Go, go, Mystrade gooooo! (música de los Power Rangers de fondo)

Sigo siendo defensora oficial de esta pareja... Así que aquí voy con este fic. No quiero enrollarme esta vez, así que... Lo de siempre. Los personajes no me pertenecen, no gano nada con esto y bueno, contiene slash (¿qué fic basado en esta serie no lo tiene?).

Esta vez he decidido hacer capítulos... Así es más llevadero para mí la parte del drama. Odio escribir dramas, pero bueno. Son cuatro capis, de extensión variada.

Espero que os guste, y va dedicado a tooooooodos los fans de esta pareja... Que aunque no lo parezca, no somos pocos (o eso quiero creer XD).


CITA A CIEGAS

La cita

Decir que Gregory Lestrade estaba nervioso era decir poco. Allí, sentado solo en ese restaurante tan romántico, se sentía ridículo. Ridículo, avergonzado, nervioso, histérico... Y mierda, encima había empezado a sudar exageradamente.

¿Quién le mandaba a él hacer caso a Sherlock? ¿Cómo se había permitido llegar a ese extremo? Sólo sentía cierto consuelo al saber que quien le había buscado una cita no había sido él, sino John – difícilmente Sherlock habría podido, sobretodo teniendo en cuenta su falta de amigos.

Porqué sí. Allí estaba el detective inspector, a sus 38 años, divorciado, con una hija y un perro esperándole en casa, en una cita a ciegas. Es más, en una cita a ciegas con otro hombre. Él nunca se hubiera esperado algo así, pero después de que descubriera, de una forma demasiado gráfica para su gusto, el tipo de relación que mantenían el detective consultor y el médico... Se había sentido demasiado curioso hacia... Bueno, hacia otros hombres. Y aquello que podría hacer con ellos.

Sabía que era un poco de locos, pero después de aquello empezó a recordar su época de adolescente, su relación con algunos chicos y... Algunos sueños que había decidido eliminar de su memoria "para su propio bien". Ahora era un adulto, y quería comprobar si aquello que sentía era pura curiosidad o algo más, y Sherlock, después de deducir – nunca se lo hubiera contado – su problema, había decidido ayudarlo.

Así había terminado allí. No se sentía lo suficientemente capaz de ir a un bar gay a "probar suerte" (como le había sugerido John) y lo de la cita a ciegas había sonado bastante bien en su cabeza... Aunque ahora se arrepentía enormemente. El restaurante estaba lleno y encima había los camareros, los cocineros, el metre... Demasiados espectadores para ver su humillación.

- Buenas noches, ¿Gregory? - dijo una voz a sus espaldas. Se tensó y se levantó con demasiada brusquedad, para luego girarse y saludar a su supuesta cita. Cuando lo hizo se quedó de piedra.

- ¿Mycroft? ¿Qué haces aquí?

- ¿Ser tu cita? - dijo divertido por la reacción del policía. Después de eso tomó asiento. A Greg le costó procesar todo aquello, pero después de estar de pie unos dos minutos, como un tonto, se sentó también.

- ¿Es una broma? En serio, ¿qué haces aquí? - dijo con algo de enfado. ¡Aquello era más humillante de lo que se esperaba!

- Yo... Bueno, oí a mi querido hermano y al doctor hablando de todo esto, y me dio la sensación de que no estabas muy de acuerdo con lo de tener una cita a ciegas.

- ¿Y has venido a burlarte? - preguntó con sospecha.

- ¡No! ¡Claro que no! - respondió demasiado fuerte Mycroft. Se dio cuenta y un pequeño sonrojo se tiñó en su cara. Tosió, para modular su voz, mientras Lestrade lo miraba extrañado. El mayor de los Holmes no se comportaba como siempre. - Simplemente... Pensé que podría ahorrarte todo esto y que, a la vez, podríamos pasar un agradable rato juntos.

- ¿Quieres ser mi cita? - se sorprendió, no creyéndolo del todo. - No seas ridículo – añadió para sentirse un poco mejor consigo mismo. Se arrepintió al momento, al ver el atisbo de dolor y ofensa en la mirada del más joven, pero que pronto desapareció.

- Tómatelo como un entreno, detective inspector. Piensa que soy esa cita que esperabas. Te serviré para mejorar posibles errores que cometas. Te ayudaré, para eso están los amigos, ¿no? - Greg asintió, y prefirió guardarse para él el hecho de que le sería mucho más placentero que fuera una cita de verdad.

Sinceramente, las cosas siguieron algo tensas durante un buen rato, pero cuando el camarero le tiró la ensalada por encima de Mycroft la tensión se aligeró, pudiendo disfrutar juntos de la cena. Charlaron, como lo hacen los amigos de toda la vida, de todo un poco. A Greg le encantó el sentido del humor de Mycroft, en cierto modo ácido, y como conseguía insultar a su hermano sin decir ni una palabra malsonante. Se vio totalmente cautivado por su porte, sus buenas maneras y su hablar acompasado y tranquilo, A Mycroft le encantó el como reía Gregory, lo mucho que gesticulaba y su sinceridad extrema. En como su cara expresaba todo aquello que pensaba, mucho antes de decirlo. Se tuvo que reconocer, a él mismo, que como había sospechado ese hombre le gustaba mucho, había merecido la pena el tanto insistir a Sherlock y al doctor Watson de que le dejaran a él ser su cita.

Las personas que estaban en el restaurante se fueron yendo, viniendo otras a ocupar su lugar, hasta que no fue así, y se encontraron ambos quedándose solos. Los del restaurante, al cabo de poco, les anunciaron su cierre, y les pidieron que abandonaran el local de forma educada. Ambos se miraron sorprendidos, al ver la hora que era y lo rápido que había pasado el tiempo.

Al salir Greg pensó que a Mycroft le esperaría ya su coche negro – hacía ya más de año y medio que conocía al hombre (pese a que no habían hablado mucho) -, pero no fue así. El más alto empezó a andar, en dirección a casa del policía, y Greg lo siguió sin decir nada al respecto. Charlaron todo el camino, pero al girar la esquina de la calle donde vivía Lestrade, Mycroft se paró.

- ¿Mycroft? Mi casa es por aquí – dijo señalando la dirección.

- Lo sé. Creo que es el momento de despedirnos – dijo sonriendo. Era esa sonrisa política que tanto había intrigado a Greg des del momento que lo conoció... Queriendo saber qué había detrás realmente de ésta.

- Ah, claro – le sonrió de vuelta, él sinceramente.

- Un placer haber sido... Tu cita falsa hoy, Gregory.

- Ah, sí, falsa... Claro. Ha ido bastante bien, ¿no? - dijo, intentando que no se notara en su voz el dolor que había sentido en ese momento. Cita falsa...

- Sí, muy bien – sonrió esta vez sinceramente. Soñadoramente casi diría.

- Las primeras citas... - empezó a comentar Greg, intentando autoinfundirse valor para lo que iba a decir, y deseando no ser estrepitosamente humillado por ello. Al menos no había posible público esta vez - ¿no terminan con un beso en el portal de la chica? - se sonrojó en extremo. Mycroft lo miró sorprendido.

- Las heterosexuales en las películas supongo que sí – respondió casi automáticamente.

- Tienes razón, sí... - ¡Dios, que había hecho! - No creo que ninguno de los dos sea una chica jajaja - ¡Se quería morir! ¡De verdad que quería! Que alguien lo matara... O lo haría él al llegar a casa. Estaba más que claro que Mycroft no quería... Bueno, que no había sentido nada en esa "cita".

- Desearía... - interrumpió Mycroft sus pensamientos. Greg lo miró, con terribles ganas de irse de allí, pero curioso por lo que tenía que decir el otro hombre – Desearía que lo fuera, Gregory. Una cita de verdad, y heterosexual, para poder besarte justo en este momento. O en tu portal. O en tu casa. - El más alto se veía terriblemente avergonzado de su propio deseo, pero aquello había sonado tan maravillosamente para Greg...

- Yo también, Mycroft.

Se miraron largamente, hasta que el policía hizo el primer movimiento. Acercó su mano a la mejilla del más alto y vio como éste cerraba los ojos y suspiraba con satisfacción. Un escalofrío le recorrió el cuerpo por su reacción, y le animó a acercarse aún más a él. A elevarse un poco – poniéndose un poco de puntillas – para darle ese beso que ambos claramente deseaban.

Nada más hacer contacto sus labios, Mycroft gruñó de satisfacción y envolvió con sus brazos al más bajo, acercándole del todo a él y uniendo también sus cuerpos, no sólo sus labios.

Besar a un hombre es diferente, pensó Greg, como pensó también que la sensación de dos cuerpos juntos (de un hombre contra una mujer, o de dos hombres) también era distinta. Las mujeres con las que se había besado siempre habían sido más bajas que él, eran en cierto modo delicadas, suaves al tacto y blandas. Mycroft era todo lo contrario. Era demandante en el beso, su cuerpo era duro – como el suyo – y obviamente era más alto que él. Lo agarraba con fuerza y deseo. Gregory se sorprendió sintiéndose extremadamente a gusto con ello. Que alguien lo quisiera como suyo tal y como estaba sintiendo que quería Mycroft lo hacían sentirse deseado, muy deseado, y eso le excitaba.

Intentó pensar en otra cosa, más aún cuando notó que una parte de su cuerpo se endurecía de forma poco propia por la situación – una primera cita, un primer beso -. Mycroft lo notó, y con un movimiento muy certero apretó una parte muy concreta de su propia anatomía contra el bajo estomago del policía, para hacerle ver que él estaba en la misma situación. Que no se tenía que avergonzar de nada. Que eran iguales. Que también lo deseaba.

- ¿Está tu hija? - le preguntó Mycroft después de romper el beso, pero sin soltarlo. Sonrojado y mirándole con deseo.

- No, pero tengo perro.

- No me importa.

- A mí tampoco.

Se besaron otra vez antes de dirigirse a la casa, agarrados de la mano, casi corriendo.


Fin de La cita.

Bueeeeeeeeeeeno... Espero que os haya gustado el primer capi.

En nada (pasado mañana o al día siguiente) os pongo el capítulo 2, que ya lo tengo escrito :D

Los otros dos aún no, pero estoy en ello, y visto mi ritmo de últimamente no tardaré en hacerlo :D

Si me dejáis algún comentario me haréis muy feliz :P (más que nada para saber si alguien se lee esto XD)

Riku Lupin