con cariño.

—Está bien —susurró—. Siempre he sido tuyo, de nadie más. Quiero serlo por completo. Quiero que seas mío. Quiero que nos pertenezcamos.

Zeke asintió, besándolo una vez más, y al alejarse, acercó su mano a la boca de Eren. El menor, comprendiendo enseguida lo que quería, chupó los dedos de su medio hermano, ansioso, desesperado por sentirlo, por tenerlo.

Cuando Zeke sintió que era suficiente, volvió a acariciar su agujero por fuera. Luego, presionó el primer dedo.

Observó la mueca de Eren.

—Mierda, no he estado…

—No se te ocurra decir algo así —le interrumpió Zeke celosamente—. No quiero imaginarte con otra persona que no sea yo.

El castaño observó los ojos feroces de su medio hermano, estrechos y exigentes, y asintió bajando la vista, sintiendo sus mejillas calientes.

Zeke lo besó con fuerza otra vez, sin quitar el dedo, hundiéndolo más en el caliente, apretado interior de Eren, oyendo su gemido gutural que escapó de su garganta.

—Tú eres el único —lloriqueó Eren al sentir otro dedo hurgando dentro de él, tratando de relajarse, de ahogar el lío en su mente—. El único al que quiero.

Zeke mordió su cuello suavemente, arrancándole un gemido más, y Eren, entre jadeos, tiró del rostro de su medio hermano para besarlo brutalmente, lengua y dientes chocando, un juego para ver quien dominaba al otro en ese momento.

Se convirtieron en un manojo de roces, de sudor, de jadeos, de saliva, mordidas y besos.

Eren tuvo que admitir su derrota al alejarse para tomar un poco de aire para gemir al sentir un tercer dedo.

—A la mierda papá y mamá —gruñó Zeke al ver el rostro sonrojado de su hermanito menor, sintiendo como enviaba al tacho de basura el último resquicio de autocontrol que le quedaba—. Tú eres lo único que quiero.

El castaño quiso decir algo más, agregar unas palabras, pero entonces el rubio movió sus dedos dentro de él, y jadeó sonoramente.

—Ngh… Ze-eke… —sollozó Eren—. A ti… tú… tu polla… de-dentro de mí, por favor…

Escuchó el gruñido que soltó y sonrió temblorosamente, deslizando ahora sus manos por el pantalón de su hermano, notando el bulto entre sus piernas.

Ronroneó al sentir otra embestida en su interior, y con las manos tiritando, bajó el cierre del pantalón de Zeke, ansioso por tenerlo dentro de su agujero.

Zeke lo ayudó con su mano libre, bajando el pantalón seguido de su ropa interior, y los ojos de Eren se abrieron un poco.

—No entrará —jadeó con la voz temblorosa.

Zeke enarcó una ceja con una sonrisa petulante, sin dejar de mover sus dedos dentro de su ano.

—¿Quieres apostar? —dijo con desafío.

—No —Eren cubrió su rostro con sus manos, avergonzado—. Estoy nervioso. Estoy… —un chillido escapó cuando de pronto Zeke quitó sus dedos de su interior—. ¡No… no tan de pronto, Zeke! —protestó mirándolo por entre sus dedos—. Tengo miedo —balbuceó.

—Mierda, Eren, se supone que no eres virgen —protestó Zeke mientras acomodaba su miembro ya erecto contra el agujero de su hermanito.

—Sí, pero… —el chico mordió su labio inferior—. Esto es… dis– ¡AAAAAAH!

Eren arqueó su espalda al sentir como Zeke entraba en su interior de golpe, bruscamente, estremeciéndolo, corrientes eléctricas recorriendo todo su cuerpo.

Zeke levantó una de sus piernas, poniéndola sobre su hombro, y Eren jadeó otra vez.

—¡Eres… ngh… el peor…! —gimió.

—Eres apretado —dijo Zeke en cambio, sonriendo de lado, viendo cómo Eren se ruborizaba—. Apretado y caliente.

—¡Cállate! —balbuceó el castaño.

—¿Ahora estás avergonzado? —Zeke resopló—. Bailaste casi desnudo frente a un montón de hombres, Eren.

—Eso es… es distinto —Eren ocultó su rostro entre las sábanas—. Es distinto si tú me ves. No quiero… no quiero decepcionarte.

Hubo un pequeño silencio en la habitación, y Eren temió haberlo arruinado. Haber dicho algo demasiado… revelador.

—Jamás podrías decepcionarme, Eren.

No levantó la vista, solo asintió en silencio, apretando la sábana bajo él con una mano.

—Oye, mírame. Me gusta mirarte.

Podía sentir el calor subiendo con más intensidad a su rostro, pero simplemente negó con la cabeza, sin saber en realidad cómo reaccionar.

Zeke siempre había sido más de acciones que de palabras, por lo que, soltando otro bufido, embistió a Eren para tratar de llamar su atención.

Eren gimió, aferrándose con más fuerza a la pobre sábana, y Zeke volvió a empujar en su interior, estremeciéndolo cuando golpeó en su próstata y un escalofrío lo recorrió de arriba hacia abajo.

Antes de que pudiera hacer algo, Zeke acarició el miembro erecto de su hermano, acariciándolo con suavidad, y Eren gimió en voz alta.

—Zeke… —sollozó sin levantar su rostro.

—Mírame, Eren —susurró su hermano mayor.

Eren vaciló un momento para luego mostrar su cara, totalmente ruborizada, sus ojos llorosos, su boca entreabierta en un jadeo mudo, un poco de saliva escurriendo de la comisura de sus labios.

—Hermoso —murmuró Zeke antes de volver a besarlo y no soltarlo por el resto de la noche.

Y a Eren no le importaba. Zeke podía dejarlo encerrado para siempre, y él lo aceptaría, siempre y cuando nunca lo dejara.

Nunca lo dejara caer.


¿Cómo habían acabado así?

Eren recostó su cabeza contra el pecho desnudo de su hermano mayor, acurrucándose a su lado, tranquilizándose con las caricias que Zeke le daba en su cuello.

Eran hermanos. Medios hermanos. Compartían sangre. Compartían padre.

—No le des vueltas al asunto —dijo Zeke de pronto, adivinando sus pensamientos—. Lo hecho, hecho está. No te arrepientas de tus acciones, Eren.

—No lo hago —Eren levantó la mirada, chocando con los ojos de su medio hermano—. Jamás me arrepentiría de lo que hice contigo. Temo si… si papá o Donna se enteran.

—Si se enteran —respondió Zeke—, nos tendremos el uno al otro.

Asintió, tranquilo, y besó con suavidad a su hermano.

Mientras se tuvieran el uno al otro, entonces, no importaba lo demás. Eso era algo que ambos tenían claro.


No entiendo por qué me salen cosas llenas de fluff cuando yo no soy así. Algo me está pasando.

No conozco muy bien la personalidad de Zeke para poder trabajar con ella *llora* Seguiré shipeando a estos dos aun así.

La canción mencionada es de Freddie Mercury, Living on my Own. Tiene dos versiones: la original, de 1985, y el remix, de 1993. Cualquiera de las dos versiones sirve. La letra es realmente triste a pesar del ritmo pegajoso.

Eh... como mencioné en el summary de la historia, serán simples oneshots independientes entre sí con mi lindo bebito de pasiva *suspira* Decidí iniciar con este ZekEren. El siguiente será RiRen. Ya lo tengo pensado. Las advertencias de cada oneshot vendrán en el interior de la historia. Acepto sugerencias, por supuesto, de cualquier pareja si tienen a Eren de pasiva excepto GrishaxEren o MaleMikasa/cualquier personaje femenino en su versión masculina x Eren y eso sería (?) Veo siempre a mi bebé con todo el mundo *otro suspiro* Ahora, si quieres a una Annie con un arnés follándose a Eren, bueno, podría pensarlo :v Okno xD Ignoren eso último.

He andado desaparecida, lo sé. La actualización de Under Pressure se viene esta semana, lo prometo. Ha sido un mes de mierda y todavía me quedan otras dos semanas horribles de eso. Luego, la situación se regularizará y espero actualizar pronto mis otras historias, también.

Las peticiones que me hicieron algunas personas hace varias semanas atrás no estarán aquí.

¿Algo más? Viva Eren pasiva.

Quizás me haga alguna página. Ya tengo una, en realidad, pero no la uso para nada, lol, y llegué a los 602 MG ayer :v xD Quizás la utilice más adelante, si me animo.

Besos.

Cotota~