Anoche soñé que... Mary subía un nuevo fic SasoDei. Bueno, al pricipio estaba hecho para ser un SasoOoc, pero dije ¿Y por qué no mejor como SasoDei? Y aquí esta, música de tambores...

No, es broma.

ATENCIÓN. los personajes de Naruto no me pertenecen, yo solo los tome prestados...¬w¬ Sasori, Deidara, Itachi... jejeje


PALABRAS VACÍAS

SASODEI.

1. PRÓLOGO.

SASORI PO´V

¿Por qué me siento así? No tengo ni la más remota idea. Deidara ha venido a decirme que lo logre, que tengo lo que siempre quise… entonces ¿por qué?

Tengo que salir, tengo que irme. Este no es mi lugar, nunca lo fue y nunca lo será.

Y heme aquí de nuevo, tomando un vuelo a Japón. Después de tanto tiempo regreso a "casa". No puedo llamarla casa, ahí ni hay nadie que me espere. Y yo en cambio, por una vez en mi vida no espero a nadie. Simplemente estoy en el aeropuerto, mirando el cielo y los aviones despegar e irse tan lejos como les es posible. Normalmente viajo con disfraz, Él siempre me dice que lo lleve. Pero hoy no voy por asuntos de trabajo. No quiero matar a nadie. Estoy de vacaciones. Y me alegra ser yo mismo por un momento. Un chico común que viaja a una casa común para tener una vida común.

Varias chicas se detienen y me señalan, lanzan risas tontas y algunas insinuaciones desde lejos, las miro y me pregunto cómo es que pueden ser tan… poco sutiles. Si ellas se vieran envueltas en un trabajo como el mío, la policía las cogería de inmediato. ¡Pero total!, a donde quiera que voy siempre es lo mismo, y en este caso solo me siento en la banca más alejada del café del aeropuerto, un capuchino caliente es mi única compañía en ese momento mientras miro mis blancas manos. Llenas de la sangre de muchas personas. Bueno, no realmente. Quisiera no ser yo. Siempre ando de un lugar a otro, no tengo una vida, y no tengo un nombre, no siempre es el mismo.

Termino de sorber el último trago del capuchino y suspiro. Meto la mano en uno de los bolsillos de mi pantalón y sacó el pago justo por el café, lo dejo en la mesa, tomo mi maleta y salgo de la tienda. Hay mucha gente, pero ninguna me presta real atención, yo tampoco se las presto a ellas.

-Última llamada a los pasajeros que deben abordar el avión de Japón- anuncia una voz femenina por el megáfono, para entonces ya estoy pasando seguridad y recogiendo mi maleta. China no fue un lugar agradable, había mucha gente y ninguna se distinguía de otra, no destacaba y tampoco se molestaba en hacerlo.

Había vivido durante tres semanas aquí, en un departamento que Él me había pagado. Esta vez no había tenido más opción que aceptar su propuesta, había dicho que me iría a visitar, y fue entonces cuando le dije que me tomaría un descanso. Al principio se molestó, pues pensó que lo único que debería hacer entonces era quedarme donde estaba y descansar. Le respondí que este lugar no me agradaba, que quería ir a Japón a visitar un lugar un tanto conocido. El único lugar al que un día había llamado hogar, aquel en donde el nombre AkaKonoha no Sasori me volvería a pertenecer, libre de cualquier cargo o culpa.

Aborde aquel avión en segunda clase, me senté en el lado de la ventana y mire hacia afuera. No extrañaría este lugar, así como rompía lazos con cualquier otro. No llevaba ningún recuerdo ni nada, mucho menos dejaba a alguien que significara algo para mí. Así que no, no me molestaba dejar China, ni otro país.

El avión tardo en despegar, y mientras pasaban los minutos más me iba desesperando. No me gustaba esperar, LO ODIABA, de poder hacerlo me habría ido a Japón por mis propios medios y llegar a tiempo ¿para qué? Para nada, simplemente era esa idea de que si el mentado avión iba a salir a las 9:00 am como se establecía en el horario, ¡tenía que salir a las 9:00 am!

Luego de tres minutos un hombre gordo y enorme se quedo parado frente a mi asiento, sentí su mirada y más incomodidad creció en mí. Esto me lo sacaba por haber querido andar en segunda clase y no aceptar la primera que me daba Él.

-Ocupas mucho espacio niñato- dijo el hombre con voz grave mientras se sentaba y casi me aplastaba con su enorme peso ¡Maldita albóndiga con patas!, lo mire mientras la sien me palpitaba a un ritmo constante y fruncía el ceño. El hombre olía a chocolate, tenía palomitas y manchas de refresco en su playera gris pegada al cuerpo. Llevaba unas alitas de pollo picantes y acomodaba su enorme trasero en el pequeño asiento.

-¿No podría hacerse para allá?- pregunte con voz entre cortada mientras empujaba un brazo grasiento de encima de mi cara –Esta aplastándome-

-Si no te gusta puedes irte a la primera clase, mocoso- dijo el hombre y lo mire con un tic en el ojo. No se metería conmigo si supiera quién soy, si supiera que puedo hacerle. Por el momento, lo que menos necesitaba era armar una escena, así que el resto de las cinco horas de camino me limite a encogerme en mi asiento.

Al poco rato había dejado de molestarme que ese hombre fuera tan pegado a mí, y ese tedioso sonido que hacía al masticar la comida. Tan solo miraba las nubes en aquel día soleado y claro. Podía ver un poco de mi reflejo en la ventana. Mis ojos destellaban mientras algunos rayos de luz le pegaban a la ventana.

-Mmm. ¡Pero qué ricas alas de pollo!- grito el hombre a mi lado, y sentí como fruncía el ceño molesto–Que aburrido esta el camino por otro lado. Esperaba encontrarme con una jovencita linda y hablar con ella-

-…- no respondí y procure no mirarlo, ya que parecía querer intentar entablar una conversación conmigo

-Aquellas chicas han estado viendo para acá desde que comenzó el vuelo- mire hacia donde señalaba, ahí estaban unas dos chicas rubias muy bien proporcionadas que miraban hacia acá. Paso sus regordetes dedos de salchicha sobre un cabello chino, largo y castaño mientras les guiñaba un ojo a las chicas. Ellas mostraron asco y dejaron de ver hacía acá, sonreí, pareciéndome chistoso el acto del hombre y la acción de ellas. Volví mi vista a la ventana y deje de sonreír poco a poco.

-Hum… demonios. Esas chicas no saben apreciar a un Adonis como yo- dijo el castaño y lo mire con una ceja levantada

-Sí claro. Tú un Adonis- no pude evitar decir, una risa sorda llegó a mis oídos –Además ¿no crees que eres un poco viejo para ellas?-

-Para nada. Tengo 19 años- contesto el otro mirándome como si se tratara de la cosa más obvia del mundo entero. No pude evitar mirarlo con sorpresa, incrédulo de que esa persona tan solo tuviera dos años más que yo. Por el contrario, yo era un chico bajo y delgado. Uf, esperaba jamás acabar como este.

-Ah…- susurre y volví a mirar por la ventana

-Mi nombre es Ragna- dijo y me extendió una mano que yo ignore -¿Cómo te llamas tú?- pregunto sin apartar su mano sucia con alitas picantes. Suspire y lo mire.

-¿por qué te importa?- pregunte de manera déspota

-Bueno, aún faltan tres horas- dijo contando con los dedos –Y se me ha quedado mi iPod en la casa-

-Pues encuentra otra cosa que hacer- le dije y volví mi mirada hacia la ventana. Ragna entonces comenzó a retorcerse más en el asiento, haciendo que tuviera que respirar profundamente para tratar de mantener la calma.

-Oh, por favor- dijo mientras dejaba de moverse –Estoy muy aburrido. Ya es mucho decir si estoy tratando de hablar contigo-

-Hmph- le respondí con un tic en el ojo –Pues ni que tuvieras tanta suerte de que cruzará palabras contigo-

-Pero, lo estás haciendo- no lo veía pero sabía que sonreía satisfecho por su respuesta, un tic en mi ojo derecho me hizo girar a verlo

-Palabras amables- respondí cortantemente

-Mira, bueno. Si no me quieres hablar está bien, me quedare callado todo el viaje-

-…-

-…-

-…-

-…- sentí que suspiraba a mi lado y me llegó un olor dulce de las alitas de pollo –El clima es un demonio ¿no?-

-…- suspire también y trate de mantener la calma.

*Tres horas después*

Ya estaba por fin saliendo del avión con mis dos maletas en la mano y sintiendo el fuerte aire que desacomodaba mis ya de por sí desordenados cabellos rojos. Respire fuertemente percibiendo al fin el aroma a humo de automóviles que rodeaba al ambiente, y a pesar de eso me sentí como en casa. Ahora lo estaba. Baje aquellas escaleras y entre por la puerta de vidrio automática. Ahí dentro había muchas personas que tampoco me prestaban atención. Sonreí para mis adentros, casi siempre la gente se detenía a mirarme incluso contra mi propia voluntad o deseo.

Camine entre esas personas escabulléndome hasta la salida y formándome donde se esperaba un turno para que un taxi te recogiera. Pasaron varios minutos y por fin se detuvo uno frente a mí. Un joven de cabellos largos hasta los hombros color castaño me pregunto si deseaba que pasara mi equipaje al maletero.

-No- le respondí cortante y le pase de largo. Abrí la puerta del carro amarillo y me subí con gestos toscos y cansados, agradeciendo ya encaminarme dentro del estado a mi destino temporal –Buenas tardes- dije y el hombre, (de ojos pardos pude ver por el espejo retrovisor) me miro con el ceño fruncido –Voy a la preparatoria de Suna- el hombre aparto sus ojos de mí y miro hacia el frente. Encendió el motor y sentí el ronroneo de éste, se puso en marcha mientras yo abría la ventanilla y dejaba que el aire volviera a remover mis cabellos mientras cerraba los ojos tranquilamente.

El camino hacia la preparatoria con aquel hombre fue silencioso, cosa que no me molestaba, en lo absoluto. Luego de cuarenta minutos el taxi por fin se detuvo, abrí los ojos lentamente y mire al hombre.

-Son 45- dijo mientras extendía la mano hacia atrás para recibir el dinero. Lo mire varios instantes antes de meter la mano en mi bolsillo y saque 50, se los tendí al hombre que los arrugo en su mano, su rostro brillaba de sudor y estaba rojo –Ahora bájate-

-Mi cambio- respondí sin siquiera apartar la mirada de la suya, él miro el dinero y lo guardo en un bolsillo, rebusco un poco y saco un billete de 5 y casi me lo aventó a la cara, lo recogí y lo guarde en el bolsillo. Abrí la puerta y salí del carro, en cuanto hube cerrado la puerta el hombre arranco y los neumáticos rechinaron bajo el pavimento de la calle. Lo mire con desagrado. Gire a ver la calle solitaria.

La preparatoria de Konoha se alzaba al final de la vacía calle. Una reja negra con el escudo formado por los barrotes que se partían dejaba paso a un camino de piedras por el que caminaban alegremente varios alumnos que platicaban animadamente.

Suspire y camine hacia ella. Mientras más me acercaba veía como la escuela parecía hacerse grande e imponente con sus paredes de mármol que hacían mucha referencia a siglos pasados. A los lados de la puerta principal se hallaban dos gárgolas que tenían formas de león, rugían y miraban hacia abajo, me asegure que al pasar al lado de ellas parecería que me seguían con la mirada.

Al pasar por la reja inmediatamente los alumnos se detuvieron a mirarme y a cuchichear por lo bajo. Los ignore como siempre lo hacía al ser el centro de atención, poco a poco me ganaba un titulo de intocable, innombrable, y todo eso. Camine sin mirarlos. Percibía aquel suave olor a pasto y algunas que otras flores mientras caminaba. De vez en cuando mire a las personas que estaban ahí y me miraban hace unos segundos, ahora continuando con su camino.

En el instituto de Suna, no, más bien era un internado (detrás de los edificios escolares había miles de departamentos que los alumnos compartían por parejas) era un lugar donde me habían aceptado, no pensaba pasar más de un semestre en ese lugar.

Pase varios escalones y note como había tenido razón respecto a los leones, los mire perdiéndome en los detalles de las melenas. Por la puerta de madera que había para entrar a los salones, arriba relucía en oro el grabado, había varios simbolos grabados (N/A: los simbolos de las aldeas de Naruto).

Estaba tan absorto en esos detalles que no me di cuenta cuando alguien se acercó corriendo a mí y estrello su cuerpo contra el mío, solo me moví varios centímetros hacia atrás, la otra persona cayó al suelo. Baje la mirada y observe a una chica de piel blanca, con sus cabellos largos y castaños sujetos en una cola de caballo. Estaba ataviada con el uniforme escolar, una falda verde oscuro y una blusa blanca de maga larga con el cuello sujeto por una corbata del mismo color que la falda.

-¡Lo… lo siento mucho!- dijo con una tierna voz. Me le quede mirando varios minutos hasta que ella con trabajos levantaba la vista, me observo con unos ojos que se me antojaron como dos chocolates -No me fije por donde iba y…perdón- susurro. Note que en el piso estaban regados varios libros, ella los miro con cierta confusión y comenzó a recogerlos, me agache y tome dos libros.

-No importa- conteste, luego ella se me quedo mirando, le extendí una mano y ella la tomo dudosa, luego la cogió y la ayude a levantarse, no era más alta que yo y los dos nos miramos a los ojos –Solo fíjate bien la próxima vez-

La chica asintió levemente y luego de unos segundos de silencio corrió por el largo pasillo. Detrás de mí escuche una risa y gire a ver con el ceño fruncido. Y no me acabe de creer lo que veían mis ojos.

-No te ofendas. Ella es así con todos, hum- Dijo un chico de largos cabellos rubios y ojos tan azules como el cielo. Me sonreía abiertamente como si fueramos amigos de toda la vida.

Él también llevaba el uniforme puesto, los mismos colores. Note qué él tenía su mochila colgando atrás, y llevaba la camisa fuera del pantalón. Su peinado también le daba un cierto deje de chico rebelde, que por alguna razón me gusto bastante. Me le quede mirando con el ceño fruncido.

-¡Eh! ¿No piensas hablar, o qué?- pregunto levantando una ceja.

Me mantuve en silencio unos segundos, aún examinandolo. Luego levante el mentón, altivo. -¿Contigo?, seguramente no-

Él me miró con gesto de desagrado. Antes de que pudiera replicar seguí caminando de largo. Lo escuche decirme de cosas, y sonreí para mi interior. No era como si fuera a poder importarme un pelo lo que me estaba diciendo.


Esto... bueno ahí esta. ¿Qué les pareció? Recuerden que este solo es el prólogo. Nuevamente espero que haya sido de su agrado, y si no... bueno, de los errores se aprende y Mary quiere aprender :D

Comenten por favor, yo les agradezco esas pocas palabras, porque prueban que mi trabajo ha sido visto y es de su agrado :O

Gracias y nos vemos!