Una joven pelirroja avanzaba por los pasillos del cuartel sin tener muy claro a dónde ir. Un superior le había dicho que tenía que ir a los laboratorios a pedir unos resultados, pero se le había olvidado comentar dónde estaban exactamente los laboratorios. Por suerte o por desgracia al no haber hecho amigos todavía las horas de comida las empleaba en obtener información básica; quiénes eran los cargos importantes, dónde estaban situados los lugares más interesantes y en una de esas conversaciones escuchó que el acceso a los laboratorios era horrible "¿Para qué tener que bajar al fondo del todo para luego tener que volver a subir?" le había escuchado decir a un oficial, aunque no lo dijo en voz alta ella ya suponía la respuesta "El complejo de los laboratorios está preparado para cerrarse herméticamente si sucede algo malo, y si tuvieran muchas puertas sería más difícil de controlar" Los ascensores eran de libre uso a todos las personas pertenecientes a la marina por lo que se subió a uno y pulsó el botón más bajo. La gente se subía en una planta y se bajaba dos o tres más tarde pero a ella le parecía que llevaba ahí siglos... ¿Iba a morir en un triste ascensor sin darle a Law en mensaje de Corazón? Un sonido agudo y un pequeño golpe del ascensor le hicieron saber que había llegado a su destino. Un pasillo que en algún momento del pasado era totalmente blanco se extendía en la lejanía, las paredes de un tono parecido al blanco tenían manchas de humedad. Tomó aire y empezó a avanzar por aquel pasillo. Conforme avanzaba cada vez había más humedad, las manchas habían pasado a ser ecosistemas donde se podían ver incluso pequeñas raíces y hacía más frío, un frío anormal. Le daba escalofríos, quizás fuera por culpa de algún usuario y por eso le desagradaba tanto. Finalmente llegó ante la gran puerta metálica, decir que era grande se quedaba corto, tenía el tamaño suficiente como para poder meter un barco pequeño si se quería, miró alrededor en busca de algún tipo de botón para poder pasar. No había nada, era una plancha metálica lisa, lo único que sobresalía eran tornillos de sujeción y de golpe reparó en ella, era una luz roja que daba vueltas parecía algún tipo de señal, pero no sabía el qué. Necesitaba volver con esos resultados y no sabía cómo entrar, pero tampoco quería tener que subir en el ascensor y volver a bajar, por lo que se sentó en el suelo, a esperar a ver si alguien salía o entraba.

Ya estaba empezando a dar cabezadas cuando escuchó la puerta abrirse, un hombre de pelo blanco y con una cicatriz en la cara la miraba con cara de duda "¿Te encuentras bien? No sabía si despertarte o no, de hecho no se qué hacías ahí" Blue bajó la cabeza avergonzada

-No sabía cómo entrar, pero no quería volver a tener que subir en el ascensor a preguntar, asique decidí quedarme en la puerta a que alguien la abriera... Total, tampoco tengo muchas cosas que hacer - El hombre no pudo evitar soltar una carcajada, pero no era de burla lo cierto era que la lógica de la niña le había hecho gracia - No es mala idea del todo, tiene cierta lógica, pero para futuras veces... - Se acercó a un panel de la puerta que parecía hecho con otro material - Pones tu tarjeta aquí y la puerta se abre

Conforme la puerta se fue abriendo y sus ojos se acostumbraron a la luz se dio cuenta de que la puerta "maciza" que ella creía eran en realidad parches de distintos metales, estaban bien unidos, pero ya no parecía tan robusta como en plena oscuridad. Tras pensar esto y avanzar con el desconocido pudo darse cuenta del grosor que tenía cada puerta. Estaba segura de que la señorita Umi necesitaría al menos dos patadas para poder hacer un hueco, lo rompería por supuesto, pero no de una patada como era habitual en ella. No se había dado cuenta, pero nada más entrar había comenzado a seguir al hombre que le había abierto la puerta, era una vieja costumbre suya y de sus hermanas, cuando veían algo por lo que tenían curiosidad se quedaban mirándolo, mientras se ponían a seguir a la persona más cercana. La instalación no tenía nada que ver con ese pasillo mugriento, las paredes tenían un blanco impecable, los suelos parecían metálicos, pero no sonaban a metal cuando pasabas por encima, todas las mesas estaban llenos de instrumentos y máquinas, a los lados quedaban una serie de habitaciones con las paredes de cristal dónde se veía a científicos trabajar de repente se chocó con algo. El hombre se había detenido, al parecer a posta para que ella se golpeara

-¿Por qué me sigues? - La voz le temblaba, ¿ese hombre tenía miedo de una niña de doce años? - Lo... Lo siento, estaba mirando todo y no me he dado cuenta, supongo que lo he hecho para no perderme... ¡Ah! ¡Además quería darle las gracias por abrirme la puerta! señor... ¿Señor? ¿Cómo se llama? - El hombre estalló en carcajadas - Smoker, y llámame así, no señor. Solo tengo 24 años, no me trates como si fuera un viejo - La niña se dio cuenta de que a ese hombre le temblaba la voz cuándo se enfadaba, no por miedo... - Bueno, pues gracias Smoker... Antes de que te marches... Me puedes decir dónde encontrar a un tal...¿ Doc?

-¿Preguntas o afirmas señorita? ¡No voy a contestarte a algo que tienes dudas! - La niña infló los mofletes y gritó el nombre del señor al que buscaba, esta vez sin dudar. Smoker le revolvió el pelo y le señaló unas escaleras - Baja por ahí y vete al lugar que más te llame la atención, ese es su puesto de trabajo, sino está espérate ahí, no tardará en volver.

Blue se despidió de Smoker con el brazo y se dirigió a las escaleras, mientras bajaba se quedó mirando a una serie de "casitas" que se encontraban abajo formando una cuadricula gris, o casi... Una de ellas estaba pintada de rojo, el mismo tono de rojo que su pelo, y por encima habían empezado a pintar de otros colores haciendo formas, estaba segura que esa sería la caseta de Doc. La puerta estaba cerrada por lo que llamó con el nudillo. No contestaban. Volvió a hacerlo, esta vez llamando al hombre. No respondía. Lo volvió a intentar una tercera vez sin volver a obtener respuesta, pero la puerta se abrió... Ella terminó de empujarla para poder pasar, la primera habitación estaba llena de tubos de metal, sierras, herramientas y una lámpara de lava azul pero no había ningún lugar dónde sentarse, al menos no ninguno que pareciera seguro y/o limpio, por lo que pasó a la habitación de la derecha de esta, estaba aún más llena que la anterior, pero esta vez eran todo libros. Había tanto libros normales como libros de cuentas, pero no parecían tener ningún orden, ahí dentro tampoco estaba, también había sillas, pero estaban ocultas bajo pilas y pilas de libros, no compensaba. Salió cerrando la puerta, con un poco más de fuerza de lo que creía, pudo escuchar caerse algún que otro libro... O alguna que otra pila... Esta vez fue a la habitación que tenía justo enfrente, es decir, la que quedaba a la izquierda de la entrada. Esta sí estaba ordenada, era la más pequeña con diferencia, pero solo tenía un par de libros por el suelo, una cama individual, un sillón amplio y una silla de madera. Se fue acercando al sillón feliz de poder sentarse al fin cuando escuchó un grito, alguien pedía ayuda. Salió corriendo a la habitación que había dejado sin mirar, cuando al entrar dos ojos de color cobrizo aparecieron ante ella, no paraba de reír de una manera estruendosa las piernas le colgaban del techo y el pelo blanco caía hacia abajo por culpa de la gravedad

- Menos mal que alguien me ha escuchado, llevo gritando horas... Em... ¿Niña? ¿puedes bajarme? No tienes por qué tener mucho cuidado pero evita que se rompa lo que tengo en la mano - Estaba sujetando con ambas manos la escama de algún animal, no necesitaba mirarlo mucho más para saber que era la escama de un rey marino, aquello con lo que hacían el casco de sus barcos y las esposas para usuarios. La cogió con sumo cuidado y creó un pequeño cristal que rompió la cuerda que lo sostenía en el aire - Muchas gracias niña, y tu habilidad es asombrosa... Aunque más asombroso me parece que puedas tocar esa escama siendo usuaria...

- Las escamas no son tan fuertes como lo que sea que le hacéis a las esposas, además tienen un lado que los usuarios podemos tocar, ve... este que es más mate... Este otro sin embargo no, el que tiene todos los reflejos y es tan bonito no podemos tocarlo... ¡Ah! Yo he venido a que me diera unos resultados para Sengoku... Y no sé cuánto rato llevo aquí, entre esperar en la puerta y dar vueltas buscándole... - El hombre se fue a la habitación del sillón y cogió los dos libros de cuentas que había en el suelo y se los dio en la mano - Espero volver a verte pronto, para ser tan joven pareces muy lista y curiosa, siempre serás bienvenida aquí. Vente cuando no tengas nada que hacer

- ¡Lo haré y gracias señor Doc! - gritó mientras corría escaleras arriba, de camino a aquel ascensor que no volvería a odiar, después de todo había hecho su primer amigo ahí abajo

Todas las tropas del cuartel se estaban situando en las entradas de las instalaciones, de manera teórica era para celebrar la unión de un nuevo Shichibukai pero la realidad es que para todos no era más que un pirata, y por lo tanto tenían que tomar todas las medidas de seguridad posibles. Además estaba ese otro factor...

El barco estaba llegando a puerto, algunos cabos primeros comenzaron a atar el barco para evitar que este se fuera a la deriva, aunque por una vez esto era meramente formal, dado que a los gyojin les daría igual, podían ir a recuperarlo. Los piratas del sol se quedaron esperando en el barco, sabían de sobra que no eran bien recibidos, tanto por ser piratas como por su especie pero uno de ellos tuvo que bajar. Después de todo estaba allí porque le habían convocado. En la carta le decían que alguien lo guiaría, pero no había nadie en la puerta principal.

Blue escuchó decir al chico de su lado que el "guía" no se iba a presentar, le daban asco los gyojin, "si son tan listos y tan fuertes sabrá llegar solo" se burló el chico, en voz lo bastante alta como para que el recién llegado pudiera escucharlo. El gyojin iba a comenzar a andar cuando vio a una chica pelirroja a su lado, mirándole con cara de ilusión

- Lamento mucho la demora señor Jimbei, por favor acómpañeme, el Almirante Sengoku le está esperando - El lugar se había quedado en completo silencio, todos los marines estaban burlándose de Jimbei por miedo a los tritones y envidia, pero esa niña de trece años se había acercado a él como si nada - Si.. Gracias... - Respondió confundido el tritón.

Blue abrió la puerta de la sala de reuniones que había preparado la marina para este acontecimiento, todos miraron a la joven extrañados y sorprendidos, no debía estar ella ahí, debía ser otro soldado de mayor rango, para proteger al invitado, o más bien custodiarlo y vigilarle, pero ninguno lo comentó en voz alta.

La chica se situó en uno de los lados de la puerta, haciéndole un gesto al gyojin para que entrara. Después de todo ella no debía estar allí, no iba a entrar a una reunión a la que no le habían invitado. Una vez pasó ella salió cerrando tras de sí y tras mirar a su alrededor se dejó caer por la pared. Tenía tantas preguntas para ese hombre que no le había dado tiempo a ordenarlas a tiempo. Quería ser su amiga, de verdad lo deseaba. Era un tritón, los únicos que conocían la existencia de las sirenas sin tener que verlas en "acción", además era un ser del mar, como ella y nunca había visto uno tan de cerca, quería hacerle mil preguntas y lo haría, de eso estaba convencida.

Finalmente los murmullos dentro de la sala cesaron y las puertas se abrieron, dándole el tiempo justo para incorporarse. "Te hemos encomendado el que guíes a Jimbei por los cuarteles hasta su barco de nuevo" Los ojos de la joven se iluminaron y una amplia sonrisa se dibujó en su cara, esto era oficial, era su acompañante. Los dos hombres miraron a la niña extrañados, ninguno se esperaba esa reacción, pero comenzaron a andar después de que la puerta se cerrara.

- Señorita... ¿no me tienes miedo? - la pregunta le había salido sin pensar mucho, tenía curiosidad por la niña - ¿Tengo motivos para hacerlo? Habéis tenido cuidado para no hacer enfadar al cuartel, y eso que os han llamado ellos. La verdad no creo que alguien que se fije en esos pequeños detalles vaya a hacer nada malo. Si fuera así habría sido más lógico que bajaras con toda tu tripulación ¿no?

Se giró a mirarle y le vio varios pasos por detrás, parado, mirando al suelo. Parecía ¿contento? ¿enfadado? no estaba segura de qué le sucedía, asique se acercó a él lentamente y le puso la mano en un brazo con cuidado y tras ver que no apartaba el brazo lo sujetó con ambas manos y echó a correr, arrastrando al hombre tras de sí. Este comenzó extrañado, pero finalmente sonrió y sentó a la niña en su hombro, esta le iba diciendo en cada intersección hacia qué lado seguir para llegar fuera.

Todos los soldados seguían en posición cuando el gran tritón salió a la carrera, sonriendo, hacia su barco con la niña en hombros, la cual no dejaba de reír. El cuartel entero seguía la escena con la mirada, cada vez estaban más seguros de que esa niña no era normal. Para cuando llegaron a la escalinata para subir ya iban andando, el hombre bajó a la niña de su hombro y le revolvió el pelo. Blue se quedo mirando dudosa al gyojin y al resto de su tripulación, la cual estaba asomada por la cubierta del barco.

- ¿Qué quieres preguntar niña? - La pregunta le hizo levantar la cabeza, dudando de si decir lo que pensaba. Tomo aire - ¿En qué pensabas antes? Cuando te has parado en el pasillo, parecías triste... - La tripulación miró con dudas a su capitán, mientras este miraba fijamente a la niña, no podía creerse lo fácilmente que captaba los detalles para ser tan pequeña - Pensaba en nuestra gobernante, la reina Otohime. Puede ser que su sueño no sea solo eso, la nueva generación quizás sea capaz de cambiar el mundo

La niña ladeó la cabeza, no había entendido nada, pero parecía algo importante para ellos cuándo lo recordó. Umi les había hablado de los problemas de los gyojin con los humanos y que había alguien importante tratando de solucionarlo, esa debía ser esa tal reina Otohime. Ella sonrió y tras despedirse volvió al cuartel en dirección nuevamente a la sala de juntas, tenía una petición que creía que gustaría a sus superiores.

-¡Bajo ningún concepto! - Exclamó Sengoku, rojo de ira - No pienso permitir que una niña vaya en un barco de piratas, y mucho menos de Gyojin

Esa afirmación enojó a la niña, la cual empezó a gritar también. Era una idea estupenda, tendrían a un marine en el barco, por lo que se tendrían que comportar para no perder el titulo de Shichibukai, y ella podría viajar con alguien fuerte y así aprender. La mayoría de los presentes estaban de acuerdo con la idea de la niña, pero el Almirante no estaba convencido aún, le había cogido cariño a la niña y no quería perderla en el mar, después de todo no podía nadar y se quería ir en un barco rodeada de seres que viven en el mar, lo miraras por dónde lo miraras era una mala idea.

-¡Por favor! - Gritó finalmente la niña, mirando a la mesa - ¡Quiero ir! - Fue levantando la vista poco a poco, al igual que la primera vez que la conoció por su cara caían lágrimas que iban a parar a la mesa - ¡Quiero conocer el mar! ¡Quiero hacerme fuerte para poder ayudar a todo el mundo! ¡No quiero quedarme aquí encerrada haciendo las tareas que nadie más quiere! - Los grandes cargos de la marina se giraron a mirar a su almirante, el cual tras un suspiro le dio el visto bueno a la joven con una condición, lo primero ascendería a teniente y lo segundo llevaría siempre encima un den den mushi