Disclaimer: Bleach no me pertenece
El Club de Viudos
Capítulo I: lo prefiero suelto
Ensimismada se quedó un buen rato. Las gotas que caían de la regadera golpeaban levemente su desnuda piel, su cuerpo olía a rosas y su cabello azabache a lirios del campo. A Kanae Katagiri le preocupaba los acontecimientos desde hace unas horas. La señorita Masaki se fue con un shinigami a su propia voluntad sin importar lo que pudiese ocurrir con la raza pura de los Quincys. Definitivamente, la señora Ishida detonará su cólera cuando sepa acerca de esa traición. Eso los llevaría a la perdición.
¿Entonces por qué ella se siente aliviada con que se haya ido? Un gran peso que cargaba en su ser, desde hace ya mucho tiempo, se desvaneció en cuestión de segundos. Incluso sus hombros, que siempre estaban tensos y estresados, ahora estaban más relajados que nunca. Con un gran suspiro, Katagiri apaga la regadera. ¿Cuál era la razón de su exhalación? Simplemente no odiaba a Masaki a pesar que no pudo entablar una relación más a fondo más que simples conexión de miradas. Había algo que hacía corazón se regocijara.
Fue entonces que la pelinegra suspiró nuevamente al concluir que su mente era un desastre de emociones. No podía concentrarse de lo que sentía ahora al no concluir una cosa: el obstáculo que impedía acercársele a su joven maestro se había ido.
Katagiri se sobresaltó y seguidamente negaba con su cabeza. ¿Qué tipo de pensamiento era ese? Realmente no había resentimiento contra Masaki. Ese comentario era tan impropio de ella. Es más debería estar feliz por ella por haber encontrado al amor, prohibido en cierta forma romántica, con un desconocido shinigami que acababa de conocer. No obstante su alegría no era enfocada desde ese punto sino en su partida. Justamente eso la conmocionaba…
Ella frunció sus labios. Eran abrumadores esos sentimientos tan egoístas hacia la joven y con el joven maestro. Ella quería tener aunque sea una brecha de esperanza por los hechos ocurridos. Quería tener ese amor imposible con el joven Ryuken. Pero ahora ya es posible…sin la presencia de Masaki. Total, los Quincys puros desaparecerán.
Al sentir un poco de frío, la chica salió del baño. Secó su blanco de porcelana y se vistió rápidamente al escuchar los gritos de su Señora en toda la casa. Por las maldiciones y los golpes recibidos a las pobres paredes sentía que cada vez ella estaba cerca. Fue hasta que abotonó el último botón de su vestido cuando de repente abrieron a puerta de su habitación rápidamente sin tocar de antemano.
— ¡Ah! —dio un pequeño gritito. Se quedó crispada y sus pensamientos tardaron en calar su cerebro cuando observó que la persona que estaba en la puerta era Ryuken.
—Disculpa. —dijo suavemente. —Te confundí con otra persona. —Pauso. — ¿Ha visto o conoce a Katagiri?
La chica parpadeó unas cuantas veces. ¿Acaso no la reconocía?
—Soy yo, joven maestro. —dijo desviando la mirada y tocándose el cabello mojado.
Katagiri notó que el joven maestro tardó en contestarle. Se quedó un rato mudo, observándola con sumo detenimiento como si quiera asegurarse que no lo estuvieran tomándolo del pelo.
— ¿Katagiri? —dijo incrédulo. —Lo siento, no te reconocí. —espetó. — Estoy acostumbrado a verte con tu katyusha. Es la primera vez que te veo con el cabello suelto.
—Oh… ya veo. —se sonrojó levemente y desvió la mirada. No sabía cómo tomar ese comentario tan seco.
Sonrió levemente ante el bochorno de la sirvienta. Fue una lástima que ella no pudo ver esa sonrisa casi fantasmal en el rostro del chico.: —A pesar que tu imagen de ti es muy diferente a la que tengo en mi mente… lo suelto te fulgura.
Ella podía jurar que su corazón paró unos segundos.: — ¿Qué? —alzó la mirada rápidamente.
—No lo veo desagradable, ¿no lo crees?
Katagiri movió sus dedos nerviosamente y su rostro se iluminó.: —Es-este... —no le salían las palabras. ¿Acaso debía responderle a la pregunta?
La conversación murió antes de nacer cuando escucharon nuevamente los gritos de la madre de Ryuken retumbando nuevamente dentro de la casa, preguntando siempre por el paradero de Masaki.
—Vamos. —ordenó Ryuken mientras salía de la habitación.
A pesar de la tensión que se presenciaba en el ambiente y el terror y furor mezclados entre los sirvientes, Katagiri estaba feliz. Su felicidad era tan máxima que era la única que estaba sonriendo como una boba enamorada súper sonrojada.
Era la primera vez que Ryuken la alude.
Con una pequeña risita nerviosa trata de suprimir su goce en sus adentros. Si la señora Ishida la viera de esa manera seguramente estaría cavando su propia tumba.
Tan sumida que estaba en sus pensamientos que no se daba cuenta que él la estaba viendo de reojo por largos momentos.
Al día siguiente, cuando las tensiones dentro de la casa no cambiaron para nada sino que empeoraron, Katagiri, sonriente, tocó la puerta del joven Ryuken para avisarle que su comida estaba lista.
—Joven maestro…
Cuando el abrió la puerta observó detenidamente a la muchacha.: —Cuando dije que no me desagradaba tu cabello suelto no era…una orden. —dijo confundido.
— ¿Eh? —parpadeó. — ¡Oh no…! Es que…yo sólo…—se sonrojó. —Hoy me apeteció mantenerlo suelto.
—Ya veo. —la chica observó cierta confrontación en la mirada de Ryuken. —Siempre seguirás mis órdenes…porque te hace feliz…
Katagiri se aturdió un poco del comentario. Pareciera que no tenía sentido pero lo comprendió mucho después cuando él la agarró del brazo y la haló hacia la habitación. Ella jadeó fuertemente y giró su cabeza cuando se dio cuenta que el cerraba la puerta y le ponía el cerrojo.
—J-joven maestro…—dijo nerviosamente cuando el peli blanco se acercaba más a ella. Poseía una mirada determinante y decidida que hacía que ella bajara la suya ante tal superioridad. Luego ella se percató que la había arrinconado en la pared. Como autodefensa, cruzó sus brazos hacia su pecho cuando sintió que los brazos de Ryuken la aprisionaban en ambos extremos al apoyarse en la pared con sus manos.
—Piensas que si doy órdenes es para mi propia satisfacción y por eso las obedeces. ¿Esa es tu lógica? —dijo mientras agarró un mechón de cabello de Katagiri.
Ella alzó su mirada. —Así es… mi propósito es servirle…
— ¿Y eso te hace feliz? —se acercó más a ella. Llegó un momento en que la pelinegra se puso muy cohibida por su cercanía. —Yo he fallado en mi propósito: no pude salvar a Masaki y no podré recuperar mi misión de reproducir nuevamente a Quincys puros. —dijo. —Llegue a un punto en el cual ya no me importa los Quincys y sus malditas reglas y ambiciones…no me permite vivir.
—Joven maestro…
—Entonces…—la observó. —Ya no eres feliz cuando te dijo eso, ¿verdad?
Katagiri quedó muda por unos segundos. ¿Acaso es lo que está pesando?: — ¿Trata de dejar a los Quincys…?
—Ahora odio a los Quincys. —ella jadeó. —Eso quiere decir que los odias también…
—Yo no…estoy en posición en opinar acerca de…
— ¿Los odias? —recalcó con más severidad.
Katagiri solamente bajó la mirada. Ryuken se apartó de ella y empezó a caminar. —Yo también dejaré este lugar muy pronto…
— ¿Qué? —Katagiri preguntó. —Pero… ¿Por qué…?—ella negó con la cabeza. —Entonces déjeme ir con…
—No. —la interrumpió.
— ¡Pero Joven maestro, mi deber es…!
Ryuken giró su cabeza y la observó detenidamente. —Contéstame algo: ¿es por tu deber o por tu propia voluntad en seguirme a donde quiera que vaya?
Ella en ese momento no vaciló ni lo pensó dos veces antes de responderle.: —Lo seguiré porque mi corazón me lo pide…
Ryuken abrió grandemente sus ojos. Un pequeño rubor pudo observar en el rostro de la pelinegra que no obstante él no era consciente que él también estaba sonrojado por tal declaración. Con una sonrisa en su rostro se acercó nuevamente a ella y colocó sus manos en ambas mejillas de la chica.
—J-Jo-joven maestro…—tartamudeó.
Las manos del chico acariciaron levemente los cachetes de Katagiri y luego bajó sus manos hacia los botones de su vestido.: —También me gustaría verte suelta de este vestido. —ella jadeó y gimió levemente ante las acciones de Ryuken. —Realmente no me estoy guardando…—comentó al desabotonar el último botón. Dirigió sus manos en los hombros de la chica y empezó a bajar el vestido. —Necesito consolación…—la observó detenidamente. — ¿Eso te haría feliz?
Katagiri sonrió dulcemente mientras se dejaba llevar por las acaricias de Ryuken.: —Sí…—ella se acercó y él no la rechazó.
Fue ahí en ese momento que se dieron su primer beso.
Yo sé que dirán: ¡¿Acaso has empezado una nueva historia sin terminar la que prometiste?! Lo sé! TT_TT pero digamos queu al emepzar escribir nuevamente "Escasez de nupcias" se me vinieron muchas ideas, y creanlo o no, ya después uno se vuelve medio bobo escribiendo nuevamente después de mucho tiempo. (o solamente a mí me a pasado?) Y bueno, digamos que para practicar empece a escribir estas pequeñas historia (que ya las tenía en mi mente por muchooo tiempo). Como tuve estos 4 días medio libres quise escribir y terminar con este mini proyecto ;D
Así que, con la historia de Escasez de nupcias, tenganme paciencia n_n en abril será la fecha.
Esta es la primera vez que escribo sobre ellos dos. Espero que non haya quedado tan OOC o OCC o todos los OOO y CCC que existan xDD.
El próximo sábado será el siguiente capítulo se titula: la danza de año nuevo.
