Explosión que Remueve el Viento

Eran dos enemigos frente a frente, contrincantes con miradas conectadas, esmeraldas y jades, tonos verdes creando la tonalidad más maravillosa del mundo, seres cuya conexión se había visto bañada en sangre y representada en una venganza que a ninguno satisfaría.

Ella clavaba su mirada en la de él moviéndose con rapidez y elegancia para evitar sus ofensivas maravillando al joven, y él mostraba la misma soltura que ella en sus defensas. El viento rugía entorno a ellos, gritos de odio y dolor, de ira y angustia; los envolvía como una prisión consiguiendo mantenerlos en unos limitados que no se infringían.

Los instantes en que su piel entraba en contacto o que sus miradas quedaban conectadas en escasos centímetros eran para ellos la condena. Eran dos enamorados enfrentados por sus orígenes, su historia y sus fuerzas, en cada ataque entregaban algún recuerdo compartido.

Los ojos de ella habían quedado convertidos en el reflejo del mismísimo hielo y los de él se quemaban como el fuego, sus ataques convertían aquel escenario en el caos, polvaredas inmensas subían hasta el cielo, rocas y escombros caían al suelo dificultando aún más su tarea y en una de esas ella tropezó cayendo hacia delante momento en que al joven poco le importo el combate, se lanzó por ella y antes de que llegase a tocar suelo se encontraba recostada sobre él a escasos centímetros de aquellos labios que tan dulcemente la habían llevado a sucumbir a la lujuria.

Él sonreía en un acto congelado, su cuerpo apenas respondía, apenas alcanzó a alzar su mano y apartar un mechón de aquellos cabellos dorados y mostrar una sonrisa como tantas le había mostrado sólo a ella. La joven lo observó negando con la cabeza, descendiendo su mano al torso del joven, una rama se encontraba traspasándole el pecho en la zona de los pulmones, no pudo más que responder a aquella sonrisa que empezaba a quedar bañada en sangre, una lágrima quiso salir pero él la borró de la faz morena de aquella joven que lo había transformado.

Ella juntó sus labios con los de él, saboreándolos nuevamente pero esta vez bañados en el amargo sabor de la sangre y el dolor, pues él ya no alcanzó a sentirla; lo atrajo a sí, abrazándolo, otorgándole un adiós que seria un hasta pronto, pues ella al haber caído sobre él también había quedado herida por aquella rama, su torso también había sido atravesado, pero su orgullo la había mantenido como si anda hasta ese momento, había querido despedirlo con aquella sonrisa que él le robaba con sus miradas.

Aquella misión no había sido más que una nueva etapa en que ambos quedarían unidos en la eternidad del tiempo pues sus almas permanecerían unidas a pesar del tiempo y de la muerte, algún día ellos reaparecerían sobre aquellas tierras y se encontrarían nuevamente para continuar juntos sus vidas.